Nota del autor: Este artículo, en su versión inglesa, fue publicado por la prestigiosa revista The Strad, en su edición de Julio 2001. Como es natural, la revista adaptó mi texto original a sus necesidades, centradas sobre instrumentos de cuerda. El texto que sigue es el sometido por mí a la revista y difiere, por tanto, ligeramente de aquel. Su reproducción en estas páginas es posible gracias a la infatigable labor de mi web-master, la violinista Connie Sunday, que tiene también una de las mejores páginas en Internet dedicadas al violín. También deseo resaltar que de esta página existe un enlace directo con la Fundación Isaac Albéniz, bajo cuya tutela funciona la escuela.
Es sorprendente como opuestos a veces se encuentran. Esto es el caso de la Escuela
Superior de Música Reina Sofía, fundada hace diez años por Da. Paloma O’Shea (ver foto). En un país donde la formación de instrumentistas de cuerda es calamitosa, para
expresarlo de forma suave (80% de las cuerdas de las orquestas españolas han sido
formadas en el extranjero), se creó una escuela de música, empezó a funcionar y puede
ahora vanagloriarse de ser una de las mejores de Europa, sino del mundo entero.
La génesis de esta institución es sencilla, sin complicaciones. Desilusionada por los pobres
resultados en su país, la Sra O’Shea investigó, viajando por Europa y América, en busca
de la forma ideal que debería adoptar una escuela eficaz, para actuar como contrapunto a
la situación en España, y es así como concluyó que la escuela debería ser una institución
autónoma, independiente del gobierno. Casada con uno de los banqueros más influyentes
de España, estaba convencida que la empresa privada apoyaría tal iniciativa, y no estuvo
desacertada. Todos los alumnos de la escuela Reina Sofía reciben beca, sean de un cuarto,
medio, tres cuartos o beca entera, según las circunstancias de cada candidato. La "Fundación Isaac Albéniz," fue creada para constituir una
base financiera sólida. Es así, que ninguno de los alumnos paga el coste entero de su
permanencia allí, ya que la admisión trae implícito la concesión de una beca. Si un alumno
no satisface las expectativas que se habían depositado en él, no se le renovará la beca, con
lo cual automáticamente su puesto será ocupado por otro alumno, el próximo año.
La selección de los alumnos se halla a cargo de los profesores titulares respectivos, cuya
decisión es definitiva. ¡No hay un jurado, no se produce un debate! Las audiciones de
admisión se llevan a cabo durante Marzo de cada año, para el año escolar que comienza en
Setiembre.
Desde el mismo principio, la escuela puso énfasis sobre la formación de
instrumentistas de cuerda, dando preferencia a calidad sobre cantidad. Se quería
además demostrar que jóvenes aspirantes de nacionalidad española podían competir
con alumnos de otras latitudes. Siendo así, aproximadamente la mitad del estudiantado
es de origen español (lo que incluye a alumnos sudamericanos), mientras que el resto
proviene mayormente de países del este, y el resto de la Unión Europea. En el décimo
año de funcionamiento, habrá 52 estudiantes de cuerda, junto con 12 pianistas, ocho
cantantes y ocho instrumentistas de viento. Éstos últimos se limitan por ahora a Oboe
y Trompa, pero se proyecta ampliar esto en años venideros a abarcar también Flauta,
Clarinete y Fagot.
Como punto de partida, se adoptó en su día el modelo del Curtis Institute y colegios
similares, pero mientras tanto la Escuela Reina Sofía se convirtió en algo único. Los
visitantes de todo el mundo están tan impresionados que ya existe una iniciativa de
imitar el ejemplo, en alguna parte de California. La escuela tiene nivel universitario,
pero se hacen excepciones para alumnos más jóvenes particularmente dotados. Hay
proyectos para la colaboración con una universidad, y se han iniciado gestiones para
que el Ministerio de Educación reconozca los estudios cursados en la escuela.
Cada año académico dura 35 semanas, en el área instrumental, y 28 semanas en temas
teóricos. Los extranjeros deben aprender español, y todo el mundo debe tomar
lecciones de Inglés y Alemán. Lecciones de Teoría de la Música, Historia del Arte y de
Estética se hallan a disposición de los alumnos, lo mismo que técnicas dedicadas a las
relaciones cuerpo/mente, tales como Yoga y Alexander. Cada año se organizan varias
"master-classes" con visitas prominentes. En 1999/2000 visitaron la escuela, entre
otros, el pianista Fou T’Tsong, los violinistas Maxim Vengerov y Robert Masters, el
viola Paul Neubauer, los violoncelistas Bernard Greenhouse y Janos Starker, y el
contrabajista David Walter. Para música de cámara, Walter Levin, y para orquesta,
Tamas Vasary, dieron sus consejos. Este año, el violinista Vadim Repin, el viola
Serguei Kalinine, el violoncelista Ronald Leonard y el contrabajista Günter Klaus son
esperados, y celebridades del piano, como Leon Fleischer, Rosalyn Tureck, el trompa
Barry Tuckwell, el barítono Tom Krause, y el compositor Luciando Berio han
prometido su asistencia. (Me permito señalar que los conservatorios españoles no
suelen organizar "master-classes" ni tienen Yoga/Alexander en sus curricula.)
Además, casi todos los alumnos forman grupos de cámara, con o sin piano, y ha
existido una orquesta de cuerdas. Esta está siendo reorganizada en una orquesta de
cámara, que irá de gira cuatro veces cada estación, por 7-8 días, bajo la batuta de su
director titular, Antoni Ros Marbá, o de prominentes directores invitados.
Tuve la ocasión de asistir a dos "master-classes": Una dada por el violoncelista Ronald
Leonard, quién pasó revista a la Nº 3 de las Fantasiestücke op 73 de Schumann con un
talentoso alumno polaco, capaz de aplicar las sugerencias de fraseo del maestro en esta
pieza técnicamente exigente. Istvan Cserjan, de Viena, daba la otra clase a dos jóvenes
cantantes, soprano y tenor, que repasaron un duetto de una ópera italiana.
El cuerpo de profesores de cuerda es – de hecho – impresionante: Las clases de violín
se imparten por Zakhar Bron (ver foto) y José Luis García Asensio, Viola por Gérard
Caussé, Cello por Natalia Shakhovskaya (que acaba de asumir la sucesión de Frans
Helmerson, quien estuvo cinco años), y Contrabajo por el veterano Ludwig Streicher,
ahora substituido por Rainer Zipperitz. Pero las otras secciones de la escuela no se
quedan atrás: Las clases de Piano se hallan a cargo de nadie menos que Dimitri
Bashkirov, y de la profesora Galina Egyazarova, Oboe lo da Hans Jörg
Schellenberger, y Trompa Radovan Vlatkovic. Las clases de canto, que comenzaron
hace cinco años bajo la tutela del tenor Alfredo Kraus han sido asumidas tras su
muerte por la célebre mezzo-soprano Teresa Berganza. Cada alumno recibe cinco
clases de una hora por estos catedráticos, y el doble por los profesores asistentes
residentes, todos profesionales cuidadosamente escogidos que en la práctica se hallan
a disposición del estudiantado todo el tiempo. Todos los profesores fueron unánimes
en ponderar sus condiciones de trabajo en la escuela. Gérard Caussé fue categórico:
"La escuela funciona de una manera singular, en un marco reducido. No se halla
lastrada de las exageraciones de escuelas importantes, que a veces nos recuerdan a un
hormiguero. Las ventajas para los estudiantes son fundamentales – cada uno es
individualizado, conocido, seguido de cerca, guiado, empujado. No hay sitio para el
anonimato." Estuvo de acuerdo con los otros catedráticos que no había, en este
momento, ningún otro sitio en el mundo con facilidades comparables. En las palabras
del violinista José-Luis García: "Estoy totalmente satisfecho con mi trabajo en Madrid.
No creo que seria fácil hallar otro sitio en el mundo que me podría ofrecer éstas
condiciones para desarrollar mi labor." Para completar el cuadro, hay un gran número
de pianistas profesionales listos para acompañar a los alumnos, quienes pueden ensayar
con ellos todo el tiempo que sea necesario. Las cabezas de las clases de música de
cámara son Antonello Farulli (solamente cuerdas – ver foto) y Marta Gulyas
(conjuntos con piano).
Tampoco faltan conferencias sobre la vida futura del artista, a cargo de empresarios y
directores de cultura, y pueden asistir a clases de filosofía y literatura impartidas por
personalidades descollantes. También tienen acceso a clases de composición.
Un aspecto es característico de la escuela Reina Sofía: No se otorgan diplomas. Esto
conllevaría una obligación mutua, que se desea evitar, ya que todos el mundo
concuerda que el mero hecho de ser aceptado como alumno, o la renovación de una
beca, constituye prueba suficiente que se ha hecho un buen trabajo. Como colofón de
cada uno de los trimestres (otoño, invierno, primavera) se organiza recitales de los
estudiantes, a los cuales tiene acceso gratuito el público de Madrid. A veces se hacen
registros en CD (y últimamente en vídeo) de estos conciertos, que se utilizan más
tarde como regalos de Navidad por parte de los mecenas que financian las becas, con
lo cual se logra un enlace directo entre el estudiantado y la sociedad, en general.
La escuela maneja una agencia de conciertos que organiza recitales por toda España,
nos 240 por año, con actuaciones solistas, o de grupos de cámara formados por los
alumnos. También existen acuerdos formales con algunas orquestas sinfónicas
latinoamericanas, para suplir a éstas de solistas.
Los tres conciertos estacionales en Madrid constituyen una especie de examen: He ido
a oírlos regularmente y se puede apreciar claramente el avance que hacen durante unos
años. Justa antes de escribir este artículo, he visto actuar todos los alumnos de cuerda
en su recital de Diciembre, y nunca había visto tantos instrumentistas jóvenes
talentosos, juntos de una sola vez, todos tratando de rendir lo máximo. Calidad de alto
calibre, destreza instrumental de altos vuelos, casi increíble: El público fue llevado de
una proeza sorprendente a la próxima. En la sala angosta, rectangular, que un
conocido museo de Madrid pone a disposición de la escuela, las últimas filas se
reservan para los estudiantes colegas y sus amigos. Es desde ahí que viene el aplauso
más resonante, gritos de "bravo" y otras exteriorizaciones de entusiasmo, cuando
alguien se superó y ofreció una interpretación particularmente lograda. Gente que
conoce bien a las demás escuelas de punta – como Julliard o Curtis – me han
asegurado que ahí sería difícil juntar un grupo comparable de jóvenes. Tal vez hace ya
algunos años, que algo similar podía oírse en el conservatorio de Moscú, pero esto se
acabó. Solamente en importantes concursos internacionales podría uno juntar un
grupo comparable de jóvenes dedicados a la cuerda. En el concierto de sus propios
alumnos, Ludwig Streicher, de 80 años de edad pero tan joven como siempre, me dijo
que estaba muy impresionado: Las facilidades, el sistema de selección, toda la
organización, insistió, hacían de esto una institución único, digna de ser imitada.
Cito un típico programa de éstos conciertos, elegidos al azar, e interpretado de
memoria por 6 diferentes violinistas:
J.S.Bach – Sonata Re Menor Siciliana, Largo & Allegro
L.v. Beethoven – Romanza en Sola Mayor op 40
R.Schumann – Sonata en La Menor (íntegra)
S.Prokofief – Concierto Nº2 op 63 Allegro Moderato
H.Vieuxtemps – Concert Nº5 op 67 (íntegro)
J.Sibelius – Conncierto op 47 Allegro Moderato
Hubo un fenómeno curioso que llamó la atención en los conciertos de alumnos: El
concierto de los contrabajistas fue el que más público atrajo, seguido por los
violoncelistas. Los conciertos de violín y viola tuvieron audiencia más reducida. Ello
demuestra que en España, las cuerdas altas (violín/viola) aún se consideran elitistas, en
contraste con el contrabajo que es mucho más popular porque se le utiliza en música
folclórica española. Y al violoncelo se le conoce mejor desde los días de Pablo Casals. De
la misma manera, el porcentaje de estudiantes de nacionalidad española en la Escuela reina
Sofía es más alto para contrabajo y cello que para violín o viola.
La vida de los estudiantes de la escuela es nada fácil. La carga diaria de trabajo,
incluyendo 4-5 horas de práctica del instrumento, es del orden de 12 horas, y ha sido
programada para cada estudiante, individualmente, por el profesorado. Por ejemplo,
alumnos más jóvenes, que aún van al colegio para conseguir su bachillerato, reciben un
tratamiento diferente que sus colegas más viejos. Al conversar con diferentes alumnos me
apercibí como cada uno tenía otro itinerario, de acuerdo a sus necesidades particulares.
Por ejemplo advertí que un estudiante ruso que tenía problemas de adaptación debido a la
barrera lingüística, recibía atención especial para superar la situación.
La permanencia promedio en la escuela es de cuatro años, lo que significa que cada año
tan solo 2-4 plazas quedan vacantes. La lista de aplicaciones es generalmente diez veces
mayor que dicha cuota, y de ello se desprende la selección exigente de los futuros
candidatos. Básicamente se trata de 8 alumnos por cátedra, pero a veces ese número se
queda corto y se aceptan candidatos adicionales cuando su calidad lo justifica. Llegamos
así a un total de 52 alumnos de cuerdas, distribuidos entre los 5 profesores antes citados.
En la actualidad, la escuela se halla instalado en varios chalets en Pozuelo de Alarcón, un
suburbio de Madrid a unos 10 km. del centro de la capital, siendo un chalet
particularmente espacioso el cuartel general, desde donde se administra la escuela. Esto ha
de cambiar dentro de pocos años, cuando se termine un edificio grande en el centro
histórico de Madrid, que será puesto a disposición de la escuela por el ayuntamiento – un
gesto razonable considerando que los conservatorios improductivos gozan del mismo
privilegio.
El elenco administrativo y secretarial consta de 20 personas, que trabajan en el chalet
principal, exceptuando los bibliotecarios (también responsables por una buena colección
de discos y videos) quienes atienden a sus "clientes" sobre el lugar. Todo el trabajo se
hace por ordenador.
Aún así, y a pesar del considerable número de empleados, uno no puede sino apercibirse
que la organización es un tanto caótica. Eso no debe sorprender: Mantener el orden entre
100 caracteres muy individualistas (profesores más alumnos) debe de ser una labor
bastante arriesgada, para expresarlo suavemente. Como la envidia es un deporte español
arraigado, cualquier incidencia que ocurre en la escuela se convierte con rapidez en
chismes que circulan en el mundillo de la música de Madrid. Algunas de las preguntas que
yo formulé durante mis entrevistas se originaron así. Yendo al fondo de los asuntos
planteados, pude convencerme que las habladurías eran pesadamente exageradas. ¡Esto es
el precio que hay que pagar por la fama!
En el vecindario del cuartel general de la escuela, varios chalets albergan
aproximadamente la mitad de los alumnos, quienes también comen en la cantina de la
escuela, instalada en la planta baja de una de las casas, con seis mesas redondas que
acomodan 6-8 personas cada una. Las mesas se ocupan según el idioma materno de los
alumnos. La comida es sencilla pero de buena calidad. El almuerzo empieza puntualmente
a las 14 horas, y media hora más tarde la mayoría de los alumnos ya se ha ido, siempre
apurados a terminar sus tareas. En su mesa, los profesores se quedan un ratito más,
intercambiando impresiones. En las calles colindantes, se advierten siempre estudiantes
llevando sus instrumentos de un chalet a otro, para tomar clase o volver a casa a practicar.
Como ya dije, aproximadamente 50% del alumnado es interno; los demás han hecho sus
propios arreglos de residencia, y algunos de éstos últimos reciben asistencia financiera
para cubrir sus gastos.
Como era de esperar, la competencia entre los estudiantes es feroz. Para ellos, es una
cuestión de supervivencia de salir airosos y poder así renovar su beca el año siguiente.
Hablé con varios de ellos después de su actuación en los conciertos de invierno en
Diciembre, ya prácticamente todos expresaron dudas sobre si estuvieron lo
suficientemente buenos. Aprenden muy pronto cuan competitivo es éste campo de
actividad, y se acostumbran a vivir con ello. Natalia Tchitch, una violista rusa de talento
fuera de serie, que nos había brindado una versión muy emotiva del magnífico concierto
para viola de Schnittke, pensaba que podría haber tocado mejor. Tal como los demás
estaba preocupada por su responsabilidad de estar a la altura de la calidad imperante en la
escuela – un sentimiento que no les resulta fácil manejar, a pesar de ser tan jóvenes.
Este afán de perfeccionamiento puede ser una de las razones porque el trabajo en equipo
en la orquesta (ver foto) es a veces un tanto tenso. El profesorado está al tanto de ello y
no se escatima esfuerzo a entrenar este "enjambre de solistas" en mejorar su capacidad de
colaboración, mediante la escucha y el ajuste del uno con el otro, cualidades tan necesarias
para sus carreras futuras. Que esto no es siempre recibido de buen grado no debe
sorprender, sobre todo en tiempos de los conciertos trimestrales con público.
Tomando en consideración la vida relativamente corta de la escuela, el palmarés de
ganadores de concursos internacionales, sea como solistas, sea como grupos de cámara,
llama la atención. Lean Uds. la lista de galardonados, haciendo "click" con el ratón a q u i.
Es un hecho notorio que la Reina de España, Doña Sofía, cuyo nombre lleva la escuela, es
muy aficionada a la música clásica. Su patronazgo, su presencia cuando hay actos
solemnes, es un claro signo de aprobación de la actividad de la escuela. Me atrevo ir algo
más lejos: En mi opinión, se trata aquí de una crítica implícita – por razones obvias, ella no
puede, en su posición, expresarse públicamente – de lo que se hace en los conservatorios
del país. Una manera más sutil de tratar esta embarazosa situación sería difícil de
encontrar. Si en este tercer milenio aún fuese aceptable hablar de joyas de la corona, esta
escuela de música sería muy probable una de las más preciadas por la Reina de España.
En la edición de Febrero de 2002 de la revista The Strad, se ha publicado el siguiente párrafo, bajo NOVEDADES & SUCESOS:
"Puede Ud. ahora estudiar en el cyber-espacio con Vadim Repin y Maxim Vengerov gracias a la Escuela Superior de música Reina Sofía, de Madrid, que está invirtiendo Pts 2.000.000.000.- (€ 12.000.000.-) en un proyecto de colocar sus clases maestras en la red. Esta Escuela Virtual contendrá hasta 10.000 horas de contenidos, mostrando clases maestras dadas por su profesorado como también por artistas visitantes. Acceso al sitio (www.albeniz.com) será por suscripción, y los usuarios podrán buscar en el banco de datos los maestros u obras que deseen."
Me permito agregar que este ambicioso programa no pretende substituir a la enseñanza
personal. Todos sabemos que esto es imposible. La idea es conservar consejos útiles para
escuelas, instituciones, e investigadores del futuro, pero al mismo tiempo poner este
material a disposición de las partes interesadas ahora mismo. La tecnología necesaria es
nueva: El usuario puede – como ya dicho – buscar composiciones específicas enseñadas
por este o aquel profesor, pero también permite por conceptos. Por ejemplo, si uno desea
adquirir una mayor comprensión de "fraseo", se puede buscar en el banco de datos todas
las instancias donde se hace hincapié sobre este tema, y elegir aquellas que uno desea.
Además, la
"Fundación Isaac Albéniz",
Madrid, que maneja este
proyecto, ha sido elegida depositaria de documentos del pasado, tales como los archivos
de Arturo Rubinstein, los archivos de Isaac Albéniz, y otros documentos históricos, que
así podrán consultarse en Internet. Esta escuela virtual ya ha firmado convenios con varias
importantes instituciones europeas, de educación musical y formación de profesionales,
que han de instalar el "software" necesario para recibir las señales de banda ancha.
Cualquier institución o persona son bienvenidos a tomar contacto con la "Fundación Isaac Albéniz", vía e-mail, contactando l
Señor Alvaro Guibert en Madrid. Si desea
echar una mirada a como será esta escuela virtual, haga click aquí, y una vez abierta la
página web respectiva, elija el icono que representa la "Escuela Virtual", el último icono
de la columna.