Ser libres significa muchas cosas, es liberarse de ataduras cotidianas que nos aprietan el alma para buscar salida a un atolladero que no aguantamos.
Este atolladero es la vorágine de la que hablábamos en el pasado cuando exclamábamos: "Paren el mundo, quiero bajar".
Y es la incertidumbre del no saber qué pasará de aquí en más, del interrogante "¿Y ahora qué?", que alguna vez nos hiciéramos no sin razón porque de ahí en más el país se inundó de sangre.
Por eso ser libres significa muchas cosas, si bien parece una utopía.
Nos sentimos libres cuando nos liberamos de la carga de una responsabilidad.
Pero seguimos siendo presos cuando nos imponen la carga de un destino que no quisimos ni como individuos ni como sociedad gregaria.
Dijo DIOS: "LA VERDAD OS HARÁ LIBRES", más nos tienta la duda de saber si la verdad está en el hombre.
Irremisiblemente fracasamos una y otra vez en cuanto intentamos develar la incógnita del hombre.
La noche es oscura no porque es noche sino porque no alumbra la luna. El día podrá ser claro aún sin sol pero lo es más cuando llegan a la tierra sus rayos vivificantes.
Las noches de luna clara y los días de sol radiante asemejan más que cualquier otra cosa a la verdad porque no son creaciones del hombre sino de DIOS, la Verdad por sobre todas las cosas.
La contingencia liberadora entonces es encontrar el camino que nos lleva a Él, Supremo Hacedor de todas las cosas y llave infalible para ser verdaderamente libres.