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 Aunque
suene tópico, Enrique Bunbury dice que con su último disco, Pequeño, se ha
reconciliado con el mundo de la música. Y lo cierto es que pasa de todo. Ha decidido que
rompe con el rock, que va a juntar todas sus influencias, desde las españolas a las
mediterráneas, y hacer los discos que le dé la gana, independientemente de que vendan o
no. Otro tópico: con su último trabajo deja atrás una crisis personal muy fuerte en la
que se planteó dejarlo todo, y en la que descubrió la copla o incluso fantaseó con ser
como Jesulín y dar conciertos sólo para mujeres. Para él, Pequeño es un disco
para madres y para secretarias, un trabajo sencillo y desnudo, sin simbolismos ni
metáforas.
Total, que Bunbury no quiere ser
más un héroe del silencio ni un tecno boy, quiere que la gente comprenda Pequeño,
que exprima sus matices de ranchera y tango, sus efluvios flamencos, sus ramalazos de
bulería y su compleja orquestación. Y si no es así, tampoco le preocupa. Ha hecho lo
que quería hacer.
LA COPLA DE BUNBURY |
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