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Patti leyendo


La muerte del estereotipo, el nacimiento del estereotipo

En sólo cinco años, del '74 al '79, una provinciana llena de pasión, llegada a Manhattan por amor a la pintura y a Rimbaud, se convirtió en el personaje femenino más imponente de la historia del rock.
      Patti Smith, de ella se trata, nació en Chicago en 1947, vivió en una granja en Tennessee, y en Jersey del Sur. "Me encantaba ser de Jersey del Sur", explica, "porque era una zona de negros. Aprendí a bailar muy bien... recogí muchos elementos coloquiales, de ahí saqué mi mal lenguaje. Aunque mi padre era un intelectual, yo quería ser como los chicos con los que iba a la escuela así que nunca aprendí a hablar bien, aunque ahora deseo haberlo hecho porque a veces obstruye mi trabajo. Pensaba que no me sería útil en la pista de baile, entonces, ¿para qué servía?"
      "En 1964 me gradué de la escuela secundaria, sin formación y sin información sobre la vida," escribió hace unos años. "Conseguí un trabajo en una fábrica. Era un lugar miserable, y me sentí más extranjera que nunca. [...] Todos los trabajadores eran demasiado jóvenes o no tenían educación como para trabajar en otro lugar. Nos pagaban menos que el salario mínimo.
      "Paga sucia, trato sucio, pero tenía libres los sábados. Saltaba a un micro a Philly y caminaba por ahí buscando alguna magia pequeña.
      "La encontré en la cima de una pila en una librería frente a la terminal de micros. Iluminaciones, de Arthur Rimbaud. La poesía me atraía, pero la cara -desafiante e inquieta- oscureció todo el resto. Era el rostro del futuro nacido en la Francia del siglo diecinueve. Y antes de regresar a los campos de Jersey, esa cara fue mía.
      "El lunes, de vuelta al trabajo, pero ya no estaba sola. Rimbaud y yo estábamos juntos en las entrañas de esa basura de fábrica.
      "Fue mi salvación. Había un orgullo secreto en tener a alguien a quien se suponía que yo no debía tener. Lejos de los ídolos adolescentes de la TV. Alguien que era hermoso, oscuro y completamente mío. Cuyas palabras expresaban todo el noble egoísmo de la adolescencia: el dolor, el éxtasis, todos los ultrajes sufridos.
      "Tiempo después fui iluminada nuevamente."

"Mis padres trabajaban de noche. Mis hermanos y yo hacíamos nuestras tareas, después poníamos discos -Motown y la música de Philly eran bárbaros por entonces.
      "Mi mamá atendía una botica. Algunas noches nos traía revistas, pero un día me trajo un disco. 'Lo encontré entre las ofertas', dijo, 'tenía el aspecto de algo que podría gustarte'. Another Side of Bob Dylan. Otro amigo fantasma. Otra cara de poeta. Y éste estaba vivo.
"Dylan le dio voz a mis anhelos. Su urgencia, su extrañeza, eran iguales a las mías. [...] Yo tomé cosas prestadas de él, como él tomó prestado de otros. Lo reconocí como alguien que había buscado y había sufrido. Reflejaba a Guthrie y a Ginsberg y un poco de cada uno de nosotros. La gorra de la libertad pasa de mano en mano, y nos es puesta, aunque sea brevemente, sobre nuestra cabeza."

En una ciudad dura, de clase baja, todo en Smith era extraño, desde su actitud hasta su cuerpo y su ropa.
      "Era 1962. Una época en la que los roles estaban asignados rígidamente. Los chicos tenían a Bond y a Brando. Morían por Bardot. Las chicas tenían un pálido conjunto de opciones: de Doris Day a Sandra Dee. A través de mi infancia, me resistí al rol de una falda confundida que persigue al héroe. En cambio, yo buscaba a alguien que cruzara las barreras de género. Nunca quise ser Wendy -era más parecida a Peter Pan. Era algo confuso.
      "Había unas pocas opciones brillantes, en su mayoría del pasado: Jo March, Madame Curie [...]. Y estaba Juana de Arco, con su pelo corto y su atavío de soldado -una mujer fuerte que hablaba con Dios. Estudié su cara. 'Lista para morir', decía. Yo sacudí la cabeza. 'Lista para vivir', suspiré. Porque deseaba que me tomaran de la mano y me lanzaran al mundo. ¿Pero quién lo haría? Y ¿qué ropa llevaría?"

Mientras aún estaba en el colegio, Smith quedó embarazada. Tuvo el bebé y lo dio en adopción. "No había nada distinto a las otras chicas en mí. Lo único diferente era el deseo de largarme de ahí. Era una en un millón de chicas. No había nada iluminado en mí."
      "[Esa situación] me hizo desarrollarme como persona, me hizo empezar a valorar la vida, a valorar mi suerte: no estoy en Jersey del Sur, viviendo de la ayuda del gobierno con un hijo de 9 años. Porque todas las otras chicas de Jersey que se metieron en problemas en esa época todavía están allá."
      Smith se mudó a Nueva York en 1967. Iba a menudo a Pratt, la escuela de arte de Brooklyn. Allí conoció a Robert Mapplethorpe: "Yo estaba dibujando," cuenta, "y él me alentó para que hiciera dibujos más grandes y para que escribiera sobre los dibujos, y me encontré escribiendo poemas sobre ellos. Y a él le encantaron los poemas. Yo era tan nebulosa cuando llegué a Nueva York, tenía una energía maníaca. Y me encontré con Robert y él me ayudó a tomar esa energía y a darle una forma."
      Tras pasar seis meses en París, regresó a Nueva York, y se fue a vivir junto a Mapplethorpe. Ambos solían merodear el Hotel Chelsea. En 1970, partes selectas del grupo de Warhol vivieron allí, y Burroughs, Janis Joplin y el dramaturgo Sam Shepard.
      Cuando Smith se hizo más conocida, escribió para una serie de publicaciones, arreglándoselas para vivir. Gerard Malanga, el acólito de Warhol, la invitó a una lectura en el Bowery junto a él; con el apoyo de la gente del Chelsea, en especial del crítico de rock Lenny Kaye, quien la acompañó en guitarra, Patti lo intentó. La presentación, enérgica y extraordinaria, le ganó un pequeño culto.
      En 1971 apareció su primer volumen de poesía, Seventh Heaven; en 1972, Kodak, y en 1973, Witt. Las ventas eran escasas, pero sostenidas.

En 1974 todo cerró. En las Pascuas de ese año, vio por primera vez a Television, en el CBGB. "Me impresionó mucho", recuerda, "particularmente Tom Verlaine, de quien me hice amiga. Si algo me hizo franquear el paso, fue ese concierto. Trabajaban con el mismo espíritu que nosotros, mezclando la poesía con el ritmo, eso me generó ideas."
      Smith comenzó a cantar y formó el Patti Smith Group. Pero lo que ella estaba a punto de lograr, no lo había intentado nadie antes. No se parecía a ninguno de los estereotipos femeninos del rock. Como Jagger, Dylan, Bowie, su intensa sexualidad iba de la mano de su ambigüedad. Su fascinación por la creatividad andrógina y su propia habilidad para intercambiar los roles sexuales influenciaron sus primeras obras.

A mediados de 1974, Smith y su banda grabaron un simple que contenía dos piezas clave en sus presentaciones, "Piss Factory" y "Hey Joe." El resultado fue un contrato con Arista Records.
      Horses, su disco debut editado en 1975, sigue siendo uno de los puntos más brillantes de los '70, y define el momento con rabia, libertad y energía. Smith se proponía "despertar a la gente" y lo logró. El disco abre con una frase hoy famosa: "Jesús murió por los pecados de alguien pero no por los míos" y continúa: "Mis pecados me pertenecen solamente a mí/La gente me dice tené cuidado/pero a mí no me importa/Sus palabras son sólo reglas y normas para mí/Camino en una habitación/Parezco tan orgullosa/Me muevo en una atmósfera/Donde todo está permitido".
      Sobre John Cale, su productor, Smith declaró: "Elegí a John . . . en mi mente lo elegí porque sus discos suenan tan bien. Pero contraté al tipo equivocado. Solamente estaba buscando a un técnico. En cambio, me conseguí a un artista totalmente maníaco. [...] Fue realmente Una temporada en el infierno, para los dos. Hay mucha inspiración entre asesino y víctima. Y él me enloqueció tanto que terminé haciendo ese corte de nueve minutos ["Birdland"] que trascendió todo lo que había hecho antes."
      Pero Smith finalmente logró lo que buscaba: "La gente está tan convencida de la imposibilidad de las cosas que no ve el mar de posibilidades... Lo único que sé es que logré hacer exactamente lo que quería hacer. Me llevó cuatro años, pero la espera valió la pena."

Ninguno de sus discos subsecuentes (Radio Ethiopia, Easter, Wave) se mantuvo al nivel del debut, pero cada uno de ellos posee coraje y una visión que permanece inigualada en el mundo del rock.

Durante los '80 y principios de los '90, Smith vivió en una oscuridad relativa en Detroit como madre y esposa. Su único lanzamiento fue el álbum Dream of Life, de 1988.
      Ese retiro voluntario tiene una explicación, y nadie mejor que la propia Smith para ofrecerla: "Rimbaud me enseñó mucho. No lograba entender cómo había podido dejar París por Etiopía. Ahora lo sé: a mi manera, hice un viaje parecido, dejé Nueva York para venir acá, cerca de Detroit. Michigan es mi Etiopía, este jardín es mi plantación de café. Me parece importante tener en claro que nunca estamos encadenados a una situación: se puede cambiar el estado de las cosas, el mundo no va a dejar de girar por eso. En nuestra cultura actual, la gente quiere triunfar a toda costa, no se atreven a tomar distancia, aunque sólo sea por un tiempo, por temor a perder su lugar en la carrera hacia el éxito. Sin embargo, estas cosas no son tan importantes. Fred, mi marido, me enseñó que no había que tener miedo, ni comportarse o verse en función de la opinión que los demás tienen de uno. Al vivir aquí durante dieciséis años, lejos de todo, sólo podíamos medirnos respecto de nosotros mismos."

En los '90, Smith resurgió con una nueva imagen, la de una mujer compasiva devuelta al centro de la escena por la mano de la muerte. El disco Gone Again (1996), fue un trabajo solemne pero esperanzado, sobrevolado por las muertes de Fred "Sonic" Smith, su esposo, su amigo Robert Mapplethorpe, y su hermano Todd.
      Al momento de su edición, comentó: "He visto mucha muerte últimamente. Cuando hicimos Dream of Life, yo tuve un hijo, y el ingeniero y el productor también. Tres niños nacieron en el proceso. Y ahora, cuando miro hacia atrás, Richard Sohl, mi tecladista, murió, y Fred y Robert Mapplethorpe murieron, todos ellos tuvieron roles clave en la creación de aquel disco. Tres niños nacieron y tres hombres murieron: es el hermoso arbitrio de la vida."
      Peace and Noise fue editado en 1997, y encuentra a Smith más eléctrica y más enérgica. El disco está repleto de canciones con motivación política, que suenan más parecidas a su trabajo temprano y rebelde. "Creo que trata cuestiones que nos incumben a todos", declaró, "con suerte inspirará a personas más articuladas políticamente que yo."
      Su último disco hasta la fecha se llama Gung Ho (Arista, 2000), y se encuentra a mitad de camino entre la gloria y la desagradable autoindulgencia. El periodista francés JD Beauvallet describió con acierto la experiencia de su escucha: "Era la adolescencia, el desierto sexual. Nuestra musa tenía pelos bajo las axilas, y lo exhibía en la tapa de sus discos. Podríamos haber fantaseado con Stevie Nicks o Joan Baez, pero fue Patti Smith y Horses, para nuestra desgracia. Horses no era un disco para escuchar sino un riesgo que correr. Inútil precisar entonces que, en una sección inaudita de nuestra discoteca, hubiéramos preferido dejar que Patti Smith descansara en paz entre Elliott Smith y los Smiths por los servicios cumplidos. Pero el museo nunca tendrá a Patti Smith. Primero, la familia de regreso en las pistas después de diez años de silencio (1988 y un Dream of Life pesadillesco), luego el esposo en la tumba (1996 y el impactante Gone Again), y después Patti Smith renunciará. Será el turno de Peace & Noise (1997), disco en el que el artificio reemplazará a los fuegos de artificio verbales, y en el que Patti Smith se reencuentra con su nivel más bajo de la historia: el insignificante Radio Ethiopia. Nos preparábamos entonces a cerrar con candado nuestra discoteca antes de que otros desechos de ese calibre viniesen a ensuciar una historia demasiado hermosa. Pero la curiosidad, excitada por la llegada al mando del vigoroso Gil Norton (Pixies), reclamó una prórroga. Sobre todo porque Michael Stipe otra vez participaba de la fiesta, apoyado por la guitarra siempre asombrosa de Tom Verlaine, en el tentador primer single, Glitter in their Eyes -el mejor single de los Pretenders en veinte años. Pero en tres canciones, las confesiones de impotencia caen, en forma de tremenda lluvia, sobre las morosas planicies de Gung Ho: 'La inocencia recibió plomo en el ala', o 'Estaba sola y no pedía nada en mi pequeño mundo'. Estamos efectivamente autorizados a preguntarnos por qué Patti Smith regresó a la Tierra, qué urgencia o qué musa pudo motivar Gung Ho. Porque Patti Smith, visiblemente evaporada entre sus extravíos espirituales, perdió el contacto con la torre de control, dejando que el rock más banal piloteara su voz, en una desgraciada gran brecha entre la desmaterialización de las palabras y la colosal pesadez de las músicas. Endurecidas por el reumatismo, las canciones de este grupo cincuentón sólo por instantes recuperan precariamente la flexibilidad y la elegancia; endurecida por la artritis, la misma lengua de Patti Smith mastica maquinalmente una poesía agotada; este rock anquilosado deja sólo en manos de la electricidad la tarea de curar su impotencia. Sin embargo, en algunos momentos de One Voice, de Strange Messengers o de Lo & Beholden, el entusiasmo se despierta, sobre todo en las primeras pasadas, excitado por las sutiles guitarras del gran Lenny Kaye y algunas entonaciones intactas. Pero, finalmente, sólo Libbie's Song -el único momento en que Patti Smith se entrega a su mejor compañero desde Gone Again: el country- seduce perdurablemente, sin la asistencia médica de la nostalgia. Breve momento de gracia, que durante el resto del álbum se ve fusilada por la torpeza de la producción. En el disco duro de una computadora, Norton es un famoso antivirus. En este disco, Gil Norton es un virus."

Thurston Moore, guitarrista de Sonic Youth, escribió hace tiempo: "Para mí, más que cualquier influencia en mi vida creativa -Burroughs, Iggy, Hell- Patti fue la más fuerte, la más mitológica, la más rara. [...] Cuando tenía 17 años, en 1977, fui a cada una de sus presentaciones en Nueva York y Connecticut, y hubo muchas. No se la podía detener, y era innegable. Encaraba su trabajo como artista, músico y poeta con una gracia tan extraña y sexual que me mudé a Nueva York para tocar rock & roll".
      A fin de cuentas, eso es lo que Patti Smith buscó desde el principio, y lo que sigue buscando: alentar a sus oyentes a tomar su poder personal y a trabajar por el cambio.


m.
mayo de 1999

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