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Sí, hasta un tipejo como yo se enamora. Más a menudo de lo que me conviene, de hecho. Porque en los asuntos del corazón soy desmesuradamente gafe, incluso una especie de "loser". Pero no he abierto esta sección para quejarme (aunque sea tentador), sino para charlar sobre todo aquello que hace que vivir sea a la vez interesante y muy jodido. Para hablar de sentimientos sin volverme asquerosamente empalagoso como Gala ni tan basto como Bukowsky. Y en modalidad CQTC, por supuesto (Confidencial Que Te Cagas), es decir, sin nombres propios, que no soy un cabrón indiscreto ("soy un tipo muy diferente de cabrón", decía Constantine en un comic). Aunque los que de aquí me conozcáis un poco, sabréis que no soy precisamente difícil de sonsacar... O eso parece. Regla número uno del tipo discreto: no lo parezcas, no parezcas misterioso o todo el mundo querrá interrogarte. Regla número dos: cuando te estén intentando sonsacar un secreto, revela otro de menos envergadura. Jejeje... No debería decir esto, en realidad, al final conoceréis todos mis trucos, pero qué demonios, estamos entre amigos. ¡Ah! Y así como las otras páginas de mi güeb tienen un mínimo de estructura, en esta en cambio hay caos: enlaces ocultos (esta vez sí, ¡estad al loro!), párrafos desordenados sin orden y concierto y cosas de esas. Como en la vida misma. Hay un mínimo de hilo argumental, sin embargo: entre las disgresiones, comentarios y tonterías varias se puede entresacar una línea temporal, que empieza por el principio y acaba por el final (y sin haberlo deseado me ha salido un pareaaado). Ah, y hay algún copy-paste de mi página antigua, si me perdonáis que me autoplagie... Bueno, y ¿por dónde empezamos? Ah, el amor. Cuando yo tenía unos ocho años mi hermana conoció al que sería su futuro marido (ambos estaban en segundo de Medicina, creo). Su transformación fue terrible, convirtiéndola durante un tiempo ¡en una enamorada de culebrón! ¿Cómo lo demostraba? Llamándolo a todas horas, hablando sin parar de él y de lo guapo y simpático que era, echándose a llorar o a reír a la mínima, pasando horas y horas acicalándose, probándose vestidos, maquillajes y joyería, pensando regalos que hacerle, sitios donde llevarle y cosas que contarle... Yo estaba fascinado. No entendía un pijo. Y fruto de esta perplejidad y de mis ganas de hacerle un regalo bien majo a mi hermana por su cumpleaños, nació una idea en mi cabecita. Empecé a recopilar todo lo que sabía del amor. Recogí definiciones de libros, chistes, artículos de revistas ("Yo me enamoré, pregúnteme cómo"), entrevistas a padres, amigos y profesores... Con bolígrafo, pegamento, tijeras y paciencia, confeccioné una libreta en que resumía el resultado de mis averiguaciones (descartando la misteriosa referencia de mi hermano mayor a unos "desarreglos hormonales femeninos" que no supe interpretar, era joven). Queda claro que la libreta en cuestión era una horterada de grueso calibre, pero la verdad es que tenía un cierto encanto ingenuote... Y fue mi primer intento de entender qué era eso del amor entre un hombre y una mujer -que ya sabía distinguir del amor familiar y del amor a uno mismo, aunque de este último nunca estuve muy bien provisto-. Como primer intento no estuvo del todo mal, creo yo. Aunque de poco me ha servido en la vida real, todo sea dicho. Debajo tenéis una muestra de lo que fue aquel horterísimo cuadernillo...
Claro, luego pasan los años y ves que no todo era tan fácil. Te vas enterando de qué va el tema ese del sexo, vas conociendo a bellas jovencitas, te metes en más líos de los que tu sentido común puede sacarte y acabas donando esperma en botes de plástico en una clínica barcelonesa. Pero estoy adelantando acontecimientos. Rebobinemos hasta los primeros años de colegio... Y escuchemos la palabra a mi maestro, docto demonólogo, mago del caos y escritor de comics Alan Moore, en su obra magna (aunque, como veréis, algo pedante) The Birth Caul:
Repito los textos porque casi no se ven en la foto: "Hay novias que nunca tocamos y con las que apenas hablamos; sólo rozamos sus chaquetas mientras nos conformamos con nuestras oraciones, nuestras pasiones demasiado importantes y profundas para la persecución de besos. Porque incluso sus nombres han de ser amados, sílabas encantadoras que conjuran con exactitud su perfecta presencia. Nos entregamos a la fuente de nuestros pensamientos y los susurramos en el interior de nuestras mejillas." Debajo de la morena: "Angela Bass; profundo corazón marino; lento ángel aleteado del lecho oceánico". Debajo de la segunda: "Vivien West; nombre de crepúsculo de Holywood, melodía alzándose para ahogar los títulos de crédito". Debajo de la tercera: "Janet Bentley; nombre, mascota de sombrero plateado, mostrando su clásica forma inglesa". En la viñeta de abajo: "Nunca cruzamos la tierra de nadie de la rayuela y cogemos sus mangas; nunca nos aproximamos. Las amamos y no nos imaginamos que sea necesario nada más. Un día esperamos rescatarlas". Síp, en efecto... Yo conservo algunos nombres de estas diosas guardados en mi cabecita, y de tanto en tanto las recuerdo con una sonrisa (o una mueca, depende) y me pregunto qué se habrá hecho de ellas. Hace relativamente poco me encontré con una, doce años mayor pero con el mismo encanto indefinible que me embobaba de pequeño. Iba agarrada del brazo de un tipo, presumiblemente su novio, y me pregunté si él también la habría conocido de pequeña o más tarde; y si era consciente de la suerte que había tenido al ganarse el corazón de un ángel crecidito... No es probable. Me fascina que haya gente que se conozca a los cuatro años y siga junta el resto de su vida, se casen, tengan hijos... Amores eternos que empiezan cuando no levantas cuatro palmos del suelo. Dios, ¡cómo me hubiera gustado algo así! Ya que estamos con los amores de infancia, ¿me permitís un momento de nostalgia un pelín friki? Hace poco, viendo la televisión con mi sobrinita Mariona (4 años), recibí un shock: empezaron a reponer la serie "Conan, el nen del futur" (nada que ver con el bárbaro), que yo de pequeño devoraba... Joder, cómo me gustaba esa serie. Los protagonistas (entre otros) son un niño y una niña de unos (10?) años, Conan y Lana. La serie tiene lugar en un futuro apocalíptico, con una guerra nuclear y toda la parafernalia de desastres naturales subsiguientes. El niño vive aislado en una isla con su abuelo, hasta que un día Lana naufraga (no recuerdo los detalles) y aparece inconsciente en la playa.
Les basta verse para darse cuenta de que son la pareja perfecta (bueno, una vez Conan se desasilvestra un poco). Juegan y se lo pasan bien juntos, se comprenden, hablan, se gastan bromas... Siempre que Lana está en peligro consigue comunicarse con Conan simplemente pensándolo, por telepatía. Claro, como es una serie movidita y con bastante acción, los pobres las pasan putas y se ven obligados a separarse bastantes capítulos. Pero en ningún momento pierden la fe el uno en el otro, saben que se protegerán mutuamente y que seguirán juntos el resto de su vida... Aguanta, nene, con ¿10? años ya tienen esa certeza. ¿Vais ya por donde voy yo? Al final de la serie hay una boda entre dos personajes mayores (la bella Mosry y el desastroso capitán Dyce). Y cuando un Dyce aterrorizado trata de huir del altar y es retenido por Conan, le espeta: "Ya estarás en mi situación, ya, Conan". ¿Y es que alguien lo duda? Lana y Conan acabarán casándose (o arrejuntándose, vamos) cuando crezcan tan seguro como que el Sol arde. Y nunca tendrán la duda de haberse equivocado. Bueno, vale, porque es una serie de dibujos animados, como queráis. Pero... Es bonito, ¿no? Y entendedme, en mi tierna infancia esta pareja de tortolitos cabrones me impactaron más de lo que creía. Tuve un contacto no del todo agradable pero no del todo desagradable con el frecuentemente incomprensible (pero sumamente agradable de intentar comprender) universo femenino... Debía ser en octavo de EGB, o antes, en sexto, la verdad es que no estoy seguro. Pasó en Navidad, así que sería un buen cuento de Navidad como el que busca el protagonista de Smoke... Voy a escribirlo un poco bien, de hecho, porque la historia me gusta bastante, cuando esté la pondré por aquí. Más cosas. Cuando aún no me había salido barba (calculad, empezó a salirme el barbón en primero de BUP, aprox.), mi hermano me explicó una teoría bastante... Cómo podría decirlo... Una teoría bastante putas llamada "teoría de la lista" o, si no temes intentar cruzar la fina línea entre lo sublime y lo ridículo, la "teoría del corazón roto". La mayoría de mis amigos ya la conocen, soy un poco cenizo y la suelo explicar en las fiestas... Voy a explicarla en femenino porque me resulta más fácil, pero es obviamente una teoría bidireccional. A ver. Imagina una lista con los nombres de todas las mujeres del mundo. De TODAS. No solo las que conoces, las de tu ciudad o país, sino todas las mujeres del mundo, de Europa, Asia, África, América y Oceanía (y la Antártida, si encuentras excitantes a las focas marinas). Incluir a TODAS las mujeres implica también contar con las de todas las épocas, vivas y muertas, del antiguo Egipto, del Japón feudal y de las colonias futuras en Marte. Bien. Tienes una lista enorme. Ahora bien, con algunas de estas mujeres te compenetrarías mejor que con otras, ¿no? En todos los aspectos: personalidad, físico, amor, los simples pero inexplicables "caer bien" y "estar a gusto"... Ordena la lista según este orden, las más "compatibles" delante. Y ahora pregúntate: ¿qué posibilidades tienes de encontrarte, de conocer a la primera de tu lista, la número uno, tu perfecta media naranja? Probabilidad básica: 1/100000000000 aprox, lo que en términos prácticos puede igualarse a cero sin remordimiento. ¿Qué posibilidad tienes de que tu pareja esté entre los primeros 1000 nombres de tu lista (p. ej.)? Pues 1000/100000000000 aprox., lo que viene a ser nulo también. Deprimente, ¿no? A mí me deprimió tb hasta que encontré varios fallos en la teoría... No os los digo, comentádmelos o decidme vuestra opinión, fale? Como todo en esta vida, tiene truco, no empecéis a hacer listas que acabaremos mal. (Por cierto, hay un chiste sobre el tema, pero desgraciadamente lo he perdido. Creo que era de Quino... Ya lo buscaré). Hora de cambiar de página, chiquillos... Si queréis continuar en este viaje desordenado por los entresijos sentimentales de un tipo muy raro, pulsad en "Corazonadas". También podéis echarle un vistazo a la nueva sección "Grandes Flechazos", estoy abierto a colaboraciones! Si no, tenéis bastantes más cosas que ver en el resto de la web...
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