Grandes Flechazos

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            Bienvenidos a la sección de mi web que nace gracias a mi fascinación por cómo se inician las parejas, cómo se conocen las personas, en qué momento se hace evidente una atracción mutua. Así que en esta subpágina pondré exactamente lo que el título indica: "grandes flechazos", momentos en los que nace una pareja extraídos de libros, películas, cómics, o ¿por qué no? de la vida real. Por supuesto, os animo a que participéis: cualquier flechazo que creáis que valga la pena ver publicado aquí enviádmelo a esta dirección.

 

Flechazo extraído de "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", de Haruki Murakami

                " Conocí a Kumiko en la sala de espera para familiares del hospital universitario de Kanda. (...). Todo el mundo tenía una expresión sombría y preocupada. El lugar hacía pensar en unas posibles ilustraciones de Munch para una novela de Kafka. Pero ahí fue donde conocí a Kumiko. (...) Mirándola a ella me mejoró algo el humor. Intenté imaginarse cómo debía sentirse, tan joven, la cara tan simpática (o, como mínimo, tan inteligente) y con aquel fantástico par de piernas. 

                 (...) Kumiko y yo simpatizamos desde el principio. No fue una de aquellas emociones fuertes e irresistibles, como una descarga eléctrica, que algunos experimentan al encontrarse, sino un sentimiento mutuo mucho más dulce y sosegado. Como dos pequeñas luces que, mientras avanzan en paralelo a través de un vasto espacio oscuro, van acercándose de forma imperceptible la una a la otra. A medida que la iba viendo, casi sin darme cuenta, fue resultándome menos duro ir al hospital. Cuando tuve conciencia de ello, experimenté una sensación aún más extraña: más que haber conocido a una persona nueva, me había reencontrado con un viejo y querido amigo".

 

 

Flechazo extraído de "Planeta Champú", de Douglas Coupland:

              - Eres muy guapo, Tyler.

                - No, tú sí que eres guapa, Anna-Louise.

                - Tyler, eres fabuloso. Fabuloso de verdad. A ver si dejas de ser tan fabuloso. Deja de serlo ya.

                - Te quiero, Anna-Louise. Con todo mi corazón. Quiero que sepas lo mucho que te quiero, Anna-Louise.

             Nos besamos. Anna-Louise y yo estamos hablando en el lenguaje de las “telemaratones”. Fue así como nos conocimos el año pasado en el Lancaster Community College. Ella estaba junto a una fotocopiadora, haciendo cientos de copias, y yo sólo necesitaba hacer tres, de modo que me dejó pasar. Le dije que era fabulosa. Ella me dijo que yo era más fabuloso todavía y, bueno, la cosa se desmadró. El “telemaratones” es una aceleración total.

                - Anna-Louise, lo que haces por esos niños es... extraordinario.

                - Venga, oigamos cómo esos teléfonos empiezan a sonar.    “

 

 

Flechazo extraído de La Parejita S.A., de Manel Fontdevila

           

 

 

Flechazo extraído de "El péndulo de Foucault", de Umberto Eco

“             Era el 16 de julio del ochenta y uno. Milán se estaba quedando vacía, en la sala de lectura de la biblioteca no había casi nadie.

                - Oye, el tomo 109 iba a cogerlo yo.

                - ¿Y entonces por qué lo has dejado en el estante?

                - Había ido hasta la mesa para verificar una nota.

                - La excusa no vale.

             Se fue a su mesa, arrogante, llevándose el volumen. Me senté frente a ella, tratando de ver su rostro.

                - ¿Cómo consigues leer, si no está en Braille? – pregunté.

             Alzó la cabeza, y realmente no pude saber si era el rostro o la nuca.

                - ¿Cómo dices? –preguntó-. Ah, veo perfectamente a través.

             Pero para decirlo se había levantado el flequillo, y tenía ojos verdes.- Tienes ojos verdes –le dije.

                - Eso creo. ¿Por qué? ¿Pasa algo malo?      

                - Figúrate. Quién los pillara.

             Así empezamos. “Come, estás flaco como un palillo”, me dijo mientras cenábamos. A medianoche todavía estábamos en el restaurante griego que había cerca del Pílades, con la vela casi derretida sobre el cuello de la botella, contándonos todo. Hacíamos casi el mismo trabajo, ella revisaba artículos de enciclopedia.

             Tenía la impresión de que debía decirle algo. A las doce y media, se había apartado el flequillo para mirarme mejor, y yo le había apuntado con el dedo índice mientras tenía el pulgar levantado, y había hecho: “Pim”.

                - Es extraño –dijo-, yo también.

             Así fue como nos hicimos carne de una sola carne, y a partir de aquella noche para ella fui Pim”.

 

Más flechazos en próximas actualizaciones! Enviad el vuestro!

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