El péndulo de Foucault

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Título: El péndulo de Foucault

Autor: Umberto Eco

Editorial Bompiani-Lumen

Barcelona, 1989

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                   Resumen: Tres intelectuales que trabajan en una editorial de Milán emprenden un proyecto que les lleva a relacionarse con sociedades secretas, ciencias ocultas y conjuras cósmicas. Inventan, por puro juego, un "Plan" para el dominio del mundo urdido supuestamente por los templarios hace siete siglos y mantenido hasta hoy. Pero alguien tomará el juego en serio, y sus consecuencias serán terribles.

                 Opinión: Sí, vale, las cincuenta primeras páginas o así son un tostón casi ilegible, estoy de acuerdo. Pero el resto del libro es la releche, a pesar del semipermanente tufillo a pedantería. La conspiración templaria, la creación del Plan (así, en mayúsculas), las delirantes sociedades rosacruces, masónicas y ocultistas, el ambientillo intelectual, revolucionario y algo esnob en que se mueven los protagonistas. Quizá lo mejor del libro, para mí, son los propios personajes... Casaubon (ah, lo que quisiera yo ser, el Sam Spade de las bibliotecas), Diotallevi (hebreo por elección que se emborracha con una tónica, creo que mi amigo Carlos se identificaba con él), Belbo (¿Bolsón? Acosado por su cobardía, resignado a repetirse a sí mismo “ya que no puedo ser protagonista de la vida, al menos seré un espectador inteligente”, garabateando files de ordenador en que vomita sus pensamientos y creencias, como yo mismo he hecho algunas veces), Lorenza Pellegrini (Sophia divina, “porque yo soy la primera y la última, soy la amada y la odiada, soy la prostituta y la santa”), Lia (sin dudas la mujer de mis sueños, cálida pero con carácter, inteligente y con un sentido común a prueba de balas), Agliè (elegante, embaucador y carismático hijoputa, que se presenta indirectamente como el inmortal conde de Saint-Germain),... El libro está plagado de trozos brillantísimos: cómo jugar al pinball usando la pelvis, el desciframiento por parte de Lia de un mensaje que trae de cabeza a los protagonistas gran parte del relato, las disquisiciones numéricas de Agliè y Diotallevi, los files de Belbo en su ordenador Abulafia... De hecho, uno de mis múltiples pasatiempos para cuando tengo un poco de tiempo libre es abrir el libro por cualquier página y leer algunos párrafos, con grandes posibilidades de encontrar algún párrafo interesante que no comprendí del todo la primera vez que leí el libro. Ronda, de hecho, por ahí, una “Guía del Péndulo de Foucault”, en la que se explican las miles de referencias históricas, mágicas y cabalísticas que empapan las páginas. No creo que haga falta: puedo sobrevivir aunque se me escapen las referencias oscuras. Y diablos, el trozo del libro en que se explica el Plan es quizá uno de los fragmentos de novela histórica más enrevesados que he leído, inútil tratar de captarlo todo!

Según algunos (léase mi semidesaparecido colega Gimeno), en este libro está codificado el principio sumo de la filosofía (ved el último capítulo, Malkut, 120)... Yo no estoy metido en esas cábalas (¿aunque alguien se ha fijado en el colgante que siempre llevo alrededor del cuello?), sólo sé que El Péndulo es una de mis novelas favoritas, y debería ser el libro de cabecera de todos aquellos que hayan imaginado alguna vez que había una conspiración oculta, en alguna parte, con algún propósito... 

               Fragmento: "Habría bastado con que me detuviese allí. Con que escribiese un libro blanco, un grimoire bueno, para todos los adeptos de Isis Desvelada, donde explicara que no debían seguir buscando el secretum secretorum, que la lectura de la vida no ocultaba ningún sentido escondido, y que todo estaba allí, en las barrigas de todas las Lias del mundo, en las habitaciones de las clínicas, en los jergones, en las orillas pedregosas de los ríos, y que las piedras que vienen del cielo  y el Santo Grial no son más que unos monitos que gritan mientras les cuelga el cordón umbilical y el doctor les da unas palmadas en el culo". 

 

 

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