Resumen: Tres
intelectuales que trabajan en una editorial de Milán emprenden un
proyecto que les lleva a relacionarse con sociedades secretas, ciencias
ocultas y conjuras cósmicas. Inventan, por puro juego, un "Plan"
para el dominio del mundo urdido supuestamente por los templarios hace
siete siglos y mantenido hasta hoy. Pero alguien tomará el juego en
serio, y sus consecuencias serán terribles.
Opinión: Sí, vale, las cincuenta
primeras páginas o así son un tostón casi ilegible, estoy de acuerdo.
Pero el resto del libro es la releche, a pesar del semipermanente
tufillo a pedantería. La conspiración templaria, la creación del
Plan (así, en mayúsculas), las delirantes sociedades rosacruces, masónicas
y ocultistas, el ambientillo intelectual, revolucionario y algo esnob en
que se mueven los protagonistas. Quizá lo mejor del libro, para mí, son
los propios personajes... Casaubon (ah, lo que quisiera yo ser, el
Sam Spade de las bibliotecas), Diotallevi (hebreo por elección que
se emborracha con una tónica, creo que mi amigo Carlos se identificaba
con él), Belbo (¿Bolsón? Acosado por su cobardía, resignado a
repetirse a sí mismo “ya que no puedo ser protagonista de la vida, al menos seré
un espectador inteligente”, garabateando files de ordenador
en que vomita sus pensamientos y creencias, como yo mismo he hecho algunas
veces), Lorenza Pellegrini (Sophia divina, “porque yo soy la
primera y la última, soy la amada y la odiada, soy la prostituta y la
santa”), Lia (sin dudas la mujer de mis sueños, cálida pero
con carácter, inteligente y con un sentido común a prueba de balas), Agliè
(elegante, embaucador y carismático hijoputa, que se presenta
indirectamente como el inmortal conde de Saint-Germain),... El libro está plagado de trozos brillantísimos: cómo jugar al pinball
usando la pelvis, el desciframiento por parte de Lia de un mensaje que
trae de cabeza a los protagonistas gran parte del relato, las
disquisiciones numéricas de Agliè y Diotallevi, los files
de Belbo en su ordenador Abulafia... De hecho, uno de mis múltiples
pasatiempos para cuando tengo un poco de tiempo libre es abrir el libro
por cualquier página y leer algunos párrafos, con grandes posibilidades
de encontrar algún párrafo interesante que no comprendí del todo la
primera vez que leí el libro. Ronda, de hecho, por ahí, una “Guía del
Péndulo de Foucault”, en la que se explican las miles de referencias
históricas, mágicas y cabalísticas que empapan las páginas. No creo
que haga falta: puedo sobrevivir aunque se me escapen las referencias
oscuras. Y
diablos, el trozo del libro en que se explica el Plan es quizá uno de los
fragmentos de novela histórica más enrevesados que he leído, inútil
tratar de captarlo todo!
Según algunos (léase mi semidesaparecido colega
Gimeno), en este libro está codificado el principio sumo de la filosofía
(ved el último capítulo, Malkut, 120)... Yo no estoy metido en esas cábalas
(¿aunque alguien se ha fijado en el colgante que siempre llevo alrededor
del cuello?), sólo sé que El Péndulo es una de mis novelas favoritas, y
debería ser el libro de cabecera de todos aquellos que hayan imaginado
alguna vez que había una conspiración oculta, en alguna parte, con algún
propósito...
Fragmento:
"Habría bastado con que me detuviese allí. Con que escribiese
un libro blanco, un grimoire bueno, para todos los adeptos de Isis
Desvelada, donde explicara que no debían seguir buscando el secretum
secretorum, que la lectura de la vida no ocultaba ningún sentido
escondido, y que todo estaba allí, en las barrigas de todas las Lias del
mundo, en las habitaciones de las clínicas, en los jergones, en las
orillas pedregosas de los ríos, y que las piedras que vienen del
cielo y el Santo Grial no son más que unos monitos que gritan
mientras les cuelga el cordón umbilical y el doctor les da unas palmadas
en el culo".