Resumen:
En un mundo futuro en el que sólo se permite tener dos hijos por
pareja, se autoriza nacer a un Tercero, Andrew "Ender" Wiggin,
para que actúe como líder en la inminente guerra contra la raza
alienígena conocida como los insectores. A los seis años de edad,
Ender es separado de su familia y llevado a una base espacial en la que
empezará su entrenamiento, más duro de lo que cualquiera podría
soportar...
Opinión:
Leí
“El juego de Ender” cuando era pequeñito (no tanto como cuando me
tragué “Yo robot”, claro, pero niño aún), y me impresionó
bastante, incluso me marcó en algunos aspectos. Como todos los libros de
Orson Scott Card, "El juego de Ender" es fácil y rápido de
leer, y tiene unos personajes muy buenos con los que resulta fácil
identificarse. El prota, Ender Wiggin, es un niño extraño,
manipulado por el ejército para que adquiera inteligencia y dotes de
liderazgo a riesgo de perder la cordura en el proceso. Con solamente seis
años (si no recuerdo mal) es entrenado durísimamente y llevado más
allá del límite en varias ocasiones. Ender ha aprendido de pequeño a
defenderse y a oscilar entre la violencia y el sentimiento: atormentado
por un hermano mayor medio psicópata (Peter) y consolado por una
hermana angelical (Valentine), la única de la familia por la que
siente afecto. Esta dualidad de carácter algo esquizofrénica
entre la violencia y la compasión es un rasgo básico de la personalidad
de Ender, y parte de lo que le convierte en un gran personaje. Así, a
pesar de ser básicamente bondadoso, cuando se ve entre la espada y la
pared reacciona con una brutalidad increíble ("yo sólo
quiero que me dejen en paz, y ésta es la única manera de
conseguirlo"). Nunca recurre a la violencia por gusto, sino siempre
obligado por las circunstancias: la decisiva batalla contra los insectores
hacia el final del libro es un buen ejemplo.
Además de la riquísima personalidad de Ender y sus amigos, el libro
tiene muchos otros puntos de interés: las escenas de batalla en gravedad
cero están muy bien narradas y resultan apasionantes, así como el
argumento paralelo de los hermanos de Ender en la Tierra, que entran en
politica a pesar de su corta edad con los seudónimos de Locke y Demóstenes.
Pero mi subtrama favorita, la que más me impactó de niño, es la del
Juego Fantástico con el que juega Ender en sus ratos libres de la
Academia de Batalla. Es una especie de aventura gráfica increíblemente
detallada, en la que el jugador camina por los campos, interactúa con
personajes, juega con puzzles y cosas así. Ender se enfrenta a un gigante
con el que juega a un juego de apuestas imposible de ganar... Y aún así
encuentra una manera de vencer y continuar adelante con el Juego, siendo
la primera
persona en conseguirlo. El ordenador de la Academia crea entonces nuevos
escenarios y situaciones a partir de los recuerdos del propio Ender,
llevando el juego a terrenos muy personales y dolorosos... Esta es una
subtrama secundaria en la que se ofrecen algunos momentos realmente poéticos, alguno de ellos de gran importancia en el inesperado final de
la novela.
En resumen: un libro interesantísimo, que tuvo su continuación en otras
novelas del mismo autor: "La voz de los muertos"
(realmente muy bueno, casi al nivel del primero), "Ender el
xenocida", "Hijos de la mente" (no tan geniales
pero aún así destacables), y algún otro que no recuerdo ahora mismo. De
hecho hace unos meses empezó una nueva saga en la que se vuelven a
explicar los sucesos de "El juego de Ender" desde otra
perspectiva (la de su lugarteniente Bean), cuando pueda le hincaré el diente...
Fragmento: "Ya veo, sólo has estado aquí un año y te crees que
esta gente es normal. Pues no lo es. No lo somos. He mirado en la
biblioteca, he consultado libros en mi consola. Libros antiguos, porque no
nos dejan ver nada reciente, pero me he hecho una idea de lo que es un
niño, y nosotros no somos niños. Los niños pierden de vez en cuando, y
a nadie le preocupa. Los niños no están en escuadras, no son comandantes,
no mandan a más de cuarenta chicos, eso es más de lo que un niño puede
soportar sin volverse loco".