Resumen: En los Estados Unidos de un futuro cercano, el
pasatiempo más popular es un agotador concurso-maratón de resistencia por
los caminos y carreteras del país en que
sólo puede ganar un participante, mientras que los noventa y nueve perdedores son
pasados por las armas... Raymond Garraty, el protagonista del
libro, está convencido de sus posibilidades de ganar. ¿No es un error,
pues,
que simpatice con algunos de sus competidores?
Opinión: He aquí un libro angustioso:
esa es la mejor manera de definirlo. Es uno de los primeros de Stephen
King (o, mejor dicho, de Richard Bachman, su alter ego hijoputa)
que leí hace ya bastantes años. De hecho lo heredé de mis hermanos, de
Juan si
no recuerdo mal.
Veamos. El libro explica el desarrollo de
un concurso, una especie de carrera anual celebrada en unos Estados Unidos
de un futuro próximo. Compiten cada año en ella cien jóvenes
elegidos entre miles de voluntarios, que se
lanzan a la carretera a caminar a una velocidad mínima de unos
nosécuantos km/h (digamos un paso vivo). Cada vez que un participante frena
demasiado o se detiene, recibe un aviso. A los tres avisos, es acribillado
a balazos en el sitio. Noventa y nueve participantes mueren, uno
sobrevive. Y a éste se le concede cualquier cosa que pida, lo que desee
su corazón...
¿Vais viendo la angustia del tema? En el
libro se describen minuciosamente todos los pormenores de una de esas carreras,
desde el punto de vista de varios de sus participantes (aunque centrándose en
Ray Garraty, el protagonista). Los concursantes hablan
mientras caminan -la carrera dura unos cinco días de media-, hacen amigos,
enemigos... Todo sabiendo que, como en Los Inmortales, sólo puede quedar uno.
Los concursantes eligen cada uno una estrategia diferente: despreocupación, reclusión en uno
mismo para no pensar en el cansancio y el dolor, alguno se mantiene vivo con odio de
alto octanaje... Y todos van muriendo, uno a uno a uno. Es fuerte coger
cariño a personajes que sabes que morirán... Y ¿cómo se pueden hacer
amistades sabiendo que están condenadas a morir? Pero, un momento... ¿No vamos
a morir todos igual, al fin y al cabo, tarde o temprano? ¿No vamos a ver morir
a muchos de los que queremos? ¿No estamos al fin y al cabo corriendo una
carrera, una "larga marcha" como esta sólo por el hecho de vivir? No sé, para responder a estas
preguntas necesitaría el tipo de clarividencia mental que se solamente se suele asociar al uso de alucinógenos,
y no es éste el lugar ni el momento.
Cada vez que tengo que hacer un esfuerzo
físico grande: correr para no perder un tren, caminar por algún motivo durante mucho tiempo,
subir escaleras... Pienso en La Larga Marcha: me imagino un pelotón de soldados
a mi espalda esperando a darme el tercer aviso para descerrajarme la cabeza. Y
corro. Como el viento.
Fragmento:
[Garraty lleva dos días caminando] "La calzada le fascinaba. Sería tan
fácil y maravilloso sentarse sobre aquel asfalto... Empezaría por ponerse
en cuclillas, y las rígidas articulaciones de las rodillas crujirían con
el sonido de una pistola de aire comprimido de juguete. Pondría luego las
manos sobre la fría superficie rugosa y bajaría las nalgas hasta sentir
que la gimiente presión de los setenta y tres kilos abandonaba los pies...
Y luego tenderse, dejarse caer de espaldas y quedarse así, abierto de
brazos y piernas, sintiendo cómo se estira la cansada columna...,
contemplando el círculo de árboles y la majestuosa rueda de las
estrellas..., sin oír los avisos, mirando..., sólo mirando al cielo y
esperando..., esperando... Sí. Oír el escurrirse de los pasos, mientras
los Marchadores se apartan de la línea de fuego, dejándole solo, como una
ofrenda de sacrificio".