Watchmen

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    "Si miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada".  F. Nietzsche

 

Acabo de romperle el meñique a este caballero...

                El mejor comic del siglo XX según gran cantidad de votaciones, y el que hizo increíblemente famoso (en el mundillo, se entiende) a mi gurú particular Alan Moore. Watchmen redefinió el comic de superhéroes sin tomárselo demasiado en serio, y consiguió crear un mundo oscuro y más o menos realista en el que resultaba creíble que unos tipos se enfundaran en mallas para luchar contra el crimen. Unos tipos sin poderes, eso sí (“un buen gancho de izquierdas, eso es todo lo que puedo ofrecer al mundo”, dice uno de ellos), excepto por el casi divino Dr. Manhattan, al que un accidente de laboratorio dota de prácticamente la omnipotencia. A pesar del efecto intimidador de su presencia en la política internacional (“Dios existe y es americano”), el ambiente entre Rusia y EE.UU es cada vez más tenso (Watchmen fue escrito cuando la Guerra Fría aún coleaba) y la Tercera Guerra Mundial es inminente, curiosamente por un conflicto en… ¡Afganistán! Y mientras la humanidad contiene el aliento esperando la caída de la primera bomba atómica, tiene lugar un extraño asesinato que podría ser el primer paso en una campaña contra los “héroes enmascarados”…

                   Hay tantas cosas buenas en este comic que no sé por donde empezar. Su misma estructura recargada y barroca, con números absolutamente plagados de detalles argumentales y de dibujo, dobles sentidos, juegos de palabras y de composición de imagen, historias y argumentos hábilmente yuxtapuestos, un número en el que la distribución de las viñetas sigue una simetría perfecta… Sus personajes interesantísimos y reales, tanto los protagonistas como los secundarios, con personalidades muy bien definidas, puntos fuertes y  debilidades… Su dibujo detallista y colorido, de una narrativa clara y bien expuesta, con trucos de imagen muy cinematográficos y un estilo sencillo y poco estridente… Todo encaja en esta obra. Aunque…

                   Por supuesto, perfecto no hay nada en este mundo, y en el caso de Watchmen una parte de la impresión se va al carajo por el final del último número, original sin duda y bien tratado, pero una solemne memez en el fondo que podría haberse evitado con un par de retoques en las dos o tres últimas páginas. No quiero explicaros más a los que no hayáis leído el comic, pero si alguien ya lo ha hecho que mire al final de esta página para un comentario extra.

              

     Uno de los puntos fuertes de Watchmen, como ya  he comentado, es lo bien definidos que están sus personajes. Permitidme un breve paréntesis. En muchas series, como Star Trek sin ir más lejos, los personajes representan muchas veces diferentes partes de la personalidad de un ser humano, como llega a afirmarse directamente en el capítulo “Frame of mind” de La Nueva Generación. Así, el androide Data representa la fría lógica, Deanna Troi los sentimientos, el klingon Worf la acción y los impulsos violentos, el ingeniero LaForge la inteligencia, etcétera. Algo parecido, aunque ni mucho menos tan evidente, ocurre en mi opinión con Watchmen, lo que hace posible que el lector, cualquier lector, se identifique con al menos varios de los personajes de la historia. Así ,sin ningún orden en particular:

                 - Rorschach, por empezar con el personaje más famoso y seguramente el más popular… Un tipo extraño, retraído y tímido, violento, total y absolutamente loco, y considerablemente facha-republicano (divertidísima su relación con el periódico sensacionalista “La razó…”, uy, perdón, el “New Frontiersman”, con una viñeta impagable, la última de la serie, que me reconcilia en parte con el final de Watchmen). ¿Y por qué un tipo así es el más popular de la serie? Aparte de por el genial diseño de personaje (gabardina, guantes, sombrero, máscara con manchas negras móviles a lo test de Rorschach) y por la popularidad que siempre alcanzan los personajes más cáusticos y expeditivos (véase Lobezno o el antes mencionado Worf), es conocido por el número que tiene dedicado (el seis, creo que es), en el que se nos explica por qué y cómo se volvió loco. Memorable el trabajo de zapa y depresión a que somete a su psiquiatra, al que convierte de tipo optimista y alegre en un proyecto de suicida.

                   

      Continuaré con el análisis de los personajes en próximas actualizaciones. Mientras, echadle un vistazo a http://www.capnwacky.com/rj/watchmen/details.html , una edición comentada de Watchmen francamente interesante y exhaustiva.

 

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