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Entre los arquitectos de lo que podríamos llamar el período premoderno en Chile, que logran una mayor atracción tanto de sus colegas como del público en general, y muy especialmente entre los estudiantes de arquitectura, se encuentra Luciano Kulczewski García.

Atractivo que parece provenir de la originalidad de sus edificios, manifestada en algunos por las variadas expresiones formales de sus detalle; entre otros, por la audacia modernidad en la composición del conjunto, y en la mayoría, por su marcada tendencia hacia los estilos art noveau y art déco.

Se suman a estas bondades de su arquitectura el que sus realizaciones se encuentran diseminadas por toda la ciudad, desde barrios modestos -en la forma de conjuntos o poblaciones- hasta sectores del barrio alto y del centro de Santiago, ya sea como vivienda aislada, conjuntos o edificios en altura, o en obras de tipologías especiales como las deportivas o de esparcimiento (estadio, piscina, parque).

Don Luciano nació en Temuco, un 8 de Enero de 1896. En 1913 ingresa a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile. Sus condiciones artísticas, en la arquitectura, quedan nítidamente demostradas ya desde sus años de estudiante, al obtener medallas en los salones del Museo de Bellas Artes, una segunda medalla cuando cursaba el tercer año de arquitectura en 1916, y una tercera en 1917, cuando era alumno de cuarto año.

Al parecer, antes de obtener el título realiza un trabajo profesional en la casa de la calle Agustinas N°1854 fechada en el frontis 1916, en que demuestra su preferencia por el juego decorativo de las líneas ondulantes del art noveau, transformando una simple fachada a trazado casi rústico en una atractiva y novedosa muestra de tratamiento del relieve artístico graciosamente modelado.

Su primera gran obra la constituye el conjunto de edificios que genera la habilitación del cerro San Cristobal como paseo público de la ciudad, que comienza en 1922 con la construcción de ka estación inicial del funicular que lleva a la cima del cerro y la terminal en la cumbre.

En todo deja brotar su fantasía para crear una muy singular ambientación de los recintos de esparcimientos, utilizando un lenguaje que escapa a cualquier catalogación estilística pero que se vincula en mayor grado con el art noveau y art déco .