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A las 21.30, celebraremos el nacimiento de nuevas pizzas raras, loquitas, audaces, jóvenes y promisorias. Las
habrá gordas de Rubens, flaquitas model style, dulces como la fruta en sazón, picantes cual deseo, vegetarianas por temor y/o convicción (verdes que queremos verdes) y rojas de utopías; altas y bajas, debe y haber.
Morochas de tanto sol, polaquitas con pecas, coloradas por pecado, ladinas escondedoras, sorprendentes de chispas lúcidas, agudas en inteligencias socarronas o aparentemente simples, profundamente equilibradas,
tranquilas, seguras. Y también -seguramente- asistiremos a fracasitos, desperdicios, cincos para el peso, muñecas bravas en el final de su carrera tan corta, memorables mal, conmovedores espejos, lo que podría haber
sido. Pizzas jóvenes en sus distintas razas y variedades nunca genéticamente modificadas: irreverentes, pavotas, audaces, sanitas, brotadas, suculentas, chatitas, doble pechuga, low fat, red neck, green horn, twist
bun precoces, sabedoras, ardientes, melancólicas, liliáceas, compañeras, caroténicas, reventadas, omegáceas (3 y 6), pecorinas, impiadosas, correctas, ruborosas, histéricas, clorofílicas, leales, impúdicas, suavitas,
traicioneras, primavéricas, hediondas, pálidas, aromáticas, reconstituyentes, biodegradables, reciclables, fashion, orilleras, chorreosas, tímidas, terribles, crujientes, infieles, aguantadoras, nobles, buenas, ricas y
famosas. Nada de palabras dulces, nada de mimos ni cuentos Pizzas según surjan de la paleta improvisante, distintas e irrepetibles, para activar papilas ignoradas y recordar placeres no sentidos, en excesivas
cantidad y calidad bien de bien, sinceramente hablando, a cinco mangos por todo concepto. Oportunidad única para morfones vergonzantes y famélicos necesitados de una reparadora puesta a punto, exquisito convite a
refinados paladares catadores, ocasión propiciatoria del comer con la mano, ensayo general de la gran yantada, contradicción fundamental, unidad en la diversidad, forma (una) y contenido (muchos y diversos), lucha de
contrarios, sublime superación de tabúes ancestrales y misiones heredadas, tarea de titanes, mítica epopeya barrial, homenaje al si mismo, reivindicación final... payasada gastronómica en fin, pa' divertirse un rato sin
hacer mal a nadie ni soliviantar tripas remolonas. Sin chou, ni musica ni nada, porque algunos prefieren chamuyar de pavadas hasta tarde, aunque se permitirán cantores espontáneos de calamitosos tanguitos
decimonónicos. |
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