4.48 PSICOSIS Un texto deSarah Kane
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Traducción y dramaturgiaCarla
Matteini
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Espacio Escénico y DirecciónGuillermo
Heras
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Intérpretes:
Eva
Trancón
Daniel
Albaladejo
Chema
Ruiz
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Coordinación:Inmaculada
Alvear
Producción:Luis
Miguel González Cruz
Creación Audiovisual (Pantalla):Helder
Dias/ Susana Jaques
Diseño de iluminación:Miguel
Angel Camacho (A.A.I)
Ayudante de dirección:Miguel Morillo |
Espectáculo coproducido por el CONSORCIO SALAMANCA 2002 (CAPITAL EUROPEA DE LA CULTURA), Behemot S.L. y Teatro do Noroeste (Centro Dramático de Viana do Castelo.
SARAH KANE O LA IMPOSIBILIDAD DE VIVIR |
4.48 PSICOSIS es un relato desde las regiones de la mente que la mayoría de nosotros no deseamos visitar jamás, pero de las que no pueden escapar muchas personas. Es la mente de una psicótica supeditada a la fragmentación. Una fragmentación lúcida, dolorosa, cruel, anhelante de amor, cruel, mordaz. Una mente que es la autora y, asimismo, va más allá de la autora. Es a través de la forma abierta de la obra que el público puede penetrar en ella y reconocerse en ella. El camino de la terapia y una prolongada medicación que no alivian el sufrimiento y hace que brote de la voz de la obra un humor sardónico cuando habla con o de los médicos. El
hecho de que la obra fuera escrita durante una depresión, que es una
circunstancia más destructiva que creativa, es un acto de generosidad por
parte de la autora. Que además, la obra sea un éxito en todos los países
es un reto que queremos afrontar ahora también en España. Tras
la temprana muerte de Bernard-Marie Koltès a los 41 años, alguien
escribió que fue como un meteorito que pasó veloz por la dramaturgia de
finales del siglo XX, dejando algunas de las obras paradigmáticas y poéticamente
más intensas del cambio de siglo. Me pregunto cómo entonces podríamos
denominar metafóricamente el corto paso de Sarah Kane, muerta suicida a
los 28 años, y su brevísima actividad como escritora dramática: cinco años,
de 1995 a 1999, el año de su muerte, cinco textos surgidos de la
desesperación y el dolor. Si
a Koltès lo mató el SIDA, Kane fue muriendo poco a poco de imposibilidad
de vivir. Los abusos del padre – la historia personal – y su mirada
recelosa y lúcida sobre el mundo que la rodeaba – la historia colectiva
- fueron minando su capacidad de resistir tanto sufrimiento, arrastrándola
al mundo psiquiátrico, convertida en un caso clínico de psicosis,
mientras los médicos probaban en ella todas las medicaciones posibles
contra uno de los síntomas más tristemente “contemporáneos”,
la depresión, la angustia de vivir. Los
propios títulos – un sólo término – de algunos de sus textos
suponen ya una burla al concepto convencional de lo “comercial”, lo
atractivo, lo que llama a la gente al teatro. Blasted o condenados, o
malditos; Cleansed, o depurados, purgados; Crave, o ansia, angustia, son
trallazos suficientemente significativos de los contenidos de su obra.
Textos inmisericordes, cuya violencia explícita asustó a críticos y público,
desarmados ante la irrupción de semejante vendaval de ira, textos que
revelaban las oscuras turbaciones de su alma, textos tan hirientes que la
convirtieron de inmediato en una escritora polémica, “rara”, inhóspita.
Pero textos también de gran precisión de escritura, de lenguaje y
dramaturgia originales y propios, de especial y profunda sensibilidad poética. 4.48
PSICOSISes su obra final, un título
inquietante para la crónica anunciada de su próximo suicidio. Tejida con
los hilos de la última cordura y entrelazada con las astillas de la
alienación, es un poema dramático, casi un oratorio sobre un fin
inevitable. ¿Testamento poético o confesión lúcida de motivos? Después
de todo, se dice que el suicida siempre se mata “contra” alguien. Los
motivos de Sarah Kane son bastante más complejos y sutiles, y su mirada
final sobre la contemporaneidad, privada y pública, compone uno de los
documentos más impresionantes y turbadores sobre nuestra sociedad del
nuevo siglo. Si en lugar de morir en 1999, Sarah Kane hubiese vivido hasta
este año 2001, quién sabe cuán lejos, cuánto más, habría llegado en
su disección de un escenario sin duda peor del que conoció y no pudo
soportar.
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Las breves vidas de Sarah Kane |
Considerada como una de las dramaturgas inglesas de más talento innovador, la vida de Sarah Kane fue sin embargo la breve crónica de un profundo malestar generacional y privado. Nacida en 1971 en Essex de padres periodistas y devotos practicantes de la Iglesia Evangelista, la sombra de esa férrea educación religiosa aparece en sus obras y escritos: “Ese cristianismo obsesivo de mi familia era una locura espiritual de conversos. Lo que leí en mis años de formación fue la increíble violencia de la Biblia”. Modélica estudiante tanto en el colegio como en la Universidad, desde adolescente se relacionó con grupos teatrales, dirigiendo obras de Chéjov y Shakespeare. Su pasión por el teatro se canalizó al principio en la dirección y la actuación, pero pronto se decantó por la escritura, con Sick, una serie de tres monólogos que se representaron en un pub de Edinburgo y que ya tocaban algunos de sus temas significativos, como la violación, la bulimia y la identidad sexual. Tras
gruaduarse en Arte Dramático en la Universidad de Bristol, siguió un
curso de dramaturgia impartido por David Hare en la Universidad de
Birmingham. Crítica con las enseñanzas del dramaturgo, empezó a
escribir en secreto su primera obra, Blasted, un texto complejo sobre la
violencia desde la perspectiva del violador y su víctima. Cuando la obra
se estrenó en 1995 en el Royal Court Theatre se convirtió en seguida en
la obra más polémica en 30 años de historia del mítico teatro,
impulsor y divulgador de toda la nueva dramaturgia británica. Atacada y
vilipendiada por una crítica indignada, Kane toleró mal la polémica,
aunque muchos dramaturgos no sólo de su generación, sino renombrador
autores como Edward Bond y Harold Pinter la defendieron con pasión.
Pinter llegó a escribir que la obra era demasiado compleja para los críticos
ingleses, y Kane dijo: “En este país no hay un debate real sobre cómo
representar la violencia en el arte. La violencia en esta obra está
completamente despojada de atractivo. Tan sólo se presenta. Claro que
impresiona. Quítale el “glamour” a la violencia y se volverá
absolutamente repulsiva. ¿O acaso la gente preferiría que la violencia
fuera atractiva?” Pese al escándalo y a los feroces ataques, la joven dramaturga no perdió ni su lucidez ni su pasión por el teatro y escribió 4 obras más en otros tantos años. Cleansed indagaba en el amor, la muerte y las drogas en un campo de concentración, y como muchos de sus textos, estaba estrechamente ligada a hechos reales, y en ella actuó Kane sustituyendo a una de las actrices. En Crave, escrita con el pseudónimo de Marie Keveldon, cuatro voces discuten sobre el amor obsesivo, y en El amor de Fedra recrea la obra de Séneca con su particular mirada y humor negro. Mientras tanto, Kane dirigió algunas veces, por ejemplo el Woyzzeck de Georg Büchner, autor al que amaba profundamente, como ella suicida prematuro. Y también entraba y salía de hospitales donde le trataban la profunda depresión que la torturó durante toda su existencia. Entre 1998 y 1999 terminó su último texto, 4.48 Psicosis, y en febrero de 2000, consiguió suicidarse en el hospital donde la ingresaron tras uno de sus numerosos intentos fallidos. La obra, vista por muchos muy superficialmente como último testimonio, carta de suicida o testamento final, es en realidad un hermoso poema sobre el dolor y la desesperación , estructurado dramatúrgicamente como un oratorio con distintas formas narrativas, momentos emocionales y mentales diferenciados, como una crónica contemporánea de la angustia de vivir en este mundo, en esta época. La obra se está representando en numerosos países, con un éxito que Sarah Kane no pudo conocer.
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4.48 PSICOSIS, de Sarah Kane |
Producida por el Consorcio Salamanca 2002 dentro del ciclo Nuevos caminos de la dramaturgia contemporánea, la obra se enmarca en un proyecto del Teatro del Astillero titulado Crónicas del desasosiego, conjuntamente con Ganas de matar en la punta de la lengua, del francés Xavier Durringer. Para nuestro equipo, mostrar en una especie de “programa doble” dos visiones contemporáneas totalmente distintas, pero ambas radicales en su lenguaje y carne dramática, es un privilegio además de una obligación con un teatro que refleja el difícil y confuso escenario de este nuevo siglo. 4.48
PSICOSIS es
la obra póstuma de la dramaturga británica Sarah Kane, muerta suicida a
los 28 años por imposibilidad de vivir en una época que le resultaba
intolerable. Si sus textos anteriores - Blasted, Cleansed, Crave o Phaedra’s
love - eran trallazos inmisericordes contra la hipocresía, la moralina y
el cinismo de nuestras sociedades del bienestar, 4.48 Psicosis es un
dolorido poema sobre su angustia privada, el dolor arrastrado desde la
infancia y la incapacidad de adaptarse a una realidad que le es ajena y le
resulta odiosa. Tejida con los hilos de la última cordura y entrelazada
con las astillas de la alienación, la obra es casi un oratorio sobre un
fin inevitable. ¿Testamento poético o confesión lúcida de motivos? Los
motivos de Sarah Kane son complejos y sutiles, y su mirada final sobre la
contemporaneidad, privada y pública, compone uno de los documentos más
originales y turbadores sobre nuestra sociedad actual. Si en lugar de
morir en 1999, Sarah Kane hubiese vivido hasta este año 2002, quién sabe
cuán lejos, cuánto más, habría llegado en su disección de un
escenario sin duda peor del que conoció y no pudo soportar. Carla Matteini. |
notas de dirección de CRÓNICAS DEL DESASOSIEGO, por Guillermo Heras