Historias para destapar el excusado

 



 

Programación Neurolingüística

Roberto Remes

Recuerdo que fue por los primeros días de abril del año pasado, y lo recuerdo porque acababa de cambiar el horario de verano, cuando empecé a tomar un curso de Programación Neurolingüística, o Pe Ene Ele, como también le llamaban. Me costó trabajo llegar a la inauguración porque no estaba habituado a levantarme de noche, luego de que la semana anterior amaneciera antes de las siete de la mañana, y de repente el sol saliera cerca de las ocho. La cosa es que llegué un poco tarde y ya no escuché las primeras palabras, pero según me dijeron estaban relacionadas con la responsabilidad que tienen las personas que aplican la Programación Neurolingüística, porque debe uno estar en su sano juicio cuando invite a otro individuo a tratar de recordar las cosas positivas de su vida y a cambiar el escenario de lo negativo, de lo contrario se corre el riesgo de que quien necesita reprogramar su pensamiento termine desviándose o profundizando demasiado en detalles irrelevantes.

El curso me resultó muy interesante y ya los siguientes días llegué muy puntualmente, y conforme fue avanzando el taller también fue amaneciendo más temprano y al mismo tiempo yo me fui dando cuenta de que el despertarme de noche no era tan grave si yo pensaba, en la noche antes de dormir, que me iba a levantar descansado aún cuando no hubiera ni un solo rayo de luz solar a cientos de kilómetros a la redonda en el instante en el que yo despegara los párpados. Y sí, el método de Programación Neurolingüística funcionó muy bien en mí y me fue generando un gran entusiasmo a tal grado de que a todo el mundo le hablaba de él y de su conveniencia para desarrollar proyectos personales ambiciosos, porque si uno no está en sintonía con el éxito, éste difícilmente se presentará y si lo hace poco durará.

Con la Programación Neurolingüística uno puede autoprogramarse. Es como cuando uno tiene una basura que quiere arrojar al cesto, si hay duda de que caiga dentro, cien a uno a que la basura cae fuera, pero si uno está convencido, y decidido, de que va a atinarle al bote, entonces la pelota de papel o la lata de Coca Cola habrá de caer incluso sin tocar las paredes. Lo mismo pasa en cuestiones tan irrelevantes como dominar el balón, meter el hilo en la aguja o saltar un obstáculo durante una carrera con vallas. Uno no puede triunfar en nada si no está en la lógica de que no tiene otra salida que ganar.

Si alguna persona está buscando trabajo y sale de su casa decidida a encontrar empleo, es probable que lo logre, pero si duda la búsqueda será más difícil, simplemente porque todos sus movimientos serán dubitativos, temerosos, nerviosos, y eso lo percibirán los entrevistadores, sea una mentalidad de triunfo o una de derrota.

En fin que eso y muchas cosas más aprendí en mi curso sobre Programación Neurolingüística, lo malo es que no pude llegar a la entrega de los diplomas porque el día anterior fui a una fiesta. Y bueno, no es que la desvelada me hubiera pegado tanto que no alcanzara yo a levantarme temprano para la ceremonia, ni que estuviera yo crudo, como lo estaba, lo que pasa es que la amiga de una amiga intentó suicidarse a las pocas horas de la fiesta. Sí fue algo que me sorprendió porque habíamos estado platicando bastante a gusto a lo largo de la pachanga, bailamos, nos gustamos, y claro, terminé platicándole de mi curso y ella interesándose en él.

Yo nunca entendí qué le había pasado a esta chica, Susana, pero me dio la impresión de que algo relacionado con el sexo había sufrido durante la adolescencia, una violación, un intento de violación, acoso, qué se yo, porque nunca me lo quiso decir. Lo que sí me comentó fue que su vida había sido muy frustrante y que había dedicado la mitad de su vida a liberarse de lo que le había pasado al inicio de su pubertad, Qué te pasó, pregunté yo, pero como ya comenté, no quiso confesarme nada.

A mí no me parecía que fuera una persona traumada ni nada por el estilo, al contrario, me daba la impresión de ser bastante centrada, a pesar de que había tomado de más, como yo, esa noche en la que celebrábamos el cumpleaños de Raquel, la amiga que nos presentó. Eso me dio confianza para que la empezara a invitar a realizar algunas de las técnicas que conforman la Programación Neurolingüística, Lo que tú tienes que hacer, dije, es recordar esa parte de tu pasado que te duele y poco a poco cambiar el escenario, la ubicación de los muebles, los colores, la iluminación, buscar una posición física en la que te sientas bien, y tratar de que ese hecho doloroso termine resultándote una fantasía, o en el peor de los casos una pesadilla. Mientras le exponía esto ella se levantó a servirse más vino y cuando regresó dio un fuerte sorbo a la copa y luego cerró los ojos y empezó a inventar el escenario, las paredes son azules, en vez de la mesa del comedor está una cama, hay mucha luz, y conforme avanzaba en su descripción subía el volumen de su voz hasta que empezó a gritar, se soltó llorando, cayó en una terrible depresión y no podía parar, estaba como privada. Después de mucho rato lograron calmarla, la alejaron de mí y Raquel hasta me reclamó, me cuestionó qué le había dicho y me recomendó que no me acercara a ella.

Yo me fui de la fiesta con la intención de dormir un rato y luego pararme para la entrega de diplomas, y así lo hice pero ya que me estaba bañando sonó el teléfono, y antes de que pudiera saludarla Raquel me dijo que Susana había tratado de suicidarse. Fui corriendo al hospital pero no me dejaron pasar a verla, pensé en llegar a la ceremonia pero yo sentía la necesidad de permanecer cerca de Susana, aunque no pudiera saludarla, lástima, dicen que fue muy emotivo el acto en donde dieron los diplomas de Pe Ene Ele.


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