Al igual
que Ulea, Ojós se extiende entre la falda
de una pared montañosa y el margen derecho del río, aunque
en este caso el pueblo solo puede crecer por sus extremos. Antes de llegar
a Ojós hay unas pocas casas a la izquierda de la carretera que son
las Coberteras, es un barrio humilde de casas que aprovechan la ladera
del monte. Pasamos, después, por unas curvas cerradas envueltas
entre una montaña que se asoma al río, es el Salto
de la Novia. Más adelante encontramos ya el pueblo, en cuyo
centro, más o menos, está el Ayuntamiento y la Iglesia
de S. Agustín. La calle de las escuelas corre hacia el rio,
y transcurre por el margen izquierdo hacia Ulea.
Es un camino estrecho que se eleva sobre la cuenca del rio desde
Ayuntamiento
donde se pueden apreciar hermosas vistas del valle. Al salir del pueblo,
en la hoz del río está lo que se conoce como Estrecho de
Solventes, donde antiguamente se reunían los administradores de
cada pueblo del valle. A continuación, tras sortear algunas curvas
muy cerradas sobre la cuenca del rio, llegamos al salto de agua que delimita
el pantano de Ojós. De aquí
parte una carretera hacia la que une Blanca con la N-301.
Panorámica del valle desde el camino de Ojós
a Ulea
Historia
Fiestas
y Costumbres
Fiestas
de S. Agustín
San Agustín
La Virgen de la Cabeza
Sus
fiestas patronales son el día 28 de agosto, en honor a sus patronos
S. Agustín y Santa Mónica, llamada popularmente la Virgen
de la Cabeza. Lo más destacado de la fiesta es la gran cantidad
de pólvora que se consume, tras el recorrido por las calles en procesión
de ambos santos. Al finalizar la procesión ponen a S, Agustín
y a la Virgen de la Cabeza uno frente a otro y comienzan las tracas que
durarán un larguísimo rato, ante la contemplación
de los visitantes como un acto típico de las fiestas. Durante estas
fiestas se suelen dar conciertos en la plaza de la iglesia a cargo de la
Banda Municipal de Música de Ojós, de larga tradición.
Gastronomía
Bizcochos borrachos
Son
típicos de Ojós los bizcochos borrachos que se pueden comprar
en el pueblo. Su elaboración se ha mantenido durante años
por la misma familia. Son redondos y muy bañados en almíbar
que le da la exquisitez y el enigma del sabor.