Seré yo viejo, óiganme ustedes, que recuerdo muy bien
los gritos de mi madre --a quien jamás había interesado el
fútbol, ni volvió a interesar nunca--, junto a la enorme
radio de pilas, marca Philips, claro, en Alcazarquivir (Marruecos), cuando
Telmo Zarraonaindía marcó el legendario gol por el que España
humilló inmensamente a la pérfida Albión y pasó
a la fase siguiente del Mundial de 1950. Para luego quedar clasificada
en cuarto lugar. Desde entonces he vivido la tira de magnos acontecimientos
futbolísticos: si no se me han equivocado los dedos al contar, éste
próximo se cumple mi décimo tercero. Qué barbaridad.
¿Será éste, el del número maldito (a no confundir
con el número de la Bestia, el 666, que sus fieles denigradores
adjudican a Bill Gates) por el que España obtendrá su primer
título planetario?
En todo caso, éste es el primer Campeonato
Mundial de Fútbol que nos pilla con la Red tendida a todo trapo.
Equipos, organismos varios, federaciones, forofos particulares, anunciantes,
periódicos, emisoras de tele y radio, Internet entero se prepara
para acoger la mayor ocasión que vieron los quinquenios en sus entresijos.
En mi modesta opinión, nuestro medio no es el ideal para el Campeonato,
porque en estas cosas del directo no hay quien le ponga el mingo a la tele.
No va usted a pasarse los partidos delante del ordenador, buscando datos
o charlando con amigos o enemigos, mientras en la habitación de
al lado o el bar de abajo las enormes pantallas de colorines le sirven
las jugadas al minuto. A no ser, claro, que se incorpore usted a la creciente
cáfila de los antifutboleros, de quienes están literalmente
hartos --y no crean que no los comprendo-- de la dictadura del futbolariado.
Nunca he tenido nada contra el llamado Deporte Rey (en todo el mundo menos
en ese curioso y exótico país que unos denominan USA y otros
Estados Unidos), pero la verdad es que las últimas tendencias monopolísticas,
por una parte, y bárbaras --lisa y llanamente bárbaras--,
por otra, no dejan de producirme repulsión y vergüenza humana.
Qué le vamos a hacer.
A lo que íbamos: Internet no es el medio
para seguir los campeonatos del mundo de fútbol, pero sí
que ofrece las mejores posibilidades de erudición sobre el tema.
Aquí va a estar TODO, con TODOS los detalles y TODAS las opiniones.
Figúrense la cantidad de canales que actúan en los chates,
sobre el tema, y figúrense la cantidad de páginas que ofrecen
información presente, pasada y futura. Una orgía de colores,
cifras, himnos, discursos más o menos temperamentales, esperanzas
y recelos. Pueden ustedes pasarse horas en los buscadores encontrando páginas
relevantes, y nadie sabrá ayudarles mucho en su tarea, porque la
enorme cantidad de datos condena al fracaso cualquier intento de clasificación.
De todas formas, ahí van una cuantas páginas
para interesados en Balonet. Y una página, lamento decirlo, donde
puede usted elegir entre indignarse con los demás o contribuir a
la indignación de los demás. A elegir.
Página Oficial de la Copa del Mundo (en francés y en
inglés, claro; nuestros queridos vecinos no consideran válida
la opción de la lengua española, a pesar de que en el campeonato
participan 6 equipos que la tienen por materna): www.france98.com
Mundial Café (todo sobre el Mundial, por supuesto): mundial.elpais.es