La talla en madera fué mi primer amor en el mundo
de las artesanías. Mis pininos los hizé cuando estaba viajando en
bicicleta por Europa en 1986. Todos los días a mediodía cuando hacía
más calor me tomaba un descanso de varias horas para comer, leer,
echar una siesta o jugar con unos cinceles baratos que tenía tratando
de darle forma a unos pedazos de madera que había encontrado. Pero fué
sólo en Jerusalem, en el monasterio San Juan del Desierto que
realmente me enamoré de este arte. Estaba cansado de viajar, y
necesitaba de un lugar donde quedarme por algún tiempo, y por
casualidad fuí a caer a este lugar : un edificio precioso de piedra
incrustado en la pared de una cañada a 10 kilómetros de Jerusalem. En
aquel entonces (1987) los locatarios eran la comunidad de La Teofanía,
una orden melquita francesa de rito bizantino dependiente del
Patriarcado de Damasco.
Durante los siete meses que permanecí ahí fuí el
aprendiz del Pere Samuel, en su pequeño taller donde tallabamos cruces
en madera de olivo que nos traían de los olivares de Belém. El es
realmente un artista y hace cosas preciosas, y tuvé la oportunidad de
aprender algo de él. No lo he visto desde entonces, y espero que le
esté iendo bien.
Cuando finalmente regresé a México continué con el
tallado en madera; dejé los temas religiosos y empezé con ondas más
personales. Durante varios años asistí a la Escuela de Artesanías del
IMSS así como a la Escuela Nacional de Artes Plásticas en la ciudad de
México, y poco a poco fuí dejando la talla en madera y empezé a hacer
otras técnicas muy distintas, tales como joyería, esmalte y relojes de
sol.
He hecho
poca talla en madera en los últimos años, pero me sigue gustando, y
cuando tengo la oportunidad de hacer algún trabajo realmente lo disfruto.
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