Una vez pasado a limpio el dibujo, es el momento de pensar como aplicar las luces y las sombras. Son elementos muy importantes en el dibujo de cómic y los únicos capaces de romper el efecto plano. Dan volumen y crean atmósfera, aunque también es posible prescindir de las sombras, según el estilo del dibujo. La luz siempre ha de ir supereditada a la narración. Una vez entendidas las normas básicas, se aplica la iluminación de forma no necesariamente realista. En el cómic encontramos todo tipo de ejemplos, desde los autores que aplican la perspectiva y la iluminación con corrección y obsesión, hasta aquellos que la aplican de forma, a veces, contradictoria.

         Incluso encontramos viñetas con una iluminación determinada y en la siguiente el dibujante aplica otra iluminación porque le interesa más, por el contexto narrativo.

        La iluminación se establece determinando un punto de luz a una altura y distancia concretas. A partir de ahí trazamos infinitos rayos o líneas imaginarias. Aquellas que toquen la silueta del objeto son las que hemos de alargar hasta el suelo. Del punto de luz trazamos una línea vertical hasta el suelo. Y en el punto donde se cruza esta línea con la línea del suelo proyectamos líneas hasta la parte inferior del objeto. De la intersección de las proyecciones del suelo y de los rayos de luz determinaremos la sombra.

        Con la luz artificial o reflejada se ha de tener en cuenta estas cuatro maneras de dramatizar la escena:

        Un ejemplo de un cómic donde se observa un claro ejemplo del dominio del uso de las luces y sombras es la obra Kane, donde su autor "derrama" la tinta negra para darle al cómic un aspecto oscuro:

Personajes

Objetos

El plot

Boceto

Lápiz

Tinta

Color