Tantas veces me habían extrañado las desapariciones repentinas de Mina. ¿Por qué a veces se iba en la mañana al colegio y no volvía hasta tarde en la noche? ¿Y por qué ese gato blanco siempre salía con ella...?
¡V-chan al habla!
La Señora Aino toma la
palabra
Nuevamente Mina me lo estaba haciendo. Eran las diez de la noche y no había llegado a casa. Ella sabía que me preocupaba por ella y que no debía ser necesario que anduviera detrás de ella diciéndole qué tenía que hacer. Pero no hace caso y siempre me dice que tiene otras cosas que hacer.
Una vez llegó temprano a casa.
- Mina, ¿hiciste tu tarea?
- Sí, mamá. Para éso fui a casa de Raye.
- Bueno, ahora báñate que pronto vamos a cenar.
- Mamá. -me dijo- Tengo que salir.
- ¿Otra vez? -le pregunté- Hija, quiero que hoy cenes con nosotros. Ahora sube, báñate y ayúdame a poner la mesa.
Según su expresión, lo que le dije no le agradó.
- Mamá, no creas que lo único que tengo que hacer es quedarme en casa después de la escuela. ¡Yo tengo responsabilidades más importantes que hacer la tarea, bañarme y poner la mesa! -me respondió. No lo podía creer. Ahora creía que cualquier responsabilidad pudiera ser más importante que su familia, o al menos éso creía yo.
Al día siguiente, llegó temprano a casa, de nuevo. Se cambió de ropa, bajó a la cocina y me dijo:
- Mamá, ahora tengo que salir, y tal vez no me veas en un par de días. Por favor, únicamente si pasa una semana y no he vuelto, abre ésto.
Y me entregó un sobre. Yo no entendía para nada qué estaba pasando.
- ¿A qué te refieres? ¿Adónde vas?
- Mamá, me tengo que ir. Si pasa una semana y no he vuelto, abre el sobre.
Y salió de la casa seguida por el gato blanco. Y yo quedé absolutamente en el aire.
Acerté sólo a correr, abrir la puerta y buscarla. La localicé justo cruzando en una esquina y la seguí. Yo estaba a una distancia prudencial de ella, de modo que no me viera.
Siguió caminando, hasta que llegó al local de videojuegos. Se paró frente a la puerta y suspiró. Siguió su camino. Continué siguiéndole. Llegué frente al local y sólo vi un afiche de Sailor-V pegado en la puerta. Hacia adentro sólo se veía gente sentada jugando.
Llegamos hasta el parque Nº 10. Allí la esperaban sus otras cuatro amigas con las que se pasa el día, y estaba un gato negro idéntico al de Mina.
Empezaron a conversar, pero no oí nada.
Desfilaron personas por el lugar: Parejas, niños jugando, madres e hijos...
Caminaron hacia un lugar más despejado y oscuro, un rincón que yo no conocía. Vieron el reloj y sacaron unas plumas.
Unas luces no me dejaron ver nada. Luego, al volver a la oscuridad a la que mis ojos estaban acostumbrados, distinguí a Mina entre otras cuatro chicas vestidas en trajes de marinero. Mi hija era Sailor Venus.
Éso era... simplemente imposible. Increíble. No podía ser. Me quedé asombrada al ver a mi hija, la perezosa y egoísta Mina, vestida como la legendaria defensora de la justicia, y prácticamente liderizando un grupo de guerreras.
Ésa no era mi hija, no la Mina que yo conocía, no Mina Aino, mi hija. Era Sailor-V, la que protege la justicia en el nombre del amor y la belleza. Todo éso que yo consideraba habladurías parecía tan irreal...
Todo pasó en cuestión de segundos. Pero parecía eterno. Mi pensamiento estaba tan lento tratando de realizar que la niña irresponsable e inmadura que yo había criado, tenía la responsabilidad de todo el planeta en sus manos y las de sus amigas.
Comencé a llorar. En ese momento me sentí culpable. Me di cuenta de que después de todo ella tenía la razón. Ella tenía todo el derecho de llegar tarde, de faltar a la cena, de no poner la mesa, de no bañarse al llegar a casa, de todo aquéllo que yo le reprochaba. Sentí que había sido la peor madre al haberla tratado así, teniendo ella responsabilidades tan grandes, y que sólo podía manejar con sus amigas... Y el gato.
Me preguntaba cómo ella había llegado a formar parte de todo aquéllo tan complicado y tan mágico. Cómo llegó a saber sobre el equipo de guerreras legendarias, y como conoció su misión.
Mis preguntas fueron contestadas cuando el gato habló.
Sólo el miedo ahogó mi grito de sorpresa.
Mi hija allí, con sus amigas, vestidas de marineras con tiaras, teniendo que salvar al mundo y recibiendo órdenes de dos gatos parlantes. Todo ésto era muy extraño para mí.
Todo éso al mismo tiempo no cabía en mis pensamientos. Era muy raro. Respiré y me dije:
- Es sólo un sueño. Una horrible pesadilla.
Pero no vi que nada cambiara. Yo seguía allí. Viendo a Mina hablando con los gatos. Y sólo acerté a sacar la carta de mi bolsillo y abrirla.
"Querida mamá:
Para cuando leas esta carta, habrá pasado una semana desde mi despedida. Tal vez ahora ya no esté en éste mundo. Tal vez esté muerta, o quizás en alguna otra dimensión luchando por la salvación del mundo. Tal vez estas palabras suenen muy extrañas, pero tengo una explicación para todo. La explicación que siempre me pediste y que nunca te supe dar. Te lo explico todo en pocas palabras: Yo soy Sailor Venus.
Puede que suene muy extraño viniendo de una chica inmadura e irresponsable como yo, pero fui yo una de las elegidas y tuve la obligación de cumplir. Vale más la existencia de millones de personas que una simple vida de chica normal para mí. Además fue un privilegio haber sabido todo lo que ocurría y haber tenido compañeras tan leales y agradables como las que tuve, mis amigas.
Localiza a Serena, Lita, Amy o Raye. Si no las consigues, corrieron el mismo destino que yo, y ahora sus familias estarán leyendo una carta explicando todo. Podrás entender quiénes son ellas.
Adiós.
Tu hija,
Mina Aino."
Éso no podía ser. A pesar de que ya conocía todo aquéllo que decía la carta, el impacto fue como si al haberla leído me hubiera enterado de toda la verdad. Y me di cuenta de que muy en el fondo, a escondidas, mi hija era esa chica que siempre quise que fuera.
Pero en ese momento las palabras de la carta volvieron a mi mente, y me di cuenta de que Mina y sus compañeras corrían peligro de muerte.
De pronto sentí una brisa cálida rozándome. Volteé a ver qué ocurría y vi a las cinco Scouts tomadas de la mano y con la cabeza en alto. Y su imagen fue difuminándose hasta que desaparecieron.
Allí mis pensamientos se centraron en una sola cosa: Existía la posibilidad de no volver a ver jamás a mi única hija, y creí que la había perdido.
Ahora estoy haciendo la cena. Faltan dos días para que se cumpla una semana desde la despedida de Mina. Todavía no ha llegado, pero noche anoche la espero para cenar.
- Mina, báñate y ven a cenar. -le digo al recuerdo en el aire.
Y me imagino a una rubia de 16 años bajando las escaleras en traje de marinero. Me sonríe y le respondo. Pero ella todavía no sabe que yo sé que ella es una Sailor Scout. Y nunca lo sabrá...
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