5 de 20 | VIAJE
A CHINA Y COREA |
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al doble. Terminamos por decir que cada uno iba a comprar una petaca.
Por las siete la sueca ofreció 210 pesos. Son petacas como las
que se llevan a los aviones con sus ruedas, su jaladora, sus candados.
Al final quedamos en 60 pesos por cada petaca. Nos fuimos felices. Los
vendedores quedaron igual y el público más, casi hasta
aplauden. La petaca que compré terminé por regalarla pues
era muy chica. Dar a China lo que es de China y a Dios lo que es de
Dios. |
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En China en todos los hoteles
donde estuve, que fueron muchos, siempre te dan el desayuno. En Seúl
no. Ahí un par de huevos solos o con tocino te cuestan 120 pesos,
el café 60 pesos y ya no digamos si quieres desayunar un bistec.
Mínimo te cuesta la pura carne como 300 pesos o más. Así
que un desayuno un poco abundante te puede salir en unos 600 pesos. El
mismo desayuno en China no pasaría de 100 o 150 pesos. Gran diferencia
entre uno y otro. Y ya que hablamos de desayunos es bueno hablar de lo que se come y cómo se come. China está llena de restaurantes, los hay desde muy elegantes hasta los de tipo fonda de México. También, como lo dije antes, hay puestos de comida en la calle, no en todas como aquí. Lo primero que te llama la atención es la enorme variedad de platillos que te ofrecen y que por supuesto tú no tienes la más ligera idea de lo que son. Tu guía pide y pide. Al rato la mesa está llena de platillos a cual más de raro. Tú tomas tus palillos, pues casi nunca hay cubiertos, y empiezas a comer. Piensas, y no fallas, que es un exceso de comida y que jamás se va a terminar. Y no, nunca se termina. La mesa queda con tantos alimentos que bien podría venir otro grupo igual al nuestro y comer suficientemente con nuestras sobras. Eso no lo entendí. China ha pasado por guerras tremendas, periodos de hambre y entonces este desperdicio se me hace muy raro. En Alemania, por ejemplo, que también pasó por guerras y hambre, es de muy mala educación dejar algo en los platos. Estos quedan casi relucientes de limpios. Aquí en China no. Los platos quedan llenos de comida. Y tú con ganas que te pongan todo en una bolsa para llevártela a tu casa; lástima que ésta esté a miles de kilómetros de ahí. Vayamos a los alimentos. En los restaurantes de medio pelo para arriba siempre se ven acuarios llenos de peces de todos tamaños, de caracoles, de jaibas, de cangrejos y de muchos que en la vida he visto. Están ahí para que tú los escojas. Viene el cocinero, los toma vivos y se los lleva a cocinar. En el más grande que fui tenía como unos veinte acuarios muy grandes, con tiburones, con peces negros que están en el piso, con unas conchas negras de las que salía como un pene gigante. Nunca pedí nada de eso pero creo que sí lo comí. Eugenio Aguirre me dijo antes de salir que en China me comiera todo lo que me pongan enfrente y que nunca pregunte de qué se trata. En general seguí su valioso consejo pero sí alguna vez pregunté. Esto es nido de pájaro me contestaban, esto cuello de pato, esto flor de loto, esto es bambú, esto… |
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Y así comes cosas
negras, cosas gelatinosas, cosas como hierbas de las que uno tira en su
país, trozos de carne que piensas puede ser de perro o de algo
así. En China, y sobre todo en Corea se come el perro. Es un alimento
elegante y caro. Por eso, creo yo, no hay perros callejeros. El olor es
bueno y apetitoso. Eso en China. En Corea todo huele a ajo. Ajo le ponen
a todo. Y ahí estás con tus palillos tratando de quitarle
la carne al pescado o de partir con ellos un trozo de carne. Terminas
por hacerlo bien, o casi bien. Siempre terminé ensuciando los manteles
con alimentos que se me caían de los palillos. Cosa curiosa es
que en cenas elegantes te sirven hasta tres sopas diferentes. En los demás
una pero generalmente como último platillo. También en los
medianos y finos existe sobre las mesa una plataforma circular movible
para que vayas escogiendo lo que quieras comer. Y así te la pasas
dando vueltas a ella cuidando que algún comensal no esté
tomando algo en ese momento pues con tu movimiento harías que lo
tirara. Los sabores. Decidí probar todo se viera como se viera. Y qué creen. Que todo me gustó y me gustó mucho. Los platos de verduras, de carnes, de pescados, de hongos, de quien sabe qué. Todo sabrosísimo. Aprendí a mezclar sabores cada vez que te llevas algo a la boca. Aquí nos comemos un enorme plato de mole o de enchiladas. Ahí es distinto. Son pequeñas |
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