Alemania y la URSS [1]
La ausencia total de resistencia
por parte de los obreros alemanes ha provocado cierta inquietud en nuestras
propias filas. Nosotros esperábamos que la marcha hacia adelante del peligro
fascista superaría no sólo la pérfida política de los reformistas, sino también
el sabotaje ultimatista de los estalinistas. Estas esperanzas no se
confirmaron. ¿Eran falsas nuestras expectativas? Esta cuestión no puede
plantearse de una manera tan formal. Estábamos obligados a partir de un curso
basado en la resistencia, y hacer todo lo que estaba a nuestro alcance para su
realización. Reconocer a priori la imposibilidad de la resistencia habría
significado no hacer avanzar al proletariado, sino introducir un elemento de
desmoralización adicional.
Los
acontecimientos han aportado su comprobación. La primera lección se extrae en
el artículo de Trotsky «La tragedia del proletariado alemán». Ahora puede
decirse casi con certeza que sólo un cambio de coyuntura originaría un impulso
hacia una verdadera lucha de masas. Entretanto, la tarea es principalmente de
crítica y preparación. El régimen de terror fascista será una grave prueba para
nuestros cuadros en su conjunto y para cada miembro en particular. Es
precisamente un período así el que templa y educa a los revolucionarios. En
tanto los fascistas toleren la existencia de los sindicatos, es necesario a
toda costa que la Oposición de Izquierda penetre en ellos y empiece una labor
conspirativa precisa en su seno. La transición a la ilegalidad no significa
solamente pasar a la clandestinidad (crear un órgano en un país extranjero,
meterlo de contrabando y distribuirlo, un núcleo ilegal dentro del país, etc.),
sino también la capacidad
para emprender una labor conspirativa dentro de las organizaciones de masas en
la medida en que éstas existan.
La cuestión del posible papel
del Ejército Rojo es planteado agudamente por muchos camaradas. No es, evidentemente,
cuestión de revisar nuestra posición de principio. Si la situación interior de
la URSS lo hubiera permitido, el gobierno soviético, en el momento del primer
acercamiento de Hitler hacia el poder, habría movilizado algunas divisiones del
ejército en la Rusia Blanca y Ucrania, naturalmente escudándose en la defensa
de las fronteras soviéticas. Partiendo de la idea irrebatible de que el
Ejército Rojo sólo puede auxiliar y no sustituir la revolución en otro país,
algunos camaradas se inclinan a la conclusión de que, en ausencia de una guerra
civil en Alemania, sería inadmisible recurrir a la movilización en la URSS.
Plantear de tal manera la cuestión es demasiado abstracto. Naturalmente, el
Ejército Rojo no puede sustituir a los obreros alemanes en hacer la revolución;
mejor aún, sólo puede auxiliar la revolución de los obreros alemanes. Pero, en
las diferentes fases, esta ayuda puede tener diferentes manifestaciones. Por
ejemplo, el Ejército Rojo puede ayudar a los obreros alemanes a empezar
la revolución.
Lo que paralizó al proletariado
alemán fue el sentimiento de desunión, de aislamiento y de desesperanza.
Solamente la perspectiva de una ayuda armada del exterior habría ejercido una
influencia enormemente estimulante sobre la vanguardia. El primer acto de
resistencia serio contra Hitler por parte de los obreros alemanes habría
provocado una disensión entre la Alemania fascista y la URSS y podía haber
conducido a una solución militar. El gobierno soviético no puede tener el más
pequeño interés en actuar como agresor. No es una cuestión de principio,
sino de oportunidad política. Para las masas campesinas, una guerra con el
objetivo de ayudar al proletariado alemán habría sido difícilmente
comprensible. Pero es posible atraer a los campesinos a una clase de guerra que
empieza como defensa del territorio soviético contra un peligro amenazador.
(Todo lo que se decía en la Historia de la revolución rusa, de Trotsky,
sobre el tema de la defensa y el ataque respecto a la revolución incumbe
igualmente a la cuestión de la guerra.)
La forma que pueda tener la
acción del Ejército Rojo en los acontecimientos alemanes por supuesto que
tendría que coincidir completamente con el desarrollo de aquéllos y con el
estado de ánimo de las masas obreras alemanas. Pero, precisamente porque los
obreros alemanes se sienten incapaces de romper las cadenas de la pasividad, la
iniciativa en la lucha, incluso en la forma preliminar arriba mencionada,
pertenecería al Ejército Rojo. El obstáculo a esta iniciativa, sin embargo, no
es la situación actual en Alemania, sino la situación en la URSS. Parece
que muchos camaradas extranjeros prestan una atención insuficiente a este
aspecto de la cuestión. Hace más de un año desde que hablamos de la necesidad
de la intervención del Ejército Rojo en caso de que el fascismo llegase al
poder, En esto basamos nuestro pensamiento sobre la esperanza de que no sólo en
Alemania sino también en Rusia se produciría el cambio político necesario que
mejoraría la situación económica y, por tanto, el poder soviético habría
adquirido la libertad de movimiento necesaria. En realidad, sin embargo, los
desarrollos internos durante el último año han adoptado un carácter
extremadamente desfavorable. La situación económica, lo mismo que el espíritu
de las masas, hace difícil en alto grado una guerra. Toda la información de la
URSS afirma que, en las condiciones actuales, la consigna de ayuda militar al
proletariado alemán parecería, incluso para los obreros avanzados rusos, como
irrealizable, irreal e ilusoria.
Nosotros no cedemos ni un ápice en nuestra
posición de principio. Aun cuando la posición de internacionalismo activo nos
sirve en la actualidad sobre todo para proseguir una crítica despiadada de
la burocracia soviética, que en el momento decisivo paraliza al Estado
obrero, sin embargo, en ningún caso podemos dejar la situación objetiva fuera
de consideración: las consecuencias de los errores se han convertido en
factores objetivos. Exigir la movilización del Ejército Rojo en las condiciones
actuales sería puro aventurismo. Pero tanto más resueltamente debemos, pues,
exigir un cambio en la política de la URSS en nombre de la consolidación de la
dictadura proletaria y el papel activo del Ejército Rojo.
Hitler y el Ejército rojo índice
[1] Carta escrita con seudónimo el 17 de marzo de 1933, fue publicada en el Boletín interno de la Liga Comunista de América, n.º 11, 31 de marzo de 1933.