El arte tiene sentido a partir de que a través de sus formas nos permite hacer frente a la angustia que implica el hecho de vivir. La música, la palabra y la escena son instrumentos que nos expresan y nos ubican en un lugar que nos expone ante la cuestión de qué es lo que queremos, de quiénes forman parte de nosotros y de quiénes formamos parte.
Odiemos con razón, amemos con razón, escuchemos música con razón, bailemos con razón y reproduzcamos palabras con razón. Porque por más que esas razones sean sólo nuestras serán las que inutilizarán a los que vienen a abrazarnos con un cuchillo oculto y las que justifiquen la acción de los que, anónimos, se acercan para decirnos con su presencia, su voz o su silencio, que nos acompañan en el camino.
El banquete de los mendigos se llena de falsos héroes y estamos dejando sin invitación a los que merecen nuestro respeto.
No todo nos da igual, no dejamos de creer en algunas cosas, no estamos para acostumbrarnos al aburrimiento. Estamos para reconocernos, para juntarnos, para que existan razones que nos permitan, al menos por un segundo, sacudir la indiferencia y las leyes de la falsedad.
Gracias a los que nos regalaron y nos regalan las armas para combatir la angustia: los artistas que dejan una marca evidente en nuestro trabajo. Gracias a los que justifican cada concierto demostrándonos que subirse al escenario, con el esfuerzo que esto significa, está más que recompensado. Gracias a los que no nos comprenden y lo reconocen. Gracias a todos los que no miran alrededor antes de dar su opinión. Gracias a los que no eligieron ni eligen el camino más fácil. Gracias a los anónimos amigos de siempre con los que a través de aplausos y agradecimientos nos comunicamos y gracias a los que sin temerle a la oscuridad, por suerte, aún le temen a la falsedad, a la mediocridad, a la estupidez y a las propuestas que, disfrazadas de alternativas, no hacen más que cerrar nuestra mente y estrechar nuestro mundo.

Ultramar

 

biografía

Toda biografía no es más que una serie de hechos cronológicos que de alguna u otra manera inciden sobre la totalidad de una determinada historia.  He aquí un breve listado, subjetivamente escogido, de esa lista de hechos que fueron conformando el presente de este grupo.

Ultramar  tiene como fecha de inicio el 27 de abril de 1996 (primer ensayo y fecha en que compusieron No Voy a Esperar).  Aún sin nombre, la banda se reunió dada la comunión musical de los distintos miembros que formarían el grupo.  Los primeros ensayos de aquel año tuvieron a Marcelo Wolff en voz, a Marcelo Coello en guitarra, y a Martín D'Ambrosio en percusión, a quien se le debe, en gran parte, la concreción de aquellas reuniones a pesar de que luego dejaría de formar parte para responder a otro proyecto.  Un año después, con la participación de José Loy en algunas letras, y ya bajo el nombre de Ultramar, el dúo de base (Wolff - Coello), editaría de manera independiente un cassette con 10 temas que resumirían el trabajo del año.  Con influencias marcadas que llagaban desde distintas fuentes, Ultramar realizó una serie de recitales que cerrarían el año en un Centro Cultural en el barrio de San Telmo.   Con covers de Bowie, Virus, The Clash y temas propios, Ultramar se expandía y comunicaba sus influencias sin restrigirse.  La cuidada aunque caótica e histriónica escena del grupo fue haciendo de cada presentación un encuentro particular y complejo entre el público y quienes ocupan el escenario.  Después de una interrupción de recitales a principios de 1998, Ultramar se dedicaría a la grabación de su primer CD.  Éste, de edición limitada y producción independiente, llevaría el nombre de "Pirata" y reuniría trabajos anteriores y varios cortes nuevos.

La decisión de no compartir fechas con una larga lista de bandas y continuar trabajando de manera independiente, los llevó a periodos de ausencia en el circuito underground de Buenos Aires, sin embargo un reducido número de público siguió respondiendo a los encuentros brindando el apoyo que les negara la crítica especializada y los sectores encargados del reconocimiento subterráneo.  A tres años del comienzo, queda una lista de sombras donde se mezclan presentaciones pasadas y por venir, flashes de energía y climas densos, proyectos cumplidos y por cumplirse, un cierto aire existencialista a la vez que activo y comprometido.  Ultramar no es hoy por hoy la banda correcta que hace lo que se debe para llegar a la tapa de alguna revista difusora de música prometedora, simplemente hace lo que sabe hacer;  sacudir el polvo de los escenario que se cruzan en su camino e inundar, con canciones que dicen cosas, los oídos de un público,   que según ellos, es la parte más importante de esta abreviada cronología.

Vicente Prisse - Cobertura Nocturna / Marzo 1999

 

... en constante transformación, como cualquier elemento orgánico, no me sorprendí demasiado al llegar al sótano.  Para el 2000 Ultramar continuaba su línea vital con algunas sumatorias.  José Loy se agregaba sobre el escenario para ejecutar percusión y a los pocos meses se agregaba la guitarra de José Martínez para terminar de delinear un nuevo camino que encontraría a Ultramar sobre escenarios como el del C. C. Rojas.

Vicente Prisse - Cobertura Nocturna / Mayo 2000 

 

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