La
importancia de la renovación
Por
Fabián Mozzati
Arthur Gordon relata una
historia maravillosa e íntima relacionada con su propia renovación
espiritual. En un breve texto titulado The turn of the tide (El
regreso de la marea) habla de una época de su vida en la que
comenzó a sentir que nada tenía sentido.
Su
entusiasmo se había desvanecido; sus esfuerzos por escribir
resultaban estériles. Y la situación empeoraba día tras día.
Finalmente decidió pedir ayuda a un médico. Éste no encontró
ningún problema físico y le preguntó si estaba dispuesto a
seguir sus instrucciones durante un día. Gordon contestó que sí;
el médico le dijo que pasara el día siguiente en el lugar donde
más feliz había sido cuando niño. Podía comer, pero no debía
hablar con nadie, ni leer, ni escribir, ni escuchar la radio.
Después le escribió cuatro prescripciones en sendas recetas, y
le dijo que las fuera leyendo una por una, a las nueve, a las
doce, a las tres de la tarde y a las seis.
-¿Habla usted en serio?, le
preguntó Gordon.
-¡No pensará que bromeo
cuando reciba mi factura!, fue la respuesta.
De modo que a la mañana
siguiente Gordon se dirigió a la playa. En la primera receta, leyó:
“Escuche cuidadosamente”. Pensó que el médico estaba loco.
¿Cómo podría pasarse tres horas escuchando? Pero había
acordado seguir esas instrucciones, de modo que escuchó. Oyó los
sonidos habituales del mar y las aves. Al cabo de cierto tiempo,
pudo oír otros sonidos no tan aparentes al principio. Mientras
escuchaba, empezó a pensar en las lecciones que el mar le había
impartido de niño: paciencia, respeto y conciencia de la
interdependencia de todas las cosas. Al escuchar los sonidos -y el
silencio- sintió dentro de él una paz creciente.
Al mediodía, tomó la
segunda receta y leyó: “Trate de volver atrás”. ¿Volver atrás?,
¿a dónde?, se preguntó. Tal vez a la infancia, a los recuerdos
de tiempos felices. Pensó en su pasado, en los muchos pequeños
momentos de alegría. Trató de recordarlos con exactitud. Y al
hacerlo descubrió dentro de sí una calidez creciente.
A las tres de la tarde, leyó
la tercera receta. Hasta ese momento, las prescripciones habían
sido fáciles de cumplir. Pero ésa era diferente; decía:
“Examine sus motivos”. Al principio adoptó una actitud
defensiva. Pensó en lo que deseaba (el éxito, reconocimiento,
seguridad) y lo justificó por completo. Pero entonces se le
ocurrió que esos motivos no eran suficientemente buenos y que tal
vez allí estaba la respuesta a su situación de parálisis.
Consideró sus motivos en profundidad. Pensó en su felicidad
pasada. Y por fin encontró la respuesta. Luego escribió:
“En
un relámpago de certidumbre vi que si los motivos que uno tiene
son erróneos, nada puede ser correcto. No importa que uno sea
cartero, peluquero, agente de seguros, ama de casa o cualquier
otra cosa. Mientras uno sienta que está sirviendo a otros, es que
la tarea está bien hecha. Cuando a uno sólo le preocupa ayudarse
a sí mismo, el trabajo es de menor calidad: una ley tan
inexorable como la gravedad”.
A las seis, rápidamente pudo
cumplir con la prescripción final: “Escriba lo que le preocupa
en la arena”, decía. Se arrodilló y escribió varias palabras
con un trozo de caracol roto. Después se puso de pie, dio la
espalda a lo que había escrito y echó a andar, sin mirar atrás;
sabía que iba a subir la marea...
La renovación espiritual
exige que se le dedique tiempo. Se trata de una actividad muy
importante, una fuente de poder que nos permite liberar y
multiplicar nuestra energía y realmente no tenemos tiempo como
para descuidarla.
Se dice que el gran reformador Martin Luther King comentó en una
oportunidad:
“Tengo
mucho que hacer hoy, de modo que necesito pasar otra hora de
rodillas”.
Mover
el Mundo
Por
Fabián Mozzati
La
energía es esencial para la vida y para el futuro de las
personas: es lo que nos permite vivir confortablemente, trabajar,
cocinar los alimentos, trasladarnos de un lugar a otro, etc. Sin
temor a exagerar, podemos afirmar que la energía... mueve
el mundo!
Obtener
suficiente energía para billones de personas, sin destruir la
naturaleza, se ha convertido en unos de los principales desafíos
de nuestra sociedad.
Aplicar
un principio fundamental de la efectividad, nos permitirá
encontrar la manera de “mover el mundo”, sin consumir sus
recursos. Este principio establece que no se puede
sostener la productividad sin renovación.
Aplicado al problema de la energía, este principio nos dice que
no podemos consumirla, sin renovarla.
La
energía es el principal recurso de nuestra economía. Si
continuamos desarrollando nuestras actividades económicas sobre
la base exclusiva de la producción y el consumo, y no cuidamos
las fuentes de energía, pronto nos encontraremos incapacitados
para seguir produciendo. Preguntarse por el futuro de la energía,
es preguntarse por el futuro de cada uno de nosotros.
Hoy,
las fuentes principales de energía se basan en
recursos no renovables.
Estos están contenidos en la Tierra en cantidades limitadas y los
más utilizados son los denominados combustibles fósiles, como el
petróleo, el carbón y el gas natural. Desafortunadamente, una
vez que se acaben estos recursos, será imposible recuperarlos.
Aunque aquí no termina el problema... El mayor peligro que
presenta la explotación de estas fuentes de energía es su
impacto ambiental, ya que producen emanaciones contaminantes y su
transporte -y almacenamiento- suele ser peligroso para el hombre.
Nuestra
estufa funciona a gas natural. Nuestro auto funciona a gasolina.
La luz de nuestros hogares es generada en centrales eléctricas
que funcionan por combustión de carbón. Es difícil imaginar
nuestra vida cotidiana sin estas fuentes de energía. A pesar de
que sabemos que -algún día- estas fuentes de energía se agotarán,
cada día consumimos más.
El
aumento en el consumo de energía nos lleva a pensar en nuevas
tecnologías para obtenerla. Al hacerlo, nos preguntamos: ¿existen
alternativas a las fuentes de energía no-renovables?
Sí. Las llamadas energías renovables que
se obtienen de fuentes naturales inagotables. Las más estudiadas
y utilizadas son las siguientes:
- Agua:
puede iluminar ciudades enteras. La fuerza de una masa de agua
cayendo desde determinada altura, puede activar una turbina
conectada a un generador y producir electricidad. Más del 97%
de toda la electricidad generada a partir de fuentes
renovables, proviene del aprovechamiento del agua. En todo el
mundo, se han construido miles de represas para maximizar esta
fuente de energía. Las mareas -particularmente- son un
recurso poderosísimo ya que utilizan la energía
gravitacional del Sol, la Tierra y la Luna.
- Sol:
las
células solares convierten los rayos de sol directamente en
electricidad. Al no utilizar combustible, no contaminan. Además,
la energía solar es abundante y limpia. El sol es un reactor
de fusión colosal que ha estado en combustión durante
billones de años. Se estima que la cantidad de radiación
solar que golpea la Tierra cada 72 horas equivale a la energía
total almacenada en las reservas de carbón, petróleo y gas
natural juntas.
- Viento:
las
turbinas de viento de alta tecnología producen electricidad
suficiente para abastecer miles de hogares. El poder del
viento ha sido aprovechado por el hombre desde sus primeros
tiempos (quizás el caso más ilustrativo sea la navegación a
vela, o los molinos de las comunidades agrarias de la antigüedad).
Hoy, las personas y las empresas están reconociendo que el
viento es una fuente de energía limpia y ampliamente
disponible.
- Hidrógeno:
su
suministro es virtualmente ilimitado. Puede ser producido a
partir de agua por electrólisis (proceso que utiliza la
electricidad para disociar la molécula de agua en sus
componentes elementales: hidrógeno y oxígeno). Esta fuente
de energía tiene sentido a nivel económico (no es costoso) y
ambiental: no afecta la capa de ozono, ni contribuye con el
efecto invernadero, ya que sus únicos productos derivados son
agua limpia y energía calórica utilizable.
- Biomasa:
es
la materia orgánica de las plantas que almacena energía
solar en forma de carbono. La biomasa puede ser utilizada
directamente como combustible. Una alternativa muy extendida
es su uso para la obtención de bio-gas. Este gas (alternativo
al natural) se obtiene acumulando restos orgánicos, residuos
de cosechas y otros materiales que pueden descomponerse por la
acción de los microorganismos. La mezcla de gases producidos
es utilizada como combustible.
- Magma:
el
calor contenido en el planeta es tan intenso, que en algunos
lugares ha derretido el manto terrestre creando una roca
fundida llamada magma. Cuando el agua desciende de la
superficie terrestre y se encuentra con el magma derretido que
asciende, se genera energía. Su explotación se realiza
perforando el suelo y extrayendo el líquido que sale en forma
de vapor. Este se aprovecha para accionar una turbina que
mueve un generador de energía eléctrica.
Parece
claro que la especie humana está enfrentando uno de los mayores
desafíos de su historia: cómo moverse en el futuro. Hoy
consumimos aproximadamente 77 millones de barriles de petróleo al
día. Las fuentes no-renovables tienen una alta aceptación porque
son más económicas que cualquiera de las energías renovables,
pero sus “costos ocultos” -contemplados a largo plazo- son altísimos.
Si deseamos construir una sociedad y una economía sustentables,
en lugar de guiarnos por aquella creencia que dice “el
dinero mueve el mundo”, tal vez debamos recordar que es la
energía quien lo mueve.
Por su alta disponibilidad, su reducido impacto ambiental y por
tratarse de tecnologías perfectamente asimilables en muchos
lugares, las fuentes renovables merecen nuestra atención. Si
continuamos dándoles la espalda -únicamente porque no existe
motivación económica- algún día nos encontraremos sin
recursos... para
mover el mundo!
Claridad
emocional
Por
Fabián Mozzati
Sabemos
que no existe comunicación efectiva sin una escucha efectiva.
Recién cuando escuchamos convertimos las palabras en mensaje.
Usted puede estar leyendo este artículo y -sin importar lo
cuidadosamente elegidas que estén las palabras- si está pensando
en otra cosa y no está “escuchando”, el mensaje no penetrará
en su mente.
Nuestro
cerebro suele comportarse como una recepcionista: ve luces que se
encienden y dice “de
ninguna manera atenderé otra llamada”.
Y -al igual que una eficiente recepcionista- se muestra muy
sensible a aquello que nos ocurre: ve cuán tensos, ocupados -o
preocupados- estamos, evalúa el tráfico de estímulos y regula
nuestros niveles de atención.
Se
ha descubierto que un mecanismo central para lograr que nuestro
cerebro preste atención es la emoción. Emoción y atención
están muy relacionadas. Por ejemplo, cuando asistimos a una
fiesta y conocemos varias personas, ¿a
quiénes prestamos más atención? A
quien nos hace reír, a quien nos avergüenza, a quien nos halaga,
etc. Es decir, a quienes tienen un impacto emocional en nuestra
experiencia.
Cuando
algo realmente nos importa -o experimentamos sentimientos intensos
hacia ello- prestamos más atención. Por tal motivo -si deseamos
realmente escuchar- debemos ir más allá de la denominada
“escucha activa” y comprometernos con una “escucha
emotiva”.
Toda
comunicación tiene un sub-texto emocional. Es posible
verlo observando a los demás y a nosotros mismos. El sub-texto
emocional puede -incluso- modificar el significado de las
palabras. Por ejemplo, cuando en una discusión acalorada alguien
dice: “Desacuerdo
con mi estimadísimo colega”,
todos escuchamos qué significa “estimadísimo”
en ese momento. Aunque el hablante pretenda ser cortés, el “estimadísimo”
es provocado por una emoción que se opone a su significado
original.
¿Por
qué es tan importante entender el sub-texto emocional?
Después de todo, en la mayoría de nuestras comunicaciones
diarias trabajamos arduamente para conseguir claridad y ser
conscientemente creíbles. El problema es que la claridad no
depende exclusivamente de nuestra racionalidad, sino que puede
ser obstaculizada por nuestras emociones.
Analicemos
la siguiente conversación:
-¿Estás
enojada?, pregunta el esposo a su mujer
-No,
responde ella. No estoy enojada
Como él escucha cierta tensión en su voz, le vuelve a preguntar:
-¿Ni
siquiera un poco?
-Te
dije que no, responde, esta vez en un tono más agresivo.
-Es
que me parecía que estabas enojada, comenta el esposo.
-Ahora
sí estoy enojada. Me hiciste enojar, finaliza ella.
¿Estamos
frente a un malentendido? Cuando
el hombre pregunta a su esposa si está enojada, ella
probablemente lo esté, pero no quiere demostrarlo para evitar un
conflicto. Por su lado, él provoca la irritación de la mujer con
sus preguntas: si ella no estaba enojada... ahora
lo está!
Como
la mujer de la historia, hay veces en que -si bien no mentimos-
estamos confundidos. Las emociones suelen confundirnos y
provocar que nuestras comunicaciones pierdan claridad. Para evitar
esto, lo más esencial es ser claros en nuestros sentimientos y
asegurar que aquello que digamos no contradiga aquello que
sentimos. Alinear los pensamientos con los sentimientos -y luego
con las palabras- es síntoma de claridad... emocional.
Solemos
ser muy imprecisos en nuestras comunicaciones. Pero esta imprecisión
no se resuelve simplemente exigiendo claridad a nuestro
razonamiento, o escogiendo con cuidado las palabras. Además, será
necesario escuchar las emociones involucradas en la situación. Si
ignoramos los sentimientos, perderemos valiosa información.
Sólo
atendiendo al sub-texto emocional de nuestras conversaciones
aprenderemos a comprender mejor a los demás y a ser más claros
en nuestros mensajes. En las comunicaciones humanas... la
claridad también es un asunto emocional.
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