Reubén deja a Susana en su casa, y una vez más decide caminar hasta la suya, lo que le sirve de entrenamiento. En su camino se encuentra con la misteriosa muchachita del día anterior: Natividad.
- "!Hola!" lo
saluda ella.
- "Hola" saluda
Reubén algo extrañado.
- "Ven, te invito un helado."
- "¿? Bueno."
Mientras comen los helados en silencio, Reubén se le queda viendo, queriendo recordar el sueño que tuvo en la mañana. Su mente se va a otras cosas, otras posibilidades, otro destino... Y Reubén suelta un suspiro mientras tiene la mirada perdida frente a Natividad.
Ella pone mirada de sorprendida, mientras Reubén se apena porque estaba tan sumergido en sus fantasías, que no suprimió el suspiro.
- "¿Qué tienes? ¿Qué
miras que te pones rojo?" le pregunta
cubriéndose el pecho en broma.
- "No, no es nada" agacha
Reubén la mirada.
- "A ti te pasa algo."
- "Es que... debería estar entrenando.
Tengo que irme. ¡Gracias por la nieve!" sale
corriendo.
- "¡Espera!....."
Reubén regresa a su casa muy confundido y atribulado, con Natividad a su lado, simplemente acompañándolo, sin molestarlo. Cuando llega a su casa, ella interrumpe el silencio.
- "¡Así que aquí vives!"
se
alegra Natividad.
- "Sí"
le
contesta Reubén resignado.
- "¿Y ya tienes que entrar?"
- "Eh... Sí"
- "¿Y no necesitas que alguien te acompañe?"
- "N-no....."
- "Quisiera poder acompañarte en tu entrenamiento,
pero ni modo, cuando una persona necesita
estar sola, es mejor no intervenir. Además, yo también
tengo algo qué hacer."
- "Pues... Adiós..."
- "¡Pero espera! Es que se me olvidó
darte algo. Ven."
- "¿Qué?"
Natividad lo toma por sorpresa y le planta un beso francés sin encontrarse con mucha resistencia. Al terminar esto, ella sale corriendo. Reubén se queda inmóvil, limitándose a verla irse, confundido ante la respuesta de su cuerpo: Su corazón palpita fuertemente como si fuera a romper su pecho, siente sudor en las manos, y su pantalón le empieza a apretar.
Justo cuando ella dobla la esquina, Reubén da media vuelta para entrar a su casa, cuando por el rabo del ojo puede ver una figura extraña, andrajosa y vieja a unos cuantos metros.
Voltea bien la cabeza, y puede ver muy bien que se trata de una momia que se acerca lentamente.
Inmediatamente comienza a dirigirse hacia ella, limitado por su reacción corporal. Pero justo cuando puede utilizar su cuerpo a toda su capacidad y le tira una fuerte patada voladora, la momia desaparece, sin poder recibir daño.
- (¿¡Qué está pasando aquí?!) se preocupa Reubén acuclillado en la banqueta.
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