Nuestra primera parada fue en una "casa de cultura". Antes de entrar a la casa, subimos a la azotea y vimos una vista espectacular de Tanger y el Mediterraneo. Me señaló una iglesia Católica, una mezquita Musulmana y una sinagoga Judía enfatizando que en Marruecos se respetan estas tres religiones. Una vez dentro de la casa, me presentó a un profesor que me enseñaría sobre la cultura e historia de Marruecos. Con el "profesor", quien resultó ser un vendedor de alfombras, tomé té de menta y disfruté de una forma de vender que consistía de trucos que no había disfrutado antes, pero que luego aprendí que son la norma en el país: ofrecer te de menta al cliente, hacer que se siente relajado, tratar de establecer una amistad instantanea simplemente con pedirla, enseñar cartas de otros clientes satisfechos, contar la historia completa del producto y luego tirar un precio al aire esperando que el cliente responda con su propia oferta o si el vendedor tiene mucha suerte, el cliente acepta ese primer precio.