Smiling Facade

Capítulo 2: Turn at the corner

Todos los días era el mismo despertar. Era aburrido abrir los ojos y ver siempre el mismo y podrido lugar rodeado todas las cosas que a él no le gustaban. Todo en su vida se había ido en picada y al parecer nadie se acordaba de él, ni siquiera Dios. Vivir cada día tratando de aparentar las cosas era un verdadero reto en especial si tenías en cuenta que la vida jamás fue fácil. Nadie tiene una vida perfecta, no importa lo que uno hiciera para ellos siempre te iba a faltar algo… en su caso que era lo que él tenía?

Bueno tenía vida… aunque a su papá no le importara mucho. Tenía un cuerpo completo… que su papá se empeñaba en destruir con los semejantes coscorrones que le daba. Tenía a Karupin para hacerle compañía… gato que su papá se empeñaba en botar cada vez que lo veía dentro de la casa… Tenía a su papá que… bueno que no aportaba nada beneficioso para él y quizá lo único bueno que hacía era darle permiso para dormir bajo techo por que en el resto de cosas dejaba mucho que desear.

Ya habían pasado tres años desde que murió su mamá y desde entonces muchas cosas habían pasado. Había tratado de sobrevivir bajo los cuidados, si así se les podía llamar, de su hermano Ryoga. Ryoga también había crecido mucho y ahora era mucho más independiente que antes. Se daba el lujo de gritarle a papá e ir y venir a casa sin ningún horario; su vida carecía de responsabilidades desde que se dio cuenta que Ryoma podía cuidarse solo sin necesidad que él estuviera cerca. Bueno el creía que se podía cuidar solo, eso es lo que él quería creer. Pero ahora último había habido una novedad. No hacía menos de dos meses que la verdadera mamá de Ryoga se había contactado con él y lo había invitado a pasar una temporada juntos en su casa. Obviamente no hubiera podido llevar a Ryoma si es que lo hubiese querido por que entre su hermano menor y su mamá no había ningún vínculo.

Entonces ya se cumplían dos meses viviendo completamente solo a su suerte junto con su papá. Estos dos meses no habían sido nada fáciles por que el solo compartir un techo los dos ya era inconcebible. No parecían tener nada en común más que él simple hecho de ser padre e hijo. Su papá se empeñaba por mantenerlo lejos de él en sus momentos de sobriedad pero apenas los efectos del alcohol comenzaba a apoderarse de él lo buscaba hasta en la calle como un loco, por eso Ryoma no se podía dar el lujo de permanecer mucho tiempo en la calle o en algún lugar que tuviera gente conocida… como su colegio.

A los siete años ya cursaba el segundo grado de primaria. Era un chico inteligente y astuto pero bastante introvertido y por ende poco sociable. Los demás niños de su salón preferían mantener una distancia prudencial de él por lo que se rumoreaba que tenía mal carácter pero aún así siempre existía algún valiente que se atrevía a dirigirle la palabra. Ryoma era un chico que no tenía pelos en la lengua y mucho menos temor a decir lo que pensaba, sus únicos temores solo se manifestaban cada vez que su papá estaba de mal humor fuera de eso nada era de otro mundo.

Los profesores de su colegio no sabía a ciencia cierta que situación era la que el niño vivía en casa pero si tenían ciertos aires que les daban a corroborar ciertas teorías que vagaban por las cabezas de todos pero nadie se atrevía a hacer o decir nada… el maltrato del padre para con Ryoma era un secreto a voces.

A veces Ryoma se preguntaba por que se empeñaba en esconder entonces sus marcas y golpes a través de una sonrisa vacía y despreocupada si ya todo el mundo sabía de eso. No tenía sentido aparentar que nada malo pasaba en su casa pero en su caso también ya se había hecho costumbre y una costumbre era algo muy difícil de cambiar.

Como todos los días se despertaba temprano y se alistaba para ir al colegio. Por lo general las mañanas era el momento más pacífico del día ya que su papá se encontraba en medianoche tirado en el piso de la sala o quizá en el sofá o su cama, todo dependía de que tanto hubiera bebido la noche anterior. Una vez cambiado para ir al colegio bajaba a buscar si había algo para el desayuno que por lo general era algo de leche y uno que otro pan duro, nada que en verdad le dieran ganas de comer aunque la leche era algo que siempre le había gustado tomar. Después de esto salía hacia el colegio aunque a veces su papá se encontraba despierto…

-“Oye mocoso… cuando regreses trae algo para beber… unas cuantas latas de cerveza sería bueno” – con las justas se ponía poder de pie y ya quería seguir bebiendo

-“Estas loco verdad? Creo que la bebida te afecto el cerebro… Nadie me va a vender cerveza… acuérdate que soy menor de edad!” – algo que había aprendido de Ryoga era a fastidiar de palabras a su papá aunque esta regla era aplicable solo en la mañana que casi no podía moverse… se sentía bien desquitarse aunque sea un poco con él de todas las carencias que tenía.

-“No me importa… tu ve como lo haces pero… tráeme una cerveza…” – su papá seguí tambaleándose por la casa tratando de subir los escalones para llegar a su cuarto. Se sujetaba del pasamanos y con las piernas bien abiertas subía escalón por escalón… hasta que Karupin bajo corriendo desde el segundo piso y paso por entre sus piernas. El gato lo hizo tambalearse en su sitio y antes que pudiera dar un paso más cayo tres escalones. – “Ese maldito gato tuyo me ha botado de las escaleras! Cuantas veces te he dicho que no me gusta ese animal del demonio aquí en la casa! Lo vuelvo a ver una vez más y lo mato… a él primero y luego a ti!” - cogí a Karupin y los dos salimos de la casa lo más rápido que pudimos

-“No debiste haber hecho eso karupin… si, ya se que se lo merecía… sé que no debío pegarme ayer pero ya lo hizo… tengo que ir al colegio ahora… trata de no regresar a la casa hasta que yo regresé… no quiero que te mate… no me quiero quedar solo, comprendiste?” – el gato parecía poder entablar una conversación fluida con él, los dos podían comprenderse mutuamente sin la necesidad de palabras en algunos casos. Karupin salió corriendo al costado de su amo por unas tres cuadras y luego se separaron.

Siempre era así, se separaban en la mañana y se volvían a ver en casa cuando el regresaba del colegio. Ryoma al principio estaba intranquilo en las clases pensando que su gato no regresaría a casa pero cuando el volvía su gato siempre lo había esperado en la puerta listo para entrar con él… es que acaso Karupin tenía reloj para saber a que hora tenía que regresar a casa? O sería que en verdad el gato lo seguía a todas partes o poseía una sentido gatuno extra? SI era un sentido gatuno de más a él también le hubiera gustado tenerlo para así poder evitar cualquier desgracia o llegar a tiempo cuando le conviniese.

En el colegio las clases como siempre transcurrieron igual. Los golpes en la cara siempre eran disimulados por una gorra blanca en la cabeza que nadie se atrevía a remover por temor a ver algo poco agradable. Las épocas de invierno, como ahora, eran las mejores por que su ropa de manga larga y cuellos de tortuga podían tapar cualquier tipo de golpe sin despertar sospecha alguna. Las clases para él eran algo aburridas y lentas, siempre se dormía en ellas. Las clases de algunos profesores eran sus favoritas para recuperar el sueño ya que algunos hablan a manera de susurro y más lograban dormirlo que hacerle prestar atención.

Cuando los profesores se aburrían de despertarlo solo lo mandaban a mojarse la cara al baño; si el agua no lo despertaba entonces la caminata hasta el baño por lo menos lo despabilaría. Pero a veces resultaba absurdo esperar que Ryoma regresara al salón. A veces tanto era su cansancio que en vez de lavarse la cara se dirigía a la azotea del colegio para echarse a dormir más placenteramente… no había nada más rico que dormir tranquilo sin la preocupación de que algo malo le pueda pasar… solo el colegio le podía dar esa seguridad.

Pero a Ryoma no le gustaba el colegio solo por eso. El colegio no solo le otorgaba una salida obligada y diaria de su casa, no solo le brindaba la comodidad de un piso tibio en el techo para dormir o el saber que estaría seguro mientras estuviera ahí… el colegio también lo alimentaba a la hora del almuerzo. Su comida asegurada de todos los días útiles por que los sábados y los domingos tenía que ingeniárselas lo mejor posible.

La comida era algo que llenaba su estómago. No siempre el menú era algo rico pero por lo menos se dejaba comer. Agarraba su bandeja y se sentaba en una esquina del comedor a comer lentamente lo que le daban pero nunca se lo comía todo. De la totalidad de su bandeja siempre dejaba algunas carnes y cositas ricas, las metía en una bolsita y sin que nadie se diera cuenta la guardaba en su casillero. Su casillero y su maleta tenían libros usados y cosas viejas y gastadas que alguna vez habían sido propiedad de Ryoga y ahora por herencia le pertenecían.

Terminando el día en el colegio regresaba religiosamente a su casillero exclusivamente para recoger la bolsita de comida sobrante. Cualquiera hubiera pensado que la comida la guardaba para él mismo para cuando volviera a tener hambre pero la comida era para Karupin… era lo mejor que le podía dar a su mascota.

Este día en especial saliendo del colegio pasó por las canchas. Había muchos chicos haciendo deporte. La mayoría de ellos implicaba correr… el podía correr muy bien pero no siempre se encontraba en la mejor condición como para poder formar parte de un equipo. Siguió caminando y a su paso mirando todos los deportes que habían ahí en el colegio hasta que sintió un zumbido venir hacia su lado izquierdo… su primera reacción su voltear rápidamente solo para ver una pelota acercarse cada vez más a su ya adolorida cara. Sin pensarlo dos veces y con un rápido movimiento bloqueo la pelota con su mochila.

-“Tienes buenos reflejos!” – un chico que cabellos puntiagudos se le acercó – “Discúlpame por el pelotazo… sin querer se me escapó. Me llamo Takeshi… Momoshiro Takeshi… tu como te llamas?” – Ryoma aún no se encontraba en tierra… estaba pensando en las musarañas viendo el extraño instrumento con el que el chico había golpeado la pelota. – “Oye… tienes nombre?”

-“Que es eso?” – Ryoma no se preocupo en contestarle y simplemente lo abordó con otra pregunta.

-“Es una raqueta para jugar tenis… no te gustaría practicar tenis conmigo?” – la idea sonaba interesante aunque no sabía de que trataba ese juego – “Tienes que pegarle a la pelota con la raqueta… así” – el muchacho le demostró con el ejemplo como tenía que hacerlo. – “Ahora prueba tu!” – Ryoma cogió la raqueta del chico y en vano trató de pegarle a la pelota por que iba fuera de su alcance. – “Yo creo que a ti solo te hace falta algo de práctica… por que no te llevas estas tres pelotas a la casa… hay una raqueta extra en la cabaña del club… puedes llevártela y cuando hayas practicado lo suficiente la puedes devolver… que te parece?” – Ryoma seguía sin responderle pero aceptó las pelotas y lo siguió hasta la cabaña para recoger la raqueta sobrante. – “Antes que te vayas me dirás tu nombre?”

-“Echizen… Ryoma”

-“Tu apellido se me hace familiar… acaso tu…” – pero cuando se dio cuenta Ryoma ya no estaba y solo se veía su maleta desaparecer detrás de la puerta de salida del colegio.

o-o-o-o-o-o-o-o-o

Si bien lo que tenía en sus manos no era ningún juguete por lo menos era algo que le permitiría matar el tiempo en casa. Todo el camino hasta su casa se la paso jugando con la raqueta tratando de que la pelota que rebotaba en ella no cayera al suelo. No era algo tan complicado, lo que si era algo difícil era hacerlo sin que un carro lo atropellase en el trayecto o sin tropezarse con la gente y los postes de las calles. Pero no se podía quejar se divirtió.

Cuando llego a su casa no había nadie, ni siquiera estaba Karupin. No paso mucho tiempo de su llegada cuando escuchó un maullido en la puerta.

-“Ya llegaste! Mira lo que te traje!” – de la maleta saco el botín para Karupin quien rápidamente empezó a comer – “Tenías hambre… ya veo…” – levantó su mirada… la casa como siempre estaba hecha un desastre y su deber de cada día era levantar los escombros para que cuando su papá llegara no se cayera al caminar… sino sería su culpa.

Cuando terminó de ordenar todo se fue a la nevera a ver que encontraba para masticar pero como siempre no había nada. Se puso su casaca para salir a la tienda un rato y ver que se podía comprar. Si bien su papá no le dejaba suficiente plata para subsistir por lo menos cada cierto tiempo le llegaba a él una pequeña cantidad de parte de Mika. No era un montón de plata como para comprar todo lo que él quisiese pero por lo menos lo salvaba en este tipo de situaciones.

Cogió una parte y salió con la raqueta y una pelota que era algo que se había adherido a su mano. Karupin lo seguía de cerca por que el también esperaba que le cayera algo más para comer. Una vez en la tienda Ryoma compro unas cuantas cosas como pan y leche que era algo que lo llenaba y calmaba su sed. La leche que el compraba era lo único que ponía en la refrigeradora para evitar que se malogre pero el pan siempre lo escondía en su cuarto y ciertas veces detrás de las ollas que era un lugar donde nunca iba a entrar su papá.

Llego a la casa y como siempre guardo sus provisiones. A Karupin le sirvió su plato de leche en su cuarto y bajo para ver en que más se podía entretener. La mano no dejaba la raqueta que seguía haciendo rebotar la pelota… de repente podía aprender ciertos trucos… empezó a hacer la misma pirueta pero esta vez añadiéndole una segunda más… poc poc poc… el sonido era hipnotizante… poc poc poc… era increíble que el sol ya se hubiera ido y que las luces de la calle se comenzaban a prender… poc poc poc… que pasaría si agregaba otra pelota mas? Poc poc poc poc poc… el sonido era más rápido ahora… era emocionante lograr que ninguna se cayera… pero el sonido de la puerta lo trajo una vez más a la realidad… el juego acabo y las pelotas cayeron al piso yendo por todas direcciones.

-“Que estas haciendo inútil?” – ese olor no lo había sentido antes por que estaba hipnotizado por el sonido pero ahora lo podía percibir muy bien. – “Por que estas ahí… parece que te hubieras estado divirtiendo… eso no me agrada!” – Ryoma se quedo quieto en su lugar esperando una oportunidad para huir a su cuarto o a la calle… depende de cómo transcurriera la situación, sus ojos medían la distancia entre el y su papá a cada segundo.

Sus ojos estaban clavados en la cara de su papá… ahí era donde se veían sus acciones o de donde podía adivinar cual sería su siguiente movimiento… Su papá se desplazaba lentamente hacia él hasta que de pronto desapareció. No era que hubiese hecho un acto de magia para aparecer en otra parte, la verdad su papá se había caído… por una de las pelotas que se habían ido rodando hacia la sala.

Las siguientes palabras de su papá fueron puras groserías que lo dejaron helado en medio del pequeño patio. No era que no estuviese acostumbrado a ellas pero le servían como advertencia que tenía que huir de ahí lo más rápido posible pero como la mayoría de veces sus piernas no atinaron a moverse, simplemente se quedaron pegadas al concreto. Su papá venía sobándose hacia él con intenciones ya conocidas… lo único que le quedaba a él era soltar la raqueta… no podía romper nada de la propiedad del colegio…

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

La paliza le duro una semana exactamente. Daba gracias haber comprado provisiones sino hubiera muerto de hambre por que en ningún momento su papá se digno a ir a ver como estaba o si tenía hambre… ya nada le sorprendía. A la semana de estar encerrado en su cuarto decidió salir de ahí para regresar al colegio. Como pudo se levantó y se alistó como lo había hecho siempre. Salió más temprano que lo acostumbrado por que no podía caminar bien y sabía más o menos que era lo que había pasado…

FLASHBACK

Su papá lo agarró a patadas hasta que sus ojos llegaron a las tres pelotas ubicadas en diferentes partes de la sala… sus ojos llegaron a la raqueta que estaba al costado de su hijo en el suelo… solo le resto atar cabos.

-“Con que quieres aprender a jugar tenis? Pero si eres un torpe… un torpe como tu jamás podrá jugar bien!” – mientras le hablaba lo miraba con desprecio… su manos cogieron la raqueta y a la vez que caminaba rodeándolo iba recogiendo las pelotas. Ryoma no se había percatado nada de eso por que sus ojos estaban cerrados de dolor y sus brazos trataban de proteger su cabeza de futuros golpes; ahí tirado en el suelo también protegía su estómago que estaba lleno de moretones. – “Si tanto quieres jugar me hubieras pedido ayuda… de joven yo practicaba tenis… es más te voy a enseñar algunas cosas… La raqueta se mueve ASI!” – meció la raqueta y la estrello contra su espalda que estaba al descubierto. – “Te dolió? Y eso que aún no has recibido ningún golpe de la pelota… quieres probar?”

Ryoma definitivamente no quería probarlo. Instintivamente trató de huir del lugar lo más rápido posible parándose para correr con dirección a su cuarto pero empezó a ser bombardeado. Su papá le lanzó una pelota con mucha fuerza que le dio justo en la rodilla tumbándolo una vez más al piso. Las otras dos pelotas le cayeron en el codo izquierdo y en la espalda. Ryoma pensó que con las tres pelotas su castigo estaría terminado y su papá simplemente se olvidaría de él pero no fue así.

-“A donde planeabas escapar? En ningún momento te dije que te fueras a tu cuarto!” – sus manos apretaban su cuello dejándolo sin respiración…

-“Si me quieres matar… por que no me matas… de una buena vez…”

-“Que sentido tiene que mueras sin sufrir un poco antes?” – le apretó un poco más el cuello; Ryoma comenzaba a ponerse morado y fue entonces cuando lo soltó. El chiquito cayó al piso duro por tercera vez para ver a su papá alejarse de él. Cerró sus ojos para descansar la vista antes de subir… pero no contó con que su papá al tirarle la raqueta para que se fuera de una vez le caería en la cara… un río rojo cruzaba ahora a través de sus mejillas…

FIN DEL FLASHBACK

Ahora caminaba con las pelotas de Momoshiro en uno de los bolsillos de su maleta y la raqueta en su mano derecha. Caminar era doloroso con la rodilla en ese estado pero tenía que reconocer que ahora le dolía menos que antes. Quizá sería mejor permanecer un día más en casa pero también quería devolver lo que le habían prestado. Como caminaba muy lento y no llego a tiempo al colegio, se vio forzado a pasar el día en un parque muy cerca del colegio y durmir en una de las bancas fuera de la vista de la gente.

No supo cuanto durmió hasta que despertó y vio a la gente de su colegio irse hacia sus casas. Si entraba ahora no podría encontrar a Momoshiro, ya tendría que devolverle la raqueta y las pelotas al día siguiente. Intentó regresar a su casa tomando una ruta alterna que pocas veces tomaba por que era algo peligrosa pero no le podían hacer nada peor por que su papá ya había hecho el trabajo.

Estaba cruzando una calle estrecha cuando de pronto lo vio; Momoshiro estaba ahí con otros de sus amigos… quizá hoy si podría devolverle sus cosas. Se acercó los más rápido que pudo y con disimulo trato de llamar su atención pero sin suerte alguna hasta que otro chico le paso la voz. Este chico tenía una cara muy rara, demasiado sonriente para su gusto, su sonrisa lo intimidaba un poco… se estaría tratando de burlar por como se veía?

-“Hey Momo… creo que tu amigo quiere hablar contigo!” – Momo no sabía de quien se trataba y volteo para fijarse. Detrás de una cerca había una sombra cubierta de pies a cabeza, su gorra blanca una vez más tapando su rostro…

-“Ryoma?” – el chiquito con timidez salió de su escondite y se acercó a él a duras penas. No dejaba de mirar el piso para huir a las miradas de los amigos de Momoshiro y recién cuando estuvo frente a él le alcanzó la raqueta.

-“Creo que no sirvo para este deporte… mejor quédatela… ah y toma tus pelotas” – saco las pelotas de su maleta y se las dio en la mano tal y como se las había entregado él. – “Bueno… ya me voy” – y se dio media vuelta

Momoshiro estaba extrañado. El día en el que le había prestado todas las cosas a Ryoma el chico lucía feliz a la hora que se había puesto a practicar con la pelota y la raqueta, ahora ni siquiera podía verle el rostro…

-“Espera!” – lo cogió del brazo izquierdo muy cerca al codo…

-“Itaiiii!” – automáticamente Ryoma intentó recuperar su brazo y con fuerza se cogió el codo

-“Saaa… parece que te golpearon muy duro ahí… no sería bueno que te lo mire un medico?” – el chico de mirada sonriente se le acercó e intentó ayudarlo pero Ryoma no estaba acostumbrado a recibir ayudas y se corrió de él.

-“Iyada… tengo que irme” – presuroso dio media vuelta para salir del lugar pero vio que su camino estaba cerrado.

-“No deberías moverte tanto si casi ni puedes caminar...” – ahora otro chico se había acercado – “No tendrías nada de suerte aunque dicen que si te rompes una piera la puedes tener…” – Ryoma lo miro sin entender lo que quiso decir – “Mi nombre es Sengoku pero todos me dicen ‘Lucky’… es mi apodo”

-“Se nota que este chico no es afortunado, al menos comparándolo con nosotros. Parece que le hubieran pasado encima doce camiones grandes como los que tiene la compañía de mi papá” – el chico tenía una cara muy presumida y un estúpido lunar debajo de su ojo derecho – “Soy Atobe Atobe… debe ser mucho gusto para ti conocerme niño desafortunado. Dime en que barrio pobre vives para jamás ir por ahí” – se rió de manera pedante.

-“Atobe! Deja al ochibi en paz! Encima que le duele el brazo tiene que escuchar tus horribles comentarios!” – un chico se puso entre Ryoma y el chico del lunar. Todos ellos eran mayores que él, o por lo menos un par de años mayores que él. El chico tenía una bandita en la mejilla… también le abrían golpeado en su casa? Lo más seguro era que fuese una caída ya que lo había visto brincando por todo el terreno. Se le veía bastante dinámico y feliz comparado con él – “Nee ochibi no le hagas caso a este engreído y dime… que haces por aquí? No sabes que este lugar es peligroso? La gente del lugar nos tiene miedo sabes?”

-“Mada mada dane… ustedes solo tienen a lo mucho un par de años mas que yo… de que les tengo que tener miedo?”

-“Kuso… con que no nos tienes miedo? No sabes que podemos golpearte hasta la muerte?” – Un chico de aspecto más recio apareció en la escena ahora. Su cabello estaba cortado con la forma de un tazón y era de un color chocolatoso… sus ojos eran demasiado fríos casi tanto como cuando su hermano Ryoga se hacía de la vista gorda… nunca había visto tanta indiferencia en una sola persona.

-“Akutsu déjalo es mi amigo… solo vino a devolverme algunas cosas. A propósito Echizen quien te pego así? Seguro una pelea en la escuela… tienes cara de pocos amigos” – Momoshiro era poco delicado para hacer las preguntas lo que se le hacía extraño por que por lo general nadie le tocaba ese tema en especial si él estaba presente. Quizá su intención había sido romper un poco el hielo entre los dos pero no tuvo suerte, su comentario estuvo demasiado fuera de lugar.

-“No tengo por que contestarte… ya me voy”

-“Ochibi no te vayas todavía… recién nos estamos conociendo!” – Eiji se paro delante de él para evitar que se fuera.

-“Saaa Eiji deja de gastarle su tiempo… su papá se va a molestar con él… verdad Echizen chan? Tu papá te debe estar esperando en casa.” – como había sabido lo de su papá? Acaso esos ojos que solo parecían enseñar felicidad podían leer su mente o sería que él sabía algo más?

Lo siguiente que hizo fue salir del lugar bajo la mirada de todos esos chicos mayores que él. A lo lejos podía oír la invitación de Eiji y Momoshiro para regresar a jugar con ellos lo que le parecía bastante estúpido debido a su condición física ya que con las justas se podía mover... además… que tipo de juego querrían jugar… por la apariencia de Akutsu no debía ser algo muy inocente. Otra cosa que no había entendido muy bien era por que la gente les tenía miedo. Porque los adultos que eran más grandes que ellos y más fuertes le tenían miedo a una banda de niños?

Cuando Ryoma abandonó el lugar la mayoría de los chicos regresaron a lo que estaban haciendo antes que el entrara que era entre conversar un rato y jugar a lanzar piedras. Momoshiro por otra parte seguía pensando en Ryoma y el como se veía… que le habría pasado exactamente? Syusuke, el de la mirada sonriente notó la preocupación de su amigo y supo sin temor a equivocarse en que estaba pensando.

-“No creo que le duela tanto la verdad… ya esta acostumbrado”

-“Ah?” – Momoshiro salió de sus pensamientos para volver a tierra firme.

-“Que ya estará mejor, ya verás” – le sonrió como para tratar de cambiarle el ánimo

-“Y tu que crees que le haya ocurrido Fuji?” – Eiji se les unió a la conversación.

-“Pues de repente discutió con su papá… quien sabe lo que suceda en su casa?” – si era lo que el pensaba la situación debía ser muy crítica en su casa. Esos golpes no los podía hacer otro niño solo por lo que una pelea estaba descartada… tenía que ser alguien mayor con suficiente fuerza como para haberle lesionado la rodilla y el codo… que pasaría en su casa?

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Ryoma siguió caminando hasta que llegó a su casa. Cuando entro las cosas seguían movidas por el desastre que había causado su papá la noche anterior. Las cosas estaban más que desordenadas por que él no había podido arreglar nada ya que raras veces había bajado a tomar su leche… como se notaba que su papá no movía ni un dedo por la casa.

Comenzó a arreglar las cosas como de costumbre. Cuando termino con la sala siguió con la cocina… iba a cerrar la puerta que daba al patio cuando vio a su papá echado ahí como tomando algo de sol que no había. Lo mejor era que no lo viera así no lo reclamaría ni lo mandaría a hacer algo en su lugar. Despacio retrocedió unos pasos para ir directo a su cuarto… subió las escaleras con sumo cuidado tratando de no hacerlas crujir demasiado. Abrió la puerta de su cuarto y la cerró lentamente… pero su cuarto lucía diferente… estaba desordenado…

Todas sus cosas estaban revueltas y tiradas por todo el cuarto… la bolsa que ocultaba algunos de sus panes estaba vacía… al parecer su papá había entrado su cuarto a ver que cosas tenía… habría encontrado la plata que tenía escondida? Sin perder más tiempo corrió a su cama y se metió debajo de ella… levanto el parquet salido y saco un frasquito… estaba vació…

No podía soportarlo más! No era justo que encima que usara toda su plata en bebidas y quien sabe que otras cosas más, no era justo que se robara su plata… no podía quedarse sin hacer nada… Sentía ira, rabia, cólera, impotencia y ganas de asesinar a su papá…

No lo pensó, simplemente la cólera se apodero de él y bajo por las escaleras a toda velocidad con dirección al patio, el frasco vació aún en su mano. Entro al lugar donde su papá aún dormía y se le acercó con cólera… levantó el frasco listo para tirárselo a la cabeza… si tenía suerte el viejo moriría… pero ahí se quedó… No se atrevía a estrellarle el frasco en la cabeza… no podía matarlo, el no era así…

Quizá debió tener un poco más de valor y hacerlo o mejor aún hubiera desistido a la primera, hubiera bajado el brazo y se hubiera retirado a su cuarto… eso hubiera sido lo mejor pero no fue así. La pequeña sombra que hizo su brazo levantado contra la cabeza de su papá fue lo necesario como para despertarlo y atrapar a su hijo in fraganti. Dos ojos fríos y llenos de rabia se posaron sobre el niño… había sido un estúpido en llevarle a su padre un objeto tan duro y destructivo que tranquilamente podía usar contra él…

Lo primero que hizo fue empujarlo lejos de él dejando caer el frasco que rodó justo a los pies de su papá. Mientras que Ryoma volvía abrir los ojos después de la caída su papá cogía el frasco y lo miraba con detenimiento como recordando donde lo había visto…

-“De donde sacaste esa plata? Te la robaste seguro…”

-“Yo no robo, jamás le he robado a nadie…”

-“Mentiroso… eres un ladrón… pero espera a que te atrapa robando algo… te mato… no quiero saber nada de robos sino te mueres… ya sabes” – su papá mientras hablaba tiraba el frasco al aire y lo volvía a atrapar – “De donde sacaste esa plata entonces?”

-“No te lo puedo decir”

-“Dímelo! De donde sacaste esa plata ladronzuelo?” – su papá comenzaba a ponerse violento, lo sabía por que ahora lanzaba el frasco al aire de manera más rápida y casi compulsiva.

-“No te lo puedo decir…” – se quería poner a llorar de los nervios por que sabía que la paciencia de su papá estaba a punto de acabarse… - “pero la verdad es que no lo he robado…”

-“Esta bien… supongamos que te creo… dime que planeabas hacer con el frasco levantado encima de mi cabeza entonces. Planeabas tirármelo, romperlo contra mi cabeza? Querías matarme?” – sus ojos tenían una mirada bastante diferente a la que ya conocía… esta faceta de su papá le daba miedo… parecía loco…

Ryoma esta vez no se atrevió ni siquiera a responder, solo cerró los ojos y puso su cabeza como mirando al suelo en el que todavía se encontraba tirado. Una simple sonrisa no podría salvarlo de esta situación, no había un alma que lo salvara en esta situación… Su papá iba adquiriendo poco a poco una mirada más perdida y bajo el brazo… el momento de tensión para Ryoma había acabado pero eso fue solo por un momento por que no paso si un segundo hasta que lo volvió a levantar… esta vez se le veía en los ojos que se lo iba a tirar… lo iba a matar esta vez…

Cerró los ojos esperando sentir el impacto que lo mandaría de frente al otro mundo donde seguramente sería feliz cosa que no podía sentir en ese momento. Siempre sentía que no podía haber algo pero que lo que vivía en un momento hasta que pasaba el tiempo y su papá lo volvía a sorprender con un nuevo golpe. El dolor era parte de su vida, ya estaba acostumbrado a eso… quizá esta sería la última vez que recibiría un golpe… pero el impacto nunca llego…

Karupin había salido de la nada y había saltado en su defensa… entonces si había alguien que se preocupaba por él… El gato salto directo a la cara de su papá para de un zarpazo arañarle la cara. Obviamente el señor no reaccionó de la mejor manera y como pudo agarro al gato del cuello… no podía dejar que lo matara…

Una vez más Ryoma perdió el control de su cuerpo e imitando a Karupin se lanzó también contra su papá… le golpeó entre las piernas haciendo que soltara al gato que cayó inconsciente en los brazos del niño. Tuvo que guardar el susto para después por que los dos tenían que huir de ahí… Corrió a la puerta de la casa e intentó abrirla pero con la desesperación no podía hacerlo…

-“No te mueras Karupin… por favor no te mueras….” – no podía controlar las lágrimas y seguía tratando de abrir la puerta… todos los sonidos y las respiraciones de la casa se hacían más fuertes… su papá venía como bólido hacia él. Si lo atrapaban a él también atraparía a Karupin… cuando vio la solución a sus problemas… La ventana estaba abierta a la mitad… Sacó la mitad de su cuerpo para salir por ahí hasta que sintió un par de manos lo jalaban hacia adentro… si no se podía salvar él por lo menos salvaría al gato… antes de que las manos lo encerraran dentro de la casa soltó al gato para que cayera oculto entre los arbustos… al menos uno de los dos viviría…

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Se sentía mojado… le dolía todo el cuerpo… olía a sangre… Tardo un poco en tomar conciencia sobre donde estaba… un par de ojos azules lo miraban…

-“Karupin…” – su gato estaba bien y ahora trataba de reanimarlo pasándole sus bigotes por la cara y frotándose contra él mientras sonaba un fuerte ronroneo. – “Tienes hambre amigo? Yo también… ahorita me paro…” – trató de ponerse de pie pero le dolía el pecho… - “Tenemos que irnos de aquí Karupin… no es un lugar seguro para ti ni para mi… deja que me lave la cara para irnos de una vez…”

Levantarse le tomo un buen tiempo pero no se dio por vencido… Había restos del florero de cerámica regados por todos sitios… Siempre había pensado que el florero era ligero pero resultó ser bastante duro… su hombro lo había sentido así… Hilitos de sangre seca recorrían aún su cara… tenía que ir a un lugar donde nadie se atreviera a ir a buscarlo… un lugar donde su papá jamás se metería y conocía donde quedaba ese lugar…

Cuando salió de la casa ya estaba oscureciendo y las luces de la calle se estaban comenzando a prenderse. Si Karupin hubiera podido se lo hubiese llevado cargado pero era imposible; el gato caminaba al costado de su dueño trepando los muros y esquivando ramas. Por momentos le maullaba para llamar su atención y evitar que cayera desmayado por ahí como para saber que tal estaba hasta que por fin se detuvieron en un lugar solitario… ya había estado ahí más temprano.

Nadie se atrevería a ir por ahí, ni siquiera su papá… ahora si podría estar tranquilo hasta que se le ocurriera algo… Se dejó caer al costado del muro recostándose contra la misma pared de maderas. Hacía algo de frío pero tampoco era nada extremo… podría soportarlo… Karupin se echó a su costado enrollándose para darle más calor…

-“No te preocupes… no tengo frío… no me siento…” – se rió mientras cerraba sus ojos para descansar, la caminata lo había dejado exhausto. Voy a dormir un rato y luego buscaremos algo para comer… te parece?” – se quedo dormido en ese lugar, nadie lo había visto, nadie lo podía ver excepto las personas que se reunían ahí cada mañana antes de ir al colegio…

o-o-o-o-o-o-o

-“Yay! Que asco!” – habían gritos a su alrededor… su papá no solía gritar de esa manera…

-“Cállate Eiji, lo vas a despertar!” – otra voz desconocida… o la habría escuchad antes?

-“Despertar a quien?” – esa voz si le era más familiar… Momoshiro?

-“A ochibi pues! Mira su gato se esta comiendo un ratón… que asco!”

-“Fuji tiene razón… lo vas a despertar Eiji…” – perezosamente comenzó a abrir los ojos… felizmente su gorro le cubría el rostro…

-“Mira ya lo despertaste! Buenos días dormilón!” – la sonrisa de Fuji le dio la bienvenida al mundo de los despiertos… todos estaban parados alrededor de él observándolo… los vió por la rendija del gorro.

-“Bueno el enano ya se despertó y que?”

-“Y que esta vivo y no muerto como lo pensaste” – Akutsu no quería demostrar su falta de conocimiento acerca de eso y miro hacia otra parte mientras que Atobe volvía la mirada para el chiquito.

-“Tu tampoco te esforzaste por decirme eso Atobe”

-“No por que para eso tenía que haberlo tocado y u sabes que no me gusta agarrar las cosas rotas o malogradas…”

-“Yo no soy una cosa!”

-“Como digas malogrado…”

-“No estoy malogrado!”

-“Casi no puedes mantenerte en pie… estas malogrado y defectuoso… mi mamá hacer rato te hubiera botado a la basura… aunque parece que tu familia hizo eso contigo…” – Ryoma miro hacia el piso con cólera.

-“Eso no fue muy educado de tu parte Atobe… discúlpate!” – la mirada de Fuji se parecía bastante a la de su papá cuando perdía los estribos… ese chico daba miedo. La primera reacción de Ryoma ante esto fue corrérsele un poco hacia el lado de Momoshiro, por alguna razón este chico le inspiraba más confianza que los demás que se hallaban ahí en ese momento.

-“Kawai ne? Eres afortunado sabes? Fuji no defiende a cualquiera así nomás… very Lucky!” – Sengoku se apoyó en el hombro de Fuji para soltar esa afirmación.

-“Me tienes miedo Echizen chan? Te recuerdo a alguien acaso?” – tenía una mirada penetrante pero ya estaba acostumbrado a ese tipo de presión.

-“Mada mada dane” – y se soltó de Momoshiro.

-“Bueno se hace tarde para ir a clases así que no creo que tu vayas en esa facha. Nos vamos?” – Atobe volvía a hacer presión

-“Aún no oigo tus disculpas Atobe…”

-“Esta bien… lo siento… contento Fuji? Nos podemos ir ahora? No quiero arruinar mi registro permanente de llegada”

-“Esta bien, pero procura que tus disculpas la próxima vez sean más de corazón” – Se mandaban entre lo dos miradas matadoras. Los demás al sentir esa presión comenzaron a agarrar las maletas para irse a clases.

-“Yo me quedo con Echizen… después de todo hoy tengo un examen que no quiero dar. Las matemáticas no son mi fuerte”

-“Esta bien Momo… nos vemos más tarde”

-“No tienes que quedarte… estoy bien solo…” – Ryoma volvió a hablar – “en serio”

-“Yo me quiero quedar de todas maneras” – los demás salieron del terreno y doblaron para la derecha. –“Ahora quieres contarme por que estas en ese estado?” – por que siempre tenía que ser tan directo? Por que simplemente no lo podía dejar en paz con sus problemas? No había razón para que se metiera él, no había manera en la que él pudiera resolver sus problemas o si?

TBC…

 

Cap 1 // Cap3
Home // Fanfiction