Fotos Antiguas
Bodas
Boda, imagen tomada en la casa
de la novia. Año l95O.
Boda, los padrinos bailando "la
rosca". Año l951.
Foto familiar de novios e invitados
rodeando la rosca, tomada en la casa del novio. Año 1951.
UNA
BODA EN LA REDONDA
Cada comunidad, cada pueblo, cada persona tiene sus propias señas
de identidad que la configuran hermana y diferencian de otras.
Hoy día son muy pocos los que conservan en su memoria el
recuerdo de las bodas de antaño, por tal motivo recordaremos como
se desarrollaba una boda hará ya bastantes años.
PREPARANDO LA BODA
Los acontecimientos se iniciaban con la pedida de la novia por parte
de los padres y familiares más allegados del novio. Una vez dado
el consentimiento, ambas familias fijaban la fecha de la boda, que solía
coincidir con el final de la recolección, garantizándose
de esta manera la inestimable ayuda del hijo en la temporada del estío,
época del año en la que todos los brazos eran pocos para
el trabajo que se acumulaba.
Despensas y graneros llenos, eran buen augurio para la nueva pareja,
que recibiría una dote en especias y ganado con él que comenzar
su nueva vida.
Los tres domingos anteriores a la boda se celebraban las amonestaciones,
siendo días de alegría y bullicio para todo el pueblo, al
ser una pequeña comunidad todos los jóvenes participaban
en bailes y algaradas.
El primer domingo, también llamado de "enhorabuena" acudían
los invitados a la casa de la novia, ésta recibía las primeras
muestras de afecto y deseos de felicidad; ¡qué sea pa bien
y pa muchos años! desgranaban mozos y mayores ante jarras de buen
vino y a los sones del tamboril. Exquisitos repelaos, perronillas, obleas,
almendras garrapiñadas, mantecados y chochos completaban el convite
con él que se obsequiaba a los presentes a lo largo de la tarde.
Los dulces que se consumían habían sido elaborados con productos
de la cosecha y cocidos sobre grandes latas en el horno de leña
que no faltaba en el cernidero familiar.
Eran días de gran actividad especialmente en la casa de la
novia: encalar las paredes, lavar colchas y cortinas en las pozas del lugar,
acercarse a los pueblos vecinos para adquirir alguna nueva prenda, machar
las almendras y realizar tantas tareas como fueran precisas para que todo
estuviera a punto el día señalado.
El segundo domingo de amonestaciones no se celebraba con bailes
y dulzaina, aunque si lo anunciaba el señor cura en la iglesia.
Era costumbre que en días de pregones los novios no fueran a misa
debido al pudor que las miradas de los demás vecinos podían
suscitar en ellos; incluso su asistencia podía ser considerada como
prueba de cierto descaro.
El último domingo también llamado "función
de pregones" vuelve la animación al pueblo, era el más importante
de los tres y los invitados acudían a la casa de la novia portando
"el dije" (regalo con el que se obsequiaba a la prometida) La novia y sus
amigas los iban exponiendo cuidadosamente para que todos pudieran admirar,
comparar y hasta criticar tan variados presentes. Ese día todas
las mujeres llevaban un pañuelo, en él se echaba el convite
que disfrutarían en su casa. Una vez satisfechos con tan apetitosos
dulces y animados por el buen vino, en alegre comitiva se recorría
el pueblo; abriendo paso el tamborilero y entonando todo el acompañamiento
vivas y canciones dedicadas a los futuros contrayentes. Esa noche la novia
agasajaba con una cena tanto a sus amigas como a los amigos del novio y
al tamborilero, que venido de algún pueblo cercano, dirigía
con su música los bailes que tenían lugar en la plaza o en
algún salón si el tiempo lo aconsejaba.
VÍSPERAS LABORIOSAS
A la semana siguiente se celebraba la boda, que dependiendo de las
posibilidades económicas de las familias, se prolongaba o no con
tornabodas.
La antevíspera por la tarde acudían los jóvenes
e invitados más allegados para matar el churro que había
sido engordado con mimo; aquellos que no podían permitirse ese dispendio,
o bien no lo deseaban, lo suplían con abundancia de gallinas, corderos
o conejos; tratando siempre de poner lo mejor de cada casa como muestra
de la buena posición de la familia. Mozas y mozos no acudían
a sus casas mas que para atender los ganados o en las horas en que el sueño
les rendía.
Esa noche se preparaba un chanfaina con menudillos y otras viandas;
y entre chiste y chascarrillos se iban tejiendo lazos de amistad con jóvenes
llegados de otros lugares, que posteriormente darían lugar a futuros
noviazgos y bodas.
El día anterior a la boda era de gran ajetreo: las amigas
de la novia se esmeraban en preparar el salón del baile, limpiar
y adecentar la iglesia adornándola con flores cortados en los huertos,
retirar camas y muebles de la casa donde se tendría lugar la celebración,
e ir instalando mesas y escabeles, banquetas y sillas recogidas por las
viviendas del pueblo.
Los hombres más entendidos despiezarían la carnes
y preparando las chuletas, mientras las mujeres elaboraban sabrosos platos
con ayuda de una cocinera.
Como final de un día lleno de excitación llegaban
los bailes de la noche tras una cena en común.
YA LLEGA EL DÍA
El día de la boda apenas amanece los mozos del lugar acuden
a casa de la madrina y en el umbral de la puerta piden el aguardiente cantándole
"la alborada" Más entrada la mañana el tamborilero recorre
las calles del pueblo. Engalanados con sus mejores ropajes chiquillos y
mayores van uniéndose a él, recogiendo al son del tamboril
a los padrinos y al novio, y llegando todos juntos a casa de la novia que
espera con impaciencia para salir a casarse.
Los novios vestían ricos y vistosos trajes charros, que con
el tiempo fueron sustituidos por elegantes vestidos negros que se impusieron
entre los novios de la época.
Una vez concluida la ceremonia, se acudía a casa de la novia,
un buen convite ayudaría a reponer fuerzas hasta la hora de la comida,
que sería abundante y ricamente aderezada. A los postres llegaba
el emotivo acto del "presente" canto que los amigos dirigían a los
novios ensalzando su bellas cualidades.
Por la tarde nuevamente convite por parte de los padrinos. El baile
de "la rosca" no podía faltar en tal acontecimiento, siendo ejecutado
por novios, padres, padrinos y familiares allegados hasta la hora de la
cena.
Llegada la boda a su fin, terminar con las sobras sería pretexto
para que los invitados volviesen a reunirse al día siguiente llamado
"tornabodas" o incluso prolongarse alguna jornada más.Tanta abundancia
parece desmesurada, pero en época de escasez los estómagos
agradecidos esperaban a acabar con el resto de las viandas.
Luego quedaba el recuerdo, rememorando anécdotas y vivencias,
se llenarían las frías noches del invierno.
Maria
S.Miguel Rodríguez (TEXTO)
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