pendiente es muy poco acusada y la necesidad de realizar una obra de cierta envergadura se manifestaba ya inevitable. En efecto, al llegar a este paraje, las aguas del río se desplazan más lentamente, y su cauce es de mayores dimensiones. En el lugar donde se instalaron las poldras el río llega a alcanzar los 25 m. de anchura, y en la época visto por nosotros, en pleno verano, las aguas estaban a casi 50 cms. de altura.
En consecuencia, se habría podido instalar un puente o una
pontella, pero quizás el esfuerzo económico de las poblaciones ribereñas del Verduxo no les permitía tal inversión, o incluso mejor, tal vez, con una obra más sencilla, como son estas poldras se satisfacía plenamente la demanda de comunicabilidad.

                                           

Esta construcción se instaló sobre una rompiente transversal del río debida a la presencia de un sustrato granítico que produce un desnivel de unos 50 cms. La obra completa se descompone en dos partes bien definidas y de distinta funcionalidad:
                  a) Superficialmente observamos sobresalir del lecho del río una línea recta de 30  piedras en forma de paralepípedo (de 85 cms. de largo, por 80 cms. de alto, y 40 cms de anchura)  extendidas de un lado a otro de ambas orillas, con una longitud total de unos 30 m. Además, cada una de estas piedras se complementan con otras dos adyacentes: unas aguas arriba, de la misma altura y anchura, pero de 30 cms. de longitud, y de planta triangular con el vértice haciendo frente a la corriente, a modo de tajamares; y otras, aguas abajo,  de 80 cms. de longitud, también de planta triangular, pero menos altas, quedando por debajo de la superficie de las aguas. Estas últimas piedras fueron puestas ya en el fondo del desnivlel producido por la rompiente.
                  b) Inmediatamente aguas arriba de estas
poldras se aprecia en el fondo del lecho un pavimento continuo de losas planas pero irregulares, de 1,5 m. de anchura, y extendida a todo lo largo de la anchura del cauce.

Como ya se sabe, Galicia es una comunidad muy húmeda, con precipitaciones continuadas y abundantes durante todo el año. Esta circunstancia se traduce topográficamente en la existencia de infinitos colectores de drenaje del tipo regatos, no siendo sin embargo un área de grandes ríos. Constituye una región muy bien regada desde luego, pero con enormes dificultades de comunicación interior, a lo que contribuyen decisivamente las tortuosas condiciones topográficas.  Para salvar esta multiplicidad de pequeñas corrientes de agua, los paisanos no siempre han usado de puentes o
pontellas, edificaciones, en general relativamente costosas, y muchas veces no imprescindibles necesariamente. En efecto, cuando de lo que se trataba era de vadear un pequeño riachuelo de escasa profundidad y anchura a pie, bastaban unas cuantas piedras cogidas del entorno y dispuestas a intervalos regulares en el mismo cauce. Este tipo de pasos son muy abundantes, y en general, muy inseguros, pues las piedras, usualmente redondeadas no fueron hincadas, siendo muy inestables. Cuando se trataba de pasar con carros, y las condiciones de la corriente lo permitían por su exigüidad, si el sustrato de lecho era consistente, no había que realizar importantes modificaciones (son los vaos, vados), pero si tal superficie lo requería, se procedía a pavimentarla con un enlosado, o con una franja de piedras debidamente acomodadas en el fondo (son los portos, puertos).
El caso que nos ocupa de Covelo constituye una combinación de un
porto y unas poldras, pero de mayor desarrollo. En efecto, para la construcción de este curioso acceso se eligió un lugar donde el fondo del río era firme, esto es, sobre una rompiente granítica. Los pasos, ya de por sí, voluminosos, se complementaron por arriba con unos tajamares, y por abajo, con otras piedras, cuya forma y colocación daban consistencia a los pasos. Todas estas medidas, inspiradas en la arquitectura de los puentes, eran de especial importancia si pensamos que ya en este punto el río posee una corriente rápida, hecho que se multiplica varias veces al llegar el invierno. Esta hilera de poldras estaba destinada al paso de las personas. La otra parte del conjunto, la banda enlosada, tenía como objeto el vadeo del río por los carros, pero también por el ganado.
En A Candeira no se habrá construido un puente, pero esta obra es de ciertaconsideración, por lo que debemos deducir su importancia en favorecer el trasiego por este sitio. Esto no es muy difícil percibirlo si observamos detenidamente el fuerte desgaste de la superficie superior de las
poldras, lo cual solamente es posible si concebimos una intensa circulación. Pero además, si examinamos el entorno de un modo amplio será sencillo descubrir la certeza de nuestra especulación.
En líneas generales, el río Verduxo divide las parroquias de Covelo de la de Antas.  Actualmente hay dos carreteras para comunicar ambas riberas. Ambas parten del lugar de Socastro, a unos 2 kms. aguas abajo de A Candeira, donde hay un puente,  y después de recorrer separadamente las laderas de las respectivas serranías, se vuelven a encontrar a unos 10 kms. de aquél. Y sin embargo,m a pesar de estas dificultades de comunicación, ambas riberas están relativamente pobladas. Una importante vía de comunicación de ambas áreas pasaba precisamente por a Candeira. En efecto, desde la aldea de Carrizáns partía un camino de carro en dirección E. hacia la aldea de A Vincurada. Antes de llegar a este barrio, el camino se bifurca, descendiendo un ramal hacia las
poldras. En esta encrucijada se yergue un cruceiro barroco. Llegados por este camino al río nos encontramos con un peto de ánimas, puesto allí en 1919. Generalmente, cruceiros y petos de ánimas se ubicaban en viales muy concurridos. Además en la zona de A Candeira hay algunos molinos (uno junto a las mismas poldras, lo cual obligaba a frecuentes desplazamientos al sitio.
Pero desde un punto de vista más general, las
poldras de A Candeira eran un punto de comunicación de indudable importancia para recorrer esta comarca desde lugares más lejanos localizados en tierras interiores.

                   

                                                               

Vigo, 12 de Noviembre del 2000

Croquis del sitio de paso del río y de las poldras.
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