Esta
temible fiera era llamada así porque todos los días descendía desde el monte
Erimanto para asolar la comarca vecina; Euristeo ordenó a Heracles que se
lo llevara también vivo.
En este cuarto trabajo, el héroe se vio envuelto en otra lucha, pues cuando
iba en busca del jabalí que asolaba la región de la Psófida, penetró en
el paso de Foloé, donde tuvo que luchar contra los Centauros que capitaneaba
Folo, a los que puso en fuga, después de haber luchado duramente con ellos,
y los persiguió hasta Malea.
En la lucha, Heracles tuvo la desgracia de herir a Quirón, lo que le produjo
gran dolor, y aunque Quirón era inmortal, prefirió morir, no sin haber pedido
antes a Zeus que transmitiera su inmortalidad a Prometeo.
Derrotados los Centauros, Hércules fue en persecución del jabalí; le obligó
a salir del soto en que se había refugiado y lo persiguió, dando terribles
voces, por los nevados campos, hasta fatigarlo. Entonces lo aferró con sus
poderosas manos y lo llevó sobre sus hombros hasta Micenas, como había hecho
con la cierva Cerinita. |