
La cierva
Cerenita
Era este un bello animal con cuernos
de oro y pies de bronce, que la hacían infatigable en la carrera, por lo que nadie
había podido alcanzarla jamás. Estaba consagrada a la diosa Artemisa, la Diana cazadora
de los romanos, y vivía en uno de sus templos, donde siempre hallaba seguro refugio
contra todos los peligros.
De
nada habían servido la agilidad, el vigor y la juventud. A pesar de todos sus esfuerzos,
los jóvenes que habían intentado su captura fracasaron uno tras otro, sin poder
igualar su carrera.
Euristeo
ordenó que se la llevaran viva, y Hércules partió para realizar este nuevo mandato.
La
persecución duró aproximadamente un año, en el transcurso del cual, llevando a Heracles
tras de sí, la cierva llegó hasta el país de los hiperbóreos, en las nevadas regiones
árticas. Por fin, cuando el animal trató de pasar el río Ladón para refugiarse en
el santuario que le servía de morada, el héroe la cogió con una red y la llevó a
Micenas.
