Una más de las múltiples desgracias que acarrean las guerras hizo que el pianista Paul Wittgenstein perdiera su brazo derecho durante la 1ª Guerra Mundial; lejos de sentirse acabado como músico, Wittgenstein decidió continuar su carrera como concertista encargando multitud de obras a compositores de diferente renombre y nivel, entre ellos Richard Strauss, Benjamin Britten, Sergei Prokoffiev o Maurice Ravel. De igual forma, Erich Wolfgang Korngold accedió a componer para el su Klavierkonzert in Cis, op.17, una magnífica obra en un movimiento que Wittgenstein estrenó en Viena en 1924, y la Suite, op.23 para piano, dos violines y violoncello estrenada, también en Viena, en 1930. La situación personal de su autor, siempre tan importante en el proceso creativo, fue bien distinta en ambas obras: cuando se estrena el Concierto op.17 Korngold se haya en la cumbre de su fama, con su maravillosa ópera Die Tote Stadt, op.12 todavía en plena ebullición y popularidad a lo largo de Austria y Alemania; en 1930 todo era diferente, y el "fracaso" de la también magnífica opera Das Wunder der Heliane, op.20 en 1927 le había llevado a un cierto bache creativo y anímico. El nuevo encargo de Wittgenstein le sorprendió en medio de una serie de arreglos de operetas de Johann Strauss II que, si bien le reportaban dinero y tranquilidad, por otro lado le fueron apartando cada vez más del reconocimiento público; quizás por ello esta Suite no alcanzó el éxito deseado, lo que la ha mantenido oculta durante demasiados años, pese a que se trate de una obra realmente deliciosa de escuchar. Estructurada en cinco movimientos de títulos clarificadores, la obra está teñida de un aire triste y melancólico muy acentuado en los dos movimientos lentos (el segundo, Walzer, con su tono añorante y escasamente alegre, y el cuarto, Lied, que incluye una de esas maravillosas y arrebatadoras melodías típicas de su autor); cromáticamente más ligera y estructuralmente más sencilla que sus obras de cámara previas, su recuperación permite completar un período básico en la carrera de Korngold.
Menos interesante es la obra de Franz Schmidt, otro olvidado compositor cuya obra se mueve entre un romanticismo tardío y la evidente herencia de las obras de Brahms y Bruckner; Wittgenstein acudió a él en repetidas ocasiones, y este Klavierquintett in G-Dur de 1926, la primera de sus colaboraciones de cámara, es una obra musicalmente agradable, aunque escasamente sorprendente y creativa. De primera categoría es la interpretación del quinteto de músicos que intervienen, con el veterano Leon Fleisher a la cabeza y el ubicuo Yo-Yo Ma como referencia. Registro sonoro limpio y equilibrado, como todos los de Sony.
Erich Wolfgang Korngold: Suite, op.23 (1930) - 38:01
Franz Schmidt: Klavierquintett in G-Dur (1926) - 37:03
Leon Fleisher (Piano), Joseph Silverstein, Joel Smirnoff (Violín), Michael Tree (Viola), Yo-Yo Ma (Violoncello)
SONY CLASSICAL 01-048253-10 / 75'
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