Gabriel Vicente contó siempre con muchos amigos y seguidores. Su condición física causaba tanta impresión, que muchos niños y adultos se acercaban y quedaban asombrados con su personalidad. Lo encontraban espontaneo, cariñoso, inteligente y sobre todo muy alegre.
Desde muy pequeño demostró tener un carácter sociable y alegre. Durante la semana Gabriel Vicente estaba ocupado con sus terapias y ejercicios, y no había mucho tiempo libre para hacer amistades. Sin embargo, los fines de semana compartía en un ambiente familiar rodeado de primos, quienes se convirtieron en sus primeros y fieles amigos.
El poseía una "magia" que atraía a los que lo rodeaban. Muchos inicialmente se acercaban por curiosidad, pero al final la mayoría deseaba conocerlo. A donde quiera que íbamos, él llamaba la atención y la mirada de los extraños. La gente quedaba asombrada de ver la tranquilidad con que aceptábamos su condición. Hacíamos que los demás no se sintieran incómodos cuando estaban a nuestro alrededor. Cuando esto ocurría, y alguien le preguntaba algo indiscreto sobre lo que había sucedido, él simplemente contestaba que no le había pasado nada. Y lo decía con tanta seguridad en si mismo, que las personas se impresionaban con aquella respuesta y se retiraban.
Para él, no tener piernas era su condición natural, pues así prácticamente había nacido y vivido todos esos años. Nunca esa condición le impidió tener amigos y conocidos. En todas partes lo reconocían, lo saludaban, lo rodeaban y lo animaban. En el club, en la playa, en la iglesia, en los centros comerciales; siempre había alguien que lo había visto en algún lado y se acercaba a saludarlo. En muchas oportunidades bromeamos diciéndole que era más popular que los actores de televisión, a quienes todo el mundo reconocía en la calle. El se reía y nos decía... Bueno, a mi todo el mundo me conoce pero yo no se por que? Era prácticamente imposible pasar desapercibido ante los demás.
Demostró no ser un niño acomplejado. Se conoció sin piernas y siempre lo aceptó sin protestar o preguntar algo. Simplemente aprendió a ser feliz así, y nos enseñó a todos a que lo aceptáramos tal cual como él era. En esto nos ayudó mucho haber vivido en Oklahoma, donde Gabriel Vicente encontró grandes amigos entre sus compañeros de colegio. Nosotros fomentábamos esas amistades invitándole niños a la casa, lo cual le producía a él una gran alegría. Una vez que aceptamos su situación, y aprendimos a vivir con ella, pudimos entonces encontrar la felicidad y obtener las más grandes satisfacciones.
Cuando regresamos de Oklahoma Gabriel Vicente contaba con siete años de edad, y encontró en el Liceo Los Arcos el mejor medio para hacer nuevas amistades. Con su gran personalidad no le costó mucho trabajo conseguirlo. Como sabía hablar inglés ayudaba al profesor de esta materia, y también a los alumnos que tenían dificultad con dicho idioma. Esto lo hacía sentirse útil a los demás, y así se fue ganando el respeto y la admiración de todos en el colegio.
Se implantó como líder en su clase y consiguió la lealtad de sus amigos. Gabriel Vicente dependía de ellos, y ellos a su vez dependían de él. Siempre trató de ayudarlos en lo que podía. Se la pasaba prestando sus cuadernos, los atendía por teléfono y les recordaba lo visto en clase. Muchas veces terminaba dictándoles las tareas. Recuerdo con alegría cuando sonaba el teléfono, y era uno de sus amigos para consultarle algo. El se tomaba todo el tiempo del mundo para atenderlos, y les explicaba lo que tenían que hacer.
Sus amigos siempre lo aceptaron sin reparos, lo ayudaban y le facilitaban las cosas que él no podía hacer por sí mismo. Gabriel Vicente se preocupaba mucho por ellos, pues para él sus amigos eran sagrados. Cuando los invitaba a la casa cuidaba hasta el último detalle para que nada saliera mal. Solía hacer una encuesta entre sus invitados para saber que les gustaba, y luego nos indicaba lo que querían comer. Nosotros lo complacíamos siempre, y nos gustaba verlo compartir con sus amigos.
Recuerdo que cuando cumplió 9 años hicimos unas gorras con su nombre, y se las obsequió a cada uno de sus compañeros de clase. En esa oportunidad también invitó algunos de ellos a dormir en la casa, y al día siguiente organizaron un gran partido de baseball. Ese día Gabriel Vicente demostró una vez mas, que sus limitaciones físicas no eran impedimento para participar en el juego. El lanzó, bateó y robó bases como cualquier otro niño normal, compartiendo la alegría y el entusiasmo que había dentro de él.
 Esto causó mucha admiración en todos los ahí presentes. Como anécdota simpática recuerdo que en ese juego su hermana Vanessa y su prima Verónica fueron las "cheer leaders" del equipo. El siempre trató de ser como los demás, y aunque sabía que no podía serlo por su condición física, esto nunca lo mortificó. Su inteligencia y su personalidad eran las grandes armas que tenía para enfrentarse a los demás.
Uno de los grandes sueños de Gabriel Vicente fue poder asistir a un juego de baseball de las Grandes Ligas. En Octubre de 1995, y a pesar de que su salud había comenzado a deteriorarse, pudimos regalarle ese lindo sueño al llevarlo a la ciudad de Cleveland. No solo a ver a su equipo de los Indios, sino también a conocer a su jugador favorito Omar Vizquel. Recuerdo ese encuentro como uno de los acontecimientos más felices en la vida de Gabriel Vicente. Llegamos a Cleveland después de un viaje relámpago y contactamos a Omar Vizquel, quien desde el primer momento que supo de Gabriel Vicente y su situación nos trató con mucho cariño. El nos consiguió las entradas para el juego, ya que se trataba de un partido de la serie de campeonato y las mismas se encontraban agotadas.
Esa tarde Omar nos esperó temprano en el estadio y le dio un paseo por las instalaciones del "club house", presentándole a todos los jugadores del equipo que nos encontrábamos. Gabriel Vicente tuvo la oportunidad de conversar con ellos, recibir autógrafos y ver como se preparaban antes de iniciar el juego. Al final Omar le obsequió uno de sus bates, le regaló una pelota y le firmó el banderín y la gorra. Gabriel Vicente estaba tan feliz ese día, que a pesar de que se encontraba débil y cansado por el viaje, sus deseos de disfrutar aquella oportunidad única le permitieron permanecer ahí hasta el final del juego. Aquel juego lo ganaron los Indios 7 a 0 contra los Marineros de Seatle.
Al día siguiente Gabriel Vicente llamó a Omar para felicitarlo, y él le dijo que su presencia les había traído suerte. Ese encuentro con Omar Vizquel representó para Gabriel Vicente un sueño hecho realidad, y a partir de aquel momento siempre lo consideró como un amigo especial. Tal vez Omar nunca supo lo que ese pequeño gesto significó para nuestro hijo, pero estaremos eternamente agradecidos con él y su familia, quien nos facilitó la posibilidad de contactarlo y hacer posible este sueño.
En otra oportunidad pudo también conocer a dos jugadores famosos, Dagoberto Campaneris y Luis Tiant, quienes estaban dando unas clínicas de baseball a los alumnos del Liceo Los Arcos. Una semana después Gabriel Vicente salió retratado con ellos en el periódico. Esa mañana cuando llegamos con él al colegio fue toda una sorpresa, pues todo el mundo se acercó a felicitarlo y a decirle que su foto había salido en la sección deportiva del periódico.
Gabriel Vicente conservó hasta el final sus grandes amigos del colegio. Nunca dejaron de llamarlo para animarlo y desearle que se recuperara. El día del entierro sus amigos y compañeros de clase lo esperaron en el cementerio para decirle adiós. Entre todos bajaron la urna y cada uno de ellos depositó un ramo de flores sobre su tumba. Ese recuerdo lo guardamos muy dentro de nosotros, ya que significó mucho para todos los ahí presentes. Estamos seguros que Gabriel Vicente también se los agradeció.
Nosotros le damos las gracias a todos sus amigos y compañeros, por haberle tendido sus manos a Gabriel Vicente, acompañándolo en sus éxitos y animándolo en sus momentos difíciles. Para nosotros ustedes fueron sus "Angeles Guardianes" aquí en la tierra. Estamos seguros que él dejó sembrado en todos ustedes, una gran enseñanza la cual llevaran por siempre en sus corazones...  |