Presencia del Instituto Nacional

en la Historia de Chile

El Instituto Nacional, que en muchos aspectos se identifica con la trayectoria histórica de Chile, con su solo nombre hace resonar las mil entonaciones del recuerdo.

Contar la historia del viejo Instituto es hablar de una presencia constante en el devenir de Chile, desde su alborada independiente y republicana.

Reencontrarnos con sus comienzos, es retomar la fibra de una trama confundida con los grandes anhelos de los patriotas, que en 1810 cimentaron esta República.

Cuando se establece la Primera Junta de Gobierno, el 18 de septiembre de 1810, los afanes por la educación ya se hacen sentir y es así como don Juan Egaña presenta al Conde de la Conquista, don Mateo de Toro y Zambrano, un Plan de Gobierno el que en uno de sus acápites decía: "La obra de Chile debe ser un gran Colegio de Artes y Ciencias, un Colegio capaz de dar costumbres y carácter... este colegio necesita de grandes fondos, deben sacrificárseles, si pensamos ser libres."

Era la semilla del Instituto Nacional. Al constituirse el primer Congreso en 1811, el proyecto de Egaña vió sumarse las voces de don Manuel de Salas, don José Miguel Infante y fray Camilo Henríquez. Se propuso fusionar la Academia de San Luis y el Convictorio de San Carlos. Sería el fraile de la Buena Muerte, Camilo Henríquez, quien publicara en las páginas de "La Aurora de Chile" los planes de Estudio del Colegio. El, también, resumió en transcendentes palabras, el postulado de su misión: "El gran afán del Instituto Nacional, es dar a la Patria ciudadanos que la defiendan, la dirijan, la hagan florecer y le den honor..."

Sin embargo, sólo en 1813 el proyecto se materializa. En efecto, siendo don José Miguel Carrera, Presidente de la Junta de Gubernativa, asume el mando del Ejército patriota para contener la invasión realista del brigadier Antonio Pareja, en el Sur. En Santiago, La Junta Representativa de la Soberanía del Reino dió curso al memorable decreto del 27 de julio que creaba el Instituto Nacional de Chile. Su apertura se efectuó el 10 de Agosto del mismo año.

Firmaron ese documento, que es la piedra angular de la educación republicana de Chile, don Francisco Antonio Pérez, don José Miguel Infante, don Agustín Eyzaguirre, Fray Camilo Henríguez, don Juan Egaña, don Francisco Ruiz Tagle, don Joaquín de Echeverría y don Mariano Egaña como secretario.

La apertura del Instituto tuvo lugar en el Edificio de la Real Universidad de San Felipe, lugar que hoy ocupa el Teatro Municipal. Con gran solemnidad se efectuó dicho acto, como lo relata el "Monitor Araucano" en su edición del 12 de agosto de 1813.

Edificio Viejo del Instituto Nacional

Las clases se iniciaron en el "Colegio de San Miguel", de los jesuitas, en la calle de La Compañía. El primer Rector fue el presbítero Francisco Echaurren.

Entre los primeros alumnos del Instituto Nacional se destacaron Diego Portales Palazuelos y Manuel Bulnes.

La Enseñanza fue amplia. Abarcaba desde las primeras letras hasta estudios superiores, hoy equivalentes al grado universitario, como también estudios de seminario para sacerdotes.

Los días de la Reatauración española, vieron el retorno monárquico y Mariano Osorio cierra las puertas del joven Instituto. Sin embargo, consolidada la independencia, en 1819 su reapertura es solemnizada con la presencia del Director Supremo, don Bernardo O'Higgins Riquelme.

Desde esos días hasta 1850 transcurren las actividades en la calle Compañía, sitio que hoy ocupa el Congreso Nacional.

Tramo de fecundo acontecer, al ritmo del desenvolvimiento educacional del país: allí se estableció el sistema Lancasteriano, en los tiempos del gobierno de O'Higgins; el Rector Lozier, oficial francés y pedagogo, impuso pintorescas cabalgatas con los alumnos. Los presidentes Blanco Encalada, Pinto y Prieto asistían a solemnizar los exámenes finales. En la década de 1830, Gorbea desarrolló altamente la enseñanza de las matemáticas; se estableció la enseñanza de la medicina, en el gobierno del Presidente Prieto, los primeros médicos chilenos fueron, por tanto, institutanos.

Allí dictaron sus clases don Andrés Bello, don Ignacio Domeyko y don Lorenzo Sazie. Pasaron sus años de estudiantes, de inspectores, de profesores y de rectores don Manuel Montt y don Antonio Varas.

En 1842 se formó en el Instituto la "Sociedad Literaria", génesis del primer movimiento intelectual chileno, inscribiéndose en las letras nacionales los nombres de José Victorino Lastarria, Francisco Bilbao y Eusebio Lillo, poeta y autor de la letra de nuestro Himno Nacional.

Desde 1850, el Instituto Nacional se ubica en su actual sitio entre las calles de San Diego y Arturo Prat (por esos años llamado calles de San Diego Viejo y de San Diego Nuevo) justo detrás de la Casa Central de la Universidad de Chile. Su devenir sigue latiendo al pulso de los afanes de la República.

El Rector don Diego Barros Arana impulsa la enseñanza práctica de la física, la química y la geografía en las postrimerIas del siglo XIX; el joven rector Espejo Varas aplica el sistema Concéntrico de Enseñanza, de tan prolongada vigencia en nuestro país. La presencia de pedagogos alemanes como Johow, Hansen y Lenz enriquecen la enseñanza en el Instituto quienes luego contribuyen a fundar el Instituto Pedagógico, en tiempos del Presidente José Manuel Balmaceda.

Al cumplir 100 años, en 1913, el histórico Colegio ha creado una sólida tradición académica que ha de continuar en su segunda centuria. Fue ese 10 de Agosto cuando por primera vez, se cantó el actual Himno del Instituto, tan arraigado en el espíritu de los institutanos de ayer y de hoy.

Ese año, también nace la primera Brigada de Scout, la "Alcibiades Vicencio" que fue fundada con motivo de la visita a Chile de Sir Roberto Baden Powell. Es la primera de América y la Segunda del Mundo.

El transcurrir del inquieto siglo XX ve, además, surgir la "Academia de Letras Castellanas", bajo el rectorado de don Ulises Vergara Osses. A cuyo alero se asocian los nombres de Arturo Aldunate Phillips, Domingo Amunátegui, Julio Barrenechea, Luis Barros Borgoño, Ricardo Latcham, Fernando Santiván, Mariano Latorre, Samuel Lillo, César Bunster, Luis Durand y tantos otros hombres de letras.

También se establece el Premio "Manuel Aguilera" que lleva el nombre del modesto maestro que donara su casa-habitación para premiar, año a año, al mejor alumno institutano, y la "Fundación Angel Faivovich" que galardona los tres mejores egresados de cada promoción del Instituto.

La década de los años 60 ve la edificación del actual y moderno edificio, capaz de atender a más de 4,000 alumnos.

Nuevos planes de estudio se materializan, siempre en la búsqueda constante de una educación eficiente, científica y humanista. El revivir la historia de nuestro Instituto es abrir las páginas de un hermoso libro, donde los jóvenes que un día llegaron a aprender, salieron a servir cumpliendo fielmente el postulado henriquiano de defender, dirigir, hacer florecer y darle honor a Chile.

A los nombres de Juan Egaña, Camilo Henríquez, José Miguel Infante, Manuel de Salas, Diego Portales, Manuel Bulnes, Manuel Montt, José Joaquín Pérez, Federico Errázuriz Zañartu, Domingo Santa María, Federico Errázuriz Echaurren, Germán Riesco, Pedro Montt, Ramón Barros Luco, Juan Luis Sanfuentes, Pedro Aguirre Cerda, Jorge Alessandri Rodríguez, César Mendoza Durán, Antonio Varas, Eusebio Lillo, Ignacio Carrera Pinto, Diego Barros Arana, Samuel Lillo, Juan Nepomuceno Espejo, se unen tantos más, para brillo de nuestra historia y en el que serán protagonistas los institutanos de hoy, de mañana... y de siempre.


"Reseña Histórica" "Institutanos Ilustres" "Aniversario 175" "Interact Club (sus comienzos)"



Agradecimiento especial a Roberto Sagredo por la foto del Viejo Edificio del Instituto