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Revista Mensual. Año 3  num. 27. Agosto de 2006. Ciudad de México
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¿Cómo se relacionan la verdad, la violencia, la enfermedad mental y el sistema político?
Al respecto, revisando nuestros expedientes encontramos un comentario interesante y pertinente con el momento actual, publicado por nuestra revista hace un par de años, que presentamos a continuación.

En estos tiempos en los que día con día somos testigos de la triste actuación de algunos representantes y gobernantes en nuestro país y en muchos otros, nos preguntamos frecuentemente cómo afecta a nuestra vida cotidiana la serie de escándalos de todos conocidos.
Al respecto, deambulando por los mares de internet encontramos una interpretación interesante acerca del impacto de estos eventos en nuestra sociedad. Un terapeuta, Carlos Pierini, entrevistado por la BBC, señala cómo el comportamiento de algunos gobernantes puede propiciar que las sociedades que gobiernan terminen tan desequilibradas como ellos (es decir, pueden ayudarnos a volvernos locos); de ahí su responsabilidad de mantenerse sanos mentalmente.
Difícil resulta hacer pública la verdad en un organismo social infiltrado por la corrupción, el autoritarismo, la irresponsabilidad, el abuso de poder, el corporativismo, y la idealización patológica del poder y el dinero. El especialista nos dice que donde reina la mafia, la violencia quiere imponerse a la razón. Es dificil acercarse a la verdad sin quemarse la alas como Icaro.
Los ciudadanos comunes que intentan vivir en libertad y con justicia, encuentran la oposición amenazante de la corrupción, el autoritarismo y las mafias que, en la idea autoritaria de que el fin justifica los medios, asumen el “fin” en forma delirante (Delirio: perturbación mental causada por una enfermedad. Agitación originada por las pasiones, las emociones…).
Quienes nos crían, dirigen, guían, o lideran son responsables de estar lo suficientemente sanos en cuerpo y mente para efectuar las tareas que se han propuesto.
En la trama que vincula al individuo, la familia y la sociedad, la salud y la enfermedad mental influye poderosamente.
Las madres, los padres, maestros, gobernantes, jueces, representantes de la ley, el orden y la nación, deben ofrecer una salud mental capaz de lograr individuos, familias y sociedades que encuentren sentido a la vida y puedan disfrutarla a pesar de las dificultades y sinsabores que debemos atravesar por el simple hecho de estar vivos; motivando a los individuos a crecer, a tener mas capacidad de juicio crítico y a reconocer la existencia de los otros, sus semejantes, entendiendo que no son objetos descartables.
Poder cuestionar sobre bases sólidas, y ser defendidos por los que lideran, gobiernan o conducen a la familia o a la sociedad, es un signo de salud mental; así como el reconocimiento de que los otros existen y deben ser cuidados; y el permitir la crítica, tener el valor de la autocritica y el reconocimiento del error para cambiar el rumbo.
Cuando el sistema esta enfermo mentalmente ocurre lo descrito en un relato acerca de un joven enfermo de esquizofrenia que, recuperado, esperaba ansioso en el hospital la visita de su madre, y al verla corre a abrazarla. En el momento del abrazo la mamá se tensa y sutilmente presiona hacia afuera con sus brazos: el joven, al sentir la resistencia se aparta. La madre lo mira como asombrada y le dice “¿hijo, Que te pasa?. ¿Porqué no me abrazas? ¿Es que ya no me quieres?”. El joven no puede decirle a su madre que ha percibido el rechazo. No puede denunciar el hecho. Ha sido entrenado para el silencio. Si comentara los hechos la mama le hubiera dicho: ¿como puedes decir eso?, ¿Como puedes pensar que te rechazo? ¿Estás loco?
El joven sabía la verdad, pero no la podía decir; si la decía era tratado como loco. Silencio cómplice.
Los que tienen el poder y lo ejercen desde su patología mental, como la madre del joven, saben muy bien como ocultar las pruebas de sus estafas y crímenes. Inmersos en sociedades mafiosas se protegen entre ellos ocultando las pruebas de sus delitos, como el padre del muchacho quien no denuncia la estafa afectiva y la tergiversación de la realidad que hace su esposa.
Los ciudadanos, como aquel joven, pueden quedar encerrados en un callejón sin salida. Si no dicen la verdad se llenan de violencia. Pierden el juicio. Si dicen la verdad son tratados como locos y pueden ser juzgados por calumnias o presionados para sellar su boca y aceptar en silencio la realidad deformada.

Fuente: BBC Mundo/A fondo/2004/Nosotros/Los sicoanalistas/La salud mental y el sistema politico.
Miercoles, 21 de enero de 2004
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