Nahual
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¡Salud, Hijos del Status Quo!
Lamento tener que informarles que no se necesita ser Mesías para darse cuenta de que el mundo institucional mexicano se está despatarrando, con Peje o sin Peje, le Peje a quien le Peje, es un hecho.
En principio, muchas opiniones recalcan que, no pudo demostrarse el fraude, ¡y ahí está el problema! (¿acajso no os habeis perjcatado?); a pesar de contar con el último grito de la moda electoral, a pesar de vaciar carretadas de dinero a las instituciones electorales, a los partidos y a spots televisivos, nuestro tribunalito electoral (o "tribilín", para los que si conocemos su jocosa y caricaturesca estatura), resultó incapaz de ofrecer una respuesta creíble a los 41 millones de electores que depositamos nuestro voto, omitiendo su responsabilidad constitucional. No obstante que contó con todas las atribuciones legales para esclarecer la votación en cada rincón de nuestro correteado país, prefirió disciplinarse a los dictados del poder supraconstitucional, nada más y nada menos que del presidente más dicharachero que hemos tenido en nuestra historia, quien unos días antes de la resolución se encargó de "afinar" detalles con los magistrados (todo lo cual ha quedado debidamente comentado y documentado en los espacios libres y democráticos que aún persisten en su afán por ahí, en la prensa).
Siento mucho romper la cándida ilusión de muchos de los lectores habitantes del Status Quo pero, más allá del Peje o de la Convención Nacional Democrática, existen los descabezados de Michoacán y Guerrero, las muertas de Juárez; Emilio Gamboa, Kamel Nacif y el "Gober pricioso"; los acuerdos para establecer bases militares gringas en territorio mexicano (de los que apenas me estoy enterando); Elba Esther (¿o acaso creen que ella es un modelo de virtudes?); el desempleo y la migración del equivalente a un país hacia EU (¡nomás medio millón de personas anualmente!), que provee gran parte de la manutención de este país; el control institucional por parte de los narcos (¡conste que dije "narcos" y no "nacos"!); las pretensiones de empresarios y corporaciones por controlar la economía para su beneficio y su insultante indiferencia por las consecuencias de sus acciones en la calidad de vida de la población; las transas de ISOSA y la SHCP en la importación y exportación de productos (¿recuerdas los productos chinos?); los pederastas en el clero (ahí está el "Padre" Maciel, y Norberto Rivera y Damas que suele ofrecer sus oficios para defender a "padrecitos" con la "peculiar" debilidad de saborear y "tirarse" regularmente a los pequeñines a su alcance); los hijos de Martita; los cuñados de Felipillo; los gritos televisivos para que el gobierno federal “engarrote” a Oaxaca; los atentados a los periódicos en Yucatán y Tamaulipas, etcétera etcétera.
En este contexto, de descomposición y colapso institucional, la existencia de una Convención que busque transparentar y hacer público el comportamiento del poder parece, incluso, un antídoto para el veneno de la complacencia, la corrupción y la indiferencia que han caracterizado a sociedad y gobierno en México hasta hoy. Así que, Bienvenida la Convención Nacional Democrática; y a nuestros lectores les deseo que el terremoto social les sea leve.
A los hijos del Status Quo
Centro Cultural
José Martí
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