El “muerto” como unidad de medida.
“Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por accidentes de tránsito.” Dice la página de Luchemos por la Vida. Imaginemos por un momento que desde hace unos años los vehículos cuentan con sistemas de seguridad infalibles frente a los accidentes, sistemas por el cual un accidente a baja velocidad represente salir ileso y accidentes a altas velocidades solo signifiquen heridas leves. Imaginemos un mundo por el cual la muerte por accidentes de tránsito ha pasado a la historia gracias a éste maravilloso sistema que bien podría ser tratarse de diseños de carrocerías con deformación programable y un uso técnicamente obligado del cinturón de seguridad, sistemas por el cual el habitáculo del auto quede ileso mientras que el resto del vehículo amortigua todo el fuerte impacto de manera 99,9% eficiente. Dejémonos llevar por la imaginación... Si ésta fantasía fuese real... ¿habría motivos para preocuparse por la seguridad vial?, ¿habría motivos para prevenir accidentes?, ¿deberíamos preocuparnos por como conducimos o simplemente salir a manejar como si nada...? total, seríamos inmortales. La realidad es que un accidente implica, al margen de las posibles heridas, una valiosa perdida de tiempo y dinero: realización de trámites, llevar el auto al chapista, posiblemente tenerlo en desuso por un tiempo, ir a un juzgado, etc., muchas complicaciones al margen de los daños humanos. Seguramente quien este leyendo esto pensara en mi como un ser inhumano materialista... y la realidad es que para tener una visión mas profunda sobre la prevención de accidentes hay que deshacerse del valor humano por un instante, lo que no significa desvalorizar la vida, sino valorar el medio que lleva esas vidas y la forma en que conducimos ese medio desde el lugar de partida hasta el destino. El otro día, viendo un programa de TV sobre accidentes aéreos mostraban como un Airbus 330 de la empresa Air Transat lleno de pasajeros se quedaba sin combustible en medio del océano atlántico debiendo aterrizar de emergencia en las islas Azores (ver nota), en el avión viajaban 293 pasajeros y 13 tripulantes, el caso es que dependía del piloto y del copiloto realizar bien el aterrizaje, solo había una oportunidad, no se podía retomar y reintentar aterrizar, tampoco había potencia de reversa para frenar el avión una vez que aterrizara, debía hacerse solo con los frenos, por lo que no debían aterrizar demasiado rápido ya que al final de la pista había un barranco de 100mts de altura. Todo eso me puso a reflexionar, si el piloto fuese un “humanista extremo” y pensara en los 293 pasajeros y sus 12 tripulantes, probablemente se volvería loco y lo mataría la presión de saber que tiene esa responsabilidad en sus espaldas. Por eso, lo mas importante es que el piloto se abstraiga y sea egoísta -sí, egoísta-, y tiene una razón de ser: si él quiere llegar a tierra sano y salvo, los 293 pasajeros mas los 12 tripulantes van a llegar sanos y salvos a tierra junto con él. Afortunadamente éste accidente esquivó la fatalidad gracias a la destreza del piloto y del copiloto, quienes fueron premiados por tener el récord del vuelo de planeo mas largo del mundo con un avión lleno de pasajeros (un récord que nadie llevaría a cabo por voluntad propia) y salvo por algunos heridos por el forzoso aterrizaje que destruyó casi todos los neumáticos no hubo daños humanos. Pero lo grave es que de no haber estado cerca de las islas Azores el avión se hubiese desintegrado en el impacto contra el océano y todos sus ocupantes hubiesen muerto, el tema no es rescatar el milagro del aterrizaje sino ver el motivo que los llevó a ese extremo, es decir: detectar la falla (en este caso fue técnica acompañada de errores humanos), encontrar el problema y aplicar una solución para que esto no vuelva a ocurrir; ya que puede haber un milagro, pero dos no... Actitud: Pero la cuestión es mas profunda, no se trata de vida o muerte, ni de tiempo, dinero ó daños materiales sino de una actitud diferente en el tránsito. Recientemente hicieron grandes modificaciones en el examen teórico para obtener el registro de conducir, ya sea por primera vez o por renovación después de un año de haber vencido. La modificaciones consistieron principalmente en una mayor cantidad de preguntas mucho mas profundas que antes y algunas de ellas capciosas. Diariamente se cometen infracciones conocidas, es decir: ¿quién no sabe que con luz roja hay que frenar?, ¿quién no sabe que la E con una línea roja a 45° que la cruza por encima encerrada en un circulo rojo significa prohibido estacionar?. Bueno, parece que algunos no lo supiesen, o no quieren saberlo o recordarlo... ¡La verdad es que les importa un huevo!. Lo terrible es la falta de respeto, la falta de solidaridad, el hecho de no pensar y ponerse en el lugar del otro, del discapacitado que quiere bajar por la rampa obstruida por algún vehículo (si la rampa está en condiciones), eso es lo mas grave de todo. Todos conocemos, al menos, la mayoría de las normas de tránsito elementales, pero no solo es conocerlas ó saberlas, sino aplicar el conocimiento y la sabiduría. Si fuese por conocimiento o educación académica los doctores, ingenieros, licenciados serían excelentes conductores y no es así. El problema es la actitud y el respeto a las leyes, las mismas que antes de modificarlas hay que respetarlas. Cuando uno es peatón siente que los autos se le tiran encima, que no lo dejan cruzar, que no le seden el paso; ahora, cuando uno es automovilista siente que el peatón cruza por donde quiere, ve que se para en medio de la avenida a esperar un momento libre para cruzar la otra mitad, que empieza a cruzar cuando falta un segundo para que se prenda la luz roja peatonal y ni siquiera apura el paso. De un lado vemos la infracción en el otro y viceversa, pero jamás vemos el error en nuestro comportamiento cuando lo tenemos. Somos seres sociales, vivimos en comunidad, vemos gente que nos rodea y rodeamos a otra gente, hay interacción, no vivimos solos. Por eso existen las reglas, para organizarnos y llevar una “forma común” de actuar y evitar conflictos y “choques”, ese es el gran problema: muchos son rebeldes que hacen sus propias reglas y es ahí donde colapsa la organización social. Conclusión: En resumidas cuentas y para no extenderme mucho mas, lo que quiero expresar es que medir la gravedad de la situación del tránsito en “muertos” es ridículo, porque va mas allá, no se necesitan cadáveres para darse cuenta de las cosas, no se necesitan heridos, cuando se llega a esa situación es porque ya es tarde, porque no se tomaron en su momento las medidas oportunas. La clave para darse cuenta de cómo está todo es simplemente salir a pasear caminando ó en bicicleta, moto o en auto respetando las normas, y ver como nos encontramos con distintos obstáculos. Es decir, los muertos son una consecuencia (no el problema) de la desatención hacia las normas de tránsito y hacia el tránsito mismo. También hay que ser objetivos y (teniendo en cuenta que el 10% de la población del país está en Capital Federal y Gran Buenos Aires), pensar que en 2006 se vendieron 400.000 vehículos, un récord que igualo al de 1998, para éste año se prevé que se vendan todavía mas vehículos, pero no crean que se dan de baja 400.000 vehículos viejos; los antiguos pasan a manos de los que buscan su primer auto o de aquellos que no cuentan con mucho poder adquisitivo, pero muy pocos son dados de baja, lo que representa una increíble cantidad de vehículos que se suman al parque automotor y por ende aumenta la cantidad de accidentes, es proporcional. El gobierno puede ayudar a evitar accidentes, por ejemplo: colocar alertadores (como los que se utilizan en Vicente López) en algunas esquinas “ciegas” o peligrosas; reparación y demarcación de calles, colocación de semáforos en esquinas transitadas, semáforos peatonales por pulsador, controles de alcoholemia en las cocheras donde estacionan los autos los que van a bares o boliches, realizar controles vehiculares anuales, etc. Pero si el gobierno se muestra ausente: mostremos madurez y resolvamos los problemas por nosotros mismos haciendo lo que podemos desde donde estamos. La seguridad vial se mide en cantidad de accidentes no en muertos, porque evitando accidentes evitamos muertos. Por: Ignacio Manchado. Fecha: Jueves 29 de Marzo de 2007. Notas relacionadas. |