Cruz de San Benito, sacramental contra el Maligno

Crux Sancta sit mihi lux, non Draco sit mihi lux, Vade Retro Satana, 

numquam suadeas mihi vana, sunt mala quaea libas, ipse venena vivas

Sección Biología: la clonación (Primera parte)

En los últimos años se ha abierto un arduo debate en torno a la posibilidad de clonación en Biología, tomando como indudable punto de inflexión la primera experiencia realizada en un mamífero, la ya fallecida oveja Dolli, allá por 1996.

La discusión, en forma decidida e intencional, se ha volcado hacia la mal llamada clonación terapéutica, en hipótesis una especie de panacea para enfermedades que a la fecha carecen de curación real.

Sin embargo, la información objetiva acerca de la clonación no ha sido adecuadamente difundida a la población, en especial para quienes creemos que no pueden separarse la ciencia de la ética, la biología de la moral, y, sobre todo, el absoluto respeto de la ley natural de la Creación.

En este ensayo formado por dos artpiculos, intentaremos explicar el proceso de clonación, en un lenguaje lo más claro y sencillo posible. Hemos narrado en nuestros artículos sobre células madre (primera y segunda parte) que, por un proceso llamado diferenciación, las células en nuestra vida embrionaria se organizan de modo tal que, si bien todas conservan «reprimida» la totalidad del código genético, cada una de las células «expresa» aquella información que es útil para su función en el organismo. Utilizando un ejemplo práctico, una neurona del cerebro y un glóbulo blanco de la sangre contienen en su núcleo exactamente el mismo código genético. Sin embargo, la neurona expresa sólo la pequeña parte de ese código que es funcional a su rol en el sistema nervioso, y el glóbulo blanco expresa la pequeña parte que es útil para cumplir con su función en el sistema inmune.

Ese código genético es transmitido de generación en generación en el ADN. Esta sorprendente molécula, en términos quizás demasiado simplificados, se encuentra «empaquetada» en los llamados cromosomas. Las células de los seres humanos contiene 46 de los citados cromosomas... con la excepción de las gametas (óvulos y espermatozoides) que contienen 23, debido a una forma especial de división celular llamada meiosis, cuya complejidad escapa a los objetivos de este ensayo.

Este ejemplo del género humano es aplicable a otras formas de vida que se reproducen sexualmente, incluyendo otros mamíferos y en general a todos los vertebrados superiores e incluso a muchos invertebrados. Lo concreto es que la unión de un gameto femenino (óvulo) con uno masculino (espermatozoide) da lugar a una nueva célula, única e irrepetible, distinta de las que le dieron origen y por tanto nuevo individuo desde un comienzo, que, al sumar los cromosomas de ambos padres, cuenta en sí con una información genética completa.

Ese nuevo ser (óvulo fecundado, embrión o cigoto, según la nomenclatura) está conformado en un principio por una única célula capaz de expresar absolutamente todo el material genético que contiene (en Biología se las llama células totipotenciales). A poco de concebida, esa célula comienza a dividirse para formar un embrión de dos, cuatro, ocho, dieciséis... infinidad de células que, a posteriori, empezarán su diferenciación.

¿Por qué motivo la célula inicial comienza a dividirse? Se debe fundamentalmente a que en el óvulo existen una serie de sustancias químicas capaces de inducir la división celular (mitosis) a partir de la formación del nuevo ser. Esas sustancias sólo actúan cuando el material genético está completo (un óvulo no fecundado no es capaz de dividirse por sí solo).

Clonación (adaptada de la Univ. Stanford), explicada lineas abajo

Conociendo estos datos, ¿en qué consiste el proceso de clonación?

(1) Supongamos que se toma una muestra de sangre de un carnero. En ella se encuentran glóbulos blancos, que, como se mencionó antes, si bien sólo expresan una pequeña parte, contienen la totalidad del material genético del citado animal.

(2) Tomemos paralelamente un óvulo NO fecundado de una oveja y, mediante técnicas físicas o químicas, se destruye su núcleo (que, como ya sabemos, tiene la mitad de los cromosomas de la especie). Contaremos así con un óvulo sin material genético.

(3) Ahora bien, si logramos introducir el núcleo del glóbulo blanco (que cuenta con todo el material genético del carnero "donante") en el interior del óvulo modificado (que cuenta con los factores necesarios para la división celular), tendremos una célula totipotencial que iniciará su duplicación de material genético.

(4) Si esta nueva célula es introducida por técnicas artificiales en el útero de una oveja, se implantará y se desarrollará como un embrión, dando lugar al nacimiento de un carnero genéticamente idéntico a aquel que «donó» su glóbulo blanco.

Esta narración simplificada del proceso de clonación, que parece extraída de un relato de ciencia ficción, se practicaba con batracios ya en la década de 1970 y se llevó a cabo en mamíferos 20 años después. Existen reportes y publicaciones de distintos animales domésticos (la recordada Dolli, perros, gatos, bovinos) clonados con éxito.

Para muchos lectores, los párrafos anteriores encierran sin dudas una amarga mezcla de sorpresa con horror, al advertir el soberbio intento de emular al Creador al dar vida. Sin embargo, esta quimera de ciencia y espanto será sin dudas aún mayor cuando, en la segunda parte de este ensayo, profundicemos en los aspectos vinculados a la eventual clonación de seres humanos.

 

«El afán de dinero es la raíz de todos los males del mundo» (1 Tim; 6,10)

Revista Digital Fides et Ratio - Febrero de 2007

 

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