La Educación de los Hijos
por DOC     Agosto 2002
Hay quien no puede dejar de estudiar, le gusta, siente que nació para aprender y nunca es suficiente conocimiento el que se puede adquirir, sin importar la edad que tenga.
El problema con esto es que se corre el riesgo de llegar a pasar demasiado tiempo aprendiendo y poco viviendo, y que de tanto saber caigamos en la soberbia en que han caído tantas “grandes mentes” de la historia que terminan por olvidar, dudar o de plano negar a Dios por el alto nivel que dicen haber alcanzado.
Es correcto querer estudiar, pero no podemos permitir que se convierta en un ídolo. Debemos cuidarnos de no permitir que nuestros hijos crean que "la educación es lo que más cuenta en la vida" como tantas veces se escucha.

A cuántos hijos no se les dice desde pequeños que van a ir a estudiar a tal o cual prestigiada universidad porque "es lo mejor que un padre le puede dar a sus hijos", y para lograr ese sueño a futuro, desde la primaria procuran tenerlos en el mejor colegio, el cual normalmente resulta ser de los más caros o elitistas de la ciudad.
“Ahí hará las relaciones que le servirán toda su vida”. Esto lo he escuchado de gente que estimo mucho, y por eso me ha dolido tanto porque veo que están depositando su fe en las personas, enseñándole a sus hijos que en quien deben de confiar es en los amigos y los conocidos, poniendo a Dios y a la familia en un plano secundario.

La educación de los hijos es un factor de gran preocupación para muchas personas; ¿Les estarán enseñando lo debido?  ¿No se estarán estancando nuestros hijos ahí?
“El hijo del vecino (o el sobrino) ya sabe multiplicar y el mío todavía no, ¿cómo es eso posible?, se me esta atrasando".
¿Atrasando respecto a qué?. No sabía que estuviésemos en una carrera del conocimiento y que el que menos sepa de las cosas del mundo en un momento dado perderá.
Algunas de las maestras de mis hijos me han confesado con dolor que la mayoría de los padres de nunca les hemos preguntado si nuestros hijos son felices en el salón de clases, pero que muchos sí quieren saber cómo está su hijo respecto a los demás: ¿Es mi hijo el más listo? 
¿Qué calificaciones obtienen los otros niños?

Esto no puede ser, no se trata de no interesarnos sino de no preocuparnos, debemos tener confianza en las decisiones que hemos tomado, y más si lo hicimos buscando hacer la voluntad divina.

Luego escucho, sobre todo a las mamás (perdón mamás) hablar de la mucha tarea escolar que traen sus hijos a casa, y es que “el nivel académico del colegio es muy alto”  Sin embargo del nivel socio-moral de los alumnos no escuchamos nada, y es que para empezar, no se puede cuantificar.
En muchos casos se piensa que por tenerlos en un colegio religioso basta para eso, pero la experiencia nos dice que los egresados de esos colegios no tienen mejores hábitos y moral que los de colegios laicos, y que a veces, ante la represión o exceso de educación religiosa de la manera equivocada, se vuelven más rebeldes y menos receptores que otros.
No importa en donde estudien, si sus padres son verdaderos Cristianos, las bases ya están dadas para su educación y de esta, el que se encargará será Dios.  Nuestra tranquilidad no puede estar supeditada a que nuestros hijos estén en tal o cual colegio, ni a que obtengan las mejores calificaciones.

John Dewey definió la educación como la reconstrucción sistemática de la experiencia, pero demasiada de la educación moderna deja fuera a Dios.  En efecto, lo que se esta haciendo es reconstruir nuestros fallas.  Expandemos nuestros errores, los engrandecemos y multiplicamos al querer estudiar tantas cosas que se han hecho mal en el pasado, muchas veces con la justificación de ser “abiertos” en nuestra forma de pensar, de no negar nuestro pasado. 
Necesitamos educación, pero no sólo para la mente y el cuerpo; necesitamos además educación para el espíritu.  En el sistema educativo actual se necesita de un énfasis espiritual, pero no podemos confiarle a las instituciones educativas que se encarguen de la educación espiritual de nuestros hijos, ni aún en los colegios religiosos.

Si criamos a nuestras generaciones sin la sabiduría que sólo Dios puede dar, pueden volverse grandes intelectuales, gente muy educada en las cuestiones del mundo pero ignorantes en cuanto a las cuestiones de vida eterna, pues el conocimiento suele entorpecer la búsqueda de la verdad, que es Cristo el Señor.
“El temor de Dios es el principio de la sabiduría”
Asegurémonos de que Dios sea la roca en la que descansa nuestra confianza, que podamos vivir la vida plenamente, no que vivamos para estudiarla o vivirla parcialmente.

1 Corintios 1.30:
"
Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención."


Inspirado en un comentario del libro: Day by day with Billy Graham
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