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¬ Número once
El
pop es fascista
Guitarras
imaginarias ¿Has deseado alguna vez tocar la guitarra?
Nunca te
acostarás: Nuevo artículo de El Zurdo
Un poco de
silencio, por favor: no más música
Los Negativos: ¿quién
ocupó su lugar?
Scuba,adiós
Homenaje a un bar mítico
Cartas al
director
La vida pública de Elizabeth Prize
Para acabar de
una vez por todas con la cultura Manifiesto contra el todo
Música para convenios
colectivos Críticas de discos
No olviden vitaminarse y supermineralizarse hasta la
próxima entrega de "El Efecto Orégano", la revista de acción estética
y partysana.
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Número dedicado a:
The Shannons, Alex Tornasol, Iñaki
Orbezua, Joaquín Chousa, El virus Púrpura, Tremolina, La cereza revoltosa,
Ecos de Sociedad, Comando Mondo Brutto, El patio de mi casa, Sabela,
César Prieto, Tito Lorenzo, los Empresarios, Nouvelle cuisine, Chamizo,
Juan Pablo II, Fernando Muñiz, Spanish Bizarro, Marian Scuba, Kola Conrad,
Mario de Andrés, Kankel, Urko Azumendi y Sofía, David Rivera y Aintzane,
Josep Pla, Popthing, Alex Cooper, Esteban Bribón, Javier Calle, Fop,
Torkel, Era Pop, Ediciones Gamuza Azul, Justo Santos, Scuba Duba, ...
RECOMENDAMOS LA
EDICION EN PAPEL: MAS ARTICULOS, IMAGENES, ...
Me propongo
demostrar aquí una tesis sobre la que algunos llevamos tiempo
resistiéndonos a admitir su idoneidad: el POP es fascista y ustedes,
amables lectores de este fanzine, también.
Sí, es
cierto, el POP fue, es y será siempre reaccionario, ombligista y estéril
a fuer de ilusionante o tal vez por ello. ¿No se sentían ridículos
cuando bailaban “Internationalist” del tatcheriano Weller?; ¿No
se les caía la cara de vergüenza cuando canturreaban “Panic” del
spengleriano Morrissey, un ser tan genial como racista y cuya
emigración de las Islas todos sabemos fue a causa de su afiliación, mal
digerida por el NME, al National Front,?
Ejemplos hay
a patadas. El último las manifestaciones callejeras en Londres en
protesta por los asesinatos en masa en Irak. Bombardean un país libre y
a nuestro alegre y combativo POP no se le ocurre otra gracia que salir
de paseo por Trafalgar Square, enfundados en prendas cada vez más
ridículas mientras la CIA, el MI6 y demás demócratas se descojonaban
desde sus oficinas. Me estoy refiriendo, claro está, al untermeschsen
del cantante de Blur, pero seguro que por ahí andarían los
infraseres de OCS y el mastuerzo de Ray Davies. Los de Oasis no
fueron: algo tenía que tener la droga.
POP, bendito
artilugio duerme conciencias. Y por supuesto este fanzine no es una
excepción. Créanme, lectores de fuera de Bilbao, esto es serio: todos y
cada uno de los vástagos de la plutocracia vizcaína se descoyuntan
muertos de risa en las fiestas poppies patrocinadas por esta casa,
ajenos al devenir nietzscheano del mundo que ellos alegremente
conforman. En ningún sitio como en esta villa ha sido tan cierto eso de
que pop viene de “popular”. Ustedes me entienden.
Llegado a
este punto se antoja necesario ofrecer alguna solución a la deriva
clasista de la situación actual y sólo se me ocurre una vuelta si no a
los orígenes sí al menos al verbo. Sabido es el tradicional rechazo que
la lectura ocasiona a todo seguidor pop que se precie pero si hasta
Steve Marriott, cuenta la leyenda, pudo terminar el primer capítulo
de la maravillosa “Brighton rock”, entonces todo no está perdido.
Peligros hay muchos y el más evidente es la sempiterna querencia de
ustedes por clásicos de la involución como Tolkien, Orwell
y Salinger, tríada favorita del POP (el nazi, el delator y el
idiota) en cuanto se está quieto con las manos, y que anula de raíz
cualquier intento de anarquizar la máquina. ¿Pensaría Debord en
la escena pop cuando rescató para el cine el palíndromo latino que le
hizo famoso? In girum imus nocte et consumimur igni. No se lo traduzco
porque sé que todos estudiaron derecho en los jesuitas.
Sigamos con
la cuestión. Como buen filósofo, el consumidor de música POP rechaza
sistemáticamente trabajar con libros de otros intelectuales. Ve en ello
un entorpecimiento de su propia y radical imaginación. Y tan convencido
está de su método que lleva hasta las últimas consecuencias su tesis.
Recientemente
en uno de esos pogromos de la inteligencia que echan por televisión se
vertieron ciertos comentarios acerca de la escena pop que no me resisto
a reproducir aquí bien que liberándolos del predicado de las frases.
Adjetivos como fresco, jovial y divertido se repetían hasta la náusea a
la hora de enjuiciar el “sentido último” de la música, la ropa y la
“actitud” del POP. “Moderno” era, de lejos, el calificativo más empleado
y por supuesto el más retrasado de los tertulianos trajo a colación la
palabra “atemporal”, cuyo significado desde luego ignoraba. Otros
hablaban de religión, de “manera de vivir” y se refocilaban haciendo
posturitas en su terminología falangista. Sí, les dolía el POP. Como a
sus abuelos les dolía España.
Frente a
ellos cualquier persona sensata se sentiría Robespierre. ¿Era
necesaria tal exhibición de estupidez, facherío y pobreza? ¿No nos
habían dicho, y peor demostrado, que los discos pop eran maravillosos,
frescos y vibrantes?; ¿No era una exaltación, una explosión plena de los
sentidos, una revolución: “la reacción leopardiana frente a la soledad”?
Como mínimo, ese paraíso de esplendores desaparecidos de los que hablaba
Lewis Carroll en “A través del espejo”. Algo individual, cierto,
pero sólo visible en camaradería. Pop socialista, si se me permite la
expresión. Pero ni el socialismo es lo que era ni las actuales
celebraciones POP son algo más que deslucidos brindis al sol, sobre todo
al sol. Ultrajado y convertido, merced a la única culpa de sus
pretendidos defensores, en un estólido sucedáneo de la Vida, mitad
novelita de Forster mitad melodía de Gainsbourg, el
penúltimo fetiche canibalizado por la escena, el POP se nos muere entre
los brazos. La sensación de frustración es evidente y las mentes más
lúcidas de nuestra generación no dejan de experimentarlo en sus propias
carnes. Y le espero en el recreo a quien me lleve la contraria.
¿Qué debería
ser el POP? Nada excepto la capacidad para sustraernos a la derrota y
por ende la necesidad de construirnos nuevos mundos siempre posibles.
Inmanente por naturaleza e inevitablemente revolucionario en su esencia.
Y sin embargo, nadie en sus cabales podría dejar de reconocer que la
escena ha caído, para colmo sonriendo, en brazos de la Reacción. Juguete
roto para solaz de los sujetos más derechistas que imaginarse quepa, la
canción pop endulza hoy los risibles sueños de los hijos más tontos del
Sistema, alguno de los cuales me estará leyendo.
A partir de
mañana Schönberg y Spinoza.
Kurt Cantsin
P.D: No se os
pide que salgáis a la calle con pasamontañas, pero podríais dejar en
casa los náuticos.
^^
Guitarras
imaginarias
Mi sueño
juvenil incumplido es haber tocado la guitarra eléctrica en un grupo de
rock. de estas páginas. Es fácil identificarnos. En los conciertos y
discotecas siempre somos los que bailamos desinhibidos con unas
guitarras imaginarias con las que realizamos unos punteos propios de
un Eric Burdon.
Sin embargo,
ser un guitarrista imaginario resulta muy difícil. Prueba a emular en
la discoteca de moda las contorsiones de un Pete Townshend o un
Paul Weller. Las chicas indies (con tres rayitas en los pies) se
apartarán horrorizadas, los hieráticos mods acentuarán sus permanentes
caras de desprecio y las niñas monas formarán grupitos – siempre forman
corritos y diminutivos - para observarte entre risitas.
Tú, solo en medio de la pista, creerás por un momento que eres la
estrella de la noche, que todos admiran tus escalas de acordes por la
imaginaria Fender, que , ¡cielos!, por un día existes. Sin embargo,
recuérdalo bien, tocar una guitarra imaginaria es, como tener acné o
llevar calcetines blancos en los años noventa, cosa de colgados. O de
borrachos de vino que es mucho más antiguo y vulgar que estar drogado de
diseño.
Menos mal que
los tiempos modernos acuden en nuestra ayuda. El sueño de ser un
guitarrista está al alcance de todos y viene de la mano no de CCC como
esperabáis todos sino de los japoneses. Yamaha ha inventado una
guitarra sin cuerdas y con trastes luminosos que te ayuda a ser un
Jimmy Hendrix en menos de 30 días. LA EZ-AG no se desafina nunca y para
los manifiestamente torpes este instrumento futurista, que pronto
veremos en las teletiendas, también puede tocar solo.
Lo que de
momento no han inventado los japoneses es un crecepelo eficaz para que
las melenas imaginarias, que acompañan a nuestras guitarras de
fantasía, dejen de ser también imaginarias.
Mr Efecto
Orégano
^^
Nunca te acostarás...
...sin
aprender una cosa más. Es interesante comprobar cómo, desde que dejé la
política y fui soltando lastre quijotesco para ir más al meollo de las
cosas y ejercitar mi distanciamiento de la anécdota (lo que yo llamo
«negempatía» -en homenaje a mis queridos replicantes-), mi capacidad
para asimilar calidad y filtrar spam se ha incrementado notablemente. He
recuperado el gusto por lo selecto (lo que yo considero selecto, se
entiende –no aquello que las convenciones y/o el grupo PRISA me intentan
imponer como tal-) en música, lecturas, cine, comida y bebida. Gracias,
lo reconozco gustoso, a las buenas compañías que en los últimos cuatro
años (lo que va de nuevo milenio) me han ayudado a zentrarme (con z,
siempre con z) y a templar el acero de mi integridad, de mi
autosuficiencia, de mi autoestima.
Así, en
música me había quedado descolgado desde mi descubrimiento de Enya
a través de videoclips y mis primeros encuentros con Isabelle Antena
y Anna Domino en sucesivas visitas a cajones de saldo (hallazgos
que fueron acompañados de un galopante desencanto por mucho de lo
escuchado en los primeros 80 y que se traduce en el hecho de conservar
hoy, por ejemplo, muy poco material de la movida –aparte, naturalmente,
de aquel en el que yo participé-: algo de RADIO FUTURA, todo
PEGAMOIDES, CHINAS, TRASTOS, WAQ, DECIMA VICTIMA, PARALISIS y creo
que paro de contar). Primero Dildo de Congost, y más tarde
Charlie Mysterio, me han puesto al día. Hoy, gracias a ellos, puedo
disfrutar de cantidad de pop/rock británico y USA de los 80/90 del cual
no tenía la menor referencia y hoy se me hace indispensable (MORPHINE,
TINDERSTICKS, HOUSE OF LOVE, THE CLIENTELE, PREFAB SPROUT, 10000 MANIACS,
NATHALIE MERCHANT, BELLE AND SEBASTIAN, MAZZY STAR, COCTEAU TWINS, THE
MONOCHROME SET, DAMON AND NAOMI,
THE JESUS AND
MARY CHAIN...), amén de algunos nombres españoles que (tras la criba que
implican sucesivas escuchas, el desmitificador trato personal y/o la
asistencia a algún concierto) se me han quedado en dos (SEÑOR CHINARRO e
ILEGALES –bueno, y la recuperación en solitario de Carlos Berlanga-).
También Dildo
me refrescó bastante mis referencias cinéfagas y lectoras: en rimer
lugar, estrellándome de cabeza y sin paracaídas contra el Sol Naciente,
del cual hasta la fecha sólo recordaba con agrado las novelas de
Mishima, los programas de HUMOL AMALILLO, alguna canción de
Yukihiro Takahashi y la película «EL VERANO DE KIKUJIRO» (de
su mano me introduje en los manga –a los que tenía manía por asociarlos
con aquellos primordiales y relamidos dibujos animados de HEIDI y MARCO-
para disfrutar de Pinoko y su randiano creador BLACK JACK, o de la
coprófila robotina con gafas que diseñó ese Tony Stark achaparrado
llamado DR SLUMP, entre otras maravillas perversas inasequibles a la
moralina jodíocristiana y politically correct; y juntos alucinamos con
films como «AUDICION», «EL VIAJE DE CHIHIRO», «DOLLS»,
«ZATOICHI», «BATTLE ROYALE» o «DARK WATER», que nos
hicieron ver a los japos con la misma reverencia y sentimiento de
inferioridad racial con que muchos podían ver en los años 30 a los arios
rubios como la cerveza tras una buena dosis olímpica de Leni Riefensthal);
pero, además de la fiebre amarilla, Dildo contribuyó a mi puesta al día
descubriéndome a Ballard (cuya única referencia para mí era el film «CRASH»),
a Edward Gorey (del cual sólo sabía que había influido en la génesis del
chico ostra burtoniano), a Adrian Tomine, a Otto Weininger (más allá de
las referencias elogiosas de Evola en la «METAFISICA DEL SEXO» o
de algunos exabruptos feministas, la verdad es que, a mis años y tras mi
larga y variada trayectoria nacional, todavía no había leído
«SEXO Y CARÁCTER») o a David Cronenberg como objeto de atención
ensayística, entre las lecturas; y títulos como «STORYTELLING»,
«GHOST WORLD» o «VIDEODROME», en lo que a cine no japonés
se refiere.
Yo, en
contrapartida, le descubrí algunos nombres que hoy considera de cierta
valía y peso: a Ernst Jünger y a su exégeta Rafa C. (nuestro maestro zen
y sepulturero en sus ratos libres –lo más aproximado a Jorge Martínez si
éste se dedicase a la vida contemplativa-), a Ayn Rand, al cantautor
sevillano Benito Moreno, al Charles Bronson de «FRIAMENTE, SIN
MOTIVOS PERSONALES» (lo más aproximado a Rafa C. si este se dedicase
al asesinato remunerado), a mi tocayo y mentor Sánchez Dragó o al
apasionado pedagogo René Scherer. No conseguí entusiasmarle con mi
parafilia por Simone Weil y su mística del sufrimiento (aunque parece
ser que ahora ésta, reencarnada en Mel Gibson, le entra mejor).
En cuanto a
los placeres de mesa y mantel, ha sido mi última asignatura a medio
aprobar, y el mérito de ello lo tiene mi osita. Yo le descubro lecturas,
películas y música y ella me va sacando de mi tópico régimen de vida
tirando a anacoreta para llevarme en su monovolumen por hermosos
paisajes (que su ojo de fotógrafa localizadora de bungalows en venta
capta con inusual precisión) y, tras el paseíto correspondiente por
playa o montaña, rendimos nuestro tributo al estómago en desgranando en
la sección MENU de mi página web junto a las últimas lecturas y
películas. Este mayor reparto de mi tiempo explica también lo que
planteaba en mi anterior texto sobre la tv (no sólo porque ésta resulte
día a día más estomagante, sino porque cada vez cuido más de en qué
ocupo mis ratos).
Pero
volviendo a la gastronomía, a mi osita y a mí nos une no sólo el buen
saque y una cada vez mayor exigencia en cuanto a lo que nos metemos
entre pecho y espalda sino también la comunión caníbal. Si a mi me
revuelve los jugos y me provoca insalivación pavloviana contemplar una
sesada palpitante (el flambeado endocraneal de Ray Liotta en «HANNIBAL»,
la trepanación de Lucy Liu a golpe de katana en «KILL BILL»), mi
osita me ha sorprendido gratamente con su outing antropófago, con el
añadido en su caso de la incorrección política, cuando me confesó
recientemente que, tras ver las famosas imágenes de los turistas usacos
de la CIA rostizados y troceados por irakíes en pleno subidón a lo 2 de
mayo (nosotros hacíamos lo mismo con los gabachos hace mucho, mucho
tiempo -antes, claro, de descubrir las delicias del consenso y la
tolerancia-, como lo testimonia Goya en sus instantáneas), tuvo que irse
a la nevera a prepararse algo, porque le dio un fuerte pronto bulímico.
En fin, en tanto esperamos a que Lecter nos invite a una cena destroyer
de cinco tenedores, continuaremos sublimando nuestras tendencias a
través del voyeurismo y posterior ingesta de algo de similar textura
(ganado porcino, básicamente). Justo cuando acabo estas líneas, tenemos
pendiente de ver el film de Gibson sobre la pasión crística. Menudo
atracón nos vamos a pegar a la salida...
FERNANDO MARQUEZ
(http://usuarios.lycos.es/YNALINNE)
^^
En el siglo de las luces disponer de una biblioteca de cien libros era
impensable para el común de los mortales que bastante preocupación
tenían con la oscuridad de su hambre. Hoy, probablemente fruto de las
lecturas volterianas de aquellos libros, la revolución francesa y un
poco de guillotina, el menos luminoso de nuestros vecinos cuenta con
los cien títulos imprescindibles de la literatura universal obsequiados
por el País, el Libro de Moroni que regalan los mormones y que no
falta en ningún domicilio o, ¡pobres!, los cincuenta ladrillos de la
nueva narrativa española- edición de lujo con lomos en dorado-
comprada en el Círculo de Lectores.
Y en el mundo de la música pop ha ocurrido y ocurre algo similar. En los
años ochenta del pasado siglo poseer cien o doscientos discos era señal
de un buen coleccionista, de viaje a Londres para adquirir elepés no
publicados en España por los Kinks o de hermano mayor con
aficiones mejores que pegar patadas a un pelotón.
Ahora cualquier pardillo posee- bajada de internet, copiada en
ultrarápidas grabadoras o comprada en la calle a chinos más simpáticos
que los dependientes de la sección de música del Corte Inglés, - la
discografía completa de los Rolling Tostones, tropecientos discos de los
Bitels, todas las caras b de los inencontrables singles de los Jam
y otros miles de insondables cedés.
Además ¿quién se resiste a los discos a cinco euros publicados por Rock
Indiana, las ofertas de Elefant records o la maqueta grabada – hoy todo
el mundo puede publicar un libro y grabar un disco - por tu primo el
rockero, el hijo del jefe o la atractiva diseñadora de pulseras?
Lo peor es que la posesión masiva de música no ha supuesto su escucha
como tampoco la posesión de los cien libros que curvan las estanterías
de IKEA en nuestros pisitos tan modernos nos ha llevado a su lectura.
Miles de horas de música esperan su turno para ser escuchadas. Y día a
día más minutos se suman, como enfermos de la seguridad social, a esa
lista de espera.
Es triste decirlo: cada vez poseemos más música pero cada vez escuchamos
– y disfrutamos- menos de la música. ¿Y para esto hicimos la revolución
francesa?
El tío Can
^^
Los
Negativos: ¿Quién ocupó su lugar?
“¿Cuál crees
que es el mejor disco en la historia del pop español?”, me pregunto ella
con sus eternos ojos adolescentes que se reflejaban en la chapita de
Cooper clavada a su jersey multicolor. Sonreí. Mi primera cita con
aquella chica tan yeyé estaba bien preparada. Llevaba estudiadas las
listas de los diez mejores discos de la historia del pop, las diez
películas imprescindibles del cine británico los sesenta y los diez
lugares donde me gustaría- es algo que me gusta dejar claro en mis
primeras citas- ser enterrado. Contesté con seguridad:
“Con la
dificultad que supone responder de forma categórica a este tipo de
preguntas que, al mismo tiempo, implican exclusiones, me atrevería a
afirmar que un disco titulado Picnic Caleidoscópico. Esta es brevemente,
como sé que te interesará, la historia de este disco:
En el año
1984 en la cosmopolita Barcelona- ¡quién lo diría hoy con los aldeanos
que dictan su política cultural!- se reúnen cuatro jóvenes (Alfredo
Calonge, Carlos Estrada, Roberto Grima y Valentín
Morato) apasionados de la cultura mod para crear una de las bandas
más emblemáticas de la historia del pop español: Los Negativos.
En poco
tiempo, tras los primeros ensayos, surgen las primeras canciones como
Moscas y Arañas, Viaje al norte o El club del cerdo violeta donde
plasman su devoción por la psicodelia y el pop de los sesenta creando,
sin embargo, un sonido propio arropado por textos lisérgicos fruto de
una imaginación e inspiración claramente por encima de la media del pop
español.
Tras sus
exitosas visitas al Madrid que vive los primeros síntomas de
consolidación comercial de la Movida y paradójicamente sus primeros
síntomas de parálisis creativa, en el año 1986 graban en Discos Victoria
un maravilloso y hoy mítico disco titulado Picnic Caleidoscópico.
En 15 días
Los Negativos, producidos por un neófito Enric Lindo, reúnen
catorce increíbles canciones como Quien aplastó la mariposa, En una
habitación realmente pequeña, Mágico Víctor o Pasando el tiempo que sin
duda están entre los temas imprescindibles de cualquier historia seria
que se escriba sobre el pop español. En este disco los arreglos son
sorprendentes utilizando instrumentos prácticamente inéditos en la
escena nacional hasta ese momento como clavicordios, vibráfonos,
guitarras de doce cuerdas u órganos Hammond.
La imagen (
Op-art, flequillos, dandysmo,...) y sonido (psicodelia, garage, ...)
plasmados por esta banda en su primer larga duración contribuyen
claramente a definir los criterios estéticos de buena parte de los
jóvenes que viven el revival mod español de finales de los años ochenta
del siglo pasado.
En 1987 Los
Negativos graban su segundo elepé “18º Sábado amarillo” que es
recibido con frialdad por gran parte de sus seguidores. Sin embargo, en
este disco el grupo sigue demostrando que son capaces de no estancarse
y crear bellas canciones, como Estación de Francia o Recuerdos desde el
Gran Hotel, no deudoras de su anterior trabajo. A veces la creatividad
tiene su precio y sin duda Los Negativos lo pagaron.
A partir de
este momento, las diferencias musicales dentro del grupo y el servicio
militar provocan la salida de la banda de Rober Grima y Alfredo Calonge.
Ya nada volvería a ser igual. Posteriormente Los Negativos grabarían un
disco “Las cintas de Thule” que recoge maquetas y actuaciones en
directo pero que es recibido con indiferencia.
En 1996
Carlos Estrada y Valentín Morato se reúnen, junto con Albert Ramírez,
para crear unos nuevos Negativos que producidos otra vez por Enric Lindo
graban un elepé, publicado por Al.leluia Records y titulado Puzzle que
es un disco repleto de pildorazos psicodélicos que recoge notables
canciones como Parque Portugués o Paseo del Edén pero que difícilmente
enamorará a los obsesionados por su sensacional “Picnic Caleidoscópico”
¿Estarás de acuerdo, no?”.
Aquella
noche me convertí en líder juvenil de mis amigos los mods pero ella,
como en aquella canción adolescente de José María Granados,
bailó con otro.
Mr
Ringo Rango
^^
Scuba,
adiós, adiós, ....
Cierran
el Scuba. O cambian sus dueños que lo mismo da. Nada será igual. Son :
·
Dieciséis
años bailando hasta el amanecer (aunque el amanecer fuesen las tres de
la madrugada o cuando la policía municipal quisiese)
·
Ramón
descubriéndonos a Los Vegetales y otros vinilos comprados con la paga
obtenida en su trabajo en la tienda de discos
·
El cliente
que viernes tras viernes siempre pedía 091 y que un día desapareció
quizás sepultado por créditos o hijos.
·
Las fiestas
de homenaje a personajes inexistentes (Ana Walls), intuyendo sin
saberlo la agitación cultural de los blitzinformation;
·
Presentaciones de una fanzine balbuceante y con olor a pegamento Imedio
como El efecto Orégano;
·
Conversaciones con la siempre festiva Marian;
·
Allan, el
profesor de inglés que se parece a Woddy Allen, hablándonos durante
horas de su colección de discos guardada en su habitación en un pueblo
cerca de Newcastle
·
Juan de
Pablos disfrutando tímidamente a los platos en sus escapadas a Bilbao
·
Los hermanos
Orbezúa soñando con el maravilloso disco que un día grabarían con el
nombre de The Shannons;
·
Jon
contándonos apasionadamente la historia de los Sonics y el nacimiento
del garage;
·
Un cuadro con
la imagen de Cola Cao mucho antes de que los “indies” descubriesen que
en España era posible un arte pop
·
Enrique, ese
economista tan serio que te niega las hipotecas en la ventanilla del
BBVA, bailando frenético ska como en las noches de Toisón que cantaban
Los Cardiacos;
·
Un jueves de
1989 escuchando canciones tristes de Nick Drake pensando en cohetes
naranja y presintiendo a Family;
·
El librero
Urko que cantaba canciones de Belle & Sebastian mientras nos descubría a
Bruce Chatwin;
·
Poder ver de
cerca a Los Potros, Santi Campos o The Boogie Punkers;
·
El único bar
donde podía sonar sin complejos Nico Fidenco
·
Kola Conrad
hablándonos de su camiseta de Syd Vicious que los fines de semana
sustituía su uniforme azul de chica de colegio;
·
El bribón de
mi primo Esteban pinchando una y otra vez Los Flechazos en fiestas
sesenteras.
Y, claro,
también el desamor, las esperas, los reencuentros, las noches
solitarias...la mitad de mi vida. ¿Sentirían la misma desolación los
madrileños que asistieron al cierre del mítico Rock Ola en los tardíos
años ochenta?
^^
Cartas al Director
Señor
director:
Hoy domingo
noche me he convertido en presunto afín. Han sido 48 horas intensas y
extrañas, desde que el viernes tarde atraqué por casualidad en esta
especie de islote, en las que he ido leyendo con avidez todas y cada una
de sus entregas.
Yo también
abomino de los tiempos modernos que nos toca vivir y en los que a los
cuentos de hadas se les cambia el final. También echo de menos la acción
y la rebeldía. Así que solicito asilo en vuestra brigada de demolición,
yo también quiero ser ministro de la muerte, digooo, acabar con el
contubernio filisteo.
Suyo
afectísimo de aquí a la eternidad.
Paddy
O'Paddy
“En
tu propio solar quedaste fuera,
del orbe de
tus sueños hacen criba,
pero allí
donde estés cree y espera...”
^^
Talulah
Gosh
fueron un grupo maravilloso que formó parte del C86 y del anorak pop,
movimientos del indie pop británico de la segunda mitad de los años
ochenta. Tontas etiquetas pero algunos grupos realmente buenos como
The Pastels o The Wedding Present. Eran una mezcla perfecta
entre la inocencia y el preciosismo de los grupos de chicas de los
sesenta, la energía del punk y la new wave y la incompetencia técnica
de los primeros Pastels. Todo lo que grabaron en su corta trayectoria
del 86 al 88, incluidas sesiones de radio, está recogido en Backwash
que fue publicado por K Records en 1996. El disco no tiene (casi)
desperdicio, transmite una energía, una alegría y unas ganas de vivir
enormes. Está lleno de canciones brillantes, cortas, luminosas y
sorprendentes como “Beatnik boy”, “Talulah Gosh”, “My boy says”,
“Bringing up baby”, “Be your baby” o ese himno de jovialidad que es
“In love for the very first time”. Pero tampoco crean que vivían en un
mundo paralelo en el que todo era felicidad, también hay algún momento
algo más oscuro.
Dentro del
grupo (2 chicas / 3 chicos) destacaban las personalidades de Amelia
Fletcher y Elizabeth Price. Se conocieron en un club de
Oxford, las dos lucían su chapita de los Pastels y eran fans del indie
rock así que decidieron crear un grupo. En principio la idea era que
fueran todo chicas pero al final reclutaron al novio de Amelia (Peter
Momtchiloff), a su hermano (Mathew) y a Chris Scott. En las notas
interiores de Backwash aparece una carta que Lois Maffeo (gran
cantautora indie) escribió a Calvin Johnson (K, Beat Happening,
etc) cuando, estando en Gran Bretaña, descubrió al grupo. Le dice que
sería perfecto si no fuera por una de las chicas, Elizabeth
naturalmente, a la que define con un curioso “I´m too cool to live-ness”.
No estoy en absoluto de acuerdo ya que la figura de Elizabeth, aunque
a la sombra de Amelia, tuvo un peso importante tanto en las
composiciones como en la forma de interpretarse las canciones. Además
está su maravillosa voz haciendo coros a Amelia o como voz principal
(“Beatnik boy”, “Just a dream”). Su salida del grupo se notó (fue
sustituida por Eithne Farry), no para mejor o peor, pero se notó. Pero
lo que es verdad es que la belleza, la elegancia y el serio porte
majestuoso de Elizabeth contrastaban algo con el resto de miembros del
grupo. Ella no quería seguir siendo asociada a la ñoñez (demasiados
boy, girl y pa pa pas en las letras) y la incompetencia técnica
atribuidas al grupo, además quería centrarse más en sus propias
canciones, por eso, sin ningún mal rollo, lo abandonó a finales del
86. En el 89 Amelia, Mathew y Peter formaron Heavenly.
Por su
parte Elizabeth creó el grupo The Carousel junto a Gregory
Webster de los Razorcuts, otro de los grupos más destacados del
C86. Para editar sus nuevas canciones crearon su propio sello llamado
Cosmic English Music, demostrando su buen gusto también para elegir el
nombre. En el 89 aparece su primer EP de 12’’ titulado Strawberry
Fayre. Los elementos rock y punk desaparecen totalmente, quedando
claro que eran cosa de Amelia y los demás. Podemos seguir hablando de
grupos de chicas de los sesenta pero ahora la interpretación es
claramente folky. No hay bajo ni batería, sólo guitarras acústicas y
la preciosa voz de Elizabeth, celestial diría yo aludiendo al grupo de
Amelia, aunque sin dejar de ser muy humana, su respiración se puede
oír al terminar cada frase lo que crea un efecto bastante curioso. Las
cuatro canciones son deslumbrantes y la luminosidad acaba imponiéndose
a pesar de las nubes que puedan crear la tristeza, la melancolía y el
desamor. Parecen situarse en tiempos remotos, en siglos anteriores,
incluso utiliza palabras antiguas. Remiten a escenas campestres, están
presentes el tiempo (sol, lluvia), las estaciones, los alimentos
apetitosos y la infancia. “Halfpennies and farthings” está basada en
la canción infantil “Oranges and Lemons”. En “Evergreen” recuerda el
verano ya terminado y en “September comes again” suspira por tiempos
más felices. Hay un sentimiento religioso de fondo y también bastante
inocencia, a no confundir con infantilismo e ingenuidad forzada. Para
rematarlo todo también la portada es buena y adecuada, un dibujo
medieval de la tierra, la luna y el sol. Está claro que la Price
concibe estos trabajos como obras artísticas.
En 1990
aparece un segundo EP de 12’’. Aunque a grandes rasgos el tipo de
música es el mismo, hay una mayor complejidad tanto en la estructura
de las canciones como en la interpretación. Esto se nota sobre todo en
las voces, en algunos momentos ella llega a triplicar su voz. También
se introducen tímidamente toques de armónica en “Handmedown green” y
de cello y órgano en la solemne “Locks and bolts”. La ausencia de la
persona amada es el tema que domina el disco y el sentimiento
religioso persiste, incluso se incrementa. La portada vuelve a ser un
acierto con un magnífico cuadro de Jesucristo. A mi parecer este
artefacto es la cumbre artística de Price y Webster.
En el 91
aparece Will you wear love?, un nuevo EP que esta vez es de 7’’, tiene
tres canciones y lo publica Summershine. Aquí está “Yesterday boy”,
que creo que es su canción más conocida y la que más recuerda a
Talulah Gosh.
En 1993
Vinyl Japan reunió las canciones de estos tres EP´s en un disco
titulado I forgot to remember to forget. Además se añadió una canción,
“Sundials and weathervanes”, de la que no se puede hacer mejor halago
que decir que no desentona con el resto. Es música atemporal y de
extrema belleza que ha sido dolorosamente infravalorada e ignorada. Es
un disco obligatorio para todos los seguidores de la saga Talulah Gosh
/ Heavenly y altamente recomendable para todos los que les gustan las
canciones bonitas.
En 1994
también Vinyl Japan publicó ABCDEFGHIJKLMNOPQRSTUVWXYZ que
tiene ocho nuevas canciones. Es algo inferior pero merece la pena,
aunque está poco trabajado las canciones son buenas. Me da la
impresión que ella ya había decidido que no iba a seguir en el
mundillo musical pero a pesar de ello decidieron publicar las
canciones que les quedaban. Colaboran hasta tres miembros de Heavenly,
incluida Amelia que ya lo había hecho anteriormente, pero siguen
predominando las guitarras acústicas y las voces. Destacan dos
canciones, “Henry please don't chop off my head” y “Sidesaddle”, que
me parecen bastante graciosas además de buenas pero que habrían sido
mejores con más dedicación a la hora de interpretarlas. “Truelove “ y
“My boy and his motorbike” suenan totalmente a grupos de chicas, la
primera pudiera haber sido en su día un éxito del Brill Building. El
catolicismo de la Price queda patente entonando dos bellas oraciones a
Jesús, “Sugarbowl” y “Baby sweetness”. Las notas interiores vuelven a
ser muy chocantes.
Hasta aquí
la vida pública de Elizabeth. Supongo que pensó que había otras cosas
a las que tenía que dedicarse. Por lo menos nos dejó a sus fans unos
cuantos tesoros con los que disfrutar.
Manolo
Barrero
^^
PARA ACABAR
DE UNA VEZ POR TODAS CON LA CULTURA
¿Pero de
verdad alguien puede pensar que yo soy telebasura? Tamara
Cada vez
que oigo la palabra cultura, saco mi Browning. Un alemán
“Al que
tiene le será dado; al que nada posee todo le será arrebatado.” Un
cristiano
Son tiempos
extraños éstos en los que nos ha tocado vivir. A la ausencia, más o
menos perenne, de conflictos bélicos que afecten a las acomodadas
poblaciones burguesas del mundo libre se une la inexistencia de
conflictos culturales capaces de engendrar en las mentes un mínimo
posicionamiento que nos evite ese veloz recorrido hacia el precipicio
que vaticinaba Pascal al hombre contemporáneo. Como ya se
intuía desde el siglo XX, ha tenido que ser la cultura ese “algo” que
la humanidad se había puesto delante de sus ojos para no querer ver la
debacle.
Resulta
palmario que cada época ha necesitado de un decorador que eliminase el
desagrado que le causaba al poderoso la mera visión de su servidumbre
y no menos cierto es que la técnica le facilitó, no mucho después, la
posibilidad de añadir a aquel atrezzo una banda sonora que le obviara
el sonido de sus deposiciones. Al conjunto de manufacturaciones
ideadas se le convino en llamar arte, en definitiva la “alta cultura
de las clases altas”, un corpus cuya sacralización vino de la mano de
la burguesía en el S. XVII, creando la barrera definitiva que
distanciaba, convirtiéndoles en enemigos irreconciliables, al artista
y sus mecenas de la gleba. ¿Qué es lo que tuvo que ocurrir para que la
descomposición del cadáver alcanzara en el pasado siglo el nivel de
atrocidad en el que desde entonces nos movemos? Simplemente que la
tecnología puso al alcance de todos lo que hasta entonces la Historia
(entendida como un Gotha reaccionario) había reservado a los más
capaces.
Fue
Feuerbach quien, en su autopsia de los tiempos modernos,
reconocía el imparable aumento de desmanes que se cometían al amparo
de la cultura y sin duda su conocida frase “vivimos en una época que
prefiere la copia al original” ha sido trasplantada desde el terreno
de la ética al campo del ocio. En un giro lampedusiano, el arte del
siglo XX demuda en la captación al por mayor de simplezas y
ocurrencias sin gracia, reconvirtiendo en artistas a antiguos
oficinistas, panaderos y gente sin empleo conocido a quienes sus
padres daban ya por perdidos. Es un hecho que los reformatorios de
principios del XIX, cantados por Dickens, se encuentran en la
actualidad desiertos habiendo perdido su peso específico en favor de
los talleres para escritura creativa, cursos de fotografía avanzada o
karaokes televisados para solaz de las masas.
¿Podría el
añorado Charles escribir hoy aquello de que los hombres son tan buenos
como su grado de desarrollo técnico les permite serlo si prestara
atención a las nuevas bandas de música electrónica o a los jóvenes
artistas del video experimental, todos ellos de la misma pasta que los
pendencieros que poblaban sus relatos, sólo que con ínfulas?
En la
conversión de la anécdota en categoría, los dueños del espectáculo han
sido lo suficientemente sagaces al obrar el milagro de la
transformación de los panes en piedras sin que nadie se queje del
engaño. Abuso tras abuso, incluso se permiten la existencia de centros
de desinformación encargados, en una magistral vuelta de tuerca, de
localizar el foco de infección y denunciarlo, al objeto de que los más
listos de la clase se crean diferentes por el hecho de ser “avisados”
de la estafa. Y lo creen, ignorando que la procedencia del virus y el
laboratorio de vacunación se encuentran en la misma planta del mismo
edificio. Un ejemplo de lo anterior podría ser el terreno de las
revistas de desinformación cinematográfica, donde a la par que se
magnetiza – anulándolo - el gusto y el respeto por el cine, que ya no
tienen la desfachatez de llamarlo séptimo arte, aparece entre
centenares de páginas de publicidad bien remunerada una levísima
crítica, por supuesto exangüe, a la mano que les da de comer.
En materia
del denominado arte para minorías, casi todas ellas compuestas de
esbirros estalinistas o antiguos desertores del deambular ministerial
franquista, el pasmo llega a cotas singulares. De una exposición de
arte chino para toda la familia -inclusive el abuelo que se duerme-,
un lager como el Guggenheim puede pasar sin despeinarse a una
celebración de esa penúltima sangría del espíritu humano que es la
moda. Celebración con fiesta incluida donde por supuesto a usted no le
dejarían pasar ni por error, ya que sin duda no es gay ni millonario y
por tanto nada se le ha perdido en el universo Armani.
Por lo
tanto y sentadas las bases del problema en algunas de sus más
evidentes erupciones, propongo una aparente rendición incondicional al
enemigo, derivando la máxima de Valery en su inversión
absoluta: la estupidez sí es nuestro fuerte. Para ello en un principio
los más osados, nuestra vanguardia por así llamarles, deberán
abandonar sus ropajes habituales para adoptar desde ya uniformes de
creativos, de artistas, renunciando a la virilidad y al sentido del
ridículo del que hacían gala. Deberán ampliar la paleta cromática de
su armario, incluso hasta tonalidades que ignoraban, y muy
probablemente se verán obligados a paladear la hiel del escarnio de
aquellos que aún no se han enterado del giro de los acontecimientos.
No importa, la historia nos ha enseñado que toda transformación,
máxime cuando es la esencia la que se ve obligada a mutar, impone al
sujeto una elevada dosis de dolor, condición sine qua non para
verificar el proceso y culminarlo.
En una
segunda fase y cuando ya nuestro aspecto exterior nos haga
reconocibles por el adversario iniciaremos la conquista del terreno en
cuestión. Aplicando la máxima de Hegel haremos de nuestro saber
una voluntad de poder. ¿Qué significa? Que desde el mismo instante en
que nuestra apariencia exterior sólo escandalice a nuestros padres y
antiguos aliados, deberemos perfeccionar del modo que sea alguna
especialidad concreta del Enemigo: cine, música, instalaciones, etc.
Reservaremos para los líderes la especialidad del “happening” o “perfomance”,
cumbre inexpugnable de la idiotez intelectual.
Una vez
encaramados en las atalayas la dialéctica está servida y cada
combatiente deberá valerse por sí mismo teniendo mucho cuidado en no
subestimar al contrincante. Por supuesto habrá bajas, seres débiles
que creerán descubrir en el Arte Moderno la solución a una vida
plagada de fracasos, pero si logramos mantener cierta fidelidad a los
mandamientos básicos de nuestra lucha, en definitiva devolver al
hombre el respeto por sí mismo que le arrebataron, nada podemos temer.
Arthur Cravan lo avisó con tino en su día: “En la calle pronto
no se verán más que artistas, y se pasarán todas las fatigas del mundo
para descubrir un hombre”.
Pasados
unos meses desde el inicio de la fase Troya, deberemos acceder cuando
menos a las primeras comprobaciones, prefiero el término “mediciones
mediáticas”, del nivel de nuestras armas en liza. Para aquellos que se
hayan dedicado, un suponer, al cine su tarea deberá haberles
recompensado con algún accésit en festivales de páginas web, páginas
interiores del dominical del País (que están que lo regalan) o, si su
grado de alienación ha sido grande, incluso un Goya.
Si no han
tenido suerte en el reparto y por un casual les ha correspondido
realizar alguna ekintza en ese espectáculo para somas que las madres
de ustedes denominan teatro, nos encontraremos antes estas dos
posibilidades. Si no han tenido más remedio que quedarse en su pueblo,
sin duda la prensa y/o televisión local ha debido fijarse en sus obras
dado que ya no existen familias censadas que no tengan a alguno de sus
miembros en plantilla, pudiendo dominar en un plazo de tiempo breve el
medio. Si por el contrario la ambición del irredento le ha llevado a
capitales de provincia e incluso del estado, el momento clave para la
acción podría ser la entrega del premio nacional de teatro, apopléjico
cenit de la idiotez patria en esa materia.
El entorno
de la pintura y el arte en general (vid. escultura) merecería un
capítulo aparte pero considerando los logros obtenidos por ilustres
antecesores de nuestro movimiento (Mario Mertz, Tápies,
Chillida) es fácil saber por dónde van los tiros y cuál es la
tecla que debe ser pulsada al objeto de incentivar aún más la
impericia de los gestores del negocio y de los falsos conocedores del
medio, de cuya torpeza y mongolismo sabremos aprovecharnos.
Evitando
siempre poner un ápice de nuestro improbable talento en cada una de
las manifestaciones que pretendamos intoxicar (porque la meta jamás
deberá ser suavizar la sensación de tomadura de pelo que embarga a los
seres vivos después de asistir a sus pogromos culturales sino
incrementarla hasta alcanzar el nivel exponencial que permita la shoah
final), cada paso que demos en cada pseudoarte que abracemos
significará una victoria y la sentencia de De Quincey será
distorsionada como se merece: en cada una de las bellas artes, un
asesinato. Es ese éxtasis exponencial al que pensamos someter a la
sociedad del espectáculo el que nos marcará la profundidad del
combate. Insistimos que se antoja nuclear incidir y ahondar en la
imbecilidad del arte actual como medida de retorno a parámetros
normales de conocimiento y respeto; sobra decir que el objetivo
último es liberar al ser humano de su propia necesidad de ser engañado
por quien ha demostrado ser no sólo más idiota sino también más
miserable.
Haremos
nuestra la divisa leninista de todo buen revolucionario: cuanto peor
mejor. No cabe duda de que si el éxito nos acompaña en este terreno la
sociedad puede no resultarnos ya una némesis inalcanzable, porque es
sin duda en el arte donde el rasgo dominante de aquélla (la
imbecilidad) se muestra en todo su esplendor. Por fin, la máxima
lautremontiana de la poesía hecha por todos y para todos cristalizará
en una epopeya de consecuencias dantescas y, sin dejar de lamentarlo
por el pobre Ducasse, no podremos por menos que sentirnos
satisfechos por haber devuelto al Espectáculo siquiera un poco de su
infierno.
En la
taimada intervención de factores en discusión, nuestras fuerzas son
tan débiles como queramos que sean y por ende tan destructivas como
eficaces nos parezcan. La piedad, el perdón deben ser anulados de raíz
y cualquier otro instinto ajeno no puede ni tan siquiera ser
vislumbrado en el seno de la praxis. Una mínima debilidad por parte de
un eslabón de la cadena aniquiladora que a buen seguro conformaremos
sólo puede conducirnos a la inutilización de la máquina y al
reforzamiento del Cretino Demiurgo que nos proponemos destruir. Las
funestas consecuencias de este despiste, disculpable sólo para los
necios o los católicos, llevaría aparejada la pérdida de ese
activista, demasiado obnubilado para apreciar la temible verdad que se
oculta detrás del panthocrator, y sumamente estúpido como para no ser
represaliado por sus compañeros de armas
“Desde que
el arte ha muerto se ha vuelto extremadamente fácil disfrazar a los
policías de artistas”. Este comentario escrito en 1988 por Guy
Debord cobra plena vigencia en nuestros días. Y consecuentemente
desenmascarar a estos policías artistas supondrá insuflar vida al arte
y arte a la vida (Wilde).
Por último,
el reconocimiento de los estragos causados por la cretinización de la
Industria del Espectáculo contra toda forma de vida y sensibilidad
humana no puede llevarnos a añorar una Edad de Oro presuntamente
verídica en un pasado remoto. Este error, cometido de buena fe por los
surrealistas, no debe ser repetido por quienes ya hemos conocido lo
estéril de su iniciativa. Sólo, y decimos bien, sólo la “acción
revolucionaria” puede librarnos de seguir incursos en un mundo donde
las formas tradicionales de expresión del hombre han caído, gracias a
los memos, en manos de los bobos para solaz de los tontos. Post data:
Acusaremos de lesa traición a todos aquellos que muestren el menor
signo de nostalgia por épocas ya vividas o por instrumentos cuyo mal
empleo conocemos.
O clean living under difficult circumstances o muerte.
Buenas
tardes.
Kurt Cansin
^^
Músicas para convenios colectivos
Chamizo: No más cínicos
Chamizo es
un proyecto de Santiago Chamizo (excomponente de La vaca Multicolor)
que reúne influencias tan dispares como Golpes Bajos, Tom Waits, Ben
Folds Five o la Velvet. Semejante cocktail de referencias genera
canciones, donde predominan los teclados y sonidos brumosos , que
parecen bucear por los sonidos postrock, el shoegazer y todos esos
sonidos tan difíciles para los oídos más acomodados. Y sin embargo
tenemos que señalar que muchos de los temas de “No más cínicos”
encierran momentos de gran belleza. Recomendamos atender a sus futuras
grabaciones. Prometedores.
Contacto:
www.lamachina.com
chamizomachina@hotmail.com
The
Shannons: Scripts and stories
Precioso
primer disco de The Shannons, el grupo bilbaíno liderado por Eduardo
Orbezua y que cuenta con la colaboración de Pablo Jiménez (Pulpops),
Iñaki Orbezua (Otoño Cheyenne) y Santi Campos. Emocionantes canciones
con resonancias de los Byrds, Buffalo Springfield y, como acertadamente
han advertido algunos críticos, de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán.
Coros juguetones, delicadas melodías y cristalinas guitarras
rickenbacker de 12 cuerdas para crear emocionantes y perfectas canciones
pop. Sin duda, el mejor disco del año.
Publicado por
Rock Indiana (¡por sólo 5 euros!). Imprescindible.
www.cincoeuros.com
http://www.cuadernosdelpop.com/
Coastal
El sello Words on Music publica el debut de Coastal , banda de Utah
(USA) que ha grabado un sugerente disco lleno de voces susurrantes,
meláncolicas melodías y tranquila conversación entre la guitarra de
Jason Cough y el órgano de Luisa Gogh. Música delicada, relajante,
ambiental pero, pese a ello, difícil para las mayorías aceleradas.
www.words-on-music.com
Nouvelle
cuisine
Precioso
disco de debut de una banda que ha estudiado con aprovechamiento las
lecciones de Belle & Sebastián, La buena vida y otros magos del pop
cristalino. Una gran promesa que de momento resulta un secreto reservado
a minorías pero que poco a poco podría llegar a convertirse en grupo de
culto. Muy buen gusto.
The Jenny Furs
Desde
Albacete llegan The Jenny Furs banda formada en Enero de 1998 y que en
su nuevo disco “And things like that” sorprenden con un power pop
guitarrero anglosajón mucho más intenso que el practicado en su anterior
trabajo donde jugaban con algunas atmósferas electrónicas. Ráfagas de
buena música para los amantes del pop.
Contacto:
http://usuarios.lycos.es/jennyfurs/
Badarock
Justo Santos es uno de esos extraños aventureros que dedican su tiempo y
dinero a promocionar proyectos musicales como el recopilatorio Badarock
que reúne a cuatro grupos extremeños de distintos estilos e intenciones
(Left Brothers, Lich, Violent Popes y Darksound). Las tres primeras
bandas practican un power pop de raíces británicas con momentos
brillantes especialmente a cargo de los Lich. Darksound opta por el rock
progresivo que creíamos ya fenecido y que a nuestras almas pop nos sigue
pareciendo aburrido y pretencioso.
Desde luego lo que Justo tiene que mejorar- si se nos admite la crítica-
son las portadas de los discos. No sabemos si la chica de la portada de
Badarock será su novia o una amiga especial, pero el tipo de fotografía
recuerda al retrato de las adolescentes desaparecidas de “Quién sabe
dónde”.
Contacto:
cafepubmuni3@hotmail.com
^^
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