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Otros números
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Número uno
Cartas al director :
Contra el contubernio filisteo: Sixteen,
clumsy and shy
El Efecto Orégano: Otra aproximación
San Remo trágico: Ciao, amore, ciao
Chicas
de Colegio: Otra historia sentimental del pop baboso español
Demos la paz: cronicas clericales
Belle& Sebastian
Una visión generacional
¡Graciás mamá!: una declaración de amor de hijo
Yo y los soviets: Alex Tornasol y los coches rusos
El valor de la palabra: El Zurdo explicando su locuacidad
Vainica Doble: un pequeño homenaje
Carrusel de melodías musicales: Una historia sobre
el Easy listening
Jardiel Poncela: Jardiel por Alex Tornasol
Luis Aguilé: un crooner hispano
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Número Cinco
"Y alguno hasta tiene un Guillermo Brown de pega, posterior
a La infancia recuperada, de Savater. Pero las tapas le delatan,
están demasiado nuevecitas. Yo sé que miente como un bellaco y que
leía a Enid Blyton. No hay más que verle."
Iñaki Ezkerra, "Marginalias"
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Carta al Director:
Sé quien es usted, pues si no, no estaría ahora leyendo mi carta cruel.
Le escribo para recordarle que en una muy próxima onomástica rebasará
usted la todavía edad ambigua de los treinta e incurrirá en ese dígito
fatídico del cuatro. Ahí comenzará definitivamente su cuesta abajo, e
incluso en el Efecto Orégano le dirán que se acabó su tiempo. Será mejor
para todos, porque se empeña usted por un lado en añorar todo lo que tenemos;
nuestros gustos, las películas, los videojuegos, nuestra moda, nuestros
fanzines, nuestra música.
Pero en cambio usted tiene miedo a cambiar y a comprender lo nuevo, porque
eso lleva tiempo, que es lo que le empieza a escasear. Por esa razón entra
usted en nuestra reunión con aires joviales y pide su whisky, señor Pureta,
de la marca de siempre, pues tiene usted todos los efectos secundarios
bien medidos. Y como se le va acabando el tiempo de la actuación, y lo
sabe, no nos escucha cuando estamos conversando, sino que nos interrumpe,
y nos ametralla con sus opiniones tan veces repetidas, con sus chascarrillos
que todos conocemos ya. Detestables monólogos que nadie ha escrito para
este escenario nuestro y usted se empeña en improvisar sin pausa.
Está convencido de que es de los nuestros, pero cuando le vemos en nuestras
fiestas muchos tememos que, al salir, podamos ser cacheados por agentes
de la autoridad (qué casualidad), o que el lunes nuestro jefe, un empresario
de su círculo, haya decidido despedirnos del trabajo por nuestra vida
disipada (aunque no conste esa causa en la carta de despido). Esa es la
confianza que nos inspira su presencia.
Está claro que tiene prisa usted, porque superar la mitad del camino hace
ver las cosas de una manera diferente. Su universo ha cambiado y todo
se mide ya en él en términos de "porcentaje restante". Por eso
espero que enseguida ya no nos veamos. Espero que olvidemos para siempre
su aspecto esforzado, su semblante tan comprensivo de nada, sus miradas
envidiosas de un pasado más brillante que no fue y sus opiniones tan rotundas.
Que cada palo aguante su vela. Está cantado, señor Pureta: con sus cuarenta
años El Efecto Orégano, su último juguete, se le caerá de las manos y
se romperá en mil pedazos.
Suyo afectísimo.
Enrique Kruel
^^
Contra
el contubernio filisteo
Una nueva propuesta para aquellos que en algún momento se han sentido,
como bien narraron The Smiths, adolescentes, torpes y tímidos ("sixteen,
clmsy and shy") ante un mundo confuso dominado por fuerzas ajenas
al bien común (¡Viva Tintín!, ¡Vivan los caballeros medievales!) o al
sentido también común (¡Viva el estoicismo! ¡ Viva la ecuanimidad ante
la adversidad!). Los cantos de sirena de la madurez- si ésta es sumisión
ante el dinero, el poder o cualquier otra forma de dominación- pueden
continuar. ¡Que suene nuestra propia música! (aplausos)
^^
El Efecto Orégano
...como Bilbao, moderno pero que no puede evitar mirar hacia atrás
...unas tijeras escolares y pegamento IMEDIO en los dedos de la mano
...juegos de la edad tardía en los que Faroni se llama Mr Ringo Rango,
El chaval de la trenca, The catcher, Partysana, Corusco, Ramón Barroco,
Roberta, Juan Andropop, Onésimo Fettice, Enrique Kruel, Mr Shankly u otros
mil heterónimos
...soñar con protagonizar una historia del desorden como la propuesta
por Enrique de Hériz en su segunda novela publicada por Seix Barral
...recorrer librerías en busca de autores silenciados, incorrectos y malditos-
quizás insoportables- pero que nuestra intuición nos exige leer
...un fuerte rodeado de indios... y la caballería aún por llegar
... el niño tímido, hiperactivo y torpe que tira la Fanta en los cumpleaños
infantiles arruinando el mantel de papel y recogiendo todas las miradas
que él odia.
...leer entre divertido y esperanzado panfletos ácratas contra el mundo
del trabajo
...abrir el apartado de correos nº 13 y encontrar cartas amigas desde
Tenerife, Barcelona, Albacete , Oviedo, Jaén, Madrid o Baracaldo con letras
amigas de Tito Lorenzo, Txuso Fernández, César Prieto, Javier Morales,
Los Empresarios, The Jelly Furs, Luis Demano y su plan secreto o Pepe
Flores y su Spanish Bizarro.
..seres no hipnotizados por un presente sucio y las tontas fuerzas de
la época
...leer las apologías de los ociosos escritas por Robert Louis Stevenson
y los elogios de la holgazanería de Bertnad Russell
...encontrar presuntos afines que una vez, hace años, también soñaron
con una nueva explosión juvenil (¡la próxima vez será diferente!)
^^
San Remo trágico
Cia amore, ciao amore: ¿la canción más gafe de la historia de la música
pop?
Cuando la madrugada del 27 de enero del 67 Luigi Tenco se volaba la cabeza,
con su Walther PPK calibre 7.65, en la habitación 219 del hotel Saboya
de San Remo tras ver como su canción Ciao, amore, ciao - que había presentado
al festival de esa ciudad junto a la cantante italofrancesa Dalida - era
eliminada por el jurado popular con tan sólo 38 votos sobre 900 posibles,
el drama saltaba a primera plana de la prensa italiana y sudamericana.
Cuando un mes más tarde, exactamente el 27 de febrero, Dalida intentaba
a su vez acabar con su vida ingiriendo una sobredosis de barbitúricos,
el drama adquiría dimensiones shakespearianas.
La llegada a San Remo había sido espectacular, Dalida - en la cumbre de
su carrera - y Tenco - cantante del momento en Italia - mantenían un romance
desde octubre del año anterior, y se presentaban como favoritos a llevarse
el festival.
La cantante francesa, locamente enamorada de Tenco, acudía a San Remo
por compromisos con la discográfica RCA (con la que ambos tenían contrato)
y, fundamentalmente, para apoyar la todavía emergente carrera de Tenco
quién, por el contrario, se mostraba reticente a tomar parte en el festival.
La velada del 26 de enero, día del concurso, no comenzaba de la mejor
manera posible. Tenco, que había tenido que tomar una fuerte dosis de
calmantes y whisky para vencer su miedo escénico, veía como su pase de
Ciao, amore, ciao dejaba indiferentes a los espectadores congregados en
el Teatro del Casino de San Remo.
Cuando llegó el momento del segundo pase, esta vez a cargo de Dalida,
Tenco asistía entre bastidores a la ovación del público a la cantante,
pero no así a su canción.
Una vez la eliminación por el Jurado Popular era ratificada por la Comisión
de Expertos, toda la gente de la RCA desplazada al festival se reunía
para cenar en el Nostromo. Todos menos Tenco quien, tras acompañar a Dalida
hasta la puerta del restaurante, se había retirado al hotel debido a su
estado de ánimo, mezcla de ira, frustración y tristeza.
Preocupada por su amado, Dalida abandonaba el Nostromo en mitad de la
cena, y se desplazaba al Saboya con la intención de consolar al abatido
Tenco.
Sin embargo, llegada a la habitación 219 sólo un cadáver la esperaba,
tendido en el suelo en medio de un charco de sangre.
El orgulloso amante no había soportado ser causante de la humillación
de su bienamada y su canción, que aunque de calidad notable, era demasiado
complicada para un festival como éste. Cuando un mes más tarde, días después
de cantar Ciao, amore, ciao en el festival Guy Lux en honor a su amado
muerto, Dalida intentaba acabar con su vida ingiriendo 75 calmantes, la
prensa no dudaba en hacer de la pareja unos nuevos Amantes de Verona recordando
las palabras de la cantante que, parafraseando a Victor Hugo, decía: "Cuando
se pierde a la persona amada, el mundo se vacía".
Hay quienes aportan otra versión de este drama, más trágica si cabe, amparándose
en la existencia de tres cartas que Tenco habría enviado entre 1965 y
1967 a quien el llamaba su amada Valeria, una muchacha romana que habría
sido el amor verdadero de Tenco, y a la que habría perdido por su romance
con Dalida (que él, en su tercera carta explicaba como un montaje publicitario)
y por la participación junto a ella en el festival.
Esta pérdida, y no la derrota en el Festival, habría sido según esta versión
la causa del suicidio del cantante.
Dalida, haciendo caso omiso de esta teoría, mantuvo en sus declaraciones
que el amor entre Tenco y ella había sido real. Así lo hizo hasta que
el 3 de mayo de 1987, y de nuevo mediante una sobredósis de barbitúricos,
conseguía poner fin a su existencia.
Junto al cadáver se encontró una escueta nota que decía: "La vida
se ha vuelto insoportable
perdonadme".
The Catcher
^^
CHICAS DE COLEGIO: Otra historia sentimental del Pop Baboso Español
Probablemente comencé a escuchar el pop baboso de los Secretos, Mamá
o Totem porque, además de empezar a rasurar mi pelusilla de melocotón
en una década luminosa como los ochenta, a los quince años sufría una
timidez ingobernable y mis relaciones con el mundo femenino eran conflictivas,
cuando no inexistentes. Supongo que aquellas canciones lloronas de chicos
abandonados, ignorados o maltratados por perversas féminas las recibía
como la solidaridad en la desgracia que es una forma elegante de reescribir
el refrán castellano "mal de muchos , consuelo de tontos".
Sin embargo, mi vida sentimental era mucho peor que la de cualquiera de
los protagonistas de las canciones de los Pistones, Trastos o Modelos.
A estos por lo menos alguien les abandonaba lo que presuponía una posesión
previa (Se fue como llegó, Hoy tarde vas a regresar o Está bien), incluso
algunos se permitían el desdén hacia las féminas como el protagonista
del famoso Déjame o el perdedor en la canción de los Modelos. A mi ninguna
ni tan siquiera me dio, como en la canción de Mamá, el número equivocado
en alguna fiesta.
En aquella época era más bien un espectador apasionado de un mundo vedado
en el que ciertos amigos de mágicas melenas rubias, zapatos Nautimoc,
jersey Privata y cazadora Levis con piel de borrego en el cuello (ésta
era uno de los difraces pijos en los primeros 80) se adentraban con seguridad
en la selva del mundo femenino. Los desplazados entretanto esperábamos
- muchas veces intercambiando cintas grabadas en Radio 3 de grupos con
temas cercanos a nuestro estado vital adolescente como Paraíso o Nacha
Pop- su regreso para escuchar sus aventuras- hoy en día ciertamente pacatas
comparadas con las peripecias de los adolescentes del nuevo milenio- de
besos arrancados en la oscuridad del Parque de los Patos a una niña de
uniforme.
Porque en aquellos años el mito eran las Chicas de Colegio, tan bien reflejadas
en la homónima canción de José María Granados, siempre inalcanzables.
¿Conocéis con quince años - y una testosterona peleona- una imagen más
desasosegante que una chica de uniforme?
Tanto contemplar pudores protegidos con aquellas carpetas, llenas de pegatinas
de Leif Garret, Miguel Bosé, Pedro Marín o Iván publicadas por el Nuevo
Vale o el Super pop, no resultaba bueno para mi salud mental y física.
Menos mal que ahí estaban las canciones que me hermanaban en la lejanía
con otros adolescentes madrileños que sufrían las ráfagas, como cantaban
los Secretos versioneando a las Bólidos, lanzadas por algunas tetitas
incipientes ( si se me permite, el feliz vocabulario adolescente) o la
indiferencia recogida como último fruto de una perversa premujer en la
sensacional Nada Más de Mamá.
Para acabar quiero contaros una historia que hará las delicias de los
psicoanalistas que siguen esta publicación: Hace poco a altas horas de
la noche, teniendo ya 30 años, tropecé con una de aquellas atractivas
chicas de uniforme azul con las que me cruzaba a diario camino de mi colegio.
Supongo que envejecer tiene que servir de algo, además de para que desaparezcan
los granos, y comencé a charlas con ella.
Después de las frases de tanteo para identificar que estuviese libre de
ataduras, comencé con notable éxito una tarea de acoso y derribo, hasta
que repentinamente en el bar en el que nos encontrábamos comenzó a sonar
la canción "Déjame" de los Secretos. Supongo, como dice Borges,
que algo que no se puede definir con la palabra azar rige estas cosas
y en ese momento, desde mi resucitada adolescencia le espeté a la atractiva
madurita "¿Sabes ? cuando tenía 15 años me ignorabas por completo,
tardes y tardes me cruzaba contigo y para ti yo era inexistente, sólo
tenías ojos para los de 20, ahora...¡ déjame!." Y me largué (teatral
pero extrañamente feliz).
Don Pin Pon
Ranking de uniformes
Mi ranking de uniformes femeninos favoritos en el Bilbao de los años ochenta:
1º Esclavas (¡aquellas melenas rubias fuertemente contrastadas sobre el
pichi azul...!)
2º Ayalde (el atractivo pijoinalcanzable e insoportable)
3ª La Pureza (éstas mucho más que por su uniforme por su fama de libertinas
en el maledicente mundo bilbaino adolescente que con notable éxito rebautizó
su colegio como la Puteza).
Ranking de canciones babosas
Cualquier ranking siempre es parcial y totalmente subjetivo, cuando no
autobiográfico.
Quizás no sean las mejores canciones o tal vez algunas no puedan ser consideradas
strictu sensu babosas, pero ...¡ahí están!
1. Déjame - Los Secretos
2. Ya no volverás - Mamá
3. Nada Más -Mamá
4. Las siete menos cuarto- Pistones
5. Para tí - Paraíso
6. Otra tarde - Los Secretos
7. Te voy a buscar - Trastos
8. Está bien - Los Modelos
9. El desván - Totem
10.El poli te ve - Trastos
11.Puertas del metro - Materia Prima
12.Noche de lluvia en Madrid - Los Modelos
13.Todo ha sido un juego - Unidad Móvil
14.No me digas que me dejas - Melodrama
15. Ráfagas - Bólidos
^^
Demos la
paz: historias clericales
Andaba yo metido en una iglesia. Esto es, que asistía a una boda, bautizo,
comunión o funeral. Como no había ni flashes ni paletas con tacones, era
evidente que me hallaba en lo último. ¡Cuánto luto! No soy de rezar los
latines a menudo, pero por aquello de la tradición y por
haber estado trece años y un día en un colegio de curas, uno siente que
ha de guardar ciertas formas. Lo cual, es que me levanto con la concurrencia
y me siento con ella, aunque los de las primeras filas siempre hacen algún
amago para despistar y caigo en la trampa. No tarareo, no me persigno
y me mantengo en una discreta esquina. Y, por supuesto, por un correcto
sentido del respeto, no comulgo.
Ahora bien, siempre llega el momento crítico. Un rato antes de que se
dé, ya me empiezan a sudar las manos. Miro de soslayo a la viejecita que
está a mi lado (porque es siempre una viejecita la que está a mi lado).
Me cruzo de brazos y fijo mi atención en alguna bombilla, confiando en
que piense que me encuentro en un estado elevado del pensamiento. Pero
no. La megafonía, siempre deficiente, dice que nos demos la paz.
Y ahí estoy yo, con las palmas sudadas bajo mis brazos cruzados y con
la mirada en lo alto, sintiendo cómo una mano aguarda extendida junto
a mis costillas, amenazando con clavarse debajo de ellas. Una mano arrugada,
ensortijada y, por supuesto, desconocida. La viejecita me sonríe. Al final
bajo la mirada, como un cobarde, y me hago el despistado. Oh, sí, amable
señora, aquí tiene mi manita sudada, estrújela, que yo le doy mi paz.
Y sí, cómo, no, yo me llevo la suya conmigo, que me vendrá muy bien, que
el mundo me alumbrará más y mejor en cuanto esquive a los mendigos de
la puerta. Al final, nuestras palmas se juntan y, oh sorpresa, se crea
un chapoteo.
A la viejecita también le suda la manita.
CORUSCO
^^
¿Belle &Sebastian ¡Salvad a esta generación!
Soy uno de los gafados que nació en los malditos primeros setenta. La
"movida" me pilló demasiado joven como para disfrutarla en toda
su plenitud,los Smiths habían hecho ya sus mejores canciones, la Velvet
ya estabán acabados para cuando los conocí y los Ramones daban sus últimos
y poco afortunados coletazos.
En definitiva, que soy de la generación de Mecano y de U2, de Duncan Dhu
y de Bon Jovi, de los cromos de la abeja Maya, de Phil Collins en solitario
y de los 40 Principales. Hay que joderse.
Es cierto que también nos ha tocado vivir alguna honrosa excepción como
la efímera existencia de los Stone Roses o los magníficos discos de La
Granja, pero han sido tan escasas que, como en el refrán, no han hecho
más que confirmar la regla.
Quizás por eso, para los que nos sentimos así, para esta generación de
post-adolescentes cercanos a la treintena saturados de tanto rock'n'roll
greñudo y cervecero, cansados de tanto pseudo-pop para mononeuronales
musicales y defraudados por tanto underground postizo, los discos de Belle&Sebastian
son nuestra particular píldora anti-nostalgia.
Realmente, no sabemos si es porque odiamos la mierda de generación que
nos ha tocado vivir o porque son realmente tan buenos, pero el hecho es
que disfrutamos como locos con sus letras y sus melodías.
Y es que nadie nos había regalado tanto alimento espiritual a los chicos
de Munich'72 y de la crisis del petróleo del 73 como el talento lánguido
y melancólico de Stuart Murdoch.
Originario de Glasgow, empachado de Kerouac y Kafka, y con una sensibilidad
musical muy cercana a la de Morrissey, Murdoch lidera una banda algo misteriosa
capaz de firmar discos tan espectaculares como el impresionante If you're
feeling sinister o el más reciente Fold your hands child, you walk like
a peasant. Belle&Sebastian lo tienen todo para representarnos.
Desde el Efecto Orégano nos atrevemos a pedírselo: pedirles que sigan
haciendo excelentes canciones, que no se disuelvan, que no les dé por
sacar discos raros o por hacer giras para salvar a los indios del Amazonas.
Porque hay que admitirlo, es patético que My generation, Going underground
y Hand in glove sigan siendo las canciones que más suenan en nuestros
reproductores de CD (sí, yo también he tirado mi tocadiscos).
Quiero tener ídolos de mi tiempo, quiero contar dentro de diez años en
un fanzine cutre como éste que Belle&Sebastian eran buenísimos, que
los vi una vez en concierto y que se salieron... ¡Quiero ser un hombre
de mi generación!
Mr. Shankly
^^
Gracias, mamá
Resulta ahora que los responsables de Educación pretenden que los niños
disfruten de más días de clase y que les recorten las vacaciones. Parece
ser que así los padres están más contentos pues, como todos saben, los
padres no aguantan a sus hijos en casa (es normal, yo tampoco soporto
los niños y, en cuanto pasa uno cerca y sus padres no me ven, suelo apagarles
el cigarrillo en un ojo). En vista del nuevo calendario escolar los maestros
y profesores ya han solicitado al ministerio una subvención especial para
comprar Valium. Todo el mundo argumenta que esta medida es fantástica
porque asi los niños serán listísimos.A los políticos y a los educadores
se les debe haber olvidado que en el colegio no se aprende nada.
Os refrescaré la memoria. En el "cole" lo único que hace un
niño entre los 5 y 12 años es colorear garabatos e ir al retrete a un
ritmo de tres veces cada hora para asombro de los urólogos y desesperación
de las maestras; de los 12 a los 14 años el niño solo piensa en comprar
revistas guarras mientras un pobre desgraciado intenta acercarle al bonito
universo de los números racionales; de los 14 a los 18 el cerebro del
niño ha desaparecido por completo y ha sido definitivamente sustituido
por un balón de fútbol, una rubia y dos graciosos estribillos que son
"Papa, cómprame una moto" y "Mamá, no estoy bodraso, lo
que paza ej que argo ma sentau mal". Pero de aprender algo, nada
de nada.
Donde de verdad se aprende es en el hogar. Y la persona que de modo efectivo
brinda una educación a los niños es la madre. Si yo mismo me detengo a
recordar los hitos fundamentales en mi formación advierto que las materias
fundamentales de la vida me las ha enseñado mi madre. ¡Sabia y bondadosa
mujer!
Aún recuerdo cuando me brindó las primeras nociones de Física aquella
mañana que me dijo, con voz clara y fuerte, para que tomase conciencia
de la importancia de la Teoría Cuántica: "¡Alex, como vuelvas a hacer
eso te suelto un guantazo que te descompongo la cara en átomos"
¡Y cómo olvidar su delicadeza para explicarme las predicciones de Einstein
sobre la relatividad y los viajes en el tiempo! Aún me parece oírla exponer
aquel curioso teorema que enunciaba así: "¡Alex, o sueltas a tu hermana
o te pego una patada en el culo que vas a aparecer en la próxima semana!"
Pero mi madre no sólo sabía Física. Tenían que verla ustedes en Química.
No ha habido científico en el mundo que haya expuesto con tal meridiana
claridad el principio osmótico como mi madre cuando un día en la cena
me iluminó así: "¡Alex! ¡Cierra esa bocaza y comete la sopa de una
vez!"
¡Además con cuanto tesón se empeñó en inculcarnos también principios de
comportamiento básicos como el amor por el trabajo bien hecho! Jamás olvidaré
aquel día en que yo intentaba estrangular a mi hermana y me aconsejó:
"Si vais a mataros hacedlo en la calle que acabo de limpiar"
Pero en lo que de verdad era una eminencia era en Filosofía, dominando
con soltura todas las ramas de tan oscura ciencia; la lógica ("¿Qué
por qué no puedes ir con tus amigos? ¡Pues porque yo lo digo!); la teología
("Ya puedes rezar para que se quite esta mancha, que si no...");
y las teorías cíclicas de la existencia ("Yo te he traído a este
mundo y cuando me hartes te arrearé un puntapié que te sacaré de él").
Y si regalar toda esta sabiduría fuera un esfuerzo pequeño, tenían que
verla haciéndome ejercitar las extremidades superiores y sin dejar de
animarme: "¡Venga, Alex! Ahora vas a estar fregando platos hasta
que vomites".
Y les aseguro, amigos, que fue ella y no ningún profesor quien me marcó
mi futuro. Lucía el sol la mañana que me sorprendió en el baño orinando
con bastante mala puntería y me dijo - "¡Eso es, ya estás haciéndolo
todo igual que tu padre! ¿Sabéis lo que os digo? ¡Que me divorcio y que
ahí os quedáis!"- y entonces se puso su gorra de plato y su traje
de cuero y agarró su fusta y se independizó para siempre. Y la hecho mucho
de menos porque ella si que sabía educar y no esos necios del colegio.
¡Gracias, mama!
Alex Tornasol
^^
Yo y los soviets
"Back in the U.S.S.R."
La vida de un hombre muchas veces queda ligada a una especie de suerte
cultural. A veces es un paisaje, en ocasiones una institución, o un autor,
o una película o muchas otras cosas que forman el estribillo iconográfico
del destino. Y en mi caso el tema recurrente ha sido la extinta Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Todo en mi vida ha sido soviético.
Mi adolescencia como ateo practicante en un colegio religioso para pijos
fue la vida de un conspirador bolchevique en la corte de los zares. Mi
moto, el único artefacto que me ha brindado más satisfacciones que penalidades,
también fue fabricada mas allá del telón de acero. Siempre me gustaron
las películas de espías rusos malísimos y siempre me llevaba un disgusto
cuando al final ganaban los americanos. Incluso mi chica es algo soviética.
Ella es como aquellas mujeres de origen judío que le servían de contacto
a Michael Caine en su papel del superespia mod Harry Palmer. Es de ese
tipo de chicas deslavazadas, secas, frías y tristes. Es una de esas con
las que dormía una noche Palmer y que practicaba el sexo como quien se
cepilla los dientes. Es de esas a las que uno abandona, como lo hacía
Harry Palmer, consciente de que mañana la capturará el KGB y que mientras
la apliquen los electrodos seguirá sin decir palabra porque es una mujer
discretísima.
Pero no voy a hablar de amor, de sexo ni del maltrato a mujeres que son
asuntos de pésimo gusto. Voy a hablar de mi último contacto con la CCCP:
¡Me he comprado un coche ruso!
¡Ah, aquellos coches soviéticos que salían en las pelis de espías! ¿Cómo
olvidar aquella versión del 124 que hizo LADA? Allí siempre iban apretujados
cuatro agentes de la Seguridad a detener a un ingeniero sospechoso de
pasar
información a los capitalistas. Le había traicionado Ivanka, su esposa,
a cambio de unas onzas de chocolate y unas medias de nylon. Luego eran
los cuatro agentes y el pobre ingeniero los que volvían a montar en el
LADA, aún más apretujados, para dirigirse a un sótano donde le inyectaban
un nosequé para que lo contase todo.
Volga, Wartburg,...
¿Por qué no recordar los inmensos VOLGA?
Eran esas copias rusas de los Cadillacs americanos de finales
de los 50 reservados a los miembros del Comité Central del Partido. Y
eran el VOLGA y un chófer como un armario los que esperaban en un parque
de Sheffield a que el embajador ruso y Lord Whattcliff (un muy influyente
personaje británico que se había unido al Partido durante su estancia
en Oxford y que ahora era el topo comunista en el MI5) terminasen una
importante entrevista secreta.
¿Quién podría despreciar ahora los WARTBURG? Ese cochecito humeante en
el frío de la noche centroeuropea (culpa de su motor de 2 tiempos) conducido
hacia los muelles del puerto de Kolberg por Sven Horgën, comandante de
la Marina de Guerra Soviética, minutos antes de embarcar en el Krasni
Krim, submarino de la flotilla del Báltico, para ir a encontrarse, mas
allá del Círculo Polar Ártico, con Sidney Poitier que va de periodista
rojeras en una fragata USA a hacer un reportaje sobre la Guerra Fría en
el mar.
¿Cuánto pagaríamos por poder disfrutar ahora de un aerodinámico SKODA?
Y aquí vuelvo a Harry Palmer conduciendo como un poseso, por las adoquinadas
callejuelas de esa Praga que nos recuerda a la capital de Sildavia, un
SKODA que acaba de robar para intentar alcanzar la frontera austríaca
antes de que alguien descubra el cadáver. Lo peor es que en el forcejeo
se le han roto sus poppies gafas de pasta negra.
¿Lo veis? Son los coches del imperio soviético. Todo un icono pop infravalorado.
Basta adivinar la silueta de uno de estos autos e, igual que con una canción,
ya se nos va la bola a viajar hacia un montón de películas, de series
de la tele y de novelas de Le Carre. ¡Y ahora tengo un NIVA! Meto el bloque
de cortas, introduzco la cinta del Rocket To Russia de los hermanos Ramone
en el desfasado radiocassette, enfilo el cortafuegos en medio de un bosque
de pinos, desembrago, acelero... ¡y me siento como un tovarisch cualquiera
cinco minutos antes de invadir Chechenia!
Alex Tornasol
^^
El valor de la palabra
No, por favor, no tembléis ante el título: lo que vais a leer no va en
modo alguno ni de «Tercera» de «ABC» escrita por un miembro de la Real
Academia ni tampoco de baboso alegato contra la intolerancia. Quiero referirme
a mi relación (en mi condición de letrista de canciones, de articulista,
de narrador y de conversador compulsivo) con la palabra. En primer lugar,
pienso que la palabra es como el oro: preciosa si se administra con sabia
parquedad, devaluada si se degrada en incontinencia inflacionaria.
Siempre he apreciado más el laconismo que la charlatanería: desde mi hosca
y randianamente antisocial tía Carmela Chinchilla (el único miembro de
mi familia a quien he admirado) hasta mi dios en la tierra Ernst Jünger,
pasando por toda una variada gama de criaturas sobrehumanas (o, a lo menos,
titánicas-que ya es una manera de aspirar, desde lo subhomínido, a lo
más alto sin pasar por ese purgatorio tedioso en el que la mayoría nos
vemos obligados a transitar: eso que los ilustrados llaman «Humanidad»
y que el cáustico Renan decía no tener el gusto de conocer-) como el coronel
Kurtz, o como el taxista Travis, o como el samurai deloniano de «El silencio
de un hombre», o como los personajes encarnados por Clint Eastwood (y
algunas femeninas hormas de su zapato: la Sondra Locke de «Impacto súbito»,
la Mary Stuart Masterson de «Tomates verdes fritos», la dura Michelle
Pffeifer de «Frankie &Johnny» o de «Los fabulosos Baker Boys»...),
o como los hulkianos sabuesos imaginados por James Ellroy (todos variantes
del noble bruto que interpretaba Russell Crowe en «L.A. Confidential»),
o como el solitario Jeremiah Johnson (huyendo de la gente y de la palabra
para sumergirse en el corazón de los bosques), o como el bárbaro Sean
Connery de «Zardoz» (enseñando a una sociedad momificada por la más superferolítica
civilización las virtudes del «Viva la Muerte» que tan pésimamente explicó
en su momento Millán Astray), o como las voces cantautoras más lacónicas
y concisas que puedo concebir (Nico, Jim Morrison y Leonard Cohen).
La gente que habla mucho me suele inspirar desconfianza y desprecio (la
palabra como arma de engaño, como péndulo hipnótico, como incitación al
conformismo, como chantaje moral y/o emocional, comosofística, como simulacro
de oposición afeitado de cuerna, como afirmación maricona, como periodismo).
La gente que habla mucho y aborrega con sus artificios provoca indefectiblemente
reacciones de lacónica brutalidad (en parte, lógicas aunque, atención:
contrarias sólo en apariencia -complementarias en su incompletez-) quue
no hacen sino degradar más el problema: pues a los impresentables (embaucadores
magos de Oz -la charlatanería visual de un Spielberg es también charlatanería:
el mero concepto de«melodrama» es ya mendaz en su fondo-, vendedores de
enciclopedias, políticos a la americana, dirigentes de ONGs, periodistas,
socráticos, radicales a la italiana...), si son objetos de violencia,
se les llega a canonizar (una sociedad que canoniza a sus periodistas
y filósofos cuando éstos no son sino elementos parapoliciales de un totalitarismo
espectacular -quienes hayan leído a Debord y, aun mejor, a Karl Kraus
sabrán de lo que hablo- es una sociedad en estado terminal que debe ser
arrojada cuanto antes por el sumidero de la Historia -siempre será menos
nocivo un opiáceo natural como el religioso que denunciaba Marx a un sucedáneo
prefabricado en laboratorios mengelianos de guerra psicológica como el
laicismo derechohumanista tan en boga en estos tiempos de antiutopía mundofelizoide-).
Está claro (como las dos últimas líneas indican) que yo soy antípoda
de todos mis héroes lacónicos (por lo cual me sentiré siempre perennemente
infeliz -valga esta redundancia como clavo que remacha mi incapacidad
para la parquedad verbal-). Aspiro al haiku pero la exhuberancia palabreril
me vence, aunque procuro que, al menos, esa verborrea sea lo más anómala
posible.
Y es que, si se puede combatir la palabrería mendaz de los guardianes
del desorden establecido desde arriba, desde la castidad verbal (esto
es, desde el limitado y muy cuidadoso uso de los vocablos), también puede
hacerse desde abajo, desde el borboteo patológico, esquizo (que diría
Deleuze) de los inadaptados extremamente locuaces: la torrentera celiniana
apenas encauzada por puntos suspensivos, la sacra incontinencia de Patti
Smith (no sólo verbal -según confesión propia, a veces se meaba en sus
actuaciones por puro trance-), la euforia locuazmente reactiva de McMurphy
en «Alguien voló sobre el nido del cuco» (inspirada en parte, seguramente,
por el -según KenKesey- sujeto más compulsivamente locuaz que ha existido
jamás, Neal Cassidy), la interminable cadena de argumentos sobre los asuntos
más variopintos de Samuel L. Jackson en «Pulp fiction», el asalto terrorista
a la razón que supone Jim Carrey nada más abrir la boca, las flatulencias
truculentas de Lovecraft o las morbosas transgresiones de ese Mr Hyde
disfrazado de Dr Jekyll llamado Lewis Carroll (siempre bajo la máscara
del candor y del orden y que tan bien estudió Deleuze en su «Lógica del
sentido»).
Hasta que no me metieron interno a los ocho años en un colegio malagueño
del Frente de Juventudes, yo apenas hablaba ni tampoco había demostrado
una especial relación creativa con la palabra: era, sí, lector compulsivo
(ya he contado alguna vez que aprendí a leer sobre los tres años con «El
libro del convaleciente» de Jardiel) pero no tenía afición a la escritura,
limitándome a dibujar de modo obsesivo coches, dinosaurios y banderas
y mapas de países inexistentes. En el internado, mi relación verbal con
los compañeros se limitaba a contarles en las comidas películas ficticias
(siempre de terror) que yo decía haber visto en Madrid: germen éste de
mi muy posterior narrativa (siempre pródiga en elementos inusuales).
Cuando, a partir de los catorce, empiezo a escribir canciones y a asumir
que algún día habría de interpretarlas en público introduzco un elemento
de autodefensa provocativa en mi expresión verbal (definida canónicamente
en mi tema «Pero qué público más tonto tengo» -rigurosamente en sincronía
y sintonía con lo que por aquellos últimos 70 estaba haciendo un tal Andy
Kauffman por Hollywood: ¿visteis «Man on the moon»?, pues eso-) y, ya
no sólo hablo con afines, sino también discuto y ataco a presuntos necios
que se conjuran contra mis intuiciones.
Y, por desgracia, lo mismo que el autista que descubre la sociabilidad
y se vuelve un plasta (los autistas curados -como los marxistas conversos-,
en realidad, no mejoran -al menos, existiendo una sociedad como la presente-),
yo pequé de polémico y controvertido tomando en no pocas ocasiones el
rábano por las hojas y ensuciándome en compromisos y oposiciones irrelevantes
que me impedían con frecuencia descubrir el valor enorme de las Ultimas
Palabras, de ese cogollo boscoso que tantas veces es ocultado por el guirigay
arbóreo. Por suerte, el Anarca me esperaba en la última esquina para refrescarme
(pero corregido y mejorado) el viejo y sabio mensaje zaratústrico.
Y, bueno, estoo... ya está bien de bla, bla, bla...
FERNANDO MARQUEZ (petición de productos corazonescos: apdo 36132 - 28080
Madrid // cibercontactos: usuarrios.tripod.es/YNALINNE)
^^
Vainica Doble... y tú y yo mirando desde el jardín
El primer día del año 2000 el destino me situó en una emisora hablando
de un libro añejo. Mi bizarría me animó a pedir que pincharan una canción
poco propicia para la ocasión. "El Duelo", del disco "El
Tigre del Guadarrama" de Carmen Santonja y Gloria Van Aerssen.
Yo no sabía que en Julio iba a morir Carmen. Sólo quería quejarme por
los modos de la gente de hoy, que tira a la basura tantos escritos, poesías
y papeles viejos; llenos de "bendita chifladura", que dice la
canción.
Gloria y Carmen formaron Vainica Doble hace muchos muchos años, y ya en
1966, después de oir los bodrios del Festival de Benidorm, se decidieron
a componer sus propios temas. Nada hay documentado sobre cómo esas dos
niñatas sufrieron al menos una evolución que les convirtió de pronto en
dos "super heroínas". Su condición heroínica provenía sin duda
de una rara capacidad sensorial que les permitía explicar con desparpajo
a ciertos oídos predispuestos la clave del 83% de la realidad cotidiana.
Y también que hay cosas más chungas que la muerte propia, como por ejemplo
la muerte de los demás, o su traición, o su deterioro.
Mas no hay heroína sin su villano, y el villano de esta historia ni siquiera
esperó al duelo por Carmen para intentar repartir los bienes de la herencia.
El último disco que viera ella es un despropósito del que ambas renegaron
todo lo que pudieron. Una encerrona que les urdieron. No sé por qué pudimos
consentir los demás desde nuestra sagrada imparcialidad semejante felonía
infligida a dos mujeres. Miguelof Fétido Bosé es uno de quienes se lleva
las "honras" del desafuero, y también el sello Polygram Ibérica
S.A. y también Legende S.L. y un señor de nombre Miguel Angel Arenas cuyo
domicilio no encuentro en el listín.
Pero junto a una heroína suele aparecer también un duende bueno y al menos
gracias a los de Elefant, que ya les editaron un disquito de cuatro canciones
repescadas con acierto y cariño, podemos disfrutar ahora de más canciones
de las Vainica, las últimas, y aderezadas en esta ocasión con el gusto
que ellas se merecen. Ahora en familia, "con una guitarra si no cabe
un piano", con sus hijos (y sus nietos) acompañándoles y tú y yo
mirando desde el jardín por una ventana.
Donjo
^^
Carrusel de Melodías
Mundiales
Igual que otros sábados me reuní con los de la tienda de discos a comer
y luego oir algo de música en la trastienda. Esta vez había una sorpresa
para mí.
Una señora de abrigo oscuro había llegado el otro día diciendo que su
hijo, marino, tenía discos que quería vender. Había cosas buenas y el
trato debió de resultar sencillo. Pero eso no era todo:
-Estos discos son para ti.- me dijeron los de la tienda - La señora no
los quería y los trajo al día siguiente. Decía que no hacían otra cosa
que ocupar sitio.
Estaban en una caja azul, de tela de imitación. Sobre una imagen de fuegos
artificiales a todo color lucía un título bien ilustrativo: "Gran
Carrusel de Melodías Mundiales". Me los obsequiaban sabedores de
mis gustos extraviados.La Caja también tenía esta leyenda: Recorded and
manufactured especially for Readers Digest by the Custom Record Division
of the Radio Corporated of America. Es una grabación Cyclophonic MIRACLE
SOUND- RCA. Lo primero que hice fue mirar uno de los sellos sobre el vinilo.
El depósito legal era de 1962, el año en que yo nací. Los discos estaban
muy bien conservados y contenían versiones orquestales de diferente tipo
clasificadas así: -Bailables de todas las épocas - Clásicos al día - Bailando
de Viena a Rio -Música de Películas - Música para soñar - Melodías de
Italia y Brasil - Marchas- Éxitos de todo el mundo
"Éxitos de todo el mundo", por ejemplo, contenía: Abril en Portugal,
Volaré,Canadian Sunset, C'est si bon, Poinciana, Grizing ... Títulos que
debieron de oirse una y otra vez en los hogares españoles en los primeros
sesenta. Melodías que seguramente amenizaron mi mamífero subconsciente
en aquellos días en que Dylan o los Beatles comenzaban a cambiar el modo
de entender las cosas.
Todavía entre los vahos del vinacho que nos habían dado en el menú decidimos
poner uno de los ocho discos.
Comenzó sonando Musica Proibita, obra de un tal Gastaldon Lama. Una pieza
con violines y flautas, de ritmo muy poco andante, más bien "lánguido
ma non tropo". Con las primeras notas, sin darme cuenta bien de lo
que hacía, dije:
- Bailas, cariño?
Es lo que dije. Nos miramos. Esas dos palabras habían sido un involuntario
ensalmo. Tras pronunciarlo pudimos ver al apuesto marido recorrer un pasillo.
Acudir solícito a la sala, adonde su joven esposa le ha requerido. Nadie
les ve. No hay más testigo que la voluntariosa biblioteca y la televisión
en blanco y negro. Cada objeto del ajuar está en su sitio, pues así debe
ser en un hogar reciente. La señora de la casa, 38 años más joven, muy
joven por tanto pero tan señora ya, tras bajar la tapa del tocadiscos,
se deja acaricicar la cintura con aparente descuido, tal como ha visto
en las películas. Y apaga el cigarrillo, que fuma siempre en el secreto
de su hogar. Al son de estas músicas comienzan, sin ellos darse siquiera
cuenta, a moverse por la estancia al ritmo de la orquesta, a bailar. La
radio, cómplice de la pasión, calla expectante en la alcoba.
No sería difícil adivinar cuál fue la pieza favorita de la joven pareja
observando el desgaste de los surcos de estos discos que ahora están en
mis manos. Contienen piezas que hoy se ubican en las tiendas de vinilo
bajo la etiqueta de Easy Listening.
¡Fácil de escuchar! Grandes producciones musicales hechas expresamente
para el consumo de una clase media que desde el final de las guerras se
fue fortaleciendo con rapidez. Grabaciones que hoy se valoran por sus
calidades artesanales propias de un mundo que ya no existe. A nosotros,
en cambio, una pieza de Easy Listening se nos atragantó esa tarde en la
trastienda. Tanto que decidimos guardar el disco junto al fantasma del
pasado en la caja azul. Hasta hoy, que he decidido recordar de nuevo (son
las cosas de la música) el año en que nací.
Onésimo Ruiz Vinilo
^^
Jardiel o cómo acabar
con Vanesa
Jardiel Poncela, además de muchas otras cosas, era padre soltero. No
le faltaba razón, en buena lógica, la reproducción no debería obligar
a ningún hombre a cargar con una mujer del mismo modo que el jardinero
que ha plantado crisantemos por la mañana no se ve forzado a pasarse el
resto del día con el pico y la pala al hombro. Bueno, trataré de no divagar.
El caso es que en su soltería se disponía a bautizar a su niña cuando
el señor cura le preguntó: "¿Y qué nombre le ponemos a la niña?"
Y Jardiel, imperturbable, respondió: "Menopausia, la niña se llamará
menopausia". El señor cura estupefacto pero conciliador, ofendido
pero tranquilo, amistoso pero enérgico, reprendedor pero suave (es decir,
con una empanada mental del doce como todos los de su oficio) le dijo
a don Enrique: "¿Pero cómo se le ocurre hacerle un desmán así a la
niña? ¡Eso no es un nombre cristiano! ¡Eso es una aberración!" Y
entonces Jardiel, con la tranquila superioridad del Lord inglés que conversa
con el porquero mayor de su castillo, razonó así: "Por mi como si
quiere ponerle usted Manolo; en casa todos vamos a llamarle Menopausia"
La moraleja de esta historieta es que en Jardiel lo que siempre triunfó
fue el ingenio en la más elevada de sus presentaciones: ¡la originalidad!
Y esto, la originalidad ingeniosa, no te lo perdona nadie.
¡Haz la prueba! Te plantas en la Plaza del Sagrado Corazón (justo al final
de la Adolf Hitler Strasse, digo, perdón, la Sabino Arana Kalea) y te
pones a dar saltitos a pies juntos haciendo zig-zag Gran Vía arriba por
medio del asfalto. Te apuesto lo que quieras a que te detiene la policía
antes de llegar a la Plaza Epiléptica. Por el contrario, si vas en perfecta
manada de borregos recorriendo la misma ruta y cortando al trafico deforma
aún más manifiesta y dices que lo haces por la Paz o por la Independencia
o por Solidaridad, no sólo no te detienen sino que encima te sacan por
la tele. Nadie tolera el arranque individual, ¡somos una civilización
de gregarios! Somos la herencia lógica de un país que durante siglos ha
tenido en la oveja merina su principal industria. Y Jardiel debió ser
una mutación genética.
Hizo reír desde el cerebro y el corazón en un país en el que siempre se
ha reído desde la tripa, los genitales y la mala leche. Intentó hacer
siempre lo que le daba la gana y divertirse y conocer a señoritas rubias
en la Cunard mientras todo el país se debatía entre diversiones tan estupendas
como la misa de doce o la huelga sindical. Estuvo en Hollywood mientras
esta tierra alpargatera iba a la Verbena de la Paloma. Vivió como rico
siendo siempre pobre en una nación como la nuestra en que los ricos siempre
se arrastran en la pobreza (¿En que otro sitio se ve a gente con dinero
y posición asistiendo a un espectáculo tan proletario y chusmático como
el fútbol?). Todo a contracorriente.¡Y nadie se lo toleró! Así que tuvo
que irse a Buenos Aires y finalmente, desesperado de sus compatriotas,
morirse (su único rasgo lamentable y nada original).
¡Jardiel es la luz! ¡Jardiel es la verdad! ¡Jardiel es la vida! Abandona
ya a esa familia que te aburre. Abandona a esa novia tan tonta que tienes
(¿Qué se llama Vanessa?
Abandona ese trabajo explotador que no te deja tiempo para realizarte
a través de tu verdadera pasión: la papiroflexia. Abandónalo todo y vive
como quieras.
El rebaño tratará de acabar contigo pero mientras podrás reír un montón.
¿Que no estás preparado para la liberación? Pues te vas a una librería
y te compras "El libro del convaleciente" de Biblioteca Nueva.
¿Qué el obtuso de tu librero no lo tiene porque ahora lo que se vende
es la literatura femenina? Pues te vas a Madrid, al Teatro Español, y
te sacas una entrada para "Eloisa está debajo de un almendro".
Esa será tu preparación revolucionaria mejor.
Hazme caso. Al paso del individuo, al paso del ingenioso, al paso del
original, al paso de un Jardiel queda una estela de risa, buen humor,
literatura y razón. Al paso del rebaño, tras la circulación del ovino
por la cañada marcada durante siglos, sólo queda un rastro de negras bolitas;
y no son arándanos, ¡es mierda!
Alex Tornasol
La vida de Jardiel Poncela fue un poco durilla, pero plagada de diversión.
En parte porque su genialidad asustaba o molestaba y en parte porque el
mismo se empeñaba en caer un poco mal y en destrozarse el hígado. Y escribió
muchísimo, seguramente porque nunca le quedaba mucho dinero después de
su anterior juerga. Incluso marchó a Hollywod para escribir guiones en
la Fox y para perseguir a las girls. Su vida está hecha con trasatlánticos
de la Cunard Line, con mujeres de escotes infinitos, con amores eternos
en un departamento de los grandes expresos europeos, con autos de 12 cilindros
y con un final decadente digno del mejor romántico.
Pero dejemos la vida del pobre Enrique y disfrutémoslo. Recomendaciones:
De las novelas: Pues son lo peor. Se inician con una idea genial (véase
"La Tournee de Dios") y luego se van diluyendo aunque por el
camino dejen un rastro de destellos fabulosos. Algunas ni siquiera las
acaba. Incluso tiene algunas novelillas cochinas que se vendían por entregas.
Del teatro: Pues esto no hay quien lo entienda. Tres de sus obras - "Los
habitantes de la casa deshaabitada", "Los ladrones somos gente
honrada" y "Eloísa debajo de un almendro" - son lo mejor
del teatro cómico universal y los babosos de turno siguen dispuestos a
cantar las excelencias del sedante amargo de Buero Vallejo. ¡Ellos sabrán!
De los artículos: Esto es un portento. Nadie debe morir sin haber leído
dos libros fundamentales, que son "Exceso de equipaje" y "El
libro del convaleciente". Se trata de recopilaciones de artículos,
aforismos, conferencias... que no tienen desperdicio.
^^
Luis Aguilé: Un crooner hispano
¿Si existe en la piel de toro un cantante injustamente olvidado e insuficientemente
valorado es LUIS AGUILÉ. Desde aquí queremos reclamar su reconocimiento
repasando unos cuantos factores que corroboran lo "pedazo de artista"
que es, y que seguramente nos van a ayudar a quererlo todavía un poco
más.
Luis María Aguilera Picca ¡¡con tan sólo catorce años!!, decidió que debía
acortar su nombre de pila y reducirlo al pegadizo "Luis Aguilé",
definitivamente el mayor de los aciertos de su vida profesional.
Desde luego, a nadie se le escapa que Aguilé se pronuncia con "L"
líquida. Y aunque fuese la primera vez en nuestra vida que pronunciásemos
ese apellido, por alguna sobrenatural razón lo pronunciaríamos correctamente.
Además, posee otra particularidad. Y es que, cualquiera que haya oído
este apellido, aunque sea una sola vez, no lo olvida jamás.
Esa "L" líquida es también una de las características de su
forma de cantar y hacen que reconozcamos su voz en cuestión de nanosegundos.
Cuando L.A. se dejó ver por primera vez en España, con apenas veintiún
años cumplidos, ya llevaba sobre sus lomos una larga carrera como cantante
en su Argentina natal y parte de Hispanoamérica (algunos pensabais que
era cubano). Desde su infancia, el mundo del espectáculo no le era ajeno.
Su padre, empresario artístico, regentaba un teatro y un circo popular,
el Sangri-La. A los trece años ingresó en un instituto superior de enseñanza
radiofónica para estudiar locución y arte dramático. Con dieciocho años
concluyó la carrera de perito mercantil (un paréntesis en su trayectoria
artística). Con catorce firmó su primer contrato como cantante country
para una sala llamada "Maison Doree". A raíz de esas actuaciones
en mayo del 56 apareció en el programa de la televisión argentina "Music
hall", grabando su primer single.
Ya era el cantante juvenil más popular de Argentina,...el primer cantante
pop. Vestía desenfadado y siempre aparecía acompañado de su inseparable
guitarra. Su repertorio era de lo más variado. Versioneaba a los crooners
de la época ...Bing Crosby, Frank Sinatra, Doménico Modugno ...y cantaba
fox-trots, rock´n roll, etc.
A los diecisiete años había viajado por diversos países de Hispanoamérica
cosechando grandes éxitos, y haciéndose muy populares sus canciones. Y
por fin, en el verano de 1963 llegó a España con un contrato para dos
meses que se fue prolongando hasta llegar a cinco años. Su actuación en
el Florida Park madrileño tuvo un gran eco en la prensa y en la radio.
En este mismo verano grabó la canción "dile", una adaptación
de Algueró del "Tell him" de Russell, que sin duda superó a
este gran hit y supuso la primera canción del verano de nuestros veranos.
Al año siguiente triunfó con la canción Fanny, marcando un hito en la
industria discográfica. La demanda de ese disco fue tal ese verano, que
la fábrica de su casa discográfica tuvo que mantenerse abierta en Agosto
para poder satisfacer los pedidos de las tiendas. Desconociendo la opinión
de los trabajadores de esta empresa, que suponemos que no se encuentran
entre los fans más aguerridos de Luis, podemos considerar que este singular
hecho ha convertido a L.A. en el autentico y primer valedor del concepto
de "canción del verano", recibiendo a partir de entonces apelativos
como "el veraniego", "mister verano", "el rey
sol"...etc Por desgracia este genero ha ido degenerando hasta situaciones
insufribles de las cuales no podemos culpar a nuestro héroe.
Un repaso a su discografía
L.A. ha grabado más de setecientas canciones, la mayor parte de las cuales
son composiciones propias. Entre España y Argentina se han editado más
de sesenta singles y 30 Lp´s suyos desde 1960 hasta 1984. Transcribir
todos los títulos ocuparía mucho espacio. Por eso sólo vamos a detenernos
en algunas de sus canciones más significativas. Escojamos siete para no
extendernos demasiado.
Camarero Champagne. El glamour, la melancolía y el romanticismo aguiliano
se aunan en esta entrañable melodía, a la que acompaña una esmerada aproximación
al acento francés. El caso es que Luis canta desde el recuerdo a un amor
perdido y sin querer afrontar esa realidad se refugia en "las burbujas
del champagne". Atención a los coros setentianos que adornan la canción.
New York. Alucinante versión del clásico de Sinatra, fundamentalmente
por el atrevimiento de versionearla en castellano y lo marciana que queda
esa adaptación. Y es que en realidad la canción es buena de todas las
maneras y en todos los idiomas. L.A. ha hecho covers de al menos tres
de las canciones que cantaba Frank Sinatra. Podríamos establecer a partir
de este hecho múltiples analogías entre el crooner americano y el hispano;
pero mejor que seas tú, lector, el que intentes este disparatado entretenimiento.
Camina, camina. Paradigma del optimismo, probablemente inspirado en versos
de Machado. Veamos la similitud "caminante no hay camino, se hace
camino al andar..", "camina, camina no mires atrás, no vuelvas
la cara y no lo pienses más..". Si, es que, ¡hasta riman! Yo me quedo
con la actitud de la segunda y su carácter balsámico para afrontar las
derrotas. Sabed que ésta es un de las favoritas de Santiago Segura.
Soy currante. Al hilo del personaje ideado por Andrés Pajares surge este
disparate de corte anti-sindical. Con frases realmente logradas como el
estribillo "soy currante y tiro pa´lante ... no me asusta a mi el
trabajo que sea duro, lo importante es que me paguen los del puro".
Recomendable para empresarios.
La vida pasa felizmente. Se puede decir que este es su gran hit. Contiene
un mensaje en la línea del tema anterior. Pero si en el otro existía un
tono de resignación éste es positivo, optimista y hasta un poco hippie.
Su escucha provoca espontáneos coros y cadenetas, haciendo todos nuestra
esa frase que dice "es una lata el trabajar...todos los días me tengo
que levantar..." Vamos, que te entran unas ganas de bailar...
Cuando salí de Cuba. Esta canción, que conoce todo el mundo (sea hispano-parlante
o no), es casi un himno y es seguro la canción de su vida. Se ha traducido
a más de quince idiomas y ha sido grabada por casi dos centenares de interpretes.
Pues bien, la compuso en menos de dieciocho minutos en una cena en casa
de unos amigos.
La Chatunga. Esta es una canción que le prestó la valenciana Marisa Simó
y que Luis consideró apropiada para ponerle su voz; por supuesto no se
equivocó. La palabra chatunga parece estar acuñada en una época en la
que los piropos estaban en uso, y podría pertenecer a algún tipo de lenguaje
semi-cheli. El comienzo de la canción y su estribillo se acompañan con
curiosas interjecciones espasmódicas del tipo ¡je! ¡ja! ¡yeeh! ¡yaah!,
que por cierto son recursos constantes en cantantes como Miguel Rios,
Julio Iglesias, etc. Y es que han sido muchos los que han reparado en
esta canción. Memorable fue la imitación de Fernando Esteso, con el propio
Aguilé en escena, luciendo ambos corbatas imposibles. Recientemente los
gamberros asturianos Doctor Explosión han hecho una versión cañera.
Hemos dejado en el tintero títulos como: Juanita Banana, La pachanga,
El sol español, El frescales, El tío Calambres, Santa Margarita, Vamos
a Pamplona, Un chico Ye-Ye , versiones de múltiples artistas como Paolo
Conte y Frank Sinatra,..entre otros. En su repertorio se alternan situaciones
festivo-jaraneras donde impera el buen humor y el carácter optimista con
momentos romántico-glamourosos; pero, todas las situaciones tienen un
matiz positivo que refleja la actitud ante la vida de una persona de gran
corazón. Al dicho... "estás más acabado que L.A.", yo contesto...
¡pues no, no y no!
fop
p.d.: Para escuchar a L.A., el único sitio de Bilbao es el Café Plexiglás.
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