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Están acabados: cómo descubrir si un grupo pop está acabado

 

 

 

Número Doce

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Tras muchos años huroneando en esta vida nuestra de fans del pop, muchas veces se nos plantea una cuestión capital: ¿Cómo podemos saber si los chicos de nuestra banda favorita (los XXXX) están acabados? Pues bien, trataré de dar un criterio de solución a tamaña incógnita. Para empezar a clasificar a un grupo poppy como "acabado", primero observaremos que se dan una serie de indicios de que su situación no está como para que la compañía discográfica les regale un Ferrari a cada uno de los músicos.

Uno. Salimos a la calle y vemos un cartel. Se anuncia un concierto de los XXXX en ¡Soria! (Esto huele fatal)

Dos. Leemos en una revista que los XXXX preparan una gira que les mantendrá ocupados durante todo un año recorriendo... ¡Japón! (Dios mío, ¡en Japón!, cuando todos sabemos que es el último recurso de ingresos. Si hasta Chiquito de la Calzada ha girado por Japón con gran éxito como palmero de flamenco).

Tres. Nos vamos a comprar latas de tomate, un bote de mayonesa y un tarro de mostaza al Carrefuls para que las latas de cerveza no se sientan tan solas en la nevera cuando... en el cajón de las megaofertas de cedés y musicassettes (entre cintas de Karina, Manolo Caracol, recopilatorios de marchas de la Legión y Villancicos) encontramos todos los grandes álbumes de XXXX al increíble precio de 1,50 euros (que es la forma que tiene el capitalismo de decirle al público en general: llévese esta mierda de aquí que tengo al encargado del almacén echando pestes porque no tiene donde guardar los deuvedés de Operación Truño).

Cuatro. Tu madre te dice que ha oído por la radio una canción de los XXXX y que le ha gustado mucho porque era una canción ¡muy bonita! (esto acojona a cualquier fan de tipo medio).

Cinco. Vas en el coche, enciendes la radio, y escuchas a Paloma San Basilio que perpetra su último hit cañí. No cambias de sintonía porque la dichosa canción te suena de algo y estás con el come-come de que tú ya has oído eso antes. Estás a punto de estrellarte cuando te das cuenta de que es un tema de los XXXX.

Seis. Los XXXX anuncian que van a realizar una gira mundial acompañados de Orquesta Sinfónica. (Entonces te acuerdas de tu abuela, que te decía que no debías dejar que tus mocos se mezclasen con las sardinas porque los mocos te sabían a sardinas y las sardinas resultaban gelatinosas en exceso).

Siete. Llaman al cantante de los XXXX a la tele para participar en un programa de testimonios en horario de sobremesa. El tema del programa de hoy es: "Mi abuelo está hecho un chaval y un moderno".

Ocho. La reina inglesa nombra Sir al cantante de los XXXX, los franceses conceden la Gran Orden de la Mayonnaise al batería de los XXXX y los viejos más chochos e impresentables de España conceden el Príncipe de Asturias de las Artes al guitarra de los XXXX. (Esto es como para pensarse lo de regalarle tu colección de vinilos de los XXXX al trapero).

Nueve. Tu novia tiene ataques de ansiedad (según su madre, todo culpa tuya) y acude a terapia de relajación con una secta budista que solo se alimenta con berenjenas y ramas de apio. En las sesiones le ponen cintas de música anti-stress en las que con sonidos naturales (olas del mar, lluvia, truenos en una tormenta y el cris-cris de freír los huevos) se reproducen las melodías más famosas de los XXXX.

Y Diez. Y esta es la prueba definitiva de que el grupo está finito, muerto, agotado.... de que han tocado fondo, de que hay menos fans de los XXXX que votantes del Partido Carlista, de que ya no valen ni para animadores socio-culturales de una excursión del Inserso, de que ni sus hijos se creen que sus padres sean estrellas del pop. Esta es la prueba de la humillación, de que esos pobres desgraciados de los XXXX están dispuestos a pasar por todo con tal de comer caliente. Esta es la última jugada. Esta es la forma que tiene la discográfica de decirle a los XXXX: "Muchachos, ¡váyanse al guano!". ¿Qué es? Es cuando pones la tele por la noche y están echando la gala (?) "Murcia, qué bonita eres" o "¡Viva Andalucía!" o el Telemaratón de apoyo a los niños de cabeza hueca del alto Orinoco. Y entre Vanessas y Jennifers de inmensos tetamuslos y labios succionadores aparecen los XXXX. Y los tíos tocan en riguroso playback. Y te fijas bien y las guitarras no llevan ni cable de enchufe (¿serán las famosas Gibson inalámbricas de nueva generación?). Y hasta suenan enormes secciones de viento invisibles. Y el público son unos mil jubilados de Orihuela que permanecen sentados y catatónicos frente al inmenso escenario. Y allí están los XXXX, imperturbables, impasibles, hechos a todo porque ellos ya lo saben... ¡están acabados!

Alex Tornasol

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THOSE YEARS: THE MALADY LINGERS ON

 “A los habitantes de Aspledón y Orcómeno Minieo los mandaban Ascálafo y Yálmeno,

 hijos de Ares, a quienes Astíoque había dado a luz en el palacio de Actor Azida.

Mandaban a los focidios Excedió y Epístrofo, hijos del magnánimo Ifito Naubólida”.

Escuchado en el baño del Scuba la matinal del sábado 13 de Septiembre de 1993

El principal escollo que se nos plantea a la hora de abordar una pérdida importante (de lo que sea: un amor, un familiar, un encendedor) es siempre encontrar el tono adecuado del relato: ni muy sentido que parezca cursi, ni demasiado frío que resulte cínico o distante.

En mi caso, al pretender rememorar la increíble vida de un bar que se nos muere y como dijo Ernest H. “antes muerto que escritor”, he optado directamente por dejar brotar de mi cerebro lo primero que se me ocurra e intentaré, como ya perciben las taladrantes yemas de mis dedos, escribir lo más rápido que pueda en la confianza de que será de este modo como los recuerdos más profundos afloren al exterior.

Cómo empezar…el Scuba… Ah, es difícil que las nuevas generaciones puedan imaginarse la conmoción que este nombre suscitaba hasta hace poco en las mentes de todos nosotros y me entristece pensar que en modo alguno sus almas puedan calibrar un estremecimiento semejante al que yo y tantos otros sentíamos cada noche al oír ese nombre a eso de las nueve,  prestos a iniciarnos en la etílica senda de la jungla bilbaína. Una vez leí en alguna parte que sólo en los bares uno podía percibir el auténtico esplendor de la palabra conversación pues nada resultaba más excitante que charlar frente a una copa, embotado de música, mientras los sentidos se aturullaban en mil y una direcciones y el rostro de tu interlocutor se deshacía a cada instante en un sinfín de muecas, las más de las veces nunca coincidentes con el verdadero sentido de la cháchara. Hasta la llegada en tromba de los narcóticos a nuestras vidas, el alcohol fue siempre nuestro mejor aliado y en ninguna parte mejor que en el Scuba para paladearlo. Bastaba ingerir unas dosis de néctar para que, ipso facto, ese fulano insoportable que se sentaba en el taburete de al lado poseyera, por arte de magia, la clave exacta, el disco o la  película o la anécdota correcta, la historia precisa: el santo Graal. Y entonces todo volvía a su ser. O a como debiera ser. Las mujeres dejaban de ser entes ignotos y crueles para alzarse majestuosas y dispuestas; los amigos ya no pedían daban, y por supuesto todo se coronaba de música, siempre la música... La mejor colección de discos que imaginarse quepa estaba allí, al alcance de tu mano o mejor a la de Marian, la jefa, con su mítico cuaderno azul (sí, ella lo tenía mucho antes que el Fürher), displicente en su elección (“no, éste no te lo dejo, que lo acabo de comprar”) pero al final siempre magnánima, como corresponde a toda regente que ame a sus súbditos.

Disturbios hormonales, aceleraciones cognitivas, cualquier anormalidad era razonable si se escogía el momento oportuno. Ah, le Scuba, ¡helás! cette plaisir. Si llevabas más de dos noches dejándote caer por ahí y el camarero no sabía perfectamente qué bebías, qué escuchabas y cuál era tu tara, entonces es que no eras nadie. Y a nadie le importabas. Es decir, como en el resto de bares, sólo que aquí era muy infrecuente, casi imposible, que eso sucediese. Personas humanas tan improbables como las que allí se han juntado a lo largo de estos diecisiete años no se encuentran ni en las novelas de Ballard ni tan siquiera en las películas de Lynch. Entes que sólo tras mucho mirar con detenimiento parecían moverse, morosos en su declinar como especie, se encontraban por fin en su salsa, liberados del hartazgo de deambular por otros lares suplicantes en busca de comprensión y una cara amiga. Pero había más, porque aquí, amen de lo anterior, encontraban respeto, ese vocablo que está a punto de desaparecer del diccionario por inverosímil. Como en un perfecto acuario, el Scuba se apoderaba de todos sus pececitos prestándoles su preciado oxígeno y tiñéndoles de un negruzco color fondo marino muy apropiado para dar y que te la dieran. Qui pro quo, que diría Cicerón. La sensación era conocida, buscabas un refugio en la montaña y te encontrabas con un segundo útero materno, cálido y condescendiente, en cuyos líquidos podías guarecerte de la rutina y el hastío de la vida moderna.

La primera vez que entré en el Scuba tenía dieciocho años, un flequillo rubio y una novia guapa. Lo hice porque un amigo me había contado que allí sonaban los Smiths. Ha pasado mucho tiempo. El otro día salí por última vez de allí: frente despejada, con muletas and yet still docked. Pensarán que me arrojaría por la rivera a pescar angulas. Pues no. Salí del bar, afuera estaba nevando y sin embargo en los escasos segundos que transcurrieron hasta que resbalé y me di un acrobático hostiazo contra el suelo, lo único en lo que podía pensar era en los infinitos momentos maravillosos que me había dejado entre esas cuatro paredes: todas las risas, todos los besos, todas las chapas que había y me habían pegado,  ¡qué borracheras! y fumadas de haschis... También algún disgusto, no se vayan a creer e incluso un par de penosos malentendidos. Pero todo a su manera fue genial, sublime. ¡Qué diablos, era mi vida! Lo mejor de mi vida. Y creo sinceramente que nada existe excepto eso. Vivir, como quieras, como puedas, pero vivir a fin de cuentas. La vida realmente vivida que imploraban los situacionistas, a quienes no resultaría difícil imaginárselos conspirando en un rincón de este bar, voluptuosos en una revolución de sonrisas cómplices. 

Si encima el decorado bajo el que se cobija la internacional es un bar como el Scuba, créanme, entonces ya no es que puedas es que debes sonreír. Y eso, amigos, es lo que hice la última vez que salí del bar, cierto que mientras pugnaba por evitar la megahostia que finalmente me pegué con las muletas en la escarcha sucia y peligrosa de la calle Ripa.

Nunca he creído en las casualidades. No existen o cuando menos no de la forma que la gente cree: como un Sísifo extenuado,  aquella noche me levanté del suelo con los pantalones y la dignidad llenos de mugre, y de bruces frente al portalón metálico del Scuba sonreí por segunda vez, muerto de congoja como en los funerales irlandeses. Triste pero orgulloso, con lágrimas por dentro pero siempre elegante y altivo. Como Dios manda, que para algo somos bilbaínos. Es algo que jamás olvidaré y si algún día, en alguna parte, un emisario del Altísimo decidiera inaugurar un nuevo bar yo sólo le pediría que lo hiciese en esa explanada mal iluminada de la calle Ripa, y ya puestos (es un decir) que le llamara Scuba. Ah sí, y que tuviera detrás de la barra a Marian, a Ramón, a Jon, a Arantxa, … y por favor,  sobre todo que no cambiase ni un ápice la decoración ni las luces ni la colección de discos (que Marian los tiene contados), …que todo volviese a ser igual que siempre. Descansa en paz Scuba, nuestra adorable iglesia pagana. You´ll never walk alone.

Kurt Cantsin

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El pasado verano fui por primera vez a una de esas concentraciones de jóvenes con problemas de higiene corporal llamadas  “festival de rock.”

Aprovechando la conexión a internet de mi oficina ( alguna satisfacción tiene que producir  ser becario sin vivir en los USA) compré anticipadamente  un abono para los tres días de conciertos, tiendas de campaña y latas de alubias Litoral (las empresas conserveras tendrían que ser las patrocinadoras de estos eventos y no los fabricantes de bebidas alcohólicas). 

Una vez comprobadas las ventajas de la red ferroviaria española que para viajar al sur viajas primero en dirección norte, llegué a las puertas del festival donde se agolpaban dos mil adolescentes, cincuenta expresidiarios, Juan de Pablos, unos cascos azules desplegados por ZP  y tres ninfómanas que nunca lograría identificar. Mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que como entrada se utilizaba una pulsera de plástico atada a la muñeca similar a la que utilizan los talibanes  presos en Guantánamo. En fila india cada asistente teníamos que esperar nuestro turno para ser clasificados e identificados como las vacas de mi pueblo. Hay varias cosas en la vida que no soporto. Una es escuchar a Ramoncín y otra llevar pulseras o relojes en mis muñecas. Ingenuamente pregunté a los encargados del control de  acceso si  podía prescindir del plastiquito y utilizar otro sistema de identificación. Los seguratas, que por lo menos eran modernillos escuálidos de diseño y no brontosaurios de gimnasio, me miraron extrañados.  Les expliqué un tanto persistentemente que era alérgico al plástico, que me gustaba ducharme completamente desnudo, que no me gustaban las marcas que podía dejar las pulseritas en mi lustroso moreno,  y que sobre todo, puestos a llevar algo en  mis muñecas, preferiría lucir una muñequera de pinchos. Y aqui acabó  mi primer festival rock. Horrorizados por tamaña ordinariez y mi absoluta negativa a ser identificado como un pájaro, los seguratas de diseño me pusieron violentamente de patitas en la calle.

Lo tengo muy claro: el próximo año me voy al festival de jazz de San Sebastián....siempre y cuando no me hagan ponerme una pulserita.

El tío Can

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Nosotras, las personas humanas

 Autopsia: acción de mirar con los propios ojos

Real Academia de la Lengua

 A Paula,

Primera parte: los orígenes.

Como sé que la mayoría de ustedes piensan que en los fanzines sólo se escribe de tonterías y guarradas, ecce homo les presenta para su solaz y aprendizaje unas breves líneas sobre el estado actual de una cuestión que nos afecta a todos por igual: la raza humana.

Tal vez por referirse a nosotros mismos, el vocablo “hombre” contiene diversos matices semánticos y es fuente de una numerosa familia de palabras, algunas polémicas (homosexual, que al parecer no era un insulto), otras incomprensibles (homúnculo) y las más de las veces contradictorias (homosapiens). La Real Academia define hombre como “ser animado racional, varón o mujer”, definición que tal vez debería aliviar el encono de algunas feministas contra el predominio masculino en nuestra lengua. Así, cuando decimos “el hombre medieval”, debe entenderse que nos referimos al hombre y la mujer de la Edad Media y no sólo a Rodrígo Díaz de Vivar, que yo hasta hoy pensaba que era un compañero de pupitre en la EGB. Remontándonos a su etimología clásica, hombre proviene del latín (con perdón) “homo, hominis” que significa individuo de la especie humana, pero también poseía una segunda acepción “soldado o esclavo”, ésta  relegada al baúl de los recuerdos gracias a la democracia y las ONG´s. Así, cuando leíamos en Marco Aurelio la expresión “homo Salustio”, no es que se le estuviera faltando al respeto a nadie sino que indicaba que el bueno de Salustio tenía un esclavo.

En España, extensión de tierra tradicionalmente dominada por la estulticia y situada geográficamente entre Biarritz y Togo según La Razón, la expresión hombre aparece en castellano por primera vez allá por el año 960, concretamente en las Glosas Emilianenses que eran unas anotaciones en latín hechas en los márgenes de los textos sagrados, pero bajo las formas uenme y uanme. Si no me pueden seguir, no se preocupen, luego se lo vuelven a leer y ya está.

En los poemas de Berceo, siglo XIII, el autor (Berceo, ¿ven como es fácil?) oscila entre la forma omne, ombre y ome. Hombre, con hache como Dios manda, sólo aparecería y que tengamos constancia de ello, a partir de las obras de Juan de Valdés, concretamente en el 1435, centuria más o menos.

La línea etimológica del vocablo original prosigue gustosa y compleja hasta llegar, por ejemplo, a encontrar en el siglo XV la palabra homicidio, formada con la terminación latina caedere (matar) y en 1527 registramos por primera vez el término, tan del gusto del capitalismo y de los niños de los 70´s, “superhombre”, resonancia expresiva con origen germánico: übermensch. Ejemplo: Peter Shelley es un übermensch. Esta fea distinción permanecería relegada en la historia hasta que Nietzsche la retoma tres siglos y medios después. Cómo no, los nacional-socialistas en el siglo XX aleccionados por Jünger, ese escritor que tanto les gusta, hacen lo mismo sólo que al revés: untermensch, es decir, infrahombre. Ejemplo: Javier Nart es un üntermensch.

Por influencia sajona, surgen en nuestro idioma, que hasta entonces presumía de virilidad y rectitud, términos como “homosexual” y su madrastra “homofobia”, palabra procedente del inglés homophobia y registrada en el Diccionario de la R.A.L. como”aversión obsesiva a las personas homosexuales”. Aquí me permitiré discrepar de los que limpian, fijan y dan esplendor, pues entiendo que ese término no está vinculado al latín homo (insistimos, hombre), sino al prefijo griego homós (igual), y por tanto en rigor homofobia debería significar “aversión obsesiva a lo igual”. Un ejemplo: la plutocracia es homófoba. No confundir con homófona, esto es que suena igual. Ejemplo: Alejandro Sánz y Miguel Bosé son homófonos.

Repasada la etimología del vocablo de marras, el título de este modesto artículo empieza a cobrar sentido. Diseccionemos pues el statu quo actual del objeto de debate: nuestro buen amigo el hombre contemporáneo. Aquí ya ni el latín, ¡¡ni siquiera Berceo!!, pueden ayudarnos.

¿Qué entiendo entonces por tal? Se me podrá objetar que en los endemoniados tiempos que corren, ser un hombre es ya una entelequia. Miramos a nuestro alrededor, y lo que vemos es una extraña patulea de seres dominados por la sinrazón, la ridiculez y la necedad. Injertos de ADN en cuerpos plastificados por las marcas de ropa, muchos de nuestros compatriotas vagan por las calles que les han visto nacer impelidos por una  fuerza superior marca ACME que les mantiene a salvo de sí mismos, transformándoles en maniquíes de “revistas  de tendencias”. Presos de la furia consumista que lo contamina TODO, ese rabioso virus que los economistas llaman libre mercado ha apresado lo más valioso de nuestras vidas (el autor manifiesta desconocer qué puede ser lo más valioso de la mayoría de vidas que le rodean).

La cuestión es otra, y como bien clamaba la turba dirigiéndose a su prócer en la inmortal “Amanece que no es poco”: todos somos necesarios, pero sólo tú eres contingente. Somos, fuimos y seremos simios y ninguna religión ni anuncio de colonia cara podrá cambiarlo jamás. Tampoco la discografía completa de los Buzzcocks. ¿Sabían ustedes que los chimpancés, bonobus y gorilas muestran idéntica falta de simetría que los humanos en una región concreta del cerebro (el área de Broca) que, casualidad, es fundamental para la producción del habla? Qué van a saber, almas de Dios. Pues es verdad. Tanto en los humanos como en los grandes simios, el área de Broca es más grande en el hemisferio cerebral izquierdo que en el derecho, refutable descubrimiento si pensamos en los líderes políticos de la ídem pero inobjetable si lo hacemos respecto a los bisídem. Sin embargo, estos simios no son capaces, por lo que sabemos hasta ahora, de discutir acerca del pasado, planificar de cara al futuro, mucho menos de generar una idea y sembrarla para que pueda crecer y cambiar de acuerdo con la sabiduría colectiva del grupo. Vamos, como los Ramones. Tampoco les creemos capaces de preguntarse para qué están aquí, y sospechamos que tampoco se preocupan demasiado en saber si tienen alma o no. Pero no obstante, ellos (los simios, no los Ramones) se comunican por medio de llamadas diferenciadas, identifican posturas representativas de estados de ánimo (tales como besar, abrazar, cogerse de la mano, pavonearse, amenazar con el puño cerrado, etc). También está demostrado que pueden sentir compasión y altruismo por sus congéneres, poseyendo desgraciadamente un lado oscuro que les brutaliza de manera inmisericorde en ocasiones puntuales, llegando al punto de afirmar como si nada que die Metallwerkstatt im Kunsthaus Tacheles ist  SEIT zehn jahren ein zentraler Ort zur. Sí, sí, y que luego va ella y me dice que gestalltungsmöglichkeiten mit ihnene telien. Como lo oyes.

Compartimos aproximadamente un 98, 7 % de nuestros genes con los chimpancés, un 97, 7 % con los gorilas y un 96, 4% con los orangutanes. Si se diera el caso de que los tipos de sangre coincidieran, podríamos incluso recibir una transfusión sanguínea de un mono. Qué triste, pensarán ustedes. O no. Imagínense que las concomitancias entre ambas especies fueran más allá de un coágulo o de un trozo de cerebelo y pudiesen transferirse al terreno de la creación o del buen gusto.

Permítanme que les ponga un par de ejemplos. A principios de los sesenta, el científico británico Desmond Morris (no confundir jamás con el de los Skatalites) llevó a cabo un estudio sobre el arte de los chimpancés y, como una especie de broma, convenció a una galería de arte de Londres para que expusiera dos cuadros firmados por un “artista desconocido”. Varios críticos, alguno de ellos de relumbrón, que dedicaron mucho tiempo a interpretar el significado de estas obras, se sintieron indispuestos el día que se destapó el escándalo de la autoría de los lienzos. Y qué decir del famoso experimento de los provos holandeses que, en un ataque de anarquismo camp, hicieron sonar delante de una pareja de delicados monitos el “Yesterday once more” de los Carpenters, una y otra vez hasta que descubrieron que el peludo matrimonio reconocía el estribillo y lo imitaba, llegando al extremo de  exigirlo a altas horas de la madrugada, demostrando que al menos los chimpancés sabían apreciar una hermosa melodía. ¿Podríamos hacer la prueba con la mayoría de los seres humanos que nos rodean? Desde luego, me contestarán que faltaría más pero, sinceramente, ¿creen ustedes que serían capaces de pintar un cuadro y enamorarse de una canción pop? Sin ánimo de resultar catastrofista, tendencia horrible a la que me declaro adicto, siento que es fácil afirmar que nunca con anterioridad el fervor por la actitud musical o artística ha sido menor que en nuestros días; la música hace tiempo que ha dejado de servirnos de piedra de Rosetta para sonar de fondo en las secciones de congelados del Ercoreca. Pero basta de lloriqueos proselitístas y pasemos a otra cosa. ¿Qué podría ser un hombre Orégano? Veo que usted ya tiene la respuesta en los labios: dícese del señor o señora que lee el “Efecto Orégano”.

Un hombre orégano, tal y como se concibió en su momento, es aquel homo (jolín, qué mal suena) que entiende que todos los momentos que permanece alejado de su tocadiscos o reproductor de cds son infames y le pueden costar sino la vida sí un acortamiento de la misma, o como dice un señor muy raro, Kraftwerk no es servil, no somete, no es un juego de capitales, es algo holístico que no sólo es música. También se entiende que el homo-oreganis no puede vestirse de cualquier manera, amos anda, viéndose impelido a rechazar por imposibles ciertas gamas de colores y texturas, amén de un buen número de patrones de moda, posiciones y marcas. No se trata de una elección personal, esto no es AB, sino que nuestro amigo únicamente responde a una llamada superior que le indica el camino a seguir. Ejemplo: Fred Perry azul, bien. No Fear rojo, mal. Es, como si dijéramos, una voz, una presencia que él siente en su interior; la Voz habla y el hombre obedece. Tal vez les suene de otros telefilmes como la religión católica o la sociedad de consumo, pero a diferencia de éstas el final de nuestra película es bonito y los protagonistas se casan. Haré un inciso que también servirá para homenajear al único monasterio que el hombre Orégano reconoce como santo y digno de respeto, pero que en consonancia con los tiempos de emboscada que corren ha sucumbido: el Scuba. La historia de la humanidad ha demostrado sobradamente que la tendencia natural del hombre desde los tiempos de los glaciares ha sido arrejuntarse con sus allegados para charlar de sus cosas y empapuzarse de lo lindo. Con la llegada de la electrónica y de las drogas, más o menos en la década de los 80´s, esta tendencia pasa a denominarse en los libros (perdón) civilización y, concretamente en Bilbao, salir a tomar algo al Scuba, donde la mayoría de los hombres y mujeres del planeta Orégano habitaban felices. Allí, con sus discos de los New York Dolls, Stooges, B&S y algún que otro trocito de cielo, el hombre demostraba poder ser feliz, llevando la contraria muy gustoso al agonías de Armando de Miguel (quien jamás sera un H.O.) y, lo sentimos porque le queremos, también a nuestro filósofo de cabecera don Agustín Calvo.   

Kurt Cansin

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Actores

Empezaré por aquellos que me obligan a pagar entrada por ver sus nuevos trabajos. Son básicamente dos: Clint Eastwood (que, si mal no recuerdo, desde el estreno de «CAZADOR BLANCO, CORAZON NEGRO» me hace pasar por taquilla no sólo por su contundente presencia sino también por su sensible labor como director –así, una de las películas eastwoodianas que más disfruté en sala de cine no estaba protagonizada por él: hablo de «MEDIANOCHE EN EL JARDIN DEL BIEN Y DEL MAL»; y en la otra, «UN MUNDO PERFECTO», salía más bien poco cediendo protagonismo a Kevin Costner: única ocasión en que este elemento me ha parecido carismático y no una anodina copia en cera de Gary Cooper-) y Jim Carrey (en un principio me crispaba bastante –por su saga de «ACE VENTURA»-, e incluso una de sus películas, «DOS TONTOS MUY TONTOS», la convertí –antes de verla, sólo guiándome por el trailer televisivo y los affiches callejeros- en paradigma junto con «FORREST GUMP» de la lobotomización actual que padece Occidente –tras verla, cambié radicalmente de opinión, quedé prendado y hoy la considero una delicia profundamente subversiva, igual que otro título del mismo trío Carrey/Farrelli Bros., «YO, YO MISMO E IRENE»-; pero reconozco que Carrey entra en mi panorama de adicciones por sus películas serias -«EL SHOW DE TRUMAN», «CABLE BOY», «MAN ON THE MOON» y su reciente y magistral «¡OLVIDATE DE MI!», ideal para sujetos con problemas sentimentales, y la manera mejor para que quienes no soportan a Carrey caigan rendidos a sus pies-; hoy considero lo más flojo del canadiense la segunda entrega de «ACE VENTURA» -la primera se ha redimido ante mis ojos, en sucesivos visionados, sobre todo gracias al delicioso absurdo que supone el futbolista transexual encarnado por Sean Young- y sus dos films a medio camino entre la comedia disparatada y el film con moralina, «MENTIROSO COMPULSIVO» y «COMO DIOS», que demuestran una vez más cómo todo aquello que huye de los extremos es fallido y repugnante, aún más con moralinas a lo Capra –cuando todos los que se empeñan en imitar a Capra con intenciones políticamente correctas olvidan que éste era, a su manera, un extremista, como dejó claro con ese enigmático y quasi autista Longfellow Deeds, que bordaría Gary Cooper en «EL SECRETO DE VIVIR», cinta de la cual la ya mentada «FORREST GUMP» es sólo una herencia espúrea y ultraconformista-).

En un grado menor de dependencia están aquellos actores que me llevan al cine no meramente por ellos mismos sino como valor añadido a una película que se promete apetitosa: aquí encuadraría a John Malkovich (de quien en cine he podido, en los últimos años, disfrutar -amén del estupendo delirio «BEING JOHN MALKOVICH»- una en comandita con Eastwood -«EN LA LINEA DE FUEGO», cuya frase estrella, aquello de «sólo ex«ijo un poco de jodido respeto», es también uno de los fetiches dialécticos de Charlie Mysterio- y otra sobre el rodaje de «NOSFERATU», «LA SOMBRA DEL VAMPIRO» -donde uno se empapa de aquella condición, tan típica en los muy posteriores años 70, de que el rodaje puede llegar a ser aún más delirante que la propia película-; a ello añadiré la gozada de los pases televisivos de «MARY REILLY» con Malkovich más sexy y anómalo que nunca en su definitiva caracterización del duet in one Jekyll/Hyde), Steve Buscemi (metido casi siempre en trabajos interesantes -«GHOST WORLD», «FARGO», «BIG FISH», «RESERVOIR DOGS», «EL GRAN LEBOWSKY», «LLAMAME»...: y el «casi» suele quedar parcialmente redimido por su presencia estimulantemente anómala, voilá su melancólico sacamantecas en «CON AIR»- además de responsable indirecto de mi actual corte de pelo, tras quince años sin pisar una peluquería, por insistencia de mi osita, a quien el flequillo y la expresión salamandrina de Buscemi la hacen levitar –casi tanto como a la Jamie Lee Curtis de «UN PEZ LLAMADO WANDA» las parrafadas en italiano-) o Harvey Keitel (uno de los rostros de Dios, en mi particular credo: el cordial y omnisciente Sr Lobo de «PULP FICTION», el alucinante macarra de «TAXI DRIVER», el pobre diablo de «MELODIA PARA UN ASESINATO», el gangster shakespeariano de «RESERVOIR DOGS», el inefable Judas de «LA ULTIMA TENTACION DE CRISTO», a lo que sumar su amplia gama de guardianes de la ley –maligno y corrupto en «COP LAND», amable y comprensivo en  «THELMA Y LOUISE», crístico y onanista en «TENIENTE CORRUPTO», astuto cual zorro en «PENSAMIENTOS MORTALES», duro e implacable en «CONTRATIEMPO»...-).

Luego vendrían los actores que me caen bien. No me lanzo de cabeza a una sala a ver sus últimos productos pero, si ponen algo por tv con su careto incluido, me lo veo sin dudar. Aquí la lista es amplia y variadísima: Robert De Niro (cuanto más salido de madre, mejor: su lista de delikatessen es larga, larga, empezando por catecismos guerreros como «TAXI DRIVER», «EL CABO DEL MIEDO» y «EL PADRINO II», siguiendo con su pequeña pero decisiva intervención en «EL CORAZON DEL ANGEL» -donde pelar un huevo duro adquiere una dimensión nueva, digamos... metafísica-, para pasar a crónicas del crimen organizado como «UNO DE LOS NUESTROS» o «CASINO», hasta llegar a un subproducto derivado del molde Travis Vickle como «FANATICO», que, sólo por ver a De Niro poniendo caras y provocando tensión en su cotidianeidad dislocada, no dejo de tragarme, cual Big Mac, cuantas veces la reponen por Tele 5-), Jack Nicholson (otro desmadrado, en cuya espitosa compañía me encuentro de primera: también tiene para mí su catecismo, «LOBO» -o cómo llevar a la práctica de la manera más rotunda la frase nietzscheana «lo que no me mata me hace más fuerte»- y «ALGUIEN VOLO SOBRE EL NIDO DEL CUCO» -o cómo mostrar a quienes suelen olvidarlo, por aquello de la debilidad y/o la cobardía, que la paz de los cementerios está siempre mucho más libre de culpa que la de los pabellones de reposo-, presidiendo una larga ristra de estupendos momentos, caso de «EL RESPLANDOR», «CHINATOWN», «EL CARTERO LLAMA DOS VECES», «LAS BRUJAS DE EASTWICK», «BATMAN», «SANGRE Y VINO», «EL HONOR DE LOS PRIZZI», «A PROPOSITO DE SCHMIDT», «MEJOR IMPOSIBLE», incluso me ha hecho tragar en varias ocasiones un megapastelón como «LA FUERZA DEL CARIÑO» sólo por verlo coquetear con la abuela irlandesa tirándose el moco astronáutico-), Frank Sinatra (este señor me merece un respeto imponente lo mismo como crooner que como personaje de Scorsese y posee, en su apartado puramente cinematográfico –o sea, cuando actúa sin cantar-, una de las trayectorias más sólidas -«COMO UN TORRENTE», «DE AQUÍ A LA ETERNIDAD», «LA CUADRILLA DE LOS 11», «EL DIABLO A LAS 4», «EL DETECTIVE», «LA MUJER DE CEMENTO» o «EL MENSAJERO DE MIEDO», mítico thriller político que acabo de descubrir no hace mucho por el canal diocesano TMT y cuyo remake, bajo la férula de Jonathan Demme, está por estrenarse cuando escribo estas líneas-), Bruce Willis (o ese hermano mayor socarrón que me hubiera encantado tener; nunca llegará a cautivarme como lo hizo en sus inicios con la serie «LUZ DE LUNA» pero buena parte de su filmografía me hace pasar el rato: pienso en «LA JUNGLA DE CRISTAL» -me quedo con la 1ª entrega porque es insuperable, y con la 3ª porque Samuel L. Jackson y Jeremy Irons son una excelente guarnición para los chistecitos del héroe en camiseta-, pienso también en «DOCE MONOS» -con ese potaje futurista metafísico tan del agrado de Terry Gilliam, como ya pudo comprobarse en «LOS VIAJEROS DEL TIEMPO» y «BRAZIL»-, o en «PERSECUCION MORTAL» -con esas batidas en motora como policía fluvial de Pittsburgh a quien un pariente algo tarado se dedica a putear asesinándole las girlfriends-, o en «PENSAMIENTOS MORTALES» -la única cosa amena de Alan Rudolph, el cineasta oficial de los progres desencantados, tan amena que no parece suya, con Willis en plan cabronazo superborde, chuleando a la mujer y acosando a la cuñada, hasta que el destino, anticipándose a «THELMA Y LOUISE», se la juega sin piedad-, o en «EL ULTIMO BOY SCOUT» -entrañable tándem de acción con Don Johnson, los dos en plan desarraigado y crepuscular-, o en «EL ULTIMO HOMBRE» -ya que hablamos de lo crepuscular, aquí Willis llega a sus cotas más altas de epicidad outsider, trayéndonos ecos de Kurosawa, Leone y Peckinpah, en esta singular recreación de «LA MUERTE TENIA UN PRECIO» con tableteo de ametralladoras y petardeos de Ford T-, dejando para el final su momento más sublime hasta la fecha, el púgil de «PULP FICTION»),  y, para no eternizarme, concluiré este párrafo con dos intérpretes considerados menores, pero que siempre me han caído de putísima madre, me han llegado hasta el tuétano con unos cuantos de sus papeles y no los cambiaría por las OOCC de la Querejeta Factory, el musculoso Arnold Schwarzenegger (al que ya dediqué un artículo férvido y empático en «EL CORAZON DEL BOSQUE», donde destacaba su extraordinaria vis cómica: de hecho, mis películas favoritas de Arnie gozan todas de un importante lado jocoso, como «LOS GEMELOS GOLPEAN DOS VECES», «TERMINATOR II», «DANKO: CALOR ROJO», «POLI DE GUARDERIA» -sumamente apreciada también por el amigo Dildo de Congost- y «JUNIOR» ) y el orondo John Candy (del que jamás me cansaré de visionar títulos como la conmovedora «MEJOR SOLO QUE MAL ACOMPAÑADO» -duelo con un malhumorado Steve Martin pleno de momentos tragicómicos donde uno no sabe si descojonarse o darle al moquero: hasta ahí llega la sutileza del director John Hughes, especialista en sacar lo mejor de nuestro hombre-, la deliciosa «SOLOS CON NUESTRO TIO» -uno desearía un pariente así para Reyes-, la bizarrísima «EL GRAN LIO» -cuchuflética vuelta de tuerca a las crónicas rurales tipo «THE CHAINSAW TEXAS MASSACRE» en la cual Candy se duplica en policía y en joven casadera-, o la simpsoniana «DOS CUÑADOS DESENFRENADOS» -duelo vacacional con el mismísimo troquel que daría pie a Homer J., o sea, con Dan Aykroyd, por cierto, director de la anteriormente citada «EL GRAN LIO»-).

Finalmente, me limitaré a dar una sucinta lista de actores que me alejan de las pantallas grandes y/o pequeñas bien sea por tedio, por irritación gastroduodenal o por convulsiones meníngeas rayanas en lo apoplético: John Ritter, Alan Alda, Roberto Benigni, Hugh Grant, Jorge Sanz, Omero Antonutti, Imanol Arias, y varios negritos de series de tv, como Gary Coleman, Will Smith y otro con gafas y cara de cacatúo cuyo nombre ni me pienso molestar en buscar ahora por el Google.

Despedida y cierre. Hasta la próxima.

FERNANDO MARQUEZ

(http://usuarios.lycos.es/YNALINNE)  

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THE VASELINES: Unos clásicos insospechados

Los Vaselines no causaron en su día el impacto de unos Jesus and Mary Chain ni han tenido la fama de Teenage Fanclub o Belle and Sebastian, pero han contribuido junto a ellos y otros muchos a que Escocia sea importante en el mundillo musical. No se puede decir que tuvieran un sonido innovador, aunque si la suficiente personalidad, ni que su influencia haya sido trascendente, pero si podemos decir que sus canciones son muy buenas, buenísimas, y que pocos reunieron un repertorio como el suyo entre el 86 y el 90.

El grupo lo crearon Eugene Kelly y Frances McKee y enseguida se les unieron Charles (batería), hermano de Eugene, y James Seenan (bajo). Dada la escasa repercusión de sus vinilos originales, su disco clásico ha terminado siendo The way of The Vaselines : a complete history (Sub Pop, 1992), que reúne los dos singles y el LP que publicaron.

Los dos primeros singles son una bomba. Se reconoce una gran influencia de la Velvet Underground y algunos elementos de folk rock y de punk. Sobre todo destacan dos cosas, su capacidad para crear canciones divertidas y pegadizas que no pierden interés por muchas veces que se escuchen, y su falta total de pretensiones y afectación, dando la impresión de que su único objetivo era escapar del aburrimiento y conseguir el mismo efecto en el público. Stephen Pastel fue el productor de esos dos singles que se publicaron en su propia compañía 53rd&3rd. Y es que algún elemento compartían con los Pastels aunque eran mucho más directos, gamberros y festivos.

En el primero de sus singles está “Son of a gun” que es una de sus mejores canciones y todo un clásico del pop construido con cuatro frases mal puestas, una melodía y un estribillo tan simples como buenos y la combinación de las muy efectivas voces de Eugene y Frances (yo en general me quedo con la de él). “Rory rides me raw” es otra gran canción, a pesar de su humor grosero, que abría la vena folky de posteriores composiciones y quizá sea la mejor de todas ellas. “You think you’re a man” es la única canción que grabaron no compuesta por Frances y Eugene, se trata de una canción de Divine, personaje que encaja perfectamente con el humor grosero y gamberro de la pareja. Desconozco la original, la de ellos es graciosa aunque se hace pesada por repetitiva al final.

 El segundo single es todavía mejor. “Dying for it” y “Teenage superstars” son dos de las mejores muestras de su rock ruidoso y destartalado, la segunda es una debilidad personal que me produce una gran excitación sobre todo cuando gritan al final varias veces la última frase. “Molly’s lips” es igualmente divertida, con una graciosa bocina de bicicleta y Frances cantando más que nunca como una inocente colegiala, aunque estos tipos de inocentes no tenían nada. “Jesus wants me for a sunbeam” es mi favorita de los Vaselines. Tiene una viola muy Velvet y es su melodía más triste. ¿Cómo me puede gustar tanto una canción con esta letra (cosa extensible a otras), va en serio o en broma? Pues creo que un poco ambas cosas y por eso no puede dejar de transmitir melancolía.

 El LP Dum-Dum (Rough Trade, 1989) puede que no tenga canciones tan impactantes como las de los singles pero es igualmente un gran disco. Me gustan más las canciones festivas y ruidosas, dos gemas pop como “Monsterpussy” y “The day I was a horse” y algunas formidables gamberradas como “Sex sux”, “Oliver twisted” y “Dum Dum”. De entre las más reposadas y folkys destacaría “Slushy”, que puede recordar a unos Sonny and Cher sin ñoñez, y una versión más relajada de “Dying for it” que denuestra que es buena de cualquier forma que la toquen. La única que no me convence es “Lovecraft”.

 Cuando salió el LP el grupo ya se había separado. Eugene formó Captain America con los que sacó dos singles. Por problemas legales cambió el nombre por Eugenius y con este nombre aparecieron dos discos, Oomalama y Mary Queen of Scots. Ha sido poco prolífico pero siempre ha escrito buenas canciones, además ha colaborado con The Pastels y BMX Bandits entre otros. Compuso a medias con Evan Dando la joya “If I could talk I’d tell you” que apareció en el irregular Car Button Cloth de los Lemonheads. Frances formó Suckle en el 97 y tras varios singles apareció en el 2000 Against Nurture (Chemikal Underground). Los trabajos de ambos son muy recomendables y disfrutables, aunque puedan no ser tan memorables. Recientemente ha aparecido el primer disco de Eugene como solista pero no he tenido oportunidad de escucharlo.

 Una última reflexión personal. Las letras del grupo en principio no merecerían mucho comentario, se toman todo a pitorreo, incluso a ellos mismos y sus miserias, pero por lo general no son bromas muy brillantes. En unas pocas canciones el objeto de cachondeo es Jesucristo, nunca me había fijado mucho en esto ni le había dado importancia, pero después de convertirme al cristianismo me he fijado un poco más, lógicamente. A pesar de ello sigo apreciando al grupo igual que de chaval, lo veo sólo como una chiquillada, probablemente fruto de una educación religiosa mal asimilada (o mal enseñada o las dos cosas) y del carácter irreverente de la pareja, nada profundo. Con los buenos disfrutamos todos, ¿no lo hacen los ateos con la Carter Family y Blind Willie Johnson?

 Manolo Barrero

Seré un troglodita, un carpetovetónico o simplemente un fachorro pero no me acostumbro a contemplar sin un estremecimiento la cabalgata de putones desorejados que desfilan por las pantallas de televisión en horario infantil. Donde  hace años uno podía seguir las aventuras del monstruo de las galletas hoy contempla las evoluciones corporales de Vanessa o Jennifer a las que les gustan los hombres metrosexuales (la avanzadilla de los hombres más tontos y consumistas), los tatuajes  y, ante todo, ser gogós de discoteca.

 Uno que siempre ha sido más bien retraido se sorprende cuando escucha que el sueño más repetido de nuestras adolescentes más – y menos- turgentes es el de bailar en una jaula para disfrute de voyeurs (palabra francesa – todas las gorrinerías son francesas-  que define a las personas anteriormente conocidas como pajilleros).

 No hemos podido documentarnos sobre el origen de las gogós. Desde luego en las películas de romanos siempre se ve alguna bailarina ligerita de ropa realizando contorsiones frente a  un patricio reclinado en su triclinium y atiborrándose de un fresquito, suponemos,  Lambrusco. Con lo cual creemos que siempre han estado ahi (como el pueblo vasco).

 Lo que está claro es que las gogós renacen con el descubrimiento de las piernas que se produce en la década de los sesenta cuando Mary Quant diseña la primera minifalda. Casi al mismo tiempo las chicas francesas descubren, gracias a Francoise Sagan, que están tristes y que la mejor terapia frente a la angustia existencial es el baile orgiástico. Un día Sylvie en el club cansada de oir hablar sobre Sartre,  se sube a una banqueta para acometer sus ejercicios gimnásticos y alli nace el movimiento gogó.  La evolución es conocida: de la banqueta a la tarima y de la tarima, pasando por la cama del encargado del local, a la jaula, triste destino de la mujer.

 Mientras en nuestro país las gogós eran las chicas de pueblo que se escapaban al Madrid desarrollista de los años sesenta en busca de  un  futuro más allá de los cejijuntos mozos destripaterrones y que, antes de ser rescatadas de la lujuria y desenfreno de la capital de España (hoy Estado español) por Paco Martínez Soria, solían conocer a un niño bien y tarambana que las traía por la calle primeramente del despendole y posteriormente por el de la amargura.

 Hoy Vanessa, la chica que quiere ser gogó,  nos cuenta cómo su hermano menor, hijo de una aventurilla de su padre con una cubana, también quiere ser bailarín de discoteca pero que a la nueva novia de su madre no le hace mucha gracia coincidir en la disco (pronúnciese “digco”) con su hijastra que es mucho más moderna que ella. No es el guión de un capítulo de la afamada serie Enredo...es la España real a las siete de la tarde de un lunes cualquiera.

 Claudio Cuello

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Hubo un tiempo en que las niñas no querían ser gogós sino majoretes.

Las majorettes son como la rama militar de las animadoras de los partidos de fútbol americano: las chicas más guapas y delgadas de la clase, engaladas con sus charreteras como los niños-almirantes en la Primera Comunión,  realizando complicadas coreografías al son de las marchas useñas  interpretadas por Glenn Miller.

Mientras que las animadoras – Sue, Patty o Brenda- siempre caen en manos del capitán del equipo deportivo del instituto JFK, las majorettes, armadas con su varita, defienden  su honra frente a las  hormonas adolescentes de los  mononeuronales protagonistas de  las películas de John Landis o John Hughes.

Como los Burger King o las bases militares este fenómeno - ¿bizarro?-  también llegó a una España que quería ser moderna y muy americana y ya en los años setenta pudimos asistir al desfile de las escuadras de majorettes por las calles de nuestro país.

En el siglo XXI pensábamos que las niñas ya sólo querían ser gogós de discoteca y que las majoretets estaban desaparecidas. Sin embargo, este año hemos vuelto a ver la evolución de minifaldas y coreografías militares para disfrute de los pueblerinos cántabros  en sus fiestas. ¡Qué alegría! El mundo no ha cambiado. 

¿Son las gogós de discoteca de hoy hijas de las majoretes de ayer?

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La Granja: “Cantar en inglés limita”

 Después de más de 15 años La Granja continúa su excelente carrera musical, ajena a las modas y vaivenes de la industria discográfica. Su nuevo trabajo Tobogán confirma su buena forma con canciones como Su jugador favorito, Qué grande es el cine o El hombre del espejo. El inconfundible sonido pop de la banda mallorquina se presentó en directo en Bilbao por vez primera el pasado 13 de noviembre en la Sala Azkena. Aprovechamos para hablar ampliamente con Miguel Guibert, batería del grupo.

¿Cómo se consigue seguir juntos después de más de 15 años?

Creo que la clave está en el equilibrado reparto de tareas dentro del grupo y en que cada uno se siente a gusto con su papel. Vamos, que los mallorquines no somos gente de ego exacerbado. Para nosotros resulta lo más natural del mundo.

¿El secreto de La Granja es que seguís fieles a un estilo? ¿Existe ya un sonido "La Granja" propio?
 

Más bien estamos condenados a un estilo. No sabemos hacer otra cosa aunque, por otra parte, ni falta que hace. En cuanto a lo de un sonido “La Granja”, me encantaría que así fuera, sería muy halagador. Aunque, para mi desgracia, en los demás grupos siempre veo influencias de todo el mundo menos de La Granja. ¡Grrr!!

La Granja empezó con mucha proximidad a los ambientes mods y sixties del país. De hecho creo que habéis tocado en bastantes festivales musicales de esa onda ¿Os identificáis con esa escena?

Tenemos unos cuantos amigos metidos en ese mundillo y la verdad es que nos sentimos atraídos por la estética y la música de los sesenta. Siempre ha sido una fuente de inspiración importantísima para el grupo junto con la New Wave americana e inglesa. De todas formas, nunca nos hemos tomado demasiado en serio ni los postulados ni la “filosofía” mod. Es más una cuestión de simpatía y atracción musical que cualquier otra cosa.

De hecho, nuestra presencia en los festivales mods en los que hemos participado siempre ha sido bastante polémica.

¿Qué música escuchabáis en el año que se formó La Granja y que música escucháis ahora 17 años después?
 

En el 84-85 escuchábamos bastantes grupos de nuevo rock americano: Jason and the Scorchers, Long Ryders, Del fuegos, Green on Red, Rain Parade, Dream Syndicate, etc. También nos gustaban muchos grupos suecos:  The Wayward Souls, The Pushwangers, The Playmates, The Watermelon Men, etc.; y Australianos: Hoodoo Gurus, The Lime Spiders, The Stems, The Screaming Tribesmen, etc. Y por supuesto los grandes de la nueva ola o del power pop de los ochenta: The Plimsouls, Los Beat de Paul Collins, The Nerves, The Keys, The Jags, Elvis Costello, etc.

En el 2.004, además de continuar enganchados a lo mismo, estamos escuchando mucho pop americano: Matthew Sweet, Cotton Mather, Fountains of Wayne, Weezer, The Breakup Society, Shazam, Coward, etc.;

Rock sueco: The Hives, The Soundtrack of our lives, The Hellacopters; y mucha cosas más que se me quedan en el tintero. 


¿Cuál es el disco del que más satisfechos estáis de toda la discografía de La Granja?

En mi opinión particular el segundo.

¿Por qué no tuvo éxito Medicina Natural, disco que incluía canciones rotundas como El club de las almas muertas o Soy así? ¿Es un poco el disco maldito de La Granja?
 

Se editó en un momento malísimo para el pop rock en español. Estábamos en los albores del “indie” y el cambio generacional era ya un hecho. Para bien o para mal la fórmula se había agotado. Sí, en cierta manera es nuestro disco maldito a pesar de contener grandes canciones que con una producción más arriesgada podrían haber dado bastante más de sí.

Con vuestro tercer disco "Azul Eléctrica Emoción" llegasteis a ser cuasifamosos con buenas ventas, sin embargo, ¿por qué no acabasteis de dar el pelotazo?

Yo creo que nuestro nivel de comercialidad, siendo alto, no llega para pelotazos. Y bastante satisfechos estamos de ello.  

El último disco "Tobogán" ha tenido más repercusión en los medios ¿ha sido como consecuencia de la canción dedicada a Etoó?

Sin lugar a dudas. Quién me iba a decir cuando la compuse, hace ya cuatro años, que la cancioncita de marras sería motivo de  entrevistas en programas tan populares como

“El Larguero”, o de artículos periodísticos en el Marca, As, Mundo Deportivo, etc. Por desgracia, todo este despliegue futbolístico-mediático no se ha traducido en ventas.

¿Ha sido el cantar en español una limitación a vuestra carrera?

En absoluto. Soy de la opinión contraria. Creo que cantar en inglés limita mucho más. En este país la inmensa mayoría de la gente no sabe ni entiende el inglés y no enterarte de lo que te cuentan es una putada.  

No sois muy dados a hacer versiones, sin embargo, mucha gente considera que Magia en tus ojos es superior a la canción original de Billy Bragg, ¿qué os parece? ¿hacéis versiones en directo?

En directo siempre hemos hecho alguna que otra versión, unas más afortunadas que otras, claro. Últimamente hemos recuperado una versión que ya hacíamos en el año 90, el Rock’n’roll all night de Kiss. En cuanto a lo de nuestro amigo Billy, me quedo con sus amables palabras en un programa de TV de un canal catalán acerca de que le gustaban mucho la batería y las guitarras de nuestra versión. Yo desde aquí le respondo: La canción original es excelente.

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La historia de Los Chicos quieren diversión: “prefiero el blanco y negro”

"Yo creo que una de las más elogiadas y a la vez incomprendidas es la letra de "Los chicos quieren diversión". Esta canción, que muchos toman por un himno "mod" y un canto al hedonismo, en realidad nada tiene de eso. Me explico: yo, por aquel entonces, era muy crítico con el comportamiento frívolo de la mayoría de jóvenes durante los fines de semana, de hecho yo nunca iba a discotecas ni a bares musicales, prefería quedarme en mi casa, cosa harto incomprensible para mis coloristas amigos, de ahí lo de "prefiero el blanco y negro". Además, un amigo nuestro se mató en un accidente de moto un viernes de madrugada volviendo de una discoteca ("aunque a veces sale mal") y ese desgraciado suceso acabó de darle el aire apesadumbrado que para mí siempre tendrá esa canción."

 1ª FIESTA SATURDAY POP:

 THE EXTENDED PLAYS + LA GRANJA

 13 NOVIEMBRE 2004, 21,00 H.

SALA AZKENA. BILBAO

 Llevaba más de una semana sin parar de llover, el día de la fiesta se celebraba, a escasos 50,00 metros de la sala Azkena, el Wintercase Festival, y, para colmo, en San Mamés se disputaban la liga los incondicionales del fútbol. Pero la lluvia cesó, el cielo de Bilbao se iluminó, y todos los elementos se pusieron de nuestro lado para celebra la 1ª Fiesta Saturday  Pop organizada por el fanzine “El Efecto Orégano”. Más de 250 personas nos reunimos en una sala Azkena pocas veces vista tan concurrida (los responsables de la sala no daban crédito a lo que sus pupilas presenciaban).

 La velada comenzó con los locales THE EXTENDED PLAYS (mod-beat), que ofrecieron un contundente directo que a casi nadie dejó indiferente. A las 22, 40 horas subió a la tarima “LA GRANJA”, que durante una hora y treinta minutos fueron repasando su  extensa carrera a lo largo de los últimos veinte años. Granjeros llegados de Madrid, Palma, San Sebastián, Vitoria, Santander y por supuesto Bilbao, coreamos  al unísono todos sus hits, consiguiendo arrebatarles dos bises. En el primero hicieron sonar los temas “Ángel de Mañana”, “Y si al menos”, y, el tan esperado por éste, “Por ti, por mí”. El segundo bis, con tiempo robado a la sala, fue para “Magia en tus ojos”, que fue aprovechado por los organizadores del evento para invadir el escenario.

 La anécdota de la actuación la protagonizó Guillermo, cuando subió al escenario al  retoño de KiKo, Xavier, para cantar junto al pequeño su canción favorita, “Guillermo en la Playa”.

 En fin, todo un éxito para una fiesta que continuó con destacados “pinchas” de la escena local hasta las 06,00 de la madrugada.

 Texto: Esteban González

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Thy Surfyn’ Eyes: la sopresa
 
Entre las miles de canciones que aletargados escuchamos en esos tiempos de sobreexposición musical de vez en cuando suenan dos o tres que despiertan nuestro hipotalamo.  Esos cuatro acordes de guitarra, que inteligentemente mezclados con los ritmos de un casiotone y una sencilla voz, nos vuelven a hacer estremecer, como cuando escuchamos por primera vez a las Marine Girlos, los  Smiths o a Belle & Sebastian,  nos exigen querer saber todo sobre sus autores. 
 
Thy Surfyn’ Eyes es uno de esos escasos grupos con capacidad de sugestión. Miguel, antiguo componente de los Fresones Rebeldes, es su alma mater y nos cuenta con detalle la historia de esta maravillosa aventura musical:

 

El "grupo" sigue en activo pero, por si no lo sabéis, el "grupo" soy yo solo, aunque a veces, sobre todo en directo, he contado con la ayuda de Eva (Fresones), Jose (TCR) y CandyCandy (Biscuits Salés). Los nombres de Mike Moko y Michael Knigt que aparecen en el disco como integrantes del grupo son mis "otros yos", inventados a partir de fotos mías de cuando era pequeño. A pesar de seguir en activo, las cosas van con mucha calma... uno o dos conciertos al año... alguna cancioncilla, pero poca cosa.
 
Lo de Thy Surfyn' Eyes, es decir, grabar tonterías yo solo con guitarra y casiotone en casa .... lo llevo haciendo desde el 84 u 85... En algún momento, probé convertirlo en un grupo "de verdad", con gente. El primer intento fue en 1995, creo. Felipe (Fresones) y yo llegamos a un trato... él me fichó como bajista para su nuevo grupo (Pepito Sex) y yo le fiché como batería para Thy Surfyn' Eyes (así aprendía a tocar la batería, porque su ilusión era tocar con unas muchachas llamadas Sosa's Cáusticas ). Poco después de fichar a Felipe, conocí a Cristina y le propuse entrar como cantante... con idea de hacer algo entre los Desechables y Movin' Pictures (toma ya!). Hacíamos canciones mías y versiones de los Desechables, Negativos, Prime Movers, Nikis... La cosa no duró mucho, sólo medio año. Al acabar el verano vi que el resto de miembros no estaban mucho por la labor y decidí a volver a seguir haciendo las cosas yo solo. Me daba mucha pereza empezar a perseguir a la gente.... y volver a la situación de medio año antes.
 
El segundo intento fue con Candy Candy (de Les Biscuits Salés) como segunda guitarra durante la primavera del 97... pero tampoco fue la cosa  muy allá. Después, para las actuaciones en directo desde 1998 hasta 2002 conté con Jose (TCR) a la guitarra y Eva (Fresones) a la batería... pero al final he decidido volver a los orígenes y tocar yo solo con la guitarra y los ritmos del casiotone. Es un rollo perseguir a la gente y, además no sirvo para mandar.
 
¿Influencias?... Uno ya tiene una edad y ha escuchado muchas cosas y, supongo que todo te acaba influyendo... pero, bueno, voy a hacer un listado de grupos de los que he hecho versiones, grupos a los que he intentado parecerme y grupos a los que Thy Surfyn' Eyes, - voluntariamente o no-  se pueden parecer en algo: Television Personalities, BMX Bandits, Pastels, Comet Gain, Intronautas, Desechables, Pegamoides, Nikis, Negativos, Parálisis Permanente, Supremes, Ramones, Roberto Carlos, France Gall, Terry cuatro, Los Dominic's, Astroburger, Joe Meek, Felt, Durruti Column, Lee Bates, Vegetales, Daily planet, Fugazi, Headcoats, Astroburger, Silly Pillows, Surpreyes, Prisoners, Prime Movers....
 
Discografía: 
 
Seis años de éxitos (1996-2001): CD que recopila 4 maquetas y algunas canciones más (editadas e inéditas)
 
CANCIONES EN DISCOS RECOPILATORIOS
 
"Bienvenido Mr. Marshall" en el casete-CD: Un capricho Autoreverse - Autoreverse  1998
 
"Quiero estar solo (I want to be alone)" en el 10" I Smell an Ambush! (A tribute to Astroburger) - 35g records (Trondheim, Noruega) - 1999
 
"Oigo un mundo nuevo (I hear a New world)" en el CD: Oigo un nuevo No-Mundo (Homenaje a Joe Meek)-  Spicnic -2001
 
"Part-Time Pops (Part Time Punks)" versión de Television Personalities. En el doble CD: Le Touriste rebusca en El desván de la nueva ola - Fórmula Free – 2003
 
"Diario de un hombre Joven (Diary of a young man") En el 7": ¡¡Harte para todos!! (Homenaje  a Television Personalities) – Discos Harte – 2004
 
"La Grande Illusion" En el CD-LP: If I could write poetry (Homenaje  a Television Personalities) - The Beautiful Music (Ottawa, Canada) - 2004
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Discos, fanzines, etc

 For Against: Echelons

Reedición del primer disco "Echelons" de For Against publicado originariamente en 1987. Intensas melodías con profundas guitarras deudoras de los primeros discos de la Factory, los aires melancólicos de Joy Division y lo que los expertos denominan como emopop.

El chorus de sus guitarras ya nos atrapó en su anterior trabajo "Coalesced" distribuido en España por Dock. Escuchar ahora su pasado nos confirma que estamos ante una maravillosa banda capaz de crear emotivas canciones dirigidas por la mágica y envolvente voz de Jeffery Runnings.

Contacto: www.wordsonmusic.com

 Bohemia

Bohemia es un dúo que se ha curtido en el circuito madrileño de bares que ofrecen pequeños conciertos acústicos. Su debut discográfico con banda completa es una maqueta que reúne cinco canciones en castellano de pop académico que recuerdan a grupos como Totem o Móviles.   Quizás los riesgos musicales los guarden para el proyecto paralelo denominado Nouveau que, según nos cuentan, pretende seguir la línea de The Divine Comedy. Seguiremos informando.

Contacto: bohemiandantes@hotmail.com

Naif: Días de lluvia y trenes

Nueva  maqueta del grupo de Cristina Serrabona que bajo el sugerente título "Días de lluvia y trenes" presenta sus últimas composiciones  (La luna, Playas vacías, Por un beso,...) junto con la recreación de viejas canciones de Los Suspensos (La chica de la gabardina, Hoy sé,..) o versiones académicas de viejos himnos del pop español (Para tí).  Pop  muy comercial que con un poco de suerte y en circunstancias normales de la industria discográfica podría haber sido un bombazo. Personalmente me quedo con la canción cuasi bizarra "Alguno quedará".

Yesterday’s papers

Desde Madrid nos llega este fanzine dedicado exclusivamente a los Rolling Stones. Yesterday's Papers se publica en edición bilingüe español-inglés ya que es una publicación que se exporta a todo el mundo (¿Quién habló del alcance limitado de los fanzines'). A los que se asomen a sus páginas encontrarán máxima erudición stoniana a través de evocaciones de conciertos, estudios densos sobre canciones como el Paint it, black o informes sobre artistas como PF Sloan y sus conexiones con la banda anglosajona. Para fans de sus majestades satánicas.

Contacto: yesterdayspapers@wanadooo.es

Le Touriste:  número 7

Ha salido Le touriste 7con 120 páginas de grupos y músicas deslumbrantes: un reportaje sobre el glam de 70 páginas, la historia de Rubenimichi y la de Niza (el grupo, claro), Violeta Gómez y El Ejército de Salvación que se van a quedar de piedra con ellos, un facsimil de fanzines de los 80 -96 lágrimas, Estricnina, Editorial del Futuro Método, La Pluma Eléctrica, Ediciones Moulinsart,...-, Maquetas Nuevas, la peli de See You Later Cowabunga, Índigo, Los Nuevos Románticos, Elena Medel que fue Premio Andalucía Joven de Poesía y nos regala un librito, book de Natja Brunkhorst (segundo puesto de actriz preferida tras Audrey), un disco con inéditas en directo de La Cola Jet Set, Nóbel, Naïf, Clyde, Zona Negativa y Supereté y algo más. 120 páginas y tres régalos por cuatro euros. No digan que es caro, porque por cuatro euros, ni un agua en la ruta del bacalao. Pedidos al privado de cesar.prieto.al@terra.es


 
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