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¬ Número doce
Están acabados: cómo descubrir si un grupo
pop está acabado
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Tras muchos
años huroneando en esta vida nuestra de fans del pop, muchas veces se
nos plantea una cuestión capital: ¿Cómo podemos saber si los chicos de
nuestra banda favorita (los XXXX) están acabados? Pues bien, trataré
de dar un criterio de solución a tamaña incógnita. Para empezar a
clasificar a un grupo poppy como "acabado", primero observaremos que
se dan una serie de indicios de que su situación no está como para que
la compañía discográfica les regale un Ferrari a cada uno de los
músicos.
Uno.
Salimos a la calle y vemos un cartel. Se anuncia un concierto de los
XXXX en ¡Soria! (Esto huele fatal)
Dos.
Leemos en una revista que los XXXX preparan una gira que les mantendrá
ocupados durante todo un año recorriendo... ¡Japón! (Dios mío, ¡en
Japón!, cuando todos sabemos que es el último recurso de ingresos. Si
hasta Chiquito de la Calzada ha girado por Japón con gran éxito como
palmero de flamenco).
Tres.
Nos vamos a comprar latas de tomate, un bote de mayonesa y un tarro de
mostaza al Carrefuls para que las latas de cerveza no se sientan tan
solas en la nevera cuando... en el cajón de las megaofertas de cedés y
musicassettes (entre cintas de Karina, Manolo Caracol, recopilatorios
de marchas de la Legión y Villancicos) encontramos todos los grandes
álbumes de XXXX al increíble precio de 1,50 euros (que es la forma que
tiene el capitalismo de decirle al público en general: llévese esta
mierda de aquí que tengo al encargado del almacén echando pestes
porque no tiene donde guardar los deuvedés de Operación Truño).
Cuatro.
Tu madre te dice que ha oído por la radio una canción de los XXXX y
que le ha gustado mucho porque era una canción ¡muy bonita! (esto
acojona a cualquier fan de tipo medio).
Cinco.
Vas en el coche, enciendes la radio, y escuchas a Paloma San Basilio
que perpetra su último hit cañí. No cambias de sintonía porque la
dichosa canción te suena de algo y estás con el come-come de que tú ya
has oído eso antes. Estás a punto de estrellarte cuando te das cuenta
de que es un tema de los XXXX.
Seis.
Los XXXX anuncian que van a realizar una gira mundial acompañados de
Orquesta Sinfónica. (Entonces te acuerdas de tu abuela, que te decía
que no debías dejar que tus mocos se mezclasen con las sardinas porque
los mocos te sabían a sardinas y las sardinas resultaban gelatinosas
en exceso).
Siete.
Llaman al cantante de los XXXX a la tele para participar en un
programa de testimonios en horario de sobremesa. El tema del programa
de hoy es: "Mi abuelo está hecho un chaval y un moderno".
Ocho.
La reina inglesa nombra Sir al cantante de los XXXX, los franceses
conceden la Gran Orden de la Mayonnaise al batería de los XXXX y los
viejos más chochos e impresentables de España conceden el Príncipe de
Asturias de las Artes al guitarra de los XXXX. (Esto es como para
pensarse lo de regalarle tu colección de vinilos de los XXXX al
trapero).
Nueve.
Tu novia tiene ataques de ansiedad (según su madre, todo culpa tuya) y
acude a terapia de relajación con una secta budista que solo se
alimenta con berenjenas y ramas de apio. En las sesiones le ponen
cintas de música anti-stress en las que con sonidos naturales (olas
del mar, lluvia, truenos en una tormenta y el cris-cris de freír los
huevos) se reproducen las melodías más famosas de los XXXX.
Y Diez.
Y esta es la prueba definitiva de que el grupo está finito, muerto,
agotado.... de que han tocado fondo, de que hay menos fans de los XXXX
que votantes del Partido Carlista, de que ya no valen ni para
animadores socio-culturales de una excursión del Inserso, de que ni
sus hijos se creen que sus padres sean estrellas del pop. Esta es la
prueba de la humillación, de que esos pobres desgraciados de los XXXX
están dispuestos a pasar por todo con tal de comer caliente. Esta es
la última jugada. Esta es la forma que tiene la discográfica de
decirle a los XXXX: "Muchachos, ¡váyanse al guano!". ¿Qué es? Es
cuando pones la tele por la noche y están echando la gala (?) "Murcia,
qué bonita eres" o "¡Viva Andalucía!" o el Telemaratón de apoyo a los
niños de cabeza hueca del alto Orinoco. Y entre Vanessas y Jennifers
de inmensos tetamuslos y labios succionadores aparecen los XXXX. Y los
tíos tocan en riguroso playback. Y te fijas bien y las guitarras no
llevan ni cable de enchufe (¿serán las famosas Gibson inalámbricas de
nueva generación?). Y hasta suenan enormes secciones de viento
invisibles. Y el público son unos mil jubilados de Orihuela que
permanecen sentados y catatónicos frente al inmenso escenario. Y allí
están los XXXX, imperturbables, impasibles, hechos a todo porque ellos
ya lo saben... ¡están acabados!
Alex
Tornasol
^^
“A los
habitantes de Aspledón y Orcómeno Minieo los mandaban Ascálafo y
Yálmeno,
hijos de Ares,
a quienes Astíoque había dado a luz en el palacio de Actor Azida.
Mandaban a los
focidios Excedió y Epístrofo, hijos del magnánimo Ifito Naubólida”.
Escuchado en el
baño del Scuba la matinal del sábado 13 de Septiembre de 1993
El
principal escollo que se nos plantea a la hora de abordar una pérdida
importante (de lo que sea: un amor, un familiar, un encendedor) es
siempre encontrar el tono adecuado del relato: ni muy sentido que
parezca cursi, ni demasiado frío que resulte cínico o distante.
En mi caso,
al pretender rememorar la increíble vida de un bar que se nos muere y
como dijo Ernest H. “antes muerto que escritor”, he optado
directamente por dejar brotar de mi cerebro lo primero que se me
ocurra e intentaré, como ya perciben las taladrantes yemas de mis
dedos, escribir lo más rápido que pueda en la confianza de que será de
este modo como los recuerdos más profundos afloren al exterior.
Cómo
empezar…el Scuba… Ah, es difícil que las nuevas generaciones puedan
imaginarse la conmoción que este nombre suscitaba hasta hace poco en
las mentes de todos nosotros y me entristece pensar que en modo alguno
sus almas puedan calibrar un estremecimiento semejante al que yo y
tantos otros sentíamos cada noche al oír ese nombre a eso de las
nueve, prestos a iniciarnos en la etílica senda de la jungla
bilbaína. Una vez leí en alguna parte que sólo en los bares uno podía
percibir el auténtico esplendor de la palabra conversación pues nada
resultaba más excitante que charlar frente a una copa, embotado de
música, mientras los sentidos se aturullaban en mil y una direcciones
y el rostro de tu interlocutor se deshacía a cada instante en un
sinfín de muecas, las más de las veces nunca coincidentes con el
verdadero sentido de la cháchara. Hasta la llegada en tromba de los
narcóticos a nuestras vidas, el alcohol fue siempre nuestro mejor
aliado y en ninguna parte mejor que en el Scuba para paladearlo.
Bastaba ingerir unas dosis de néctar para que, ipso facto, ese fulano
insoportable que se sentaba en el taburete de al lado poseyera, por
arte de magia, la clave exacta, el disco o la película o la anécdota
correcta, la historia precisa: el santo Graal. Y entonces todo volvía
a su ser. O a como debiera ser. Las mujeres dejaban de ser entes
ignotos y crueles para alzarse majestuosas y dispuestas; los amigos ya
no pedían daban, y por supuesto todo se coronaba de música, siempre la
música... La mejor colección de discos que imaginarse quepa estaba
allí, al alcance de tu mano o mejor a la de Marian, la jefa,
con su mítico cuaderno azul (sí, ella lo tenía mucho antes que el
Fürher), displicente en su elección (“no, éste no te lo dejo, que lo
acabo de comprar”) pero al final siempre magnánima, como corresponde a
toda regente que ame a sus súbditos.
Disturbios
hormonales, aceleraciones cognitivas, cualquier anormalidad era
razonable si se escogía el momento oportuno.
Ah, le Scuba, ¡helás! cette plaisir.
Si llevabas
más de dos noches dejándote caer por ahí y el camarero no sabía
perfectamente qué bebías, qué escuchabas y cuál era tu tara, entonces
es que no eras nadie. Y a nadie le importabas. Es decir, como en el
resto de bares, sólo que aquí era muy infrecuente, casi imposible, que
eso sucediese. Personas humanas tan improbables como las que allí se
han juntado a lo largo de estos diecisiete años no se encuentran ni en
las novelas de Ballard ni tan siquiera en las películas de
Lynch. Entes que sólo tras mucho mirar con detenimiento parecían
moverse, morosos en su declinar como especie, se encontraban por fin
en su salsa, liberados del hartazgo de deambular por otros lares
suplicantes en busca de comprensión y una cara amiga. Pero había más,
porque aquí, amen de lo anterior, encontraban respeto, ese vocablo que
está a punto de desaparecer del diccionario por inverosímil. Como en
un perfecto acuario, el Scuba se apoderaba de todos sus pececitos
prestándoles su preciado oxígeno y tiñéndoles de un negruzco color
fondo marino muy apropiado para dar y que te la dieran. Qui pro quo,
que diría Cicerón. La sensación era conocida, buscabas un
refugio en la montaña y te encontrabas con un segundo útero materno,
cálido y condescendiente, en cuyos líquidos podías guarecerte de la
rutina y el hastío de la vida moderna.
La primera
vez que entré en el Scuba tenía dieciocho años, un flequillo rubio y
una novia guapa. Lo hice porque un amigo me había contado que allí
sonaban los Smiths. Ha pasado mucho tiempo. El otro día salí
por última vez de allí: frente despejada, con muletas and yet still
docked. Pensarán que me arrojaría por la rivera a pescar angulas. Pues
no. Salí del bar, afuera estaba nevando y sin embargo en los escasos
segundos que transcurrieron hasta que resbalé y me di un acrobático
hostiazo contra el suelo, lo único en lo que podía pensar era en los
infinitos momentos maravillosos que me había dejado entre esas cuatro
paredes: todas las risas, todos los besos, todas las chapas que había
y me habían pegado, ¡qué borracheras! y fumadas de haschis... También
algún disgusto, no se vayan a creer e incluso un par de penosos
malentendidos. Pero todo a su manera fue genial, sublime. ¡Qué
diablos, era mi vida! Lo mejor de mi vida. Y creo sinceramente que
nada existe excepto eso. Vivir, como quieras, como puedas, pero vivir
a fin de cuentas. La vida realmente vivida que imploraban los
situacionistas, a quienes no resultaría difícil imaginárselos
conspirando en un rincón de este bar, voluptuosos en una revolución de
sonrisas cómplices.
Si encima
el decorado bajo el que se cobija la internacional es un bar como el
Scuba, créanme, entonces ya no es que puedas es que debes sonreír. Y
eso, amigos, es lo que hice la última vez que salí del bar, cierto que
mientras pugnaba por evitar la megahostia que finalmente me pegué con
las muletas en la escarcha sucia y peligrosa de la calle Ripa.
Nunca he
creído en las casualidades. No existen o cuando menos no de la forma
que la gente cree: como un Sísifo extenuado, aquella noche me levanté
del suelo con los pantalones y la dignidad llenos de mugre, y de
bruces frente al portalón metálico del Scuba sonreí por segunda vez,
muerto de congoja como en los funerales irlandeses. Triste pero
orgulloso, con lágrimas por dentro pero siempre elegante y altivo.
Como Dios manda, que para algo somos bilbaínos. Es algo que jamás
olvidaré y si algún día, en alguna parte, un emisario del Altísimo
decidiera inaugurar un nuevo bar yo sólo le pediría que lo hiciese en
esa explanada mal iluminada de la calle Ripa, y ya puestos (es un
decir) que le llamara Scuba. Ah sí, y que tuviera detrás de la barra a
Marian, a Ramón, a Jon, a Arantxa, … y por favor, sobre todo que no
cambiase ni un ápice la decoración ni las luces ni la colección de
discos (que Marian los tiene contados), …que todo volviese a ser igual
que siempre. Descansa en paz Scuba, nuestra adorable iglesia pagana.
You´ll never walk alone.
Kurt
Cantsin
^^
El pasado verano fui por primera vez a una de esas concentraciones de
jóvenes con problemas de higiene corporal llamadas “festival de
rock.”
Aprovechando la conexión a internet de mi oficina ( alguna
satisfacción tiene que producir ser becario sin vivir en los USA)
compré anticipadamente un abono para los tres días de conciertos,
tiendas de campaña y latas de alubias Litoral (las empresas
conserveras tendrían que ser las patrocinadoras de estos eventos y no
los fabricantes de bebidas alcohólicas).
Una vez comprobadas las ventajas de la red ferroviaria española que
para viajar al sur viajas primero en dirección norte, llegué a las
puertas del festival donde se agolpaban dos mil adolescentes,
cincuenta expresidiarios, Juan de Pablos, unos cascos azules
desplegados por ZP y tres ninfómanas que nunca lograría identificar.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que como entrada se
utilizaba una pulsera de plástico atada a la muñeca similar a la que
utilizan los talibanes presos en Guantánamo. En fila india cada
asistente teníamos que esperar nuestro turno para ser clasificados e
identificados como las vacas de mi pueblo. Hay varias cosas en la vida
que no soporto. Una es escuchar a Ramoncín y otra llevar
pulseras o relojes en mis muñecas. Ingenuamente pregunté a los
encargados del control de acceso si podía prescindir del plastiquito
y utilizar otro sistema de identificación. Los seguratas, que por lo
menos eran modernillos escuálidos de diseño y no brontosaurios de
gimnasio, me miraron extrañados. Les expliqué un tanto
persistentemente que era alérgico al plástico, que me gustaba ducharme
completamente desnudo, que no me gustaban las marcas que podía dejar
las pulseritas en mi lustroso moreno, y que sobre todo, puestos a
llevar algo en mis muñecas, preferiría lucir una muñequera de
pinchos. Y aqui acabó mi primer festival rock. Horrorizados por
tamaña ordinariez y mi absoluta negativa a ser identificado como un
pájaro, los seguratas de diseño me pusieron violentamente de patitas
en la calle.
Lo tengo muy claro: el próximo año me voy al festival de jazz de San
Sebastián....siempre y cuando no me hagan ponerme una pulserita.
El tío Can
^^
Autopsia:
acción de mirar con los propios ojos
Real
Academia de la Lengua
A Paula,
Primera
parte: los orígenes.
Como sé que
la mayoría de ustedes piensan que en los fanzines sólo se escribe de
tonterías y guarradas, ecce homo les presenta para su solaz y
aprendizaje unas breves líneas sobre el estado actual de una cuestión
que nos afecta a todos por igual: la raza humana.
Tal vez por
referirse a nosotros mismos, el vocablo “hombre” contiene diversos
matices semánticos y es fuente de una numerosa familia de palabras,
algunas polémicas (homosexual, que al parecer no era un insulto),
otras incomprensibles (homúnculo) y las más de las veces
contradictorias (homosapiens). La Real Academia define hombre como
“ser animado racional, varón o mujer”, definición que tal vez debería
aliviar el encono de algunas feministas contra el predominio masculino
en nuestra lengua. Así, cuando decimos “el hombre medieval”, debe
entenderse que nos referimos al hombre y la mujer de la Edad Media y
no sólo a Rodrígo Díaz de Vivar, que yo hasta hoy pensaba que
era un compañero de pupitre en la EGB. Remontándonos a su etimología
clásica, hombre proviene del latín (con perdón) “homo, hominis” que
significa individuo de la especie humana, pero también poseía una
segunda acepción “soldado o esclavo”, ésta relegada al baúl de los
recuerdos gracias a la democracia y las ONG´s. Así, cuando leíamos en
Marco Aurelio la expresión “homo Salustio”, no es que se le
estuviera faltando al respeto a nadie sino que indicaba que el bueno
de Salustio tenía un esclavo.
En España,
extensión de tierra tradicionalmente dominada por la estulticia y
situada geográficamente entre Biarritz y Togo según La Razón, la
expresión hombre aparece en castellano por primera vez allá por el año
960, concretamente en las Glosas Emilianenses que eran unas
anotaciones en latín hechas en los márgenes de los textos sagrados,
pero bajo las formas uenme y uanme. Si no me pueden seguir, no se
preocupen, luego se lo vuelven a leer y ya está.
En los
poemas de Berceo, siglo XIII, el autor (Berceo, ¿ven como es
fácil?) oscila entre la forma omne, ombre y ome. Hombre, con hache
como Dios manda, sólo aparecería y que tengamos constancia de ello, a
partir de las obras de Juan de Valdés, concretamente en el 1435,
centuria más o menos.
La línea
etimológica del vocablo original prosigue gustosa y compleja hasta
llegar, por ejemplo, a encontrar en el siglo XV la palabra homicidio,
formada con la terminación latina caedere (matar) y en 1527
registramos por primera vez el término, tan del gusto del capitalismo
y de los niños de los 70´s, “superhombre”, resonancia expresiva con
origen germánico: übermensch. Ejemplo: Peter Shelley es un
übermensch. Esta fea distinción permanecería relegada en la historia
hasta que Nietzsche la retoma tres siglos y medios después.
Cómo no, los nacional-socialistas en el siglo XX aleccionados por
Jünger, ese escritor que tanto les gusta, hacen lo mismo sólo que
al revés: untermensch, es decir, infrahombre. Ejemplo: Javier Nart
es un üntermensch.
Por
influencia sajona, surgen en nuestro idioma, que hasta entonces
presumía de virilidad y rectitud, términos como “homosexual” y su
madrastra “homofobia”, palabra procedente del inglés homophobia y
registrada en el Diccionario de la R.A.L. como”aversión obsesiva a las
personas homosexuales”. Aquí me permitiré discrepar de los que
limpian, fijan y dan esplendor, pues entiendo que ese término no está
vinculado al latín homo (insistimos, hombre), sino al prefijo griego
homós (igual), y por tanto en rigor homofobia debería significar
“aversión obsesiva a lo igual”. Un ejemplo: la plutocracia es homófoba.
No confundir con homófona, esto es que suena igual. Ejemplo:
Alejandro Sánz y Miguel Bosé son homófonos.
Repasada la
etimología del vocablo de marras, el título de este modesto artículo
empieza a cobrar sentido. Diseccionemos pues el statu quo actual del
objeto de debate: nuestro buen amigo el hombre contemporáneo. Aquí ya
ni el latín, ¡¡ni siquiera Berceo!!, pueden ayudarnos.
¿Qué
entiendo entonces por tal? Se me podrá objetar que en los endemoniados
tiempos que corren, ser un hombre es ya una entelequia. Miramos a
nuestro alrededor, y lo que vemos es una extraña patulea de seres
dominados por la sinrazón, la ridiculez y la necedad. Injertos de ADN
en cuerpos plastificados por las marcas de ropa, muchos de nuestros
compatriotas vagan por las calles que les han visto nacer impelidos
por una fuerza superior marca ACME que les mantiene a salvo de sí
mismos, transformándoles en maniquíes de “revistas de tendencias”.
Presos de la furia consumista que lo contamina TODO, ese rabioso virus
que los economistas llaman libre mercado ha apresado lo más valioso de
nuestras vidas (el autor manifiesta desconocer qué puede ser lo más
valioso de la mayoría de vidas que le rodean).
La cuestión
es otra, y como bien clamaba la turba dirigiéndose a su prócer en la
inmortal “Amanece que no es poco”: todos somos necesarios, pero sólo
tú eres contingente. Somos, fuimos y seremos simios y ninguna religión
ni anuncio de colonia cara podrá cambiarlo jamás. Tampoco la
discografía completa de los Buzzcocks. ¿Sabían ustedes que los
chimpancés, bonobus y gorilas muestran idéntica falta de simetría que
los humanos en una región concreta del cerebro (el área de Broca) que,
casualidad, es fundamental para la producción del habla? Qué van a
saber, almas de Dios. Pues es verdad. Tanto en los humanos como en los
grandes simios, el área de Broca es más grande en el hemisferio
cerebral izquierdo que en el derecho, refutable descubrimiento si
pensamos en los líderes políticos de la ídem pero inobjetable si lo
hacemos respecto a los bisídem. Sin embargo, estos simios no son
capaces, por lo que sabemos hasta ahora, de discutir acerca del
pasado, planificar de cara al futuro, mucho menos de generar una idea
y sembrarla para que pueda crecer y cambiar de acuerdo con la
sabiduría colectiva del grupo. Vamos, como los Ramones. Tampoco
les creemos capaces de preguntarse para qué están aquí, y sospechamos
que tampoco se preocupan demasiado en saber si tienen alma o no. Pero
no obstante, ellos (los simios, no los Ramones) se comunican por medio
de llamadas diferenciadas, identifican posturas representativas de
estados de ánimo (tales como besar, abrazar, cogerse de la mano,
pavonearse, amenazar con el puño cerrado, etc). También está
demostrado que pueden sentir compasión y altruismo por sus congéneres,
poseyendo desgraciadamente un lado oscuro que les brutaliza de manera
inmisericorde en ocasiones puntuales, llegando al punto de afirmar
como si nada que die Metallwerkstatt im Kunsthaus Tacheles ist SEIT
zehn jahren ein zentraler Ort zur. Sí, sí, y que luego va ella y me
dice que gestalltungsmöglichkeiten mit ihnene telien. Como lo oyes.
Compartimos
aproximadamente un 98, 7 % de nuestros genes con los chimpancés, un
97, 7 % con los gorilas y un 96, 4% con los orangutanes. Si se diera
el caso de que los tipos de sangre coincidieran, podríamos incluso
recibir una transfusión sanguínea de un mono. Qué triste, pensarán
ustedes. O no. Imagínense que las concomitancias entre ambas especies
fueran más allá de un coágulo o de un trozo de cerebelo y pudiesen
transferirse al terreno de la creación o del buen gusto.
Permítanme
que les ponga un par de ejemplos. A principios de los sesenta, el
científico británico Desmond Morris (no confundir jamás con el
de los Skatalites) llevó a cabo un estudio sobre el arte de los
chimpancés y, como una especie de broma, convenció a una galería de
arte de Londres para que expusiera dos cuadros firmados por un
“artista desconocido”. Varios críticos, alguno de ellos de relumbrón,
que dedicaron mucho tiempo a interpretar el significado de estas
obras, se sintieron indispuestos el día que se destapó el escándalo de
la autoría de los lienzos. Y qué decir del famoso experimento de los
provos holandeses que, en un ataque de anarquismo camp, hicieron sonar
delante de una pareja de delicados monitos el “Yesterday once more” de
los Carpenters, una y otra vez hasta que descubrieron que el
peludo matrimonio reconocía el estribillo y lo imitaba, llegando al
extremo de exigirlo a altas horas de la madrugada, demostrando que al
menos los chimpancés sabían apreciar una hermosa melodía. ¿Podríamos
hacer la prueba con la mayoría de los seres humanos que nos rodean?
Desde luego, me contestarán que faltaría más pero, sinceramente,
¿creen ustedes que serían capaces de pintar un cuadro y enamorarse de
una canción pop? Sin ánimo de resultar catastrofista, tendencia
horrible a la que me declaro adicto, siento que es fácil afirmar que
nunca con anterioridad el fervor por la actitud musical o artística ha
sido menor que en nuestros días; la música hace tiempo que ha dejado
de servirnos de piedra de Rosetta para sonar de fondo en las secciones
de congelados del Ercoreca. Pero basta de lloriqueos proselitístas y
pasemos a otra cosa. ¿Qué podría ser un hombre Orégano? Veo que usted
ya tiene la respuesta en los labios: dícese del señor o señora que lee
el “Efecto Orégano”.
Un hombre
orégano, tal y como se concibió en su momento, es aquel homo (jolín,
qué mal suena) que entiende que todos los momentos que permanece
alejado de su tocadiscos o reproductor de cds son infames y le pueden
costar sino la vida sí un acortamiento de la misma, o como dice un
señor muy raro, Kraftwerk no es servil, no somete, no es un juego de
capitales, es algo holístico que no sólo es música. También se
entiende que el homo-oreganis no puede vestirse de cualquier manera,
amos anda, viéndose impelido a rechazar por imposibles ciertas gamas
de colores y texturas, amén de un buen número de patrones de moda,
posiciones y marcas. No se trata de una elección personal, esto no es
AB, sino que nuestro amigo únicamente responde a una llamada superior
que le indica el camino a seguir. Ejemplo: Fred Perry azul, bien. No
Fear rojo, mal. Es, como si dijéramos, una voz, una presencia que él
siente en su interior; la Voz habla y el hombre obedece. Tal vez les
suene de otros telefilmes como la religión católica o la sociedad de
consumo, pero a diferencia de éstas el final de nuestra película es
bonito y los protagonistas se casan. Haré un inciso que también
servirá para homenajear al único monasterio que el hombre Orégano
reconoce como santo y digno de respeto, pero que en consonancia con
los tiempos de emboscada que corren ha sucumbido: el Scuba. La
historia de la humanidad ha demostrado sobradamente que la tendencia
natural del hombre desde los tiempos de los glaciares ha sido
arrejuntarse con sus allegados para charlar de sus cosas y empapuzarse
de lo lindo. Con la llegada de la electrónica y de las drogas, más o
menos en la década de los 80´s, esta tendencia pasa a denominarse en
los libros (perdón) civilización y, concretamente en Bilbao, salir a
tomar algo al Scuba, donde la mayoría de los hombres y mujeres del
planeta Orégano habitaban felices. Allí, con sus discos de los New
York Dolls, Stooges, B&S y algún que otro trocito de cielo, el hombre
demostraba poder ser feliz, llevando la contraria muy gustoso al
agonías de Armando de Miguel (quien jamás sera un H.O.) y, lo
sentimos porque le queremos, también a nuestro filósofo de cabecera
don Agustín Calvo.
Kurt Cansin
^^
Empezaré
por aquellos que me obligan a pagar entrada por ver sus nuevos
trabajos. Son básicamente dos: Clint Eastwood (que, si mal no
recuerdo, desde el estreno de «CAZADOR BLANCO, CORAZON NEGRO» me hace
pasar por taquilla no sólo por su contundente presencia sino también
por su sensible labor como director –así, una de las películas
eastwoodianas que más disfruté en sala de cine no estaba protagonizada
por él: hablo de «MEDIANOCHE EN EL JARDIN DEL BIEN Y DEL MAL»; y en la
otra, «UN MUNDO PERFECTO», salía más bien poco cediendo protagonismo a
Kevin Costner: única ocasión en que este elemento me ha parecido
carismático y no una anodina copia en cera de Gary Cooper-) y Jim
Carrey (en un principio me crispaba bastante –por su saga de «ACE
VENTURA»-, e incluso una de sus películas, «DOS TONTOS MUY TONTOS», la
convertí –antes de verla, sólo guiándome por el trailer televisivo y
los affiches callejeros- en paradigma junto con «FORREST GUMP» de la
lobotomización actual que padece Occidente –tras verla, cambié
radicalmente de opinión, quedé prendado y hoy la considero una delicia
profundamente subversiva, igual que otro título del mismo trío Carrey/Farrelli
Bros., «YO, YO MISMO E IRENE»-; pero reconozco que Carrey entra en mi
panorama de adicciones por sus películas serias -«EL SHOW DE TRUMAN»,
«CABLE BOY», «MAN ON THE MOON» y su reciente y magistral «¡OLVIDATE DE
MI!», ideal para sujetos con problemas sentimentales, y la manera
mejor para que quienes no soportan a Carrey caigan rendidos a sus
pies-; hoy considero lo más flojo del canadiense la segunda entrega de
«ACE VENTURA» -la primera se ha redimido ante mis ojos, en sucesivos
visionados, sobre todo gracias al delicioso absurdo que supone el
futbolista transexual encarnado por Sean Young- y sus dos films a
medio camino entre la comedia disparatada y el film con moralina,
«MENTIROSO COMPULSIVO» y «COMO DIOS», que demuestran una vez más cómo
todo aquello que huye de los extremos es fallido y repugnante, aún más
con moralinas a lo Capra –cuando todos los que se empeñan en imitar a
Capra con intenciones políticamente correctas olvidan que éste era, a
su manera, un extremista, como dejó claro con ese enigmático y quasi
autista Longfellow Deeds, que bordaría Gary Cooper en «EL SECRETO DE
VIVIR», cinta de la cual la ya mentada «FORREST GUMP» es sólo una herencia
espúrea y ultraconformista-).
En un grado
menor de dependencia están aquellos actores que me llevan al cine no
meramente por ellos mismos sino como valor añadido a una película que
se promete apetitosa: aquí encuadraría a John Malkovich (de quien en
cine he podido, en los últimos años, disfrutar -amén del estupendo
delirio «BEING JOHN MALKOVICH»- una en comandita con Eastwood -«EN LA
LINEA DE FUEGO», cuya frase estrella, aquello de «sólo ex«ijo un poco
de jodido respeto», es también uno de los fetiches dialécticos de
Charlie Mysterio- y otra sobre el rodaje de «NOSFERATU», «LA SOMBRA
DEL VAMPIRO» -donde uno se empapa de aquella condición, tan típica en
los muy posteriores años 70, de que el rodaje puede llegar a ser aún
más delirante que la propia película-; a ello añadiré la gozada de los
pases televisivos de «MARY REILLY» con Malkovich más sexy y anómalo
que nunca en su definitiva caracterización del duet in one Jekyll/Hyde),
Steve Buscemi (metido casi siempre en trabajos interesantes -«GHOST
WORLD», «FARGO», «BIG FISH», «RESERVOIR DOGS», «EL GRAN LEBOWSKY», «LLAMAME»...:
y el «casi» suele quedar parcialmente redimido por su presencia
estimulantemente anómala, voilá su melancólico sacamantecas en «CON
AIR»- además de responsable indirecto de mi actual corte de pelo, tras
quince años sin pisar una peluquería, por insistencia de mi osita, a
quien el flequillo y la expresión salamandrina de Buscemi la hacen
levitar –casi tanto como a la Jamie Lee Curtis de «UN PEZ LLAMADO
WANDA» las parrafadas en italiano-) o Harvey Keitel (uno de los
rostros de Dios, en mi particular credo: el cordial y omnisciente Sr
Lobo de «PULP FICTION», el alucinante macarra de «TAXI DRIVER», el
pobre diablo de «MELODIA PARA UN ASESINATO», el gangster
shakespeariano de «RESERVOIR DOGS», el inefable Judas de «LA ULTIMA
TENTACION DE CRISTO», a lo que sumar su amplia gama de guardianes de
la ley –maligno y corrupto en «COP LAND», amable y comprensivo en «THELMA
Y LOUISE», crístico y onanista en «TENIENTE CORRUPTO», astuto cual
zorro en «PENSAMIENTOS MORTALES», duro e implacable en
«CONTRATIEMPO»...-).
Luego
vendrían los actores que me caen bien. No me lanzo de cabeza a una
sala a ver sus últimos productos pero, si ponen algo por tv con su
careto incluido, me lo veo sin dudar. Aquí la lista es amplia y
variadísima: Robert De Niro (cuanto más salido de madre, mejor: su
lista de delikatessen es larga, larga, empezando por catecismos
guerreros como «TAXI DRIVER», «EL CABO DEL MIEDO» y «EL PADRINO II»,
siguiendo con su pequeña pero decisiva intervención en «EL CORAZON DEL
ANGEL» -donde pelar un huevo duro adquiere una dimensión nueva,
digamos... metafísica-, para pasar a crónicas del crimen organizado
como «UNO DE LOS NUESTROS» o «CASINO», hasta llegar a un subproducto
derivado del molde Travis Vickle como «FANATICO», que, sólo por ver a
De Niro poniendo caras y provocando tensión en su cotidianeidad
dislocada, no dejo de tragarme, cual Big Mac, cuantas veces la reponen
por Tele 5-), Jack Nicholson (otro desmadrado, en cuya espitosa
compañía me encuentro de primera: también tiene para mí su catecismo,
«LOBO» -o cómo llevar a la práctica de la manera más rotunda la frase
nietzscheana «lo que no me mata me hace más fuerte»- y «ALGUIEN VOLO
SOBRE EL NIDO DEL CUCO» -o cómo mostrar a quienes suelen olvidarlo,
por aquello de la debilidad y/o la cobardía, que la paz de los
cementerios está siempre mucho más libre de culpa que la de los
pabellones de reposo-, presidiendo una larga ristra de estupendos
momentos, caso de «EL RESPLANDOR», «CHINATOWN», «EL CARTERO LLAMA DOS
VECES», «LAS BRUJAS DE EASTWICK», «BATMAN», «SANGRE Y VINO», «EL HONOR
DE LOS PRIZZI», «A PROPOSITO DE SCHMIDT», «MEJOR IMPOSIBLE», incluso
me ha hecho tragar en varias ocasiones un megapastelón como «LA FUERZA
DEL CARIÑO» sólo por verlo coquetear con la abuela irlandesa tirándose
el moco astronáutico-), Frank Sinatra (este señor me merece un respeto
imponente lo mismo como crooner que como personaje de Scorsese y
posee, en su apartado puramente cinematográfico –o sea, cuando actúa
sin cantar-, una de las trayectorias más sólidas -«COMO UN TORRENTE»,
«DE AQUÍ A LA ETERNIDAD», «LA CUADRILLA DE LOS 11», «EL DIABLO A LAS
4», «EL DETECTIVE», «LA MUJER DE CEMENTO» o «EL MENSAJERO DE MIEDO»,
mítico thriller político que acabo de descubrir no hace mucho por el
canal diocesano TMT y cuyo remake, bajo la férula de Jonathan Demme,
está por estrenarse cuando escribo estas líneas-), Bruce Willis (o ese
hermano mayor socarrón que me hubiera encantado tener; nunca llegará a
cautivarme como lo hizo en sus inicios con la serie «LUZ DE LUNA» pero
buena parte de su filmografía me hace pasar el rato: pienso en «LA
JUNGLA DE CRISTAL» -me quedo con la 1ª entrega porque es insuperable,
y con la 3ª porque Samuel L. Jackson y Jeremy Irons son una excelente
guarnición para los chistecitos del héroe en camiseta-, pienso también
en «DOCE MONOS» -con ese potaje futurista metafísico tan del agrado de
Terry Gilliam, como ya pudo comprobarse en «LOS VIAJEROS DEL TIEMPO» y
«BRAZIL»-, o en «PERSECUCION MORTAL» -con esas batidas en motora como
policía fluvial de Pittsburgh a quien un pariente algo tarado se
dedica a putear asesinándole las girlfriends-, o en «PENSAMIENTOS
MORTALES» -la única cosa amena de Alan Rudolph, el cineasta oficial de
los progres desencantados, tan amena que no parece suya, con Willis en
plan cabronazo superborde, chuleando a la mujer y acosando a la
cuñada, hasta que el destino, anticipándose a «THELMA Y LOUISE», se la
juega sin piedad-, o en «EL ULTIMO BOY SCOUT» -entrañable tándem de
acción con Don Johnson, los dos en plan desarraigado y crepuscular-, o
en «EL ULTIMO HOMBRE» -ya que hablamos de lo crepuscular, aquí Willis
llega a sus cotas más altas de epicidad outsider, trayéndonos ecos de
Kurosawa, Leone y Peckinpah, en esta singular recreación de «LA MUERTE
TENIA UN PRECIO» con tableteo de ametralladoras y petardeos de Ford
T-, dejando para el final su momento más sublime hasta la fecha, el
púgil de «PULP FICTION»), y, para no eternizarme, concluiré este
párrafo con dos intérpretes considerados menores, pero que siempre me
han caído de putísima madre, me han llegado hasta el tuétano con unos
cuantos de sus papeles y no los cambiaría por las OOCC de la Querejeta
Factory, el musculoso Arnold Schwarzenegger (al que ya dediqué un
artículo férvido y empático en «EL CORAZON DEL BOSQUE», donde
destacaba su extraordinaria vis cómica: de hecho, mis películas
favoritas de Arnie gozan todas de un importante lado jocoso, como «LOS
GEMELOS GOLPEAN DOS VECES», «TERMINATOR II», «DANKO: CALOR ROJO»,
«POLI DE GUARDERIA» -sumamente apreciada también por el amigo Dildo de
Congost- y «JUNIOR» ) y el orondo John Candy (del que jamás me cansaré
de visionar títulos como la conmovedora «MEJOR SOLO QUE MAL
ACOMPAÑADO» -duelo con un malhumorado Steve Martin pleno de momentos
tragicómicos donde uno no sabe si descojonarse o darle al moquero:
hasta ahí llega la sutileza del director John Hughes, especialista en
sacar lo mejor de nuestro hombre-, la deliciosa «SOLOS CON NUESTRO TIO»
-uno desearía un pariente así para Reyes-, la bizarrísima «EL GRAN LIO»
-cuchuflética vuelta de tuerca a las crónicas rurales tipo «THE
CHAINSAW TEXAS MASSACRE» en la cual Candy se duplica en policía y en
joven casadera-, o la simpsoniana «DOS CUÑADOS DESENFRENADOS» -duelo
vacacional con el mismísimo troquel que daría pie a Homer J., o sea,
con Dan Aykroyd, por cierto, director de la anteriormente citada «EL
GRAN LIO»-).
Finalmente,
me limitaré a dar una sucinta lista de actores que me alejan de las
pantallas grandes y/o pequeñas bien sea por tedio, por irritación
gastroduodenal o por convulsiones meníngeas rayanas en lo apoplético:
John Ritter, Alan Alda, Roberto Benigni, Hugh Grant, Jorge Sanz, Omero
Antonutti, Imanol Arias, y varios negritos de series de tv, como Gary
Coleman, Will Smith y otro con gafas y cara de cacatúo cuyo nombre ni
me pienso molestar en buscar ahora por el Google.
Despedida y
cierre. Hasta la próxima.
FERNANDO
MARQUEZ
(http://usuarios.lycos.es/YNALINNE)
^^
Los Vaselines no causaron en su día el impacto de unos Jesus and Mary
Chain ni han tenido la fama de Teenage Fanclub o Belle and Sebastian,
pero han contribuido junto a ellos y otros muchos a que Escocia sea
importante en el mundillo musical. No se puede decir que tuvieran un
sonido innovador, aunque si la suficiente personalidad, ni que su
influencia haya sido trascendente, pero si podemos decir que sus
canciones son muy buenas, buenísimas, y que pocos reunieron un
repertorio como el suyo entre el 86 y el 90.
El grupo lo crearon Eugene Kelly y Frances McKee y enseguida se les
unieron Charles (batería), hermano de Eugene, y James Seenan (bajo).
Dada la escasa repercusión de sus vinilos originales, su disco clásico
ha terminado siendo The way of The Vaselines : a complete history (Sub
Pop, 1992), que reúne los dos singles y el LP que publicaron.
Los dos primeros singles son una bomba. Se reconoce una gran
influencia de la Velvet Underground y algunos elementos de folk rock y
de punk. Sobre todo destacan dos cosas, su capacidad para crear
canciones divertidas y pegadizas que no pierden interés por muchas
veces que se escuchen, y su falta total de pretensiones y afectación,
dando la impresión de que su único objetivo era escapar del
aburrimiento y conseguir el mismo efecto en el público. Stephen Pastel
fue el productor de esos dos singles que se publicaron en su propia
compañía 53rd&3rd. Y es que algún elemento compartían con los Pastels
aunque eran mucho más directos, gamberros y festivos.
En el primero de sus singles está “Son of a gun” que es una de sus
mejores canciones y todo un clásico del pop construido con cuatro
frases mal puestas, una melodía y un estribillo tan simples como
buenos y la combinación de las muy efectivas voces de Eugene y Frances
(yo en general me quedo con la de él). “Rory rides me raw” es otra
gran canción, a pesar de su humor grosero, que abría la vena folky de
posteriores composiciones y quizá sea la mejor de todas ellas. “You
think you’re a man” es la única canción que grabaron no compuesta por
Frances y Eugene, se trata de una canción de Divine, personaje que
encaja perfectamente con el humor grosero y gamberro de la pareja.
Desconozco la original, la de ellos es graciosa aunque se hace pesada
por repetitiva al final.
El segundo single es todavía mejor. “Dying for it” y “Teenage
superstars” son dos de las mejores muestras de su rock ruidoso y
destartalado, la segunda es una debilidad personal que me produce una
gran excitación sobre todo cuando gritan al final varias veces la
última frase. “Molly’s lips” es igualmente divertida, con una graciosa
bocina de bicicleta y Frances cantando más que nunca como una inocente
colegiala, aunque estos tipos de inocentes no tenían nada. “Jesus
wants me for a sunbeam” es mi favorita de los Vaselines. Tiene una
viola muy Velvet y es su melodía más triste. ¿Cómo me puede gustar
tanto una canción con esta letra (cosa extensible a otras), va en
serio o en broma? Pues creo que un poco ambas cosas y por eso no puede
dejar de transmitir melancolía.
El LP Dum-Dum (Rough Trade, 1989) puede que no tenga canciones tan
impactantes como las de los singles pero es igualmente un gran disco.
Me gustan más las canciones festivas y ruidosas, dos gemas pop como
“Monsterpussy” y “The day I was a horse” y algunas formidables
gamberradas como “Sex sux”, “Oliver twisted” y “Dum Dum”. De entre las
más reposadas y folkys destacaría “Slushy”, que puede recordar a unos
Sonny and Cher sin ñoñez, y una versión más relajada de “Dying for it”
que denuestra que es buena de cualquier forma que la toquen. La única
que no me convence es “Lovecraft”.
Cuando salió el LP el grupo ya se había separado. Eugene formó
Captain America con los que sacó dos singles. Por problemas legales
cambió el nombre por Eugenius y con este nombre aparecieron dos
discos, Oomalama y Mary Queen of Scots. Ha sido poco prolífico pero
siempre ha escrito buenas canciones, además ha colaborado con The
Pastels y BMX Bandits entre otros. Compuso a medias con Evan Dando la
joya “If I could talk I’d tell you” que apareció en el irregular Car
Button Cloth de los Lemonheads. Frances formó Suckle en el 97 y tras
varios singles apareció en el 2000 Against Nurture (Chemikal
Underground). Los trabajos de ambos son muy recomendables y
disfrutables, aunque puedan no ser tan memorables. Recientemente ha
aparecido el primer disco de Eugene como solista pero no he tenido
oportunidad de escucharlo.
Una última reflexión personal. Las letras del grupo en principio no
merecerían mucho comentario, se toman todo a pitorreo, incluso a ellos
mismos y sus miserias, pero por lo general no son bromas muy
brillantes. En unas pocas canciones el objeto de cachondeo es
Jesucristo, nunca me había fijado mucho en esto ni le había dado
importancia, pero después de convertirme al cristianismo me he fijado
un poco más, lógicamente. A pesar de ello sigo apreciando al grupo
igual que de chaval, lo veo sólo como una chiquillada, probablemente
fruto de una educación religiosa mal asimilada (o mal enseñada o las
dos cosas) y del carácter irreverente de la pareja, nada profundo. Con
los buenos disfrutamos todos, ¿no lo hacen los ateos con la Carter
Family y Blind Willie Johnson?
Manolo
Barrero
Seré un
troglodita, un carpetovetónico o simplemente un fachorro pero no me
acostumbro a contemplar sin un estremecimiento la cabalgata de putones
desorejados que desfilan por las pantallas de televisión en horario
infantil. Donde hace años uno podía seguir las aventuras del monstruo
de las galletas hoy contempla las evoluciones corporales de Vanessa o
Jennifer a las que les gustan los hombres metrosexuales (la
avanzadilla de los hombres más tontos y consumistas), los tatuajes y,
ante todo, ser gogós de discoteca.
Uno que
siempre ha sido más bien retraido se sorprende cuando escucha que el
sueño más repetido de nuestras adolescentes más – y menos- turgentes
es el de bailar en una jaula para disfrute de voyeurs (palabra
francesa – todas las gorrinerías son francesas- que define a las
personas anteriormente conocidas como pajilleros).
No hemos
podido documentarnos sobre el origen de las gogós. Desde luego en las
películas de romanos siempre se ve alguna bailarina ligerita de ropa
realizando contorsiones frente a un patricio reclinado en su
triclinium y atiborrándose de un fresquito, suponemos, Lambrusco. Con
lo cual creemos que siempre han estado ahi (como el pueblo vasco).
Lo que
está claro es que las gogós renacen con el descubrimiento de las
piernas que se produce en la década de los sesenta cuando Mary
Quant diseña la primera minifalda. Casi al mismo tiempo las chicas
francesas descubren, gracias a Francoise Sagan, que están
tristes y que la mejor terapia frente a la angustia existencial es el
baile orgiástico. Un día Sylvie en el club cansada de oir hablar sobre
Sartre, se sube a una banqueta para acometer sus ejercicios
gimnásticos y alli nace el movimiento gogó. La evolución es conocida:
de la banqueta a la tarima y de la tarima, pasando por la cama del
encargado del local, a la jaula, triste destino de la mujer.
Mientras
en nuestro país las gogós eran las chicas de pueblo que se escapaban
al Madrid desarrollista de los años sesenta en busca de un futuro
más allá de los cejijuntos mozos destripaterrones y que, antes de ser
rescatadas de la lujuria y desenfreno de la capital de España (hoy
Estado español) por Paco Martínez Soria, solían conocer a un
niño bien y tarambana que las traía por la calle primeramente del
despendole y posteriormente por el de la amargura.
Hoy
Vanessa, la chica que quiere ser gogó, nos cuenta cómo su hermano
menor, hijo de una aventurilla de su padre con una cubana, también
quiere ser bailarín de discoteca pero que a la nueva novia de su madre
no le hace mucha gracia coincidir en la disco (pronúnciese “digco”)
con su hijastra que es mucho más moderna que ella. No es el guión de
un capítulo de la afamada serie Enredo...es la España real a las siete
de la tarde de un lunes cualquiera.
Claudio
Cuello
^^
Hubo un tiempo en que las niñas no querían ser gogós sino majoretes.
Las
majorettes son como la rama militar de las animadoras de los partidos
de fútbol americano: las chicas más guapas y delgadas de la clase,
engaladas con sus charreteras como los niños-almirantes en la Primera
Comunión, realizando complicadas coreografías al son de las marchas
useñas interpretadas por Glenn Miller.
Mientras
que las animadoras – Sue, Patty o Brenda- siempre caen en manos del
capitán del equipo deportivo del instituto JFK, las majorettes,
armadas con su varita, defienden su honra frente a las hormonas
adolescentes de los mononeuronales protagonistas de las películas de
John Landis o John Hughes.
Como los
Burger King o las bases militares este fenómeno - ¿bizarro?- también
llegó a una España que quería ser moderna y muy americana y ya en los
años setenta pudimos asistir al desfile de las escuadras de majorettes
por las calles de nuestro país.
En el siglo
XXI pensábamos que las niñas ya sólo querían ser gogós de discoteca y
que las majoretets estaban desaparecidas. Sin embargo, este año hemos
vuelto a ver la evolución de minifaldas y coreografías militares para
disfrute de los pueblerinos cántabros en sus fiestas. ¡Qué alegría!
El mundo no ha cambiado.
¿Son las
gogós de discoteca de hoy hijas de las majoretes de ayer?
^^
Después
de más de 15 años La Granja continúa su excelente carrera musical,
ajena a las modas y vaivenes de la industria discográfica. Su nuevo
trabajo Tobogán confirma su buena forma con canciones como Su jugador
favorito, Qué grande es el cine o El hombre del espejo. El
inconfundible sonido pop de la banda mallorquina se presentó en
directo en Bilbao por vez primera el pasado 13 de noviembre en la Sala
Azkena. Aprovechamos para hablar ampliamente con Miguel Guibert,
batería del grupo.
¿Cómo se consigue seguir juntos después de más de 15 años?
Creo que la clave está en el equilibrado reparto de tareas dentro del
grupo y en que cada uno se siente a gusto con su papel. Vamos, que los
mallorquines no somos gente de ego exacerbado. Para nosotros resulta
lo más natural del mundo.
¿El secreto de La Granja es que seguís fieles a un estilo? ¿Existe
ya un sonido "La Granja" propio?
Más bien estamos condenados a un estilo. No sabemos hacer otra cosa
aunque, por otra parte, ni falta que hace. En cuanto a lo de un sonido
“La Granja”, me encantaría que así fuera, sería muy halagador. Aunque,
para mi desgracia, en los demás grupos siempre veo influencias de todo
el mundo menos de La Granja. ¡Grrr!!
La
Granja empezó con mucha proximidad a los ambientes mods y sixties del
país. De hecho creo que habéis tocado en bastantes festivales
musicales de esa onda ¿Os identificáis con esa escena?
Tenemos unos cuantos amigos metidos en ese mundillo y la verdad es que
nos sentimos atraídos por la estética y la música de los sesenta.
Siempre ha sido una fuente de inspiración importantísima para el grupo
junto con la New Wave americana e inglesa. De todas formas, nunca nos
hemos tomado demasiado en serio ni los postulados ni la “filosofía”
mod. Es más una cuestión de simpatía y atracción musical que cualquier
otra cosa.
De hecho, nuestra presencia en los festivales mods en los que hemos
participado siempre ha sido bastante polémica.
¿Qué música
escuchabáis en el año que se formó La Granja y que música escucháis
ahora 17 años después?
En el 84-85 escuchábamos bastantes grupos de nuevo rock americano:
Jason and the Scorchers, Long Ryders, Del fuegos, Green on Red, Rain
Parade, Dream Syndicate, etc.
También nos gustaban muchos grupos suecos: The Wayward Souls, The
Pushwangers, The Playmates, The Watermelon Men, etc.; y Australianos:
Hoodoo Gurus, The Lime Spiders, The Stems, The Screaming Tribesmen,
etc.
Y por supuesto los grandes de la nueva ola o del power pop de los
ochenta: The Plimsouls, Los Beat de Paul Collins, The Nerves, The Keys,
The Jags, Elvis Costello, etc.
En el 2.004, además de continuar enganchados a lo mismo, estamos
escuchando mucho pop americano: Matthew Sweet, Cotton Mather,
Fountains of Wayne, Weezer, The Breakup Society, Shazam, Coward, etc.;
Rock sueco: The Hives, The Soundtrack of our lives, The Hellacopters;
y mucha cosas más que se me quedan en el tintero.
¿Cuál es el disco del que más satisfechos estáis de toda la
discografía de La Granja?
En mi opinión particular el segundo.
¿Por qué no tuvo éxito Medicina Natural, disco que incluía
canciones rotundas como El club de las almas muertas o Soy así? ¿Es un
poco el disco maldito de La Granja?
Se editó en un momento malísimo para el pop rock en español. Estábamos
en los albores del “indie” y el cambio generacional era ya un hecho.
Para bien o para mal la fórmula se había agotado. Sí, en cierta manera
es nuestro disco maldito a pesar de contener grandes canciones que con
una producción más arriesgada podrían haber dado bastante más de sí.
Con vuestro tercer disco "Azul Eléctrica Emoción" llegasteis a ser
cuasifamosos con buenas ventas, sin embargo, ¿por qué no acabasteis de
dar el pelotazo?
Yo creo que nuestro nivel de comercialidad, siendo alto, no llega para
pelotazos. Y bastante satisfechos estamos de ello.
El último
disco "Tobogán" ha tenido más repercusión en los medios ¿ha sido como
consecuencia de la canción dedicada a Etoó?
Sin lugar a dudas. Quién me iba a decir cuando la compuse, hace ya
cuatro años, que la cancioncita de marras sería motivo de entrevistas
en programas tan populares como
“El Larguero”, o de artículos periodísticos en el Marca, As, Mundo
Deportivo, etc. Por desgracia, todo este despliegue
futbolístico-mediático no se ha traducido en ventas.
¿Ha sido el cantar en español una limitación a vuestra carrera?
En absoluto. Soy de la opinión contraria. Creo que cantar en inglés
limita mucho más. En este país la inmensa mayoría de la gente no sabe
ni entiende el inglés y no enterarte de lo que te cuentan es una
putada.
No sois muy dados a hacer versiones, sin embargo, mucha gente
considera que Magia en tus ojos es superior a la canción original de
Billy Bragg, ¿qué os parece? ¿hacéis versiones en directo?
En directo siempre hemos hecho alguna que otra versión,
unas más afortunadas que otras, claro. Últimamente hemos recuperado
una versión que ya hacíamos en el año 90, el Rock’n’roll all night de
Kiss. En cuanto a lo de nuestro amigo Billy, me quedo con sus amables
palabras en un programa de TV de un canal catalán acerca de que le
gustaban mucho la batería y las guitarras de nuestra versión. Yo desde
aquí le respondo: La canción original es excelente.
^^
La historia de Los Chicos quieren diversión: “prefiero el blanco y
negro”
"Yo creo que una de las más elogiadas y a la vez incomprendidas es la letra de "Los chicos quieren diversión". Esta canción, que muchos toman por un himno "mod" y un canto al hedonismo, en realidad nada tiene de eso. Me explico: yo, por aquel entonces, era muy crítico con el comportamiento frívolo de la mayoría de jóvenes durante los fines de semana, de hecho yo nunca iba a discotecas ni a bares musicales, prefería quedarme en mi casa, cosa harto incomprensible para mis coloristas amigos, de ahí lo de "prefiero el blanco y negro". Además, un amigo nuestro se mató en un accidente de moto un viernes de madrugada volviendo de una discoteca ("aunque a veces sale mal") y ese desgraciado suceso acabó de darle el aire apesadumbrado que para mí siempre tendrá esa canción."
1ª
FIESTA SATURDAY POP:
THE EXTENDED PLAYS + LA GRANJA
13
NOVIEMBRE 2004, 21,00 H.
SALA AZKENA.
BILBAO
Llevaba
más de una semana sin parar de llover, el día de la fiesta se
celebraba, a escasos 50,00 metros de la sala Azkena, el Wintercase
Festival, y, para colmo, en San Mamés se disputaban la liga los
incondicionales del fútbol. Pero la lluvia cesó, el cielo de Bilbao se
iluminó, y todos los elementos se pusieron de nuestro lado para
celebra la 1ª Fiesta Saturday Pop organizada por el fanzine “El
Efecto Orégano”. Más de 250 personas nos reunimos en una sala Azkena
pocas veces vista tan concurrida (los responsables de la sala no daban
crédito a lo que sus pupilas presenciaban).
La velada
comenzó con los locales THE EXTENDED PLAYS (mod-beat), que ofrecieron
un contundente directo que a casi nadie dejó indiferente. A las 22, 40
horas subió a la tarima “LA GRANJA”, que durante una hora y treinta
minutos fueron repasando su extensa carrera a lo largo de los últimos
veinte años. Granjeros llegados de Madrid, Palma, San Sebastián,
Vitoria, Santander y por supuesto Bilbao, coreamos al unísono todos
sus hits, consiguiendo arrebatarles dos bises. En el primero hicieron
sonar los temas “Ángel de Mañana”, “Y si al menos”, y, el tan esperado
por éste, “Por ti, por mí”. El segundo bis, con tiempo robado a la
sala, fue para “Magia en tus ojos”, que fue aprovechado por los
organizadores del evento para invadir el escenario.
La
anécdota de la actuación la protagonizó Guillermo, cuando subió al
escenario al retoño de KiKo, Xavier, para cantar junto al pequeño su
canción favorita, “Guillermo en la Playa”.
En fin,
todo un éxito para una fiesta que continuó con destacados “pinchas” de
la escena local hasta las 06,00 de la madrugada.
Texto:
Esteban González
^^
Thy Surfyn’ Eyes: la sopresa
Entre las miles de canciones que aletargados escuchamos en esos tiempos de sobreexposición musical de vez en cuando suenan dos o tres que despiertan nuestro hipotalamo. Esos cuatro acordes de guitarra, que inteligentemente mezclados con los ritmos de un casiotone y una sencilla voz, nos vuelven a hacer estremecer, como cuando escuchamos por primera vez a las Marine Girlos, los Smiths o a Belle & Sebastian, nos exigen querer saber todo sobre sus autores.
Thy Surfyn’ Eyes es uno de esos escasos grupos con capacidad de sugestión. Miguel, antiguo componente de los Fresones Rebeldes, es su alma mater y nos cuenta con detalle la historia de esta maravillosa aventura musical:
El "grupo" sigue en activo pero, por si no lo sabéis, el "grupo" soy yo solo, aunque a veces, sobre todo en directo, he contado con la ayuda de Eva (Fresones), Jose (TCR) y CandyCandy (Biscuits Salés). Los nombres de Mike Moko y Michael Knigt que aparecen en el disco como integrantes del grupo son mis "otros yos", inventados a partir de fotos mías de cuando era pequeño. A pesar de seguir en activo, las cosas van con mucha calma... uno o dos conciertos al año... alguna cancioncilla, pero poca cosa.
Lo de Thy Surfyn' Eyes, es decir, grabar tonterías yo solo con guitarra y casiotone en casa .... lo llevo haciendo desde el 84 u 85... En algún momento, probé convertirlo en un grupo "de verdad", con gente. El primer intento fue en 1995, creo. Felipe (Fresones) y yo llegamos a un trato... él me fichó como bajista para su nuevo grupo (Pepito Sex) y yo le fiché como batería para Thy Surfyn' Eyes (así aprendía a tocar la batería, porque su ilusión era tocar con unas muchachas llamadas Sosa's Cáusticas ). Poco después de fichar a Felipe, conocí a Cristina y le propuse entrar como cantante... con idea de hacer algo entre los Desechables y Movin' Pictures (toma ya!). Hacíamos canciones mías y versiones de los Desechables, Negativos, Prime Movers, Nikis... La cosa no duró mucho, sólo medio año. Al acabar el verano vi que el resto de miembros no estaban mucho por la labor y decidí a volver a seguir haciendo las cosas yo solo. Me daba mucha pereza empezar a perseguir a la gente.... y volver a la situación de medio año antes.
El segundo intento fue con Candy Candy (de Les Biscuits Salés) como segunda guitarra durante la primavera del 97... pero tampoco fue la cosa muy allá. Después, para las actuaciones en directo desde 1998 hasta 2002 conté con Jose (TCR) a la guitarra y Eva (Fresones) a la batería... pero al final he decidido volver a los orígenes y tocar yo solo con la guitarra y los ritmos del casiotone. Es un rollo perseguir a la gente y, además no sirvo para mandar.
¿Influencias?... Uno ya tiene una edad y ha escuchado muchas cosas y, supongo que todo te acaba influyendo... pero, bueno, voy a hacer un listado de grupos de los que he hecho versiones, grupos a los que he intentado parecerme y grupos a los que Thy Surfyn' Eyes, - voluntariamente o no- se pueden parecer en algo: Television Personalities, BMX Bandits, Pastels, Comet Gain, Intronautas, Desechables, Pegamoides, Nikis, Negativos, Parálisis Permanente, Supremes, Ramones, Roberto Carlos, France Gall, Terry cuatro, Los Dominic's, Astroburger, Joe Meek, Felt, Durruti Column, Lee Bates, Vegetales, Daily planet, Fugazi, Headcoats, Astroburger, Silly Pillows, Surpreyes, Prisoners, Prime Movers....
Discografía:
Seis años de éxitos (1996-2001): CD que recopila 4 maquetas y algunas canciones más (editadas e inéditas)
CANCIONES EN DISCOS RECOPILATORIOS
"Bienvenido Mr. Marshall" en el casete-CD: Un capricho Autoreverse - Autoreverse 1998
"Quiero estar solo (I want to be alone)" en el 10" I Smell an Ambush! (A tribute to Astroburger) - 35g records (Trondheim, Noruega) - 1999
"Oigo un mundo nuevo (I hear a New world)" en el CD: Oigo un nuevo No-Mundo (Homenaje a Joe Meek)- Spicnic -2001
"Part-Time Pops (Part Time Punks)" versión de Television Personalities. En el doble CD: Le Touriste rebusca en El desván de la nueva ola - Fórmula Free – 2003
"Diario de un hombre Joven (Diary of a young man") En el 7": ¡¡Harte para todos!! (Homenaje a Television Personalities) – Discos Harte – 2004
"La Grande Illusion" En el CD-LP: If I could write poetry (Homenaje a Television Personalities) - The Beautiful Music (Ottawa, Canada) - 2004
^^
Discos, fanzines, etc
For
Against: Echelons
Reedición del
primer disco "Echelons" de For Against publicado originariamente en
1987. Intensas melodías con profundas guitarras deudoras de los
primeros discos de la Factory, los aires melancólicos de Joy Division
y lo que los expertos denominan como emopop.
El chorus de
sus guitarras ya nos atrapó en su anterior trabajo "Coalesced"
distribuido en España por Dock. Escuchar ahora su pasado nos confirma
que estamos ante una maravillosa banda capaz de crear emotivas
canciones dirigidas por la mágica y envolvente voz de Jeffery Runnings.
Contacto:
www.wordsonmusic.com
Bohemia
Bohemia es un
dúo que se ha curtido en el circuito madrileño de bares que ofrecen
pequeños conciertos acústicos. Su debut discográfico con banda
completa es una maqueta que reúne cinco canciones en castellano de pop
académico que recuerdan a grupos como Totem o Móviles. Quizás los
riesgos musicales los guarden para el proyecto paralelo denominado
Nouveau que, según nos cuentan, pretende seguir la línea de The Divine
Comedy. Seguiremos informando.
Contacto:
bohemiandantes@hotmail.com
Naif: Días de lluvia y trenes
Nueva
maqueta del grupo de Cristina Serrabona que bajo el sugerente título
"Días de lluvia y trenes" presenta sus últimas composiciones (La
luna, Playas vacías, Por un beso,...) junto con la recreación de
viejas canciones de Los Suspensos (La chica de la gabardina, Hoy
sé,..) o versiones académicas de viejos himnos del pop español (Para
tí). Pop muy comercial que con un poco de suerte y en circunstancias
normales de la industria discográfica podría haber sido un bombazo.
Personalmente me quedo con la canción cuasi bizarra "Alguno quedará".
Yesterday’s papers
Desde Madrid
nos llega este fanzine dedicado exclusivamente a los Rolling Stones.
Yesterday's Papers se publica en edición bilingüe español-inglés ya
que es una publicación que se exporta a todo el mundo (¿Quién habló
del alcance limitado de los fanzines'). A los que se asomen a sus
páginas encontrarán máxima erudición stoniana a través de evocaciones
de conciertos, estudios densos sobre canciones como el Paint it, black
o informes sobre artistas como PF Sloan y sus conexiones con la banda
anglosajona. Para fans de sus majestades satánicas.
Contacto:
yesterdayspapers@wanadooo.es
Le Touriste:
número 7
Ha salido Le
touriste 7con 120 páginas de grupos y músicas deslumbrantes: un
reportaje sobre el glam de 70 páginas, la historia de Rubenimichi y la
de Niza (el grupo, claro), Violeta Gómez y El Ejército de Salvación
que se van a quedar de piedra con ellos, un facsimil de fanzines de
los 80 -96 lágrimas, Estricnina, Editorial del Futuro Método, La Pluma
Eléctrica, Ediciones Moulinsart,...-, Maquetas Nuevas, la peli de See
You Later Cowabunga, Índigo, Los Nuevos Románticos, Elena Medel que
fue Premio Andalucía Joven de Poesía y nos regala un librito, book de Natja
Brunkhorst (segundo puesto de actriz preferida tras Audrey), un disco
con inéditas en directo de La Cola Jet Set, Nóbel, Naïf, Clyde, Zona
Negativa y Supereté y algo más. 120 páginas y tres régalos por cuatro
euros. No digan que es caro, porque por cuatro euros, ni un agua en la
ruta del bacalao. Pedidos al privado de cesar.prieto.al@terra.es
^^
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