Temas
autobiográficos. Juventud
Mi
juventud no fue aquella
del suburbio que se pasa
dentro y fuera de la casa
descorchando una botella.
Desde joven quise a Mella
y abracé su ideología,
luego, la juventud mía
fue una juventud consciente
aunque en una permanente
y afiebrada canturía.
II
Nunca me gustó la playa,
acaso por el exceso
de vivir junto al espeso
polvo de la guardarraya.
No me ganó la batalla
"gritona" del gallo fino,
el torneo campesino
me atrapó con sus agallas
cuando le reventé ampollas
a la tierra del camino.
III
Fui un poeta enamorado
y no fatal en amores,
me perfumaron más flores
que las que yo había cortado.
En tanto amor conquistado
había una guajirita,
que no era la más bonita
pero era todo pasión
y me robó el corazón
con su ternura infinita.
IV
La guajirita pensaba
como yo... feliz conquista,
era casi comunista
o como tal se expresaba.
Por ello, se acomodaba
a mi perenne quehacer,
y sabía comprender
Cómo un revolucionario
no tiene más escenario
que las tablas del deber.
V
Unas veces perseguido
y encarcelado otras veces,
así eran las estrecheces
en la vida del Partido.
Otras veces escondido
y distante del hogar;
nunca le oí protestar
siempre dispuesta a seguir
luchando, hasta construir
un honrado familiar.
VI
Entre otras vicisitudes
de incontrastable inquietud
transcurrió mi juventud
distinta a otras juventudes.
Claves, guitarras, laúdes,
amores, trabajo agrario,
ese fue el gran escenario
de mi bregar tormentoso,
y viajo, vivo orgulloso
de ser revolucionario.
VII
Me casé con la guajira
que era toda una "beldad"
a quién dije mi verdad
y le negué mi mentira.
Del amor que nos inspira
nace la niña primera,
nunca dio la primavera
un capullo como aquél,
por dentro de cera y miel
y de cera y miel por fuera.
VIII
Vino la niña segunda
y luego vino el varón
que fue el último eslabón
de la cadena fecunda.
La década furibunda
del cuarenta nos llegó,
jamás, -que recuerde yo-
un gobierno corrompido
se ensañó con el Partido
y a tantos muertos dejó.
IX
Se escoge a Eusebio Mujal
para con aquella fiera
dividir la clase obrera
por la vía criminal.
Un testigo presencial
de aquellos crímenes fui,
bajo amenaza viví
diez años... ¡que horrible tuerca!
pero que cerca... que cerca,
de José Julián Martí.
X
Clausurada la "MIL DIEZ"
el "HOY" también clausurado,
y el Partido vigilado,
la vida un infierno es.
Pero con la intrepidez
de los comunistas bravos,
recogíamos centavos
como recogió Martí,
y los que luchan así
no tienen sangre de esclavos.
XI
Y en medio de aquél tumulto
de crímenes y atropellos
me erigía frente a ellos
y los mataba el insulto.
No podía estar oculto
cuando más urgente era
que mi décima estuviera
denunciando el desalojo,
y saliera por el rojo
triángulo de la bandera.
XII
Mi décima no ha tenido
valor para los ingratos,
ha vivido sin zapatos
pero a nadie se ha vendido.
Cuando ha sido más terrible
la batalla... más activa,
y hoy, es una fuerza viva
y con el mismo calibre
en una emisora libre
que en una cooperativa.
