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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Y demás/Listados

                   Diez cosas que ya nos han sulfurado

La historia se repite, nos cuenta la conocida máxima. Pero hay cosas que nos son remachadas pese a sus argumentos trillados, hastados o caducos. He aquí diez muestras elocuentes

MAYO, 2006. ¿Realmente el mundo necesita otra firma de comida rápida? ¿Por qué hay quienes insisten en estudiar carreras hipersaturadas como Derecho? ¿Realmente necesitamos otro videojuego con más violencia que el anterior? ¿No nos hemos hastiado todavía de los autores que venden libros de superación personal? Parece que no, cosa que también sucede con las diez cosas aquí mencionadas. Nada mejor que el vistazo a estas situaciones de las que ya nos cansamos hace raro. Lo raro es que no se le ha dicho todavía a los aludidos.

1. Los Pop Ups. Si ya tenemos los buscadores Google, Yahoo, MSN y decenas más que ofrecen bloquear esas molestísimas "ventanas emergentes" ¿por qué diablos aún aparecen (y son bloqueadas con un "pip") cuando visitamos un sitio web? Actualmente es imposible encontrar un cibercafé que no tenga actualizado su bloqueador de pop ups, eso sin mencionar a quienes lo tienen activado en sus casas y oficinas. Y si como recurso comercial es cada vez menos efectivo --cuando algunos pop ups se "cuelan" los cerramos antes que comiencen a descargarse-- ¿para qué se insiste en ellos?

Buena parte de esas "ventanitas" incluyen las llamadas "tracking cookies", las cuales llevan un registro de las páginas visitadas y aunque el pop up haya sido bloqueado la cookie es colocada en el disco duro. Pero ya también existe un modo de "bloquear" las "tracking cookies". De nuevo la pregunta: si la mayoría de los usuarios tienen su equipo protegido para no ver las odiosas "ventanitas", ¿por qué hay quienes porfían en fastidiarnos con ellas?

2. Nuevas versiones de series de TV o viejos éxitos cinematográficos. La única razón por la cual los estudios filman remakes es una; exprimir dinero a nuestra nostalgia aunque, como explicación secundaria tendríamos un ingenio cada vez más escaso para presentar nuevos temas. No hay otra intención: ¿Acaso alguien atesora en su DVDteca cintas infumables como Los Picapiedra, Dukes de Hazzard, Perdidos en el Espacio, Hechizada y The Hulk? ¿Conoce el lector a alquien que aplauda y recomiende los remakes de The Manchurian Candidate o Phsycho? Queda claro, además, que si el recurso tiene éxito, como ocurrió con Los Ángeles de Charlie, la segunda parte resulta aterradora ante lo esquelético de su argumento. Pero aunque ya llevamos tiempo hartos de las nuevas versiones ¡sorpresa! Hollywood tiene en preparación versiones fílmicas de Los Supersónicos, La Familia Patridge, Super Agente 86, Isla de Gilligan y SWAT, así como el próximo estreno de El Poseidón. Hace unas semanas la "segunda parte" de Atracción Fatal fracasó vergonzosamente en taquillas pese a tener de nuevo a la alguna vez, ardiente Sharon Stone. Pero los estudios jamás van a entender la realidad.

3. Reality Shows. ¡No es posible! Ya hasta el canal A&E Mundo tiene un deplorable Reality Show. ¿Cuándo va a parar esto, por Dios? Cada quien tiene derecho a degradarse como se le pegue la gana, y regocijarse en el estercolero si así lo desea. Pero los televidentes no deberíamos sufrir por su decisión. A esta tendencia se sumó recientemente el presentar a otrora estrellas infantiles de que han tirado a la basura su edad adulta y hacen alarde de ello en un Reality Show. Primero fue Ozzy, luego Danny Bonaduce y ahora toca a un tipo que estuvo en el elenco de The Brady Bunch. Y este parece ser el inicio de otra oleada de Reality Shows mucho más ominosa que la ya que padecemos.

Cuando terminaron los bodrios aquéllos de Survivor y sobre todo Big Brother --que en México se encuentra en receso debido a los bajísimos ratings de su última edición-- llegamos a la ingenua esperanza que los Reality Shows regresarían a la cloaca de donde salieron. Sin embargo los ejemplos antes mencionados hacen temer que, al menos, se prolongarán por otro lustro. ¿Pero en realidad todavía necesitamos a los Reality Shows? ¿Que no hemos ya padecido bastante?

4. Más aditamentos para teléfono celular. Allá por 1995 cuando empezó el auge de los celulares publiqué un texto donde me burlaba de los "posibles añadidos" que podrían tener éstos en el futuro, y entre ellos estaban "radio FM y una camarita como la que usaban los espías para copiar microfilmes". Pues bien, ya existen, y con éstos, el sentimiento de haber dejado ir una oportunidad económica. Y la predicción, obvio, fue demasido corta: los celulares de hoy no sólo tienen "radio y cámaras fotográficas"; los hay también con Internet, cientos de tonos, grabadoras, mensajeros, contestadora automática, memoria RAM, calculadora, MP3 y hasta con navajas McGyver. Pero luego de asombrarse por la tecnología uno pregunta ¿y para qué queremos un celular que incluye una brújula sin casi nunca salimos de la ciudad y es imposible perderse en ella? ¿Es inaplazable la necesidad de contar con un teléfono que cuente las calorías que quema con los pasos que dados en un día? ¿Que el celular no es para hacer llamadas telefónicas? Y aunque píenso en otros aditamentos ridículos que los teléfonos celulares pudieran tener en el futuro prefieron abstenerme de mencionarlos; no vaya a ser que al rato también se conviertan en realidad.

5. Infomerciales. Es increíble: Encienda usted su televisor a eso de las 9 de la mañana y si tiene cable o receptor vía satélite notará que el 90 por ciento de la programación corresponde a esta plaga, eso sin recalcar los horarios post medianoche donde la cobertura llega hasta el 100 por ciento. Y todos perpetran nuestra paciencia de la misma forma; con pésimos traductores locales --"¡Oh, si claro, World Crasher es el mejor...! ¡Vaya que sí...!"-- los infomerciales ofrecen toda suerte de baratijas, desde depiladores, lecciones de guitarra y órgano, aprendizaje de idiomas, "alacenas superprácticas", aspiradoras multiusos (?), ungüentos para acabar con las várices, amuletos para tener un amor prolongado, quitar abolladuras en automóviles, tijeras y cuchillos que lo mismo cortan madera que zanahorias y cabello, tintes para toda ocasión, tubos para hacer ejercicio y "aparatos confortables" (¿qué a los traductores no les alcanzan los sesos para emplear la palabra "cómodos", mucho más precisa en español?, ¿por que no nos dicen entonces "pague usted en confortables mensualidades?"), cremas para eliminar impurezas en la piel y, por supuesto, las dietas de toda clase.

Uno se pregunta si en realidad los infomerciales tienen tanto éxito pues son exhibidos en horarios en que la mayoría de la gente que trabaja --y por tanto dispone de poder adquisitivo-- y si es cierta esa frase de "nuestras operadoras están esperándolo" en un infomercial transmitido a las 3 de la mañana. Como sea, los infomerciales son un mal del que ya estamos hastiados, bastante hastiados.

6. Teorías conspiratorias. Quizá no lo sepamos, pero todos nosotros llegamos a este mundo mediante una conspiración cuyo objetivo era reproducir la especie. ¿Le suena ridículo? ¿Entonces por qué nos tragamos esas estupideces de gente ociosa, políticamente correctas llamadas teorías conspiratorias? Ya no existe tema que no lleve pegado, como chicle en suela de zapato, un cuestionamiento a la versión oficial. Que si los OVNIS, Kennedy, Vietnam, Nixon, el hombre en la Luna, Elvis, el doble de McCartney y la actual vacilada, "la verdad" tras el 11 de septiembre del 2001 así como el avión que nunca se estrelló en el Pentágono porque, vaya, sus pasajeros ni siquiera llegaron alguna vez a nacer (lo cual coligaría la teoría conspiratoria en torno a las parejas que conspiran para tener hijos) y, naturalmente, todas las conspiraciones en torno a la CIA. La Princesa Diana, Colosio, Jim Jones... todos ellos murieron víctimas de conspiradores que veían amenazada su hegemonía, llámense Príncipe Carlos, Carlos Salinas, la CIA... you name it.

En estos tiempos en que la lógica y la congruencia son constantemente retadas (¿no sería que Elvis murió por comer como desquiciado, por consumir barbitúricos y sedantes en grado demencial o, simplemente, porque ya no quería vivir?) las teorías conspiratorias nos seguirán acompañando lo cual no equivale a afirmar que no estemos ya cansados de ellas. Y para muestra, tenemos el inminente estreno de The Da Vinci Code, joya de la paranoia conspiratoria.

7. Los globalifóbicos. Todos tenemos derecho a expresar nuestros desacuerdos, a decir "no me gusta esto!", "detesto esto otro" y "al diablo con aquello". Pero ese respeto también debe ser concedido a quienes no coincidimos con esos puntos de vista. Pero no, los globalifóbicos (los políticamente correctos prefieren llamarlos "altermundistas", pero optamos por el término que puso a circular el ex presidente Zedillo) niegan a otros el derecho que ellos se abrigan para ellos mismos. Si la Organzación Mundial del Comercio ya los invitó a dialogar y los globalifóbicos responden con insultos y mentadas así como una mentalidad intolerante y cerrada, ¿qué se puede hacer, entonces? Si inmediatamente los activistas antiglobalización exigen dialogar con los zapatistas y las FARC, ¿por qué no hacen lo mismo en vez de realizar "contracumbres" donde sólo hay ponencias concordantes y coincidentes con sus organizadores?

Sin posibilidad alguna de diálogo, los "altermundistas" en lugar de ser vistos como gente preocupada por una globalización comercial más pareja y sin medidas unilaterales como el dumping de los grandes contra los chicos, se les considera más como agitadores sin propuestas cuyas ansias de lucimiento los hacen quebrar los vidrios en los McDonald's y los Kentucky Fried Chicken, establecimientos asegurados, por lo cual a la larga son acciones que no sirven realmente de nada. Mientras la globalifobia no madure y asuma posiciones negociadoras y reconozca que para ganar a veces hay que ceder, seguiremos cansados de ella cada vez que haya cumbres económicas o de jefes de Estado.

8. David Lee Roth vs. los hermanos Van Halen (y sus vocalistas). Quién esté mínimamente enterado de esta historia sabrá que en 1984 David Lee Roth, el cantante de Van Halen, salió de la organización y en su lugar quedó Sammy hagar. Pues bien, la decisión no gustó a cientos de fans, algo completamente comprensible. Pero que 22 años después haya quienes todavía se indignan de ello no habla muy bien de la estabilidad emocional de esos inconformes que han tratado de hacer de todo, desde boicots para no comprar más discos de Van Halen, crear clubes "Pro Roth" y, tras la aparición del Internet, el surgimiento de foros de discusión, páginas web y demás donde acusan de judas a Hagar (y por un tiempo a Gary Cerrone, el vocalista sustituto temporal) y piden el retorno de Roth, un buen cantante pero cuya química con el resto del grupo se acerca al bajo cero. De hecho el asunto también se ha tomado como "teoría conspiratoria" (en serio, y no sólo eso: hay sitios que tachan de antisemita a Alex Van Halen pues, como se sabe, Roth es de religión judía) y demás sarta de tonterías de gente que no encuentra mejor manera de perder su tiempo.

9. Nuevas versiones de viejos hits, sobre todo a ritmo de rap o hip hop. Difícilmente alguien ha escapado a ese momento: encendemos la radio y escuchamos una canción con un ritmo vagamente conocido, pero al identificar el tema saltamos de la sorpresa a la irritación: ¿qué esa no era una canción de los Bee Gees? ¿o de Barry White? Y luego nos preguntamos por qué infiernos esta gente no compone sus propias canciones. ¿A qué se debe la terquedad de recurrir al éxito ajeno para querer resaltar un producto, generalmente mediocre?

Esta tendencia la encontramos en todos los ámbitos y en todos los mercados musicales, desde las versiones al español de conocidas canciones hasta el rap y el hip hop, géneros que si no existiera el acceso a estas composiciones, desde hace tiempo habría muerto de inanición, Pero finalmente, ¿en realidad el mundo necesita una enésima versión de "To Love Somebody" de los Bee Gees (grabada, a saber, por Celine Dion, Eric Burdon, Air Supply, Michael Bolton, Rod Stewart y quién sabe cuántas más, sin contar traducciones en otros idiomas), así como esos "tributos" --que deben llamarse homenajes en correcto español-- y que casi siempre evidencian la lastimosa carencia artística de los "tributarios". Debiera haber una ley, como decía aquella vieja tira cómica. Pero como vemos, y de forma paradójica, la escasa inspiración de nuestros artistas, gringos y latinoamericanos, no tieme límites.

10. Más programas de "cámaras escondidas". ¡Ya basta por favor! Si alguien nos dijera que la primera emisión de este tipo fue transmitido en 1952 pensaríamos que, pese a los asombrosos avances tecnológicos, los contenidos de la TV han avanzado muy poco. Pero ya chole, como decimos en México, de las "cámaras escondidas" donde los incautos reaccionan ante determinadas situaciones sin saber que los están filmando. No existe país en este planeta donde no se haya intentado esta tontería que por mera salud mental hace tiempo debió haber desaparecido; las "cámaras escondidas" estarían mucho mejor ocultas en un sitio donde jamás nadie las pudiera hallar.