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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Y demás/Obituario

                    Richard Pryor, la irreverencia

Sin él, Eddie Murphy, Chris Rock, Arsenio Hall y muchos otros comediantes de color hoy estarían dedicados a otra cosa. Con su muerte se va uno de los grandes del humorismo norteamericano políticamente incorrecto

DICIEMBRE, 2005. Su expresión favorita era "Jesus Christ!", y cada vez que la decía nadie se sentía ofendido. Eran otros tiempos, mucho más tolerantes, y entretenidos. Porque esa era el objetivo de Richard Pryor cada vez que se paraba sobre un escenario o participaba en una película: divertir a blancos, negros y aun judíos, como el actor Gene Wilder, con quien filmó un par de películas. "Richard era excepcional", refirió Wilder recientemente. "Su energía inundaba todo el set y, luego eso era transmitido al público en las salas de cine".

Fue precisamente ahí donde la mayoría conocimos a Richard Pryor, primero en la cinta Silver Streak, donde caracteriza a un ladrón ordinario que conoce a Wilder mientras ésta trata de alcanzar un tren de donde fue arrojado. La película, filmada en 1976, tiene sesgos de comedia aunque quedó catalogada como drama policiaco. Una de las escenas más divertidas e hilarantes de la cinta ocurre cuando Wilder decide embadurnarse con cera de zapatos para así escapar de la vigilancia policiaca una estación de tren junto a Pryor. La de estos dos actores era, sin duda, una combinación que funcionaba magníficamente en pantalla.

El rostro de Pryor era aptísimo para la comedia. A veces bastaba ver sus facciones, de alguien que está asustado, para pegar una carcajada cuando comenzaba a hablar, a veces con la velocidad de una metralleta.

Otra cinta donde la dupla Pryor-Wilder se inmortalizó fue con Stir Crazy, donde los confunden con unos asaltabancos vestidos de pollos y son enviados a prisión. De entre las escenas memorables de esta película destaca cuando ambos son encerrados con un gigantón malencarado, conocido como el "rompehuesos" y al que logran domesticar jugando a las cartas. En ambas películas Pryor era más bien comparsa de Wilder, pero no existían dudas que uno sin el otro no podrían haber dado una actuación tan entretenida. Pero se intuía que Pryor, ya como protagónico, también podría ofrecer el ancho.

La tercera incursión del dúo fue con una cinta impensable en estos días dada la plaga Políticamente Correcta, pues Pryor es un mudo y Wilder un sordo, combinación que presenta muchísimos momentos hilarantes que hoy serían considerados "ofensivos" para los activistas PC.

El dueto llegó así a un necesario final ante el desgaste de la fórmula. Pero a Pryor no le faltó trabajo. Fue invitado a participar en la tercera parte de Superman donde hace el papel de un torpe mago de las computadoras a las órdenes de Lex Luthor. La cinta tuvo un éxito regular, situación que dio a Pryor la oportunidad de regresar a lo que en Estados Unidos se llama "standout comedy" de donde han salido otros grandes comediantes como Ley Leno y Jerry Seinfeld. La cadena HBO compró los derechos de transmisión de esos monólogos con lo que su popularidad de disparó.

El lenguaje mordaz que utilizaba era bastante agresivo para los estándares de la época (inicios de los ochenta). El presentador Johnny Carson llegó a decir que cada vez que lo invitaba a su programa sus intestinos le pasaban una mala jugada debido a los nervios. "Es un excelente comediante pero no sé porqué quiere utilizar tantas altisonantes" y agregaba, "cuando lo invitaba me angustiaba pensar en la multa que la FCC (la dependencia encargada de vigilar que los contenidos de la TV abierta no rompan los estándares de decencia) nos iba a poner al final del programa".

Ese no era problema en HBO, un canal de paga donde el lenguaje ofensivo era transmitido sin problemas. Bueno, casi siempre. En cierta ocasión Pryor hizo algunas bromas sobre el Holocausto y lo que pasaría con un "Hitler negro", lo cual provocó muchas protestas e incluso cancelaciones de HBO por parte de cientos de suscriptores. "No lo entiendo", afirmó Pryor años después, "a Gene (Wilder), que es judío, le parecieron graciosos esos comentarios una vez que hablamos sobre el tema. Nunca quise ofender a nadie" Pryor también dijo desconocer que Sammy Davis Jr., otro comediante de color, era de religión judía, algo que quizá magnificó la malinterpretación de lo que dijo.

Irónicamente, esa visión más ligera acerca del Holocausto fue luego abordada por Roberto Benigni en La Vida es Bella, lo cual le valdría un Óscar de la Academia.

Con su carrera ya en cierto declive, Pryor volvió al cine, esta vez con The Toy, una comedia ligera junto al genial Jackie Gleason, quien hace el papel de un multimillonario cuyo hijo decide llevarse a Pryor, empleado del establecimiento, como su juguete humano. Aunque no faltó quien retratara ese argumento como "una caricatura de la esclavitud de los negros en Norteamérica", se trata de una comedia bastante agradable que nada tiene qué ver con estereotipos raciales. "Me gustó ese papel porque al niño de la película se le obliga a asumir la humildad", afirmó Pryor años después. Por supuesto que habría rechazado ese libreto si tuviera tintes racistas, y sé que Jackie (Gleason) habría hecho lo mismo".

A mediados de los 80, Pryor comenzó a ser rebasado por otros comediante de color a quienes, sin duda, ayudó a abrir las puertas. Uno de ellos era Eddie Murphy, quien tomó muchos de los ademanes de Murphy así como la tensión que suele darse cuando un negro y un blanco deben compartir forzosamente un mismo destino. Con Pryor era Wilder y con Murphy era Nick Nolte, quienes aparecieron en la saga de cintas de 48 Hours. Murphy también hizo varios monólogos cómicos y, como Pryor, luego emigró hacia un cine más familiar; los papeles que realizó en Dr. Doolitle, por ejemplo, bien pudieron haberle sido asignados a Pryor sin ninguna dificultad. Se trataba, pues, de un digno sucesor.

A mediados de los 90 la salud de Pryor, ya retirado, comenzó a empeorar. Quedó recluido en una silla de ruedas, víctima de la distrofia muscular y el mal de Parkinson. Antes de ser famoso --e incluso durante su época de mayor fama-- Pryor había abusado de las drogas lo cual, confió a un amigo, le estaba cobrando la factura. Cuando falleció, el pasado noviembre, la noticia fue recibida con cierta indiferencia, lo cual refleja también lo que fue su carrera, de bajo rango, pero con influencia tremenda. Sin Richard Pryor, ni Murphy, ni Chris Rock ni Arsenio Hall habrían recogido los hoy jugosos frutos de la comedia norteamericana contemporánea.