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1959; la llegada a Chile
   En 1959 concluye su trabajo apostólico en Italia y viene a Chile 
(retratan su despreocupación por complicaciones improcedentes y su 
disponibilidad; la pregunta por la que se decidió a venir a este país
 que ha sido escenario de la mayor parte de su vida sacerdotal; el 
hecho de que había vino, y buen vino, sin que le importara en lo más 
mínimo el vino, en definitiva).
    En Chile, su primera destinación es San Vicente de Tagua Tagua, 
donde permanece entre los años 1959/60, cumpliendo funciones de 
Vicerrector y Capellán del Hospital; entre los años 1961/64, es 
destinado a la comunidad San José de La Serena como profesor de 
Religión, Artes Plásticas y Técnico-Manual, Matemáticas, Vicerrector
 del Internado y Dirigente Scout.
  Con las mismas misiones regresa a San Vicente en el año 1965, 
además de Capellán de las Hermanas Hospitalarias de la Misericordia 
 -a las que manifestó gran afecto y que se hacen ahora merecedoras de
 nuestro profundo agradecimiento por el cuidado brindado al Padre 
hasta el último instante-,  y asistencia espiritual ordinaria a 
diferentes comunidades de la zona; El Tambo, Rastrojos, Viña Vieja, 
Requegua, El Naranjal y Pueblo de Indios (donde hoy reposan sus restos
 mortales).

    El 29 de Abril de 1968, comienza a funcionar su obra más 
trascendente, y a la que dedicó una entrega y amor profundos 
desplegando en su servicio "su genio adaptable a una gran cantidad de 
actividades artísticas y plásticas"; el Grupo Scout San Jorge, uno de 
los más destacados de la Zona.

    El solo recuento de sus varias actividades, explicita el generoso 
espíritu de de dedicación pero lo más valioso de una persona va más 
allá de sus actividades.  Penetrar el espíritu de alguien no es fácil,
  pero hay ingredientes y síntomas que nos permiten asomarnos al 
santuario íntimo de su conciencia, recogiendo un legado que no es 
posible dejar en el olvido.
     Hay algunas "pasiones" del Padre Colombo que han sido un sello 
característico y que todos hemos conocido.

     Destaca su apasionamiento por la verdad divina encarnada en el 
vivir de todos los días, el deseo de ofrecer a la juventud, 
-en el Colegio o en los Scouts-, ingredientes durables de una vida
simple (fidelidad a los compromisos y a las personas, búsqueda 
apasionada de la verdad que no siempre es transparente ni está a la 
vuelta de la esquina y que hay que escudriñar siempre de nuevo, 
capacidad para hacer las cosas bien, porque Dios para eso nos dio 
inteligencia y porque lo que hacemos no es para nosotros sino para el
 otro; y el otro debe recibir lo mejor de nuestras propias capacidades
y habilidades)., la capacidad de distinguir lo esencial de lo 
superfluo; en definitiva, la convicción  de que el valor y el peso de 
una vida, depende del encuentro con Dios, porque de El hemos salido y
 a El estamos destinados.
    Y no debemos olvidar su interés por la casa, la celosa 
preocupación  por mantenerla limpia y acogedora; también el 
"conquistar por el estómago" a sus cohermanos y alumnos en sus
 incursiones de verdadero experto en el arte de la cocina.
     En estos elementos se resume probablemente la vida del 
P. Colombo, que como muchos cristianos en este país ha vivido la 
pasión del señor en tiempos no siempre fáciles. Cuando las heridas 
profundas han lacerado nuestra patria y su gente, se ha manifestado 
la característica más evidente del Padre Colombo: hablar con claridad.

  Recordaba valores y pricipios pisoteados violentamente; lo hacía 
con coraje y sin calcular los riesgos.  Bajo este aspecto y en la 
forma como vivía las cosa que asumía, nuestro Padre era la desmentida
 personificación de aquella convicción o tentación que consume nuestras
 vidas, es decir, el pensar que en la vida los entusiasmos son pocos 
y cortos.
     Tenía el Padre Colombo "los defectos de sus virtudes", vale decir
 esas actitudes rústicas que tienen sólo quienes desean entregarse 
sin límite y para quienes resultan incómodos y hasta culpables los
 acomodos a los que nos hemos muchas veces acostumbrado los que hemos
 fraguado el "celo por el señor".

      En tus manos, Señor, encomendamos su espíritu.

(Artículo redactado por el Padre Giulio Pireddu en la revista 
"Barnabitti" y traducido con ocasión del primer aniversario del 
fallecimiento del Padre Cristóforo Colombo).
      
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Reacciones de la Prensa de la época...

El Rancaguino: 11 de Diciembre de 1995.
El Rancaguino: 12 de Diciembre de 1995.


 

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