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Y Demás/Pifias históricas

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Stern publica "los diarios" de Adolfo Hitler

JULIO, 2006. Decenas de víctimas del nazismo dejaron escritos sus momentos de horror, esperanza y sentimientos ante la proximidad de la muerte y aun el amor, como fue el caso del conmovedor diario de Ana Frank. Los victimarios también tenían por costumbre llevar sus apuntes, como ocurrió con Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi, y Heinrich Himmler, autor ejecutor de la infame "solución final". De los cinco protagonistas de esta guerra (Roosevelt, Churchill, Stalin, Mussolini y Hitler) del primero quedaron bastante discursos pero no tuvo tiempo de escribir sus memorias, las cuales el segundo publicó poco después de terminada la guerra; el soviético también publicó las suyas, poco creíbles dado su exacerbado autoculto a la personalidad; del Duce también existen suficientes documentos y del führer, naturalmente, está Mein Kampf, con la diferencia de haber sido escrita antes de la guerra y que serviría como motor para eliminar a casi 50 millones de personas.

Durante mucho tiempo se ha creído que Hitler también llevaba un diario que quedó sepultado bajo los escombros del búnker berlinés. Su amante Eva Braun tenía su bitácora personal de la que se recuperaron algunas páginas que sirven para describir a Hitler en la intimidad. Ya se había perdido toda posibilidad de encontrar los diarios del dictador hasta que en 1983 el semanario alemán Stern dio la noticia: ¡éstos habían aparecido, de los cuales la revista iba a publicar algunos extractos! Era el 25 de abril.

Según la nota, los diarios, finamente encuadernados, habían sido encontrados en una granja de la entonces Alemania Oriental tras 28 años de permanecer ocultos. Ahí se logró llevarlos de contrabando al lado occidental donde Stern los compró. El descubrimiento se antojaba espectacular; por fin el mundo sabría, de primera mano, que pensaba el führer en esa mente tan cruel y despiadada y qué motivos lo llevaron, independientemente de su fanatismo racial, a ordenar la muerte de millones de inocentes.

Stern publicó la primera parte de los diarios en 1983 y aunque al principio hubo mucha controversia, los expertos en la vida de Hitler mostraron su reticencia en torno a su autenticidad. "Hay una parte donde (Hitler) se refiere a Goebbels como "un cerdo", lo cual es improbable; él no solía adjetivar a su gabinete, además que tampoco existen registros de enojos o insultos hacia Hitler en los diarios de Goebbels", dijo un biógrafo. Otra duda es que los diarios aportaban pocas novedades o detalles no conocidos de Hitler; muchos de ellos parecían haber sido calcados del Mein Kampf. Pero el detalle que más hizo dudar a los críticos: la rúbrica.

Al principio se identificó como "Dr. Fischer" a la persona que había vendido a Stern los diarios y por los cuales se había embolsado 9.9 millones de dólares. El "doctor" era en un realidad un tan Konrad Kujau, un individuo que coleccionada y vendía memorabilia nazi en Stuttgart. De acuerdo a su versión, los diarios habían sido rescatados de un avión en llamas en Dresden y durante mucho tiempo permanecieron en Alemania Democrática hasta que Fischer-Kusau pudo contrabandearlos al lado federal. Una vez que el reportero Gerd Heldemann se enteró del asunto, los "diarios" fueron adquiridos por Stern para ser publicados en partes. Newsweek y The Sunday Times también adquirieron los derechos de lo que parecía ser "un documento clave" de una de las mentes más siniestras del siglo XX.

Los diarios secretos, según Stern

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Pero también el diario registraba tremendas banalidades como, por ejemplo, que Eva Braun tenía mal aliento y que a Hitler le aquejaba una tremenda necesidad de expeler gases por su desmedida afición a las salchichas

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Los "diarios" comprendían la etapa de 1932, cuando Hitler asume el poder, hasta 1945, en fechas anteriores a que se descerrajara un tiro en su búnker de Berlín. El primer detalle extraño: las tapas de los "diarios" tenían las iniciales FH y no AH, detalle pequeño pero sospechoso pues se sabía que Hitler era excesivamente quisquilloso en las apariencias y la puntuación de textos --su Mein Kampf sufrió cientos de correcciones de íltima hora antes de pasar a imprenta-- por lo cual era improbable que el führer haya descuidado este detalle sin jamás haberlo corregido.

Entre los datos más sorprendentes es que, según los "diarios", Hitler nunca estuvo al tanto de la llamada "solución final", la cual aparentemente había sido ejecutada por Himmler a espaldas de su jefe. Esta información no era nueva pero tras la salida de los escritos no faltó quien sugiriera que la historia debería ser reescrita. Pero también el "diario" registraba tremendas banalidades como, por ejemplo, que Eva Braun tenía mal aliento y que a Hitler le aquejaba una "tremenda necesidad" de expeler gases por su desmedida afición a las salchichas.

Las coincidencias de falsificación eran tantas que Kujau aceptó su responsabilidad. Él mismo había escrito los "diarios", primero como un pasatiempo pero luego como algo más serio y llevó el asunto más allá: encuadernó los "diarios" sin tomar en cuenta que ese estilo de encuadernación surgió hasta los años cincuenta; y con el fin de darles una apariencia más antigua, espació té por sus páginas. Y aunque ya había falsificado muchas veces la rúbrica del führer, Kujau había olvidado un detalle: Hitler era zurdo, de modo que la firma falsificada se desplazaba con más presión de abajo hacia arriba y no al revés, además que en un atentado prácticamente le había inutilizado su brazo izquierdo de manera que se veía muy remoto que Hitler escribiera en 1945 con la misma soltura y forma que como lo hacía en 1932.

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