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El lenguaje y el lenguajear Maturana ha propuesto en otros artículos (Maturana, 1978 y 1990) que las operaciones que constituyen eso que nosotros los seres humanos vivimos como lenguaje y lenguajear en el proceso de nuestro vivir, toma lugar en nuestro dominio relacional como una manera de vivir en interacciones recurrentes en lo que un observador ve como coordinaciones consensuales recursivas de coordinaciones consensuales de conducta. En otras palabras, él afirma que el lenguaje y el lenguajear no son fenómenos fisiológicos o estructurales del organismos o de su sistema nervioso, y que lo que pasas en el lenguaje y el lenguajear no puede ser explicado o entendido como rasgos estructurales, funcionales o dinámicos de la dinámica estructural del organismo y de su sistema nervioso, porque ellos son fenómenos del dominio de operación del organismo como totalidad en el medio. Además, él afirma que lo que él ha dicho con relación al lenguaje y el lenguajear se aplica a todos los fenómenos que surgen en la expansión recursiva histórica de la operación en el lenguaje de una comunidad lenguajeante. Maturana sostiene que como seres lenguajeantes vivimos en un mundo de objetos que surgen en el lenguajear. De hecho, él afirma (ver Maturana, 1995, los objetos surgen en el lenguajeo en la primera recursión del fluir en coordinaciones consensuales de coordinaciones consensuales de conducta que el lenguaje es. Cada recursión, en el fluir de coordinaciones consensuales de coordinaciones consensuales de conducta en el que nosotros estamos cuando lenguajeamos, genera un objeto, y cada recursión produce una clase diferente de objeto de acuerdo a las circunstancias relacionales en las que toma lugar. En esta dinámica, cuando un objeto surge en la primera recursión en las coordinaciones consensuales de conducta, la distinción del objeto surge en la segunda recursión. A medida de que los objetos son distinguidos, otra recursión en el fluir de coordinaciones consensuales de conducta (una tercera recursión) distingue la relación entre objetos, y la posibilidad está abierta para la constitución de un domino de relaciones cuando las relaciones de relaciones son distinguidas en una siguiente recursión. En términos más generales, debido a que en cualquier nivel de recursión las conductas consensuales coordinadas se convierten en objetos, y así en fundamento para distinciones recursivas adicionales, cualquier nivel de recursión puede recursivamente convertirse en un domino de objetos que opera como nivel de base para recursiones adicionales. De acuerdo a Maturana, cuando el lenguajear se expande como una manera de vivir juntos en las interacciones recurrentes del vivir juntos como miembros de una comunidad lenguajeante, el lenguajear sigue las complejidades cambiantes del vivir juntos y se convierte en una fuente de complejidades adicionales, constituyendo una red de entrecruzamientos de coordinaciones consensuales de coordinaciones consensuales de conducta que generan toda la complejidad de vivir en el lenguaje. En relación al observar, el dijo: el observar surge como una operación en una segunda recursión que distingue el distinguir; esto es, en la distinción del observar, el observador aparece; y la auto-consciencia aparece en una recursión de cuarto orden en la que el observar al observador toma lugar. En términos más generales, la operación en cualquier dominio de objetos puede llegar a ser el fundamento para la generación de un dominio de consciencia y auto-consciencia (Maturana, 1995, pp. 154). De acuerdo a esto, el terapeuta opera al guiar a su cliente a que opere en la auto-consciencia que toma lugar como una cuarta recursión. La emoción y el emocionar De acuerdo a Maturana, lo que está implícito cuando hablamos de emociones son disposiciones dinámicas corporales que especifican el dominio de acciones en la que el organismo se mueve. Para Maturana la emoción define la acción. Es la emoción la que define cuándo un gesto dado es una agresión o una caricia. De acuerdo a Maturana nosotros siempre estamos en una dinámica emocional, en un fluir de un dominio de acciones a otro en la historia de interacciones recurrentes en la que vivimos. De hecho, el afirma que nosotros aprendemos nuestro emocionar mientras vivimos con otros desde el útero (Maturana y Verden-Zöller, 1993). De acuerdo a Maturana, cuando lenguajeamos, nuestro lenguajear y emocionar están entrelazados, de tal manera que nuestro fluir emocional es afectado por nuestro lenguajear, y nuestro lenguajear en afectado por nuestro fluir emocional. Nuestras emociones, tanto las de los otros, cambian como resultado de nuestras palabras; y nuestras palabras cambian como resultado de el cambio en nuestras emociones. En mi opinión, esto es lo que pasa en la psicoterapia en la interacción entre el psicoterapeuta y el cliente, cuando el emocionar y las palabras de ambos, el cliente y el psicoterapeuta, cambia como resultado de su interacción. De acuerdo con Maturana, hay una interrelación integral entre el emocionar y el lenguajear desde la niñez, de modo que lo que es conocido como fenómeno cognitivo es desde el comienzo una unidad entre el emocionar y el intelecto (Maturana y Verden-Zöller, en prensa) El rol del sistema nervioso en la conservación del acoplamiento estructural entre el sistema viviente y el medio El sistema viviente como sistema determinado estructuralmente opera en un acoplamiento estructural dinámico con el medio (Maturana, 1978 y 1987). Si ese acoplamiento estructural dinámico se pierde, el sistema viviente se muere. La conducta de un sistema viviente en la realización de su vivir que toma lugar en las relaciones e interacciones del sistema viviente y el medio, ocurre a través de los cambios estructurales del sistema viviente en la conservación de su acoplamiento estructural. Maturana (1995) propone que el sistema nervioso opera como una red neuronal cerrada y que participa en la conservación del acoplamiento estructural entre el sistema viviente y el medio a través de cambios estructurales que sufre contingentes al fluir del vivir del sistema viviente. Además, Maturana afirma que el sistema nervioso participa en la realización del vivir del sistema viviente a través de correlaciones senso/efectoras que él genera, dando lugar a los cambios estructurales en el sistema viviente que se adecuan a los cambios estructurales del medio porque su estructura ha cambiado contingentemente al fluir de las interacciones del sistema viviente cuando realiza su vivir en ese medio. Además, Maturana mantiene que el sistema nervioso no opera con representaciones del medio, y que él opera generando correlaciones senso/efectoras internas y externas en el organismo que son operacionalmente efectivas en relación con la realización de su manera de vivir. Para un observador de un organismo en el fluir de sus interacciones en la realización de su manera de vivir, parece como si el sistema nervioso estuviese haciendo computaciones para acomodar la conducta del organismo a los rasgos que él o ella ve en el medio, pero no hace eso. El organismo y el sistema nervioso en él, operan como sistemas determinados estructuralmente que se deslizan en congruencia estructural con el medio en la realización del vivir del sistema viviente, porque sus estructuras respectivas cambian en el acoplamiento estructural del uno con el otro y el medio a través de la realización de la manera de vivir del organismo, y ambos, el organismo y el sistema nervioso, se desintegran cuando este acoplamiento estructural se pierde (Maturana, 1995, p. 162) Noción de auto-consciencia Como ya lo dije anteriormente, Maturana propone que la auto-consciencia es una operación en el lenguaje que toma lugar como una cuarta recursión en el fluir de las coordinaciones consensuales de coordinaciones consensuales de conducta. La auto-consciencia como una operación relacional en el lenguaje, por lo tanto, no toma lugar en el cerebro, y no es un fenómeno neurofisiológico, ni un producto de la operación del sistema nervioso, aún y cuando la operación del sistema nervioso es necesaria para que ella ocurra. En nuestra experiencia, sin embargo, cuando nosotros nos distinguimos a nosotros mismos distinguiéndonos a nosotros mismos, la consciencia aparece como propiedad o habilidad del sí-mismo (self) que aparece como una entidad que requiere localización. Es debido a la manera de operar del sistema nervioso en nosotros como sistema nervioso lenguajeante, y hasta el grado que ha llegado a ser así en cada uno de nosotros en nuestras historias particulares de seres lenguajeantes, que permite que nosotros vivamos las experiencias de auto-consciencia en la soledad, y, como consecuencia, el experienciar el sí-mismo y la consciencia como localizados en nuestro cuerpo. Maturana (1995) mantiene que la auto-identidad surge como objeto en una mirada reflexiva, y que es el lenguaje la que la hace posible. Lo que él dice es que la auto-consciencia es la distinción de una identidad relacional que surge en el lenguaje tratado como objeto en una reflexión en el lenguaje. Esto es, la auto-consciencia es una operación en el lenguaje en el que tanto la corporalidad como la dinámica del ser lenguajeante aparecen como objetos. Para que esto pase, la distinción del objeto debe ya de haber surgido en el observar, de modo que las relaciones pueden ser objetos también. anterior siguiente |