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La capilla de San Cosme se encuentra en el paraje conocido como A Portela, lugar limítrofe entre los municipios de Cangas do Morrazo y Bueu, o lo que es lo mismo, entre las respectivas feligresías de Coiro, a la que pertenece esta ermita, y Santiago de Ermelo.

Capilla de San Cosme (Coiro, Cangas do Morrazo

A Portela, ya lo indica su nombre, es un collado por el que discurren las comunicaciones viales entre las dos vertientes de la Península del Morrazo en esta área. Como se puede comprobar examinando un mapa topográfico, esta estrecha península se encuentra recorrida longitudinalmente por una alta serranía que impide el trazado de cómodos caminos de comunicación entre los litorales de las rías de Vigo y Pontevedra. En A Portela, la línea de cumbres se interrumpe, dando paso a un breve y amplio collado. Desde el núcleo de Cangas parte una carretera en sentido norte que al llegar a A Portela toma dos direcciones, bien hacia Bueu, bien vía San Mamede, hacia Beluso. Es pues, en este emplazamiento donde encontramos la ermita de San Cosme, junto al antiguo camino.

Capilla de San Cosme (Cangas do Morrazo) La capilla es de modestas dimensiones, de planta rectangular, sin presbiterio diferenciado, de unos 12,5 x 6,5 metros. El edificio está orientado con la cabecera hacia el E. La nave se cubre con techumbre de madera, pero el altar mayor, al que se accede por un gran arco triunfal semicircular, está cubierta por bóveda de cañón. Cuenta con una modesta entrada principal bajo arco semicircular, y una puerta lateral en el muro septentrional, así como varios vanos para iluminación interior. En la fachada sobre la puerta vemos, además de una sencilla espadaña, el relieve de un gran escudo de armas dividido en dos cuarteles, que se puede examinar en la fotografía adjunta, y blasón, que como suel ser normal, remite a los vínculos familiares del promotor, en este caso, como veremos a continuación, los Ramírez Montejano.

En el lado de epístola del presbiterio, en los primeros sillares de arranque de la bóveda, fue grabada la siguiente inscripción conmemorativa:

ESTA CAPILLA YZO A SV
COSTA D DIEGO RAMIREZ
MTEJANO PATRONO DELLA CON
CINCO MISAS ANUALES AÑO DE 1708

En consecuencia, el texto transcripto señala cronológicamente a los inicios del siglo XVIII, fecha en la que se dice fue construida la capilla por orden de Diego Ramírez Montejano, el cual, como priviliegio de patronazgo deja un vínculo testamentario por el que se obliga al oficio de cinco misas anuales por el sufragio de su alma. Sin ánimo de profundizar en el tema geneálogico, si conviene indicar la posibilidad de que el fundador de este santuario se corresponda familiarmente con la información publicada recientemente por la investigadora mejicana Luz Montejano, la cual comenta cómo en el siglo XVIII llegaron a Méjico los hermanos Jacobo y Juan Bautista Ramírez Montejano, según parece procedentes de Cangas, personas que con el tiempo consiguieron importantes puestos en la administración colonial y en los negocios, de donde se desprende la pertenencia de estos individuos a una familia hidalga.

Una vez examinada detenidamente la técnica constructiva de la capilla, hemos podido observar que la edificación es homogénea, sin aparente aprovechamiento de materiales de una hipotética edificación precedente, al menos en lo que concierne a la calidad de los sillares de los paramentos exteriores, por lo demás, de excelente factura. Pero tampoco en el interior, conformadas las paredes por toscos bloques simplemente regularizados, hemos apreciado una posible procedencia de éstos de algún monumento anterior. Decimos esto, porque oficiosamente nos ha llegado la noticia de que en este santuario se encontraron varias piezas de supuesta datación altomedieval, e incluso, en algún trabajo se ha hecho una sugerencia semejante. Sea como fuere, personalmente no disponemos de otros materiales de datación que los observados in situ. En otro sentido, el texto fundacional, tampoco alude a ningún tipo de rehabilitación o reeedificación de un antiguo santuario, circunstancia apreciable en numerosas capillas, como por ejemplo la de la Virgen del Camino de Freixo (Crecente). Ni siquiera A. López Carreira en su reciente y muy documentado estudio sobre Cangas en la Edad Media recoge ninguna referencia relacionada con esta ermita de San Cosme.

De momento, el único indicio favorable para propugnar un origen remoto sería la advocación a San Cosme, pero tampoco es éste un argumento concluyente, pues este santo fue de gran devoción en Galicia a lo largo de los siglos, y por lo tanto, no es imposible la erección en su favor de santuarios en épocas más recientes. Lo que sí llama la atención en la alusión nominal de esta ermita es que no se mencione a San Damián junto a San Cosme, pues la tradición cristiana exige esta asociación. Ignoramos si se trata de una omisión popular, pero al menos sí conocemos otros santuarios donde sucede exactamente lo mismo.

De mayor interés etnográfico es el culto en esta ermita a un extraño personaje en el santoral galaico: Santo Eutelo [San Eleuterio]. Las gentes del lugar identifican a Santo Eutelo en el ángel orante esculpido sobre el escudo de armas. Evidentemente se trata de una elucubración popular, pues éste es un elemento constitutivo de los escudos de armas, y no una efigie divina. Sea como fuere, el pueblo vio en esta imagen un santo abogado contra la rabia de los perros. De hecho, se nos hizo hincapié en el perro rampante apoyado en el arbol del cuartel derecho del blasón, el cual mostraba con esta actitud respeto por el santo, deseando acercársele. Según nos contaron, antiguamente, cuando el dueño de un perro, sospechaba que éste había contraído la rabia, lo llevaba ante la capilla para pedirle al santo su curación. Los animales, por instinto [sic] al ver la imagen de Santo Eutelo se amansaban.

San Eleuterio, o mejor en su forma en lengua gallega, Santo Eutelo, Outel, Eutel u Outelo, no es precisamente un santo muy popular, aunque sí recibe culto en algunos sitios. Por ejemplo, se celebra su festividad en Riobó (Cabana de Bergantiños), concretamente, el 12 de Mayo, y también en varios lugares de Beariz (Ourense). Dice Vicente Risco, que el cinamomo o arbol de Santo Outel es un buen remedio contra las mordeduras de perros rabiosos. Pero aparte de estas reseñas, nada más sabemos acerca de su devoción popular.

Ya habíamos indicado al estudiar la capilla de San Cibrán de Tomeza (Pontevedra), que en muchos santuarios, además del veneración consolidada en la fiesta del santo titular del santuario, el pueblo utilizaba estas capillas para la realización de un culto, digamos, extraoficial, en cualquier momento del año que las circunstancias particulares lo requisieran. De todos modos, no deja de ser curioso este culto a Santo Eutelo en la capilla de Coiro, pura elaboración popular, y señal evidente de que la religión y sus protagonistas celestiales nacen y se desarrollan en la mente de las personas, con o sin la aquiesciencia de las autoridades religiosas.

La capilla de San Cosme de Coiro procede, como ya se ha visto, de una fundación privada. La promoción particular de santuarios estuvo muy extendida durante los siglos XVII y XVIII, por parte de la hidalguía rural. Tras esta iniciativa se ocultan dos pretensiones. Por un lado la de asegurar ingresos a algún pariente segundón, en virtud del control de las limosnas dejadas por los devotos, y de la percepción de las rentas libradas de los bienes raíces con que la capilla fuese dotada en origen, o bien, los que recibiese en concepto de ofrendas en lo sucesivo. Pero asimismo, y así consta en la inscripción del presbiterio, el fundador trata de que tras su muerte se oficiasen en el mismo templo varias misas por el sufragio de su alma. Para cubrir los gastos generados por la realización de esas misas (cera para velas, dietas de los curas, etc), generalmente a la capilla se le asignaba perpetuamente la renta emanada por la explotación o uso de algún campo o inmueble, con otras vinculaciones testamentarias ineludibles. De este modo, el comitente podía morir con la tranquilidad de que su alma, de caer en el Purgatorio, recibiría los beneficios de estos oficios.

La ubicación del santuario en A Portela, quizás tampoco haya sido fruto del azar. Nos faltan datos fidedignos para profundizar sobre este tema. Sin embargo, al margen de que el solar donde fue construida la capilla perteneciese a la propiedad de su patrono, sin lugar a dudas, el sitio elegido no ha podido ser más acertado. En efecto, como ya hemos comprobado al presentar su emplazamiento topográfico, A Portela es un lugar de paso obligado en las comnunicaciones entre los dos litorales en el sector Oeste de la península do Morrazo. Esta situación evidentemente debía redundar en beneficio del santuario en materia de devoción, y de limosnas también, claro está.

En este sentido, la fundación privada de capillas no difiere mucho de los motivos que llevaron a algunas personas a erigir cruceiros o petos de ánimas. Esta dinámica socio-religiosa ya la hemos tratado extensamente al hablar del cruceiro de Fontenla (Ponteareas), y de un modo más concreto, pero en el fondo, semejante, al estudiar el cruceiro de Porto (Salvaterra do Miño). En consecuencia, estamos ante el mismo fenómeno cultural, que unas veces facultó la aparición de cruceiros o petos de ánimas, y en otros supuestos, de capillas, entre varias posibles iniciativas piadosas. Tras esta diversidad formal de manifestarse la devoción popular, quizás generalmente se oculte una mayor o menor disponibilidad económica. Pero por otra parte, una capilla no es lo mismo que un cruceiro o un peto de ánimas, por mencionar las tres formas más extendidas de fundaciones monumentales, y cada una de estas categorías matizan el valor social y religioso de la promoción. Sea como fuere, con esta reflexión, se reafirma más claramente la línea de investigación que empleamos en el estudio de cruceiros y petos de ánimas, alejada siempre de las tan socorridas y estériles groseras elucubraciones mágico-religiosas, o los no menores desvaríos folclórico-poéticos, prefiriendo centrar el examen cultural de estos elementos patrimoniales dentro del amplio contexto religioso de la Europa occidental, área a la que perteneció siempre Galicia.

Vigo, a 22 de Julio del 2002




© Julio Fernández Pintos, 2001