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Tradicionalmente
América Latina ha sido considerada la región en donde se han dado
las mayores desigualdades en todos los ámbitos, pero principalmente
en materia de ingresos, considerándose esta área como la más inequitativa
a nivel mundial, principalmente en países como Brasil y Guatemala.
Si bien es cierto, en la región siempre ha existido este problema,
sin embargo, en la década de los 70´s hubo una mejor distribución
del ingreso, posteriormente en los 80´s se registró un considerable
deterioro, permaneciendo esta situación en niveles muy altos en
los años noventa. (72)
Esta
desigualdad en los ingresos se relaciona principalmente con los
grandes diferenciales salariales, que provienen no sólo de las diferencias
entre los propietarios de capital y los trabajadores, sino de la
divergencia entre los ingresos de los propios trabajadores. Situación
que se manifiesta, entre otros factores, en una distribución desigual
en la cantidad y calidad de la educación, en las brechas de género,
en el empleo formal e informal, y entre los ingresos rurales y los
urbanos. Por tanto, se considera que la principal causa del bajo
nivel de salarios de este estrato es su bajo nivel de calificación
laboral, por lo que la inversión en capital humano (mejores niveles
educativos) daría como resultado una mejor equidad en el ingreso.
(73)
En
el caso de México, en la encuesta Ingreso-Gasto en los hogares del
INEGI de 1996, se indica que el 30% de los hogares más ricos de
México concentra 64.12% del ingreso nacional, mientras que el 30%
de los hogares más pobres apenas percibe 8.73 por ciento (74). Esta
situación, se ve reflejada en los salarios de los trabajadores,
que según datos de la OIT en México éstos se encuentran entre los
más bajos a nivel internacional, siendo América Latina en general
la región con los más altos rezagos salariales en el mundo. (75)
En
nuestro país, a pesar de que los salarios en 1998 se incrementaron
en 1.8% en términos reales; con respecto de 1994 éstos presentan
un rezago superior al 25%, lo que significa que con las mismas horas
de trabajo los asalariados sólo pueden adquirir tres cuartas partes
de los bienes y servicios que adquirían hace cuatro años (76). Sobre
este tema, Alberto Aziz, con información tomada del INEGI, indica
que el salario de los mexicanos durante 1998 es 60% inferior al
que percibían los trabajadores en 1965. (77)
Si
a esta situación se le agrega que al menos el 50% de la población
recibe ingresos salariales inferiores a los dos salarios mínimos,
en donde alrededor del 40% de los ocupados laboran en empresas con
menos de cinco personas, con gran inestabilidad, salarios bajos
y en donde la mitad de los ocupados no cuentan con prestaciones
sociales, el panorama se vuelve aún más sombrío. Por lo cual, uno
de los principales motivos de la inmigración a los Estados Unidos
es la enorme disparidad de ingreso, mientas que en México 95 millones
de personas viven con un ingreso per cápita promedio de 4 mil 400
dólares por año, en E.U el ingreso de los 250 millones de estadounidenses
en promedio es siete veces más alto (30 mil 800 dólares). (78)
Otro
de los elementos, que también han afectado el ingreso de los trabajadores,
son las altas tasas de inflación, las cuales desde la perspectiva
del Banco de México, en los últimos cuatro años se han convertido
en un factor adicional que contribuye al deterioro de la distribución
del ingreso, afectando principalmente a la población de menos recursos,
así como provocando un incremento en el desempleo.
Según
esta Institución, la inflación durante 1998 tuvo un crecimiento
18.6%, y en lo que va de 1995 a 1997, período de la administración
del presidente Ernesto Zedillo, el incremento en el Indice de Precios
al Consumidor (IPC) alcanzó el 114%, en tanto que en todo el sexenio
anterior la inflación fue de 89%, por lo tanto, en estos dos años
la desigualdad en los ingresos de los trabajadores se ha deteriorado
más que en todo el sexenio pasado.
Por
tanto, el Banco de México, considera importante bajar la inflación
a fin de mejorar la distribución del ingreso, ya que estudios realizados
por la institución indican que para un país como el nuestro, un
aumento en la inflación de 5 puntos porcentuales implica un deterioro
en la equidad del ingreso de 1% en el corto plazo y de 4% en el
largo plazo, por tanto, una reducción de la inflación de 5%, llevaría
a una disminución en la desigualdad de la distribución del ingreso
entre uno por ciento y seis por ciento en el corto y largo plazo
respectivamente. (79)
El
Banco Interamericano de desarrollo, al igual que el Banco Mundial
y el PNUD está de acuerdo en que la concentración del ingreso es
una de las causas más graves del problema de la pobreza, e indica
que si la distribución del ingreso en la región correspondiera a
su nivel de desarrollo de acuerdo con los patrones internacionales,
la incidencia de la pobreza sería la mitad de lo que es realmente;
ya que con niveles semejantes de desarrollo, otros países han logrado
reducciones sustanciales en esta área, por ejemplo, los niveles
de ingreso per cápita de los países de Europa Oriental no difieren
en forma apreciable a los de América Latina, sin embargo, en esos
países la pobreza sólo afecta al 7% de la población.
Este
organismo internacional estima que si el ingreso de la región se
distribuyera como en los países del Sudeste Asiático, la pobreza
sería una quinta parte de lo que es en la realidad, por tanto, si
la distribución del ingreso permanece sin cambio, el ritmo de reducción
de la pobreza sería muy lento, incluso con tasas de crecimiento
relativamente elevadas. Asimismo, considera que con un aumento del
ingreso per cápita del 3% anual se requerirían entre 15 y 25 años,
dependiendo del país, para reducir a la mitad los niveles de pobreza
actuales, que en el caso de México, se requerirá un período de 40
a 60 años con crecimientos del 2 al 3% anual del PIB per cápita
para abatir la pobreza extrema. (80)
Los
fenómenos laborales (desempleo, subempleo y los bajos salarios)
iniciados desde hace dos décadas, han llevado a grandes sectores
de la población a la pobreza, el modelo económico imperante no ha
dado solución a la demanda de los millones de personas que han perdido
su empleo, que se han visto obligados a ingresar a la economía informal
y recibir ínfimas remuneraciones, sino al contrario, se han generado
impresionantes acumulaciones de la riqueza en el país.
Los
procesos de privatizaciones que iniciaron en la década de los ochenta
y las fusiones de las grandes empresas de finales de esta última
década continúan generando el despido masivo de los trabajadores
quienes se ven en la necesidad de ingresar al empleo informal o
permanecer sin empleo. En un estudio realizado por la investigadora
Isabel Rueda señala que las consecuencias negativas de las privatizaciones
y de la modernización industrial ha sido, que el proceso se ha dado
a costa de un alto índice de desempleo, cierre de empresas colaterales,
debilidad sindical y una absoluta libertad empresarial en el manejo
de la mano de obra. (81)
En
este mismo sentido, James Petras y Steve Vieux, investigadores de
la Universidad de Binghampton de Nueva York, han considerado que
la privatización de las empresas y los fondos públicos en América
Latina más que corregir los males causados por la intervención del
Estado, ha generado una estructura económica ajena a las necesidades
de los grupos menos favorecidos de la sociedad. (82)
Frente
a esta realidad, los trabajadores ven cada vez más vulnerada su
calidad de vida, ante las rebajas en sus salarios, pérdida de empleos,
pérdida de la fuerza de sus sindicatos, proliferación de contratos
de empleos temporales o de tiempo parcial, así como el surgimiento
de empresas generadoras de servicios pero sin trabajadores propios,
que tratan de ahorrar "generar productividad" mediante la eliminación
del pago de impuestos, de cuotas de seguridad social y de la eliminación
del reparto de utilidades.
Este
panorama de inseguridad laboral y creciente desempleo tanto a nivel
internacional, regional y nacional, por mucho tiempo no tendrá solución,
ya que aunado al rezago laboral que existe, se está generando otro
fenómeno que agrava aún más esta situación, y es el rechazo que
presentan "los mercados estructurados" a la sobre oferta de mano
de obra, en donde los salarios relativamente son mejores, pero también
se exige altos niveles de "productividad", que a su vez traen implícitos
elevados niveles de instrucción (educación superior como mínimo),
creándose trampas de subdesarrollo o círculos viciosos de pobreza,
de los cuales resulta difícil que los trabajadores y sus familias
salgan.
En
México la cobertura de la población que cuenta con servicios de
salud, de acuerdo a datos oficiales, indican que el 55% de la población
se encuentra registrada en el IMSS, 41 millones 941 mil personas
en régimen ordinario y 10 millones 900 mil como beneficiarios directos
del Programa IMSS-Solidaridad (83). Asimismo, este instituto ha
informado que 10 millones 296 mil 276 personas, el 24.8% de la PEA
mayor de 35 años, no cuenta con seguridad social, cifra que se incrementa
considerablemente si se suman sus familiares directos. (84)
Sin
embargo, en un estudio publicado por el Centro de Investigación
y Docencia Económica (CIDE), se indica que al inicio de la administración
del presidente Ernesto Zedillo, había 10 millones de personas sin
servicios de salud, y que en la actualidad la falta de cobertura
de ésta afecta al 21% de la población (20 millones de personas),
y que si se tomaran en consideración las barreras económicas, geográficas
y organizacionales, la población que no tiene acceso a este tipo
de servicios podría llegar a representar un tercio del total de
la población. (85)
Asimismo,
la caída tendencial en los ingresos del gobierno federal desde hace
20 años, ha provocado que se reduzcan los recursos públicos destinados
al gasto social como porcentaje del PIB, los cuales en 1999 se situaron
en 9.1%, cayendo a niveles de países como Zambia, donde el gasto
social equivale a 9.9% de su producto; Bolivia, con 12.6%; Colombia
con 14.6%, o Chile, en donde ha alcanzado 15.2%, y muy distante
al de países como Francia donde el financiamiento en este rubro
representa el 33.9 por ciento. (86)
Como
se puede apreciar, el fenómeno de la pobreza en nuestro país es
un problema estructural, que abarca varios ámbitos: la demografía,
la educación, la salud, el empleo y la falta de recursos suficientes,
que deteriora las expectativas de vida de los millones de mexicanos
en pobreza y extrema pobreza. Si bien, se han logrado importantes
avances en la reducción demográfica, en materia de salud, educación
y empleo existen todavía graves rezagos. Por lo cual, hoy más que
nunca es altamente prioritario para la viabilidad del país, el que
se ejerzan los programas de política social de manera responsable,
dirigidos a impulsar el mejoramiento del nivel de vida de todos
los mexicanos, sin exclusión, si no las consecuencias que se tendrán
que pagar serán desastrosas para el país.
La
ausencia de fuentes de empleo, el rezago que existe en esta área,
así como la exigencia de altos grados de preparación de los trabajadores,
han obligado a la población a formar parte del fenómeno conocido
como la "economía informal" en donde entre 16 y 21 millones de la
PEA se desempeñan en esta actividad (que generalmente no cuentan
con ningún tipo de prestación ni seguridad social), situación que
al parecer continuará aumentando debido al rezago laboral, que se
alimenta con 600 mil nuevos demandantes de empleo anualmente.
En
cuanto a la distribución de la riqueza, México es uno de los países
en donde ésta se da con mayor inequidad, los salarios de los trabajadores
son de los más bajos a nivel internacional. Asimismo, numerosos
estudios indican que el poder adquisitivo de éstos en los últimos
diez años ha caído en un 45% (87). Esta situación incide directamente
en la salud y nutrición de los individuos, quienes ante sus escasos
recursos ven cada vez más disminuida su calidad de vida, reduciéndose
ésta a niveles de subsistencia. Sin embargo, lo más grave es que
al parecer no se prevé a corto plazo un mejoramiento en sus condiciones
de vida sino al contrario, cada vez empeoran.
Sin
justificar la ola de crímenes y violencia que azota a la mayoría
de las ciudades en la República (88) , la relación del vínculo pobreza
violencia, es ampliamente compartida por algunos intelectuales así
como por especialistas en las áreas económicas tanto en el plano
nacional como internacional, los cuales consideran que se debe de
modificar la política económica actual y fortalecer la política
social del Estado, o se abona el terreno para una revuelta social.
(89)
El
fenómeno de la pobreza en sus múltiples facetas ha sido problema
que ha acompañado al hombre en todos los tiempos y en todas las
épocas. Sin embargo, al finalizar el siglo XX, el siglo en el cual
se dieron los más notables adelantos tecnológicos que revolucionaron
a la sociedad en su conjunto, el siglo que fue testigo de la comprobación
práctica de teorías científicas, el siglo que vio surgir y caer
modelos económicos que pudieron cambiar el paradigma del hombre,
es el siglo que finaliza con más de la mitad de su población en
pobreza, de los cuales 30 millones mueren anualmente de hambre.
(90)
El
siglo XX es el siglo que no vio la creación de un modelo de desarrollo
económico capaz de incluir a todos los seres humanos no importando
su género, raza, edad o "habilidades", que por el simple hecho de
ser un ser humano tenga la oportunidad de tener un trabajo y un
nivel de vida decente. Por lo tanto, es absolutamente necesario
modificar las políticas económicas que se han aplicado en las últimas
décadas a fin de poder implementar un modelo de desarrollo incluyente
y no excluyente, generador de pobreza como el actual, un modelo
económico en "donde no haya perdedores". referencias
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