CURSO

XVI - PRINCIPIOS DE ILUMINACIÓN (I)

A-PRENDE LA LUZ


Autor : Carlos Bechara.

Hasta ahora y desde la clase Nº1 hasta la Nº15, hemos estado hablando y exponiendo los temas inherentes a la iluminación, pero siempre desde un punto de apoyo en lo técnico, en los fierros, en la tecnología y hemos dejado pendiente lo estético. En parte, por como venía el perfil de esta publicación, en parte por decisión propia o por las circunstancias; pero de hecho se dio así. Bueno, es hora de corregirlo y vamos a hacer de cuenta que empezamos todo de cero; de manera que la clase Nº 16 se pueda leer como si fuera la uno, la Nº17, como la dos y así hasta llegar a un punto de contacto con la vieja Nº1. Esto lo propongo porque sé que hay muchos lectores que se toman el trabajo de coleccionar estas fichas e incluso me llegaron noticias, de que las usan como material de apuntes y consulta en diferentes medios educativos; por lo tanto se hace necesario poner las cosas en su lugar. Yo nunca me canso de repetir que las soluciones técnicas dependen siempre de las resoluciones estéticas; pero tampoco me detuve a explicar de qué se trataba esto; así que ahora vamos a empezar a poner en claro qué es esto de la iluminación, comenzando por el principio.

Cuando cualquiera de nosotros, va a ver un espectáculo; por ejemplo una obra de teatro, compramos la entrada, vamos a la hora indicada, hacemos un rato de hall, entramos a la sala, nos sentamos, a veces leemos el "programa" otras veces no. Nos acomodamos en la butaca y nos ponemos en una situación de "expectativa" porque somos "espectadores" y sabemos (porque junto con la entrada también compramos un código cultural o un código casi ceremonial), que algo va a pasar: que se va a apagar la luz de la sala, se va abrir un telón e inmediatamente al encenderse una luz en la escena, la obra va a comenzar. El "ritual" del espectáculo se pone en marcha y todo lo que suceda en las próximas horas forma parte de otra realidad; pero nosotros vamos a creer en esa realidad y vamos a "comprar" todo el paquete, vamos a entrar en el juego del actor, del director, del escenógrafo, del iluminador, ...porque en realidad queremos hacerlo.

Porque el hecho estético emotivo que produce la representación teatral es tan vieja como la humanidad misma. La necesidad de que el "otro", el actor, se comporte de una manera particular y nos permita identificarnos de alguna manera con lo que está sucediendo en la escena, es ancestral. Y para que ese efecto de catársis se produzca en el espectador lo único indispensable es que esa "mentira" o realidad aparte esté bien hecha, que la ilusión sea creíble. No hay cosa que defraude más a un espectador que darse cuenta, por decir algo, que el Príncipe Hamlet es fulanito, el que hacía el teleteatro de la tarde. O que el castillo de piedra se vea de lejos que es de cartapesta y telgopor; o que el cielo del fondo es un trapo mal colgado y peor iluminado, y que la luz del interior del castillo entra por dos ventanas opuestas y uno se mata de risa pensando que en Dinamarca hay dos soles, o que estamos viendo una versión de Hamlet en el planeta de los simios, o que el iluminador es un simio o algo parecido.

Ojo, todo esto lo digo sin intención de ofender a nadie, ni siquiera poniéndome en una actitud de defensa de un teatro que imite a la perfección a la realidad, cosa que personalmente me parece inútil e innecesario ya que el espectador ya sabe, que esto es un simulacro; que Hamlet es fulanito, y que el cielo es de trapo. Lo único que el espectador pide y ahí sí que soy inflexible; es que le mintamos bien, todos, con calidad y atención. El espectador está de hecho poniendo toda su buena voluntad; sus ganas de creer y con eso, creo que no se juega.

Ahora bien, partiendo de esta situación qué es entonces "Iluminar". ¿Es simplemente un simulacro de la luz natural para que una situación dramática sea creíble?

No, eso sólo no alcanza. ¿Es poner la cantidad de luz necesaria para que los actores se vean bien y se vea el espacio generado por el escenógrafo? No eso tampoco alcanza. ¿Es crear una serie de escenas interesantes visualmente sin tener en cuenta a los actores, al espacio y al texto, y después intentar que esos "efectos" sueltos se enganchen, como se pueda, con el devenir de la obra? No. Eso tampoco. ...Y así podríamos seguir hasta el cansancio, poniendo ejemplos de lo que no hay que hacer.

Tratemos de definir entonces lo que sí significa un diseño de iluminación.

Y por supuesto lo primero que tenemos que tener en cuenta es que si hay diseño es porque hay primero una idea, después un plan y finalmente una resolución. Como ejemplo usemos una idea de Paul Klee (1879- 1940), que resume la construcción de una idea plástica a través de la comprensión de una situación simple de la mecánica traspasada a una idea de diseño. (FIG Nº1 HIDRÁULICA KLEE)

Bien, veamos esto de la "Idea".

Generalmente uno llega a la obra teatral o al espectáculo que sea, porque nos convoca una compañía o un director que tiene un proyecto y el primer contacto es a través de un texto o de un ensayo de la puesta en escena, en cualquier ámbito, ya que veníamos con Hamlet, supongamos que un director que sabemos que trabaja un tipo teatral muy contemporáneo nos llama para hacer un Hamlet con una propuesta ideológica determinada. Supongamos de tipo marxista y en base a la teoría teatral de Bertold Bretch, pero ambientada no en un castillo de Dinamarca sino en una empresa multinacional naviera que construye barcos en el puerto de La Boca, hoy y ahora. Ante una propuesta así, uno puede decir que está muy ocupado y hacerse humo o agarrar viaje. Pero de cualquier modo uno ya generó automáticamente (y por instinto) una serie de imágenes mentales que coinciden con la propuesta ¿cómo? ¿por qué?

Porque cada persona y aún más, un iluminador va a reaccionar ante una propuesta de naturaleza artística con una serie de preconceptos culturales, experiencias adquiridas, e ideas visuales automáticas que se generan casi del mismo modo que en el caso de un artista plástico, al que ponemos delante de una tela en blanco y le decimos "ser o no ser, ese es el dilema…" y ese artista, va a reaccionar ante esa línea según sus preconceptos, su experiencia o lo que le genere la frase en sí. O quizás reaccione culturalmente, reconociendo que estamos diciendo una línea del Hamlet y responda con la simple imagen de un actor con  una calavera en la mano, pero lo que es seguro, es que automáticamente al artista se le genera una imagen o un determinado color, o una clave de valor y tenga en unos minutos una  determinada forma de ordenar sus elementos plásticos básicos: líneas, planos, colores y valores, texturas, códigos de representación propios, metáforas visuales; necesarias a su criterio para resolver la idea de esa obra plástica.

En nuestro caso también vamos a tener que ordenar nuestros elementos visuales de composición, o sea organizar y jerarquizar unos elementos por sobre otros. Esto es lo que en primera medida reconocemos en el trabajo de un iluminador, ya hay una marca visual que nos dice esto es un laburo de Diz o de Sirlin o de Del Mastro sólo en lo visual, de la misma manera que uno reconoce visualmente y de inmediato las diferencias entre una pintura de Picasso, o de Leonardo Da Vinci o de Van Gogh, y mas allá de la cuestión de conocimiento cultural; uno puede tomar un ejemplo más complejo y comparar la obra del período cubista de tres pintores que trabajaban juntos, con modelos similares, como Picasso, Braque y Juan Gris y reconocerlos perfectamente por la diferente organización de sus elementos plásticos básicos.

Obras de Braque, Paul Klee y Pablo Picasso

Obviamente este ejemplo de los pintores es elemental para cualquier estudiante de Bellas Artes y casi un problema para la gente no formada; pero el caso es que el ejemplo de los iluminadores vale también sólo para la gente formada, ya que esa organización visual difícilmente las note el espectador desprevenido, o raramente las tenga en cuenta a la hora de estar viendo un espectáculo.

Como esto ya se extiende demasiado dejemos pendiente la resolución de una definición concreta de que es en definitiva un diseño de Iluminación, porque creo que es preferible llegar a ésta por el camino de la comprensión y no la simpleza de un enunciado dogmático y unipersonal.

Hasta la próxima.